Documento 116 - El Supremo Todopoderoso

   
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El libro de Urantia

Documento 116

El Supremo Todopoderoso

116:0.1 (1268.1) SI EL HOMBRE reconociera que sus Creadores —sus supervisores directos— aunque divinos son también finitos y que el Dios del tiempo y el espacio no es una Deidad absoluta sino evolutiva, las incoherencias de las desigualdades temporales dejarían de ser profundas paradojas religiosas. La fe religiosa dejaría de prostituirse como promotora de la autocomplacencia social de los afortunados y de la resignación estoica de las desafortunadas víctimas de la carencia social.

116:0.2 (1268.2) Al contemplar la perfección exquisita de las esferas de Havona, es lógico y razonable pensar que las hizo un Creador perfecto, infinito y absoluto. Pero por esta misma razón y esta misma lógica, todo ser honesto se vería obligado a concluir ante la confusión, las imperfecciones y las injusticias de Urantia que vuestro mundo ha sido hecho y gestionado por Creadores subabsolutos, preinfinitos y no perfectos.

116:0.3 (1268.3) El crecimiento experiencial implica una asociación del Creador con la criatura, la asociación de Dios con el hombre. El crecimiento es la marca distintiva de la Deidad experiencial, por eso Havona no creció. Havona es y siempre ha sido, es existencial como los Dioses sempiternos que son su fuente. En cambio el crecimiento caracteriza al gran universo.

116:0.4 (1268.4) El Supremo Todopoderoso es una Deidad viva y evolutiva de poder y de personalidad. Su dominio presente, el gran universo, es también un ámbito de poder y de personalidad que crece. Su destino es la perfección, pero su experiencia presente contiene elementos en fase de crecimiento e incompletos.

116:0.5 (1268.5) El Ser Supremo actúa primariamente en el universo central como una personalidad de espíritu y secundariamente en el gran universo como Dios Todopoderoso, una personalidad de poder. La función terciaria del Supremo en el universo maestro está ahora latente y existe solo como un potencial de mente desconocido. Nadie sabe exactamente qué desvelará este tercer desarrollo del Ser Supremo. Algunos creen que cuando los superuniversos se asienten en luz y vida, el Supremo actuará desde Uversa como soberano todopoderoso y experiencial del gran universo, al tiempo que ampliará su poder como el supertodopoderoso de los universos exteriores. Otros especulan que la tercera etapa de la Supremacía supondrá la aparición del tercer nivel de manifestación de la Deidad. Pero en realidad ninguno de nosotros lo sabe.

1. La mente Suprema

116:1.1 (1268.6) La experiencia de la personalidad de cada criatura que evoluciona es un aspecto de la experiencia del Supremo Todopoderoso. La subyugación inteligente de cada segmento físico de los superuniversos forma parte del control creciente del Supremo Todopoderoso. La síntesis creativa del poder y la personalidad forma parte del impulso creativo de la Mente Suprema y es la esencia misma del crecimiento evolutivo de la unidad en el Ser Supremo.

116:1.2 (1269.1) La unión de los atributos de poder y de personalidad de la Supremacía es función de la Mente Suprema. La evolución completada del Supremo Todopoderoso dará como resultado una Deidad unificada y personal, no una asociación de atributos divinos vagamente coordinados. Desde una perspectiva más amplia, no habrá ningún Todopoderoso aparte del Supremo ni ningún Supremo aparte del Todopoderoso.

116:1.3 (1269.2) A lo largo de todas las edades evolutivas el potencial de poder físico del Supremo está depositado en los siete Directores Supremos del Poder y su potencial de mente recae en los siete Espíritus Maestros. La Mente Infinita es función del Espíritu Infinito. La mente cósmica es el ministerio de los siete Espíritus Maestros. La Mente Suprema está en proceso de actualización en la coordinación del gran universo y en asociación funcional con la revelación y el logro de Dios Séptuplo.

116:1.4 (1269.3) La mente del espacio-tiempo, la mente cósmica, funciona de manera diferente en los siete superuniversos, pero está coordinada en el Ser Supremo mediante alguna técnica asociativa desconocida. El sobrecontrol del Todopoderoso sobre el gran universo no es exclusivamente físico y espiritual. En los siete superuniversos es principalmente material y espiritual, pero también hay fenómenos del Supremo que son a la vez intelectuales y espirituales.

116:1.5 (1269.4) En realidad sabemos menos sobre la mente de la Supremacía que sobre cualquier otro aspecto de esta Deidad evolutiva. Es incuestionable que su mente está activa en todo el gran universo y se cree que está potencialmente destinada a ejercer funciones de gran envergadura en el universo maestro. En cualquier caso, podemos afirmar lo siguiente: mientras que lo físico podría alcanzar un crecimiento completo y el espíritu podría llegar a la perfección de su desarrollo, la mente no deja nunca de progresar. Es la técnica experiencial del progreso sin fin. El Supremo es una Deidad experiencial y por lo tanto nunca consumará el logro de la mente.

2. El Todopoderoso y Dios Séptuplo

116:2.1 (1269.5) La aparición de la presencia de poder del Todopoderoso en el universo es concomitante con la aparición de los altos creadores y controladores de los superuniversos evolutivos en el escenario de la acción cósmica.

116:2.2 (1269.6) Dios Supremo obtiene de la Trinidad del Paraíso sus atributos de espíritu y de personalidad, pero se está actualizando en poder en los hechos de los Hijos Creadores, de los Ancianos de los Días y de los Espíritus Maestros, cuyos actos colectivos son la fuente de su poder creciente como soberano todopoderoso de y en los siete superuniversos.

116:2.3 (1269.7) La Deidad no cualificada del Paraíso es incomprensible para las criaturas en vías de evolución del tiempo y el espacio. La eternidad y la infinitud conllevan un nivel de realidad de deidad que las criaturas del espacio-tiempo no pueden comprender. La infinitud de deidad y la absolutidad de soberanía son inherentes a la Trinidad del Paraíso, y la Trinidad es una realidad que está situada algo más allá del entendimiento del hombre mortal. Las criaturas del espacio-tiempo deben tener orígenes, relatividades y destinos para poder captar las relaciones del universo y entender los valores significados de la divinidad. Por lo tanto, la Deidad del Paraíso atenúa y limita de otros modos las personalizaciones extraparadisiacas de la divinidad y trae así a la existencia a los Creadores Supremos y sus asociados, que llevan por siempre la luz de la vida cada vez más lejos de su fuente paradisiaca hasta que encuentra su expresión más lejana y más hermosa en las vidas terrenales de los Hijos de otorgamiento de los mundos evolutivos.

116:2.4 (1270.1) Este es el origen de Dios Séptuplo y sus siete niveles sucesivos, con los que el hombre mortal se encuentra en el siguiente orden:

116:2.5 (1270.2) 1. Los Hijos Creadores (y los Espíritus Creativos).

116:2.6 (1270.3) 2. Los Ancianos de los Días.

116:2.7 (1270.4) 3. Los siete Espíritus Maestros.

116:2.8 (1270.5) 4. El Ser Supremo.

116:2.9 (1270.6) 5. El Actor Conjunto.

116:2.10 (1270.7) 6. El Hijo Eterno.

116:2.11 (1270.8) 7. El Padre Universal.

116:2.12 (1270.9) Los tres primeros niveles son los Creadores Supremos, los tres últimos son las Deidades del Paraíso. El Supremo se interpone siempre como personalización experiencial de espíritu de la Trinidad del Paraíso y como foco experiencial del poder evolutivo todopoderoso de los hijos creadores de las Deidades del Paraíso. El Ser Supremo es la máxima revelación de la Deidad a los siete superuniversos para la presente edad del universo.

116:2.13 (1270.10) La lógica de los mortales podría llevar a inferir que la reunificación experiencial de los actos colectivos de los tres primeros niveles de Dios Séptuplo equivale al nivel de la Deidad del Paraíso, pero no es así. La Deidad del Paraíso es una Deidad existencial. Los Creadores Supremos, en su unidad divina de poder y de personalidad, constituyen y expresan un nuevo potencial de poder de la Deidad experiencial. Y este potencial de poder de origen experiencial se encuentra unido de forma inevitable e ineludible a la Deidad experiencial originada en la Trinidad: el Ser Supremo.

116:2.14 (1270.11) Dios Supremo no es la Trinidad del Paraíso. Tampoco es ni uno ni el conjunto de los Creadores de los superuniversos cuyas actividades funcionales sintetizan efectivamente la evolución de su poder todopoderoso. Aunque Dios Supremo tiene su origen en la Trinidad, solo se manifiesta a las criaturas evolutivas como personalidad de poder a través de las funciones coordinadas de los tres primeros niveles de Dios Séptuplo. El Supremo Todopoderoso se está factualizando ahora en el tiempo y el espacio a través de las actividades de las Personalidades Creadoras Supremas, al igual que en la eternidad el Actor Conjunto llegó instantáneamente a la existencia por voluntad del Padre Universal y el Hijo Eterno. Estos seres de los tres primeros niveles de Dios Séptuplo son la propia naturaleza y fuente de poder del Supremo Todopoderoso, y por eso deben acompañar y sostener siempre sus actos administrativos.

3. El Todopoderoso y la Deidad del Paraíso

116:3.1 (1270.12) Las Deidades del Paraíso no solo actúan directamente en sus circuitos de gravedad por todo el gran universo sino que actúan también mediante sus diversos agentes y otras manifestaciones como las siguientes:

116:3.2 (1270.13) 1. Las focalizaciones de mente de la Tercera Fuente y Centro. La unidad de los dominios finitos de la energía y del espíritu está literalmente garantizada por las presencias de mente del Actor Conjunto. Esto es así desde el Espíritu Creativo de un universo local hasta los Espíritus Maestros del gran universo, pasando por los Espíritus Reflectantes de un superuniverso. Los circuitos de mente que emanan de estos diversos focos de inteligencia representan el marco cósmico donde las criaturas ejercen su capacidad de elección. La mente es una realidad flexible sobre la que pueden actuar fácilmente tanto los Creadores como las criaturas, es el eslabón vital que conecta la materia con el espíritu. El otorgamiento de mente de la Tercera Fuente y Centro unifica la persona de espíritu de Dios Supremo con el poder experiencial del Todopoderoso evolutivo.

116:3.3 (1271.1) 2. Las revelaciones de personalidad de la Segunda Fuente y Centro. Las presencias de mente del Actor Conjunto unifican el espíritu de la divinidad con el patrón de la energía. Las encarnaciones de otorgamiento del Hijo Eterno y de sus Hijos del Paraíso unifican, fusionan de hecho, la naturaleza divina de un Creador con la naturaleza en evolución de una criatura. El Supremo es a la vez criatura y creador, y esta doble cualidad se revela en las acciones de otorgamiento del Hijo Eterno y de sus Hijos de igual y menor rango. Los órdenes de filiación que se otorgan, los Migueles y los Avonales, amplían realmente sus naturalezas divinas con las naturalezas auténticas de criatura que han hecho suyas al vivir la vida real de las criaturas en los mundos evolutivos. Cuando la divinidad se hace como la humanidad esta relación conlleva de forma inherente la posibilidad de que la humanidad se pueda hacer divina.

116:3.4 (1271.2) 3. Las presencias moradoras de la Primera Fuente y Centro. La mente unifica las causalidades del espíritu con las reacciones de la energía; el ministerio de otorgamiento unifica los descensos de la divinidad con los ascensos de las criaturas; y los fragmentos moradores del Padre Universal unifican efectivamente a las criaturas que evolucionan con Dios que está en el Paraíso. Hay muchos órdenes de personalidades que están habitados por presencias del Padre, y en el caso del hombre mortal estos fragmentos divinos de Dios son los Ajustadores del Pensamiento. Los Monitores de Misterio son para los seres humanos lo que la Trinidad del Paraíso para el Ser Supremo. Los Ajustadores son fundamentos absolutos, y sobre fundamentos absolutos la elección de libre albedrío puede hacer evolucionar la realidad divina de una naturaleza para la eternidad, la naturaleza finalitaria en el caso de los hombres, la naturaleza de Deidad en Dios Supremo.

116:3.5 (1271.3) Gracias al otorgamiento como criaturas de los órdenes paradisiacos de filiación, estos Hijos divinos pueden enriquecer su personalidad con la auténtica naturaleza de las criaturas del universo, al tiempo que estos otorgamientos revelan infaliblemente a las propias criaturas la senda paradisiaca que conduce al logro de la divinidad. Los otorgamientos de Ajustadores del Padre Universal le permiten atraer hacia sí a las personalidades de las criaturas con voluntad. Y en todas estas relaciones que acontecen en los universos finitos, el Actor Conjunto es la fuente constante del ministerio de mente en virtud del cual se producen estas actividades.

116:3.6 (1271.4) De esta y de otras muchas maneras participan las Deidades del Paraíso en las evoluciones del tiempo a medida que se despliegan en los planetas que giran en el espacio y a medida que culminan en la emergencia de la personalidad del Supremo, consecuencia de toda evolución.

4. El Todopoderoso y los Creadores Supremos

116:4.1 (1271.5) La unidad del Todo Supremo depende de la unificación progresiva de las partes finitas. La actualización del Supremo es el resultado y la causa de estas mismas unificaciones de los factores de la supremacía: los creadores, las criaturas, las inteligencias y las energías de los universos.

116:4.2 (1272.1) Durante las edades en las que la soberanía de la Supremacía se desarrolla en el tiempo, el poder todopoderoso del Supremo depende de los actos divinos de Dios Séptuplo, y también parece que existe una relación particularmente estrecha entre el Ser Supremo y el Actor Conjunto con sus personalidades primarias, los siete Espíritus Maestros. El Espíritu Infinito actúa como Actor Conjunto de muchas maneras que compensan la incompleción de la Deidad evolutiva y mantiene relaciones muy cercanas con el Supremo. Todos los Espíritus Maestros comparten esta cercanía en mayor o menor medida, en especial el Espíritu Maestro número siete, que habla en nombre del Supremo. Este Espíritu Maestro conoce al Supremo y está en contacto personal con él.

116:4.3 (1272.2) Cuando empezó a concebirse el proyecto de creación de los superuniversos, los Espíritus Maestros se unieron con la Trinidad ancestral para cocrear a los cuarenta y nueve Espíritus Reflectantes. De forma simultánea, el Ser Supremo ejerció su función creativa para culminar los actos conjuntos de la Trinidad del Paraíso y los hijos creativos de la Deidad del Paraíso. Apareció Majeston, que ha focalizado desde entonces la presencia cósmica de la Mente Suprema, mientras que los Espíritus Maestros siguen siendo los centros fuente del extenso ministerio de la mente cósmica.

116:4.4 (1272.3) Por otra parte los Espíritus Maestros siguen supervisando a los Espíritus Reflectantes. El séptimo Espíritu Maestro (en su supervisión general de Orvonton desde el universo central) está en contacto personal con los siete Espíritus Reflectantes ubicados en Uversa y ejerce su sobrecontrol sobre ellos. Para gestionar el control interno y la administración de su superuniverso así como las relaciones entre superuniversos, está en contacto reflectante con los Espíritus Reflectantes de su propio tipo ubicados en la capital de cada superuniverso.

116:4.5 (1272.4) Estos Espíritus Maestros no solo apoyan y aumentan la soberanía de la Supremacía sino que se ven afectados a su vez por los propósitos creativos del Supremo. Por regla general las creaciones colectivas de los Espíritus Maestros son de orden cuasimaterial (directores del poder, etc.) mientras que sus creaciones individuales son de orden espiritual (supernafines, etc.). Y sin embargo cabe señalar que cuando los Espíritus Maestros generaron colectivamente a los siete Espíritus de Circuito en respuesta a la voluntad y el propósito del Ser Supremo, los frutos de este acto creativo fueron espirituales, no materiales ni cuasimateriales.

116:4.6 (1272.5) Y lo mismo que ocurre con los Espíritus Maestros de los superuniversos ocurre con los regidores trinos de estas supercreaciones: los Ancianos de los Días. Estas personificaciones del juicio y la justicia de la Trinidad en el tiempo y el espacio son los fulcros situados sobre el terreno para movilizar el poder todopoderoso del Supremo, y sirven de puntos focales séptuplos para la evolución de la soberanía trinitaria en los dominios del tiempo y el espacio. Desde su posición ventajosa a medio camino entre el Paraíso y los mundos en evolución, estos soberanos nacidos de la Trinidad ven, conocen y coordinan ambos caminos.

116:4.7 (1272.6) Pero los universos locales son los laboratorios reales donde se realizan los experimentos de la mente, las aventuras galácticas, los despliegues de la divinidad y los progresos de la personalidad que, cuando se les suma dentro del marco cósmico, constituyen los cimientos sobre los cuales, en y por la experiencia, el Supremo consuma su evolución de deidad.

116:4.8 (1272.7) En los universos locales incluso los Creadores evolucionan. La presencia del Actor Conjunto evoluciona desde ser un foco vivo de poder hasta alcanzar el estatus de la personalidad divina de un Espíritu Madre del Universo. El Hijo Creador evoluciona desde la naturaleza de divinidad paradisiaca existencial hasta la naturaleza experiencial de soberanía suprema. Los universos locales son los puntos de partida de la evolución verdadera, los semilleros de personalidades imperfectas de buena fe dotadas de libre albedrío para elegir convertirse en cocreadoras de sí mismas tal como serán en el futuro.

116:4.9 (1273.1) En sus otorgamientos a los mundos evolutivos los Hijos Magistrados acaban adquiriendo naturalezas que representan la divinidad paradisiaca unificada experiencialmente con los valores espirituales más altos de la naturaleza material humana. A través de estos y otros otorgamientos, los Creadores Migueles adquieren también la naturaleza y el punto de vista cósmico de sus propios hijos del universo local. Estos Hijos Creadores Maestros están cerca de consumar la experiencia subsuprema, y cuando su soberanía sobre el universo local se amplía hasta abarcar a los Espíritus Creativos asociados, se puede afirmar que se acercan al límite máximo de supremacía dentro de los potenciales presentes del gran universo evolutivo.

116:4.10 (1273.2) Cuando los Hijos de otorgamiento revelan a los hombres nuevos caminos para encontrar a Dios, ellos no crean estos senderos hacia el logro de la divinidad sino que iluminan las autopistas eternas de la progresión que conduce hasta la persona del Padre del Paraíso a través de la presencia del Supremo.

116:4.11 (1273.3) El universo local es el punto de partida para las personalidades que están más alejadas de Dios y que pueden experimentar por lo tanto el mayor grado de ascenso espiritual en el universo y conseguir la máxima participación experiencial en la cocreación de sí mismas. Estos mismos universos locales proporcionan también el mayor grado de penetración experiencial posible a las personalidades descendentes, que consiguen así algo que para ellas es tan importante como el ascenso al Paraíso para una criatura en vías de evolución.

116:4.12 (1273.4) El hombre mortal parece ser necesario para la función plena de Dios Séptuplo en la medida en que esta agrupación de divinidad culmina en el Supremo que se actualiza. Hay muchos otros órdenes de personalidades del universo igualmente necesarias para la evolución del poder todopoderoso del Supremo, pero nuestra descripción está dirigida a la edificación de los seres humanos y centrada por lo tanto en los factores relacionados con el hombre mortal que intervienen en la evolución de Dios Séptuplo.

5. El Todopoderoso y los controladores séptuplos

116:5.1 (1273.5) Ya habéis sido informados sobre las relaciones de Dios Séptuplo con el Ser Supremo, y ahora debéis saber que el Séptuplo abarca tanto a los controladores como a los creadores del gran universo. Los controladores séptuplos del gran universo son los siguientes:

116:5.2 (1273.6) 1. Los Controladores Físicos Maestros.

116:5.3 (1273.7) 2. Los Centros Supremos del Poder.

116:5.4 (1273.8) 3. Los Directores Supremos del Poder.

116:5.5 (1273.9) 4. El Supremo Todopoderoso.

116:5.6 (1273.10) 5. El Dios de Acción, el Espíritu Infinito.

116:5.7 (1273.11) 6. La Isla del Paraíso.

116:5.8 (1273.12) 7. La fuente del Paraíso, el Padre Universal.

116:5.9 (1273.13) Estos siete grupos son inseparables funcionalmente de Dios Séptuplo y constituyen el nivel del control físico de esta asociación de Deidad.

116:5.10 (1273.14) La bifurcación de la energía y el espíritu (que provienen de la presencia conjunta del Hijo Eterno y la Isla del Paraíso) quedó simbolizada para los superuniversos cuando los siete Espíritus Maestros emprendieron juntos su primer acto de creación colectiva. Este episodio trajo consigo la aparición de los siete Directores Supremos del Poder. Al mismo tiempo los circuitos espirituales de los Espíritus Maestros se diferenciaron por contraste de las actividades físicas de supervisión de los directores del poder, y apareció en el acto la mente cósmica como nuevo factor coordinador de la materia y el espíritu.

116:5.11 (1274.1) El Supremo Todopoderoso está evolucionando como sobrecontrolador del poder físico del gran universo. En la presente edad del universo este potencial de poder físico parece estar centrado en los siete Directores Supremos del Poder que operan a través de los emplazamientos fijos de los centros del poder y mediante las presencias móviles de los controladores físicos.

116:5.12 (1274.2) Los universos del tiempo no son perfectos; ese es su destino. La lucha por la perfección no corresponde solo a los niveles intelectuales y espirituales sino también al nivel físico de la energía y de la masa. El asentamiento de los siete superuniversos en luz y vida presupone que habrán logrado la estabilidad física. Y se conjetura que cuando se logre finalmente el equilibrio material se habrá consumado la evolución del control físico del Todopoderoso.

116:5.13 (1274.3) En los primeros tiempos de la construcción de un universo incluso los Creadores del Paraíso se ocupan principalmente del equilibrio material. El patrón de un universo local no solo va tomando forma como resultado de las actividades de los centros del poder sino también gracias a la presencia del Espíritu Creativo en el espacio. Durante esas primeras épocas de la construcción de un universo local, el Hijo Creador exhibe un atributo de control material poco conocido y no abandona su planeta capital hasta no haber dejado establecido el equilibrio general del universo local.

116:5.14 (1274.4) En último término toda energía responde a la mente, y los controladores físicos son hijos del Dios de la mente que es el activador del patrón del Paraíso. Los directores del poder dedican su inteligencia a la tarea incansable de lograr el control material. Su lucha por dominar físicamente las relaciones de la energía y los movimientos de la masa no cesa hasta que consiguen la victoria finita sobre las energías y las masas que constituyen sus dominios perpetuos de actividad.

116:5.15 (1274.5) Las luchas en el espíritu que ocurren en el tiempo y el espacio están relacionadas con la evolución del dominio del espíritu sobre la materia por mediación de la mente (personal). La evolución física (no personal) de los universos busca armonizar la energía cósmica con los conceptos de equilibrio de la mente bajo el sobrecontrol del espíritu. La evolución total de todo el gran universo consiste en la unificación —en la personalidad— de la mente controladora de la energía con el intelecto coordinado con el espíritu, y se revelará en la aparición plena del poder todopoderoso del Supremo.

116:5.16 (1274.6) La dificultad para llegar a un estado de equilibrio dinámico es inherente al crecimiento del cosmos. Los circuitos establecidos de la creación física se ven continuamente amenazados por la aparición de nuevas masas y energías. Un universo que crece es un universo no asentado, por eso ninguna parte del todo cósmico podrá alcanzar una estabilidad real hasta que llegue el momento de la consumación material de los siete superuniversos.

116:5.17 (1274.7) En los universos asentados en luz y vida no se produce ningún acontecimiento físico importante de forma inesperada. Se ha conseguido un control relativamente completo sobre la creación material, pero los problemas de las relaciones entre los universos asentados y los universos en evolución siguen poniendo a prueba la capacidad de los Directores del Poder del Universo. Estos problemas irán desapareciendo gradualmente cuando disminuyan las actividades creativas nuevas a medida que el gran universo se vaya acercando a la culminación de su expresión evolutiva.

6. La dominación del espíritu

116:6.1 (1275.1) En los superuniversos evolutivos domina la materia-energía salvo en la personalidad, donde el espíritu lucha por imponerse a través de la mente. La meta de los universos evolutivos es someter la materia-energía a la mente, coordinar la mente con el espíritu, y todo ello en virtud de la presencia creativa y unificadora de la personalidad. Así pues, en relación con la personalidad, los sistemas físicos se subordinan, los sistemas de mente se coordinan y los sistemas de espíritu dirigen.

116:6.2 (1275.2) Esta unión de poder y personalidad se expresa en los niveles de deidad en y como el Supremo. Pero la evolución propiamente dicha de la dominación del espíritu es un crecimiento que está basado en los actos de libre albedrío de los Creadores y las criaturas del gran universo.

116:6.3 (1275.3) En los niveles absolutos la energía y el espíritu son uno, pero en cuanto nos apartamos de estos niveles absolutos aparecen las diferencias. A medida que la energía y el espíritu se desplazan desde el Paraíso hacia el espacio se va ensanchando el abismo que los separa hasta que llegan a ser totalmente divergentes en los universos locales. Ya no son idénticos, tampoco son parecidos, y la mente tiene que intermediar para relacionarlos entre sí.

116:6.4 (1275.4) Que la dirección de la energía pueda ser determinada por la acción de las personalidades controladoras demuestra la receptividad de la energía a la acción de la mente. Que la masa pueda ser estabilizada por la acción de estas mismas entidades controladoras indica la receptividad de la masa a la presencia ordenadora de la mente. Y que en una personalidad volitiva el espíritu mismo pueda esforzarse por dominar la materia-energía a través de la mente desvela la unidad potencial de toda la creación finita.

116:6.5 (1275.5) Existe una interdependencia de todas las fuerzas y todas las personalidades en todo el universo de universos. Los Hijos Creadores y los Espíritus Creativos dependen de la función cooperativa de los centros del poder y los controladores físicos para la organización de los universos. Los Directores Supremos del Poder están incompletos sin el sobrecontrol de los Espíritus Maestros. En un ser humano el mecanismo de la vida física responde en parte a los dictados de la mente (personal). Esta misma mente puede estar dominada a su vez por las directrices de un espíritu con propósito, y el resultado de este desarrollo evolutivo es la aparición de un nuevo hijo del Supremo, una nueva unificación personal de los distintos tipos de realidad cósmica.

116:6.6 (1275.6) Y lo mismo que se aplica a las partes se aplica al todo: la persona de espíritu de la Supremacía necesita el poder evolutivo del Todopoderoso para poder consumar su Deidad y lograr su destino de asociación con la Trinidad. El esfuerzo lo realizan las personalidades del tiempo y el espacio, pero es el Supremo Todopoderoso quien culmina y consuma este esfuerzo. Y así como el crecimiento del todo es la suma del crecimiento colectivo de las partes, se sigue igualmente que la evolución de las partes es un reflejo segmentado del crecimiento intencional del todo.

116:6.7 (1275.7) En el Paraíso la monota y el espíritu son como uno, son indistinguibles excepto por el nombre. En Havona la materia y el espíritu se distinguen claramente pero poseen al mismo tiempo una armonía innata. En cambio en los siete superuniversos hay una gran divergencia, un amplio abismo entre la energía cósmica y el espíritu divino y, por lo tanto, un mayor potencial experiencial para la acción de la mente dedicada a armonizar y unificar a la larga los patrones físicos con los propósitos espirituales. En los universos del espacio que evolucionan en el tiempo la divinidad está más atenuada, hay más problemas difíciles por resolver y más oportunidades de adquirir experiencia al solucionarlos. El conjunto de esta situación de los superuniversos crea un marco mayor de existencia evolutiva que ofrece posibilidades de experiencia cósmica tanto a la criatura como al Creador, e incluso a la Deidad Suprema.

116:6.8 (1276.1) La dominación del espíritu, que es existencial en los niveles absolutos, se convierte en una experiencia evolutiva en los niveles finitos y en los siete superuniversos. Y esta experiencia la comparten todos por igual, desde el hombre mortal hasta el Ser Supremo. Todos se esfuerzan, se esfuerzan personalmente por alcanzar el objetivo. Todos participan, participan personalmente en el destino.

7. El organismo vivo del gran universo

116:7.1 (1276.2) El gran universo no es solo una creación material de grandiosidad física, sublimidad espiritual y envergadura intelectual, es también un organismo vivo magnífico y receptivo. Hay vida real que late en todo el mecanismo de la vasta creación del cosmos vibrante. La realidad física de los universos simboliza la realidad perceptible del Supremo Todopoderoso. Este organismo vivo y material está penetrado por circuitos de información igual que el cuerpo humano está atravesado por una red de caminos neuronales sensitivos. Este universo físico está permeado por senderos de energía que activan eficazmente la creación material igual que el cuerpo humano está nutrido y energizado por la distribución circulatoria de los productos energéticos asimilables de la nutrición. El vasto universo posee también centros coordinadores de sobrecontrol magnífico comparables al delicado sistema de control químico del mecanismo humano. Si tan solo supierais algo sobre la constitución física de un centro del poder, podríamos contaros por analogía muchas más cosas sobre el universo físico.

116:7.2 (1276.3) Igual que los mortales cuentan con la energía solar para mantener la vida, el gran universo depende de las energías inagotables que emanan del Paraíso bajo para sustentar las actividades materiales y los movimientos cósmicos del espacio.

116:7.3 (1276.4) Se ha dado a los mortales una mente con la que pueden hacerse conscientes de su identidad y de su personalidad. Se ha otorgado mente a la totalidad de lo finito, una Mente Suprema mediante la cual el espíritu de esta personalidad emergente del cosmos se esfuerza siempre por dominar la materia-energía.

116:7.4 (1276.5) El hombre mortal es receptivo a la guía del espíritu de la misma forma que el gran universo responde a la atracción de la extensa gravedad de espíritu del Hijo Eterno, la cohesión supramaterial universal de los valores espirituales eternos de todas las creaciones del cosmos finito del tiempo y el espacio.

116:7.5 (1276.6) Los seres humanos son capaces de identificarse para siempre con la realidad total e indestructible del universo, de fusionarse con el Ajustador del Pensamiento que mora en su interior. De la misma manera, el Supremo depende para siempre de la estabilidad absoluta de la Deidad Original, la Trinidad del Paraíso.

116:7.6 (1276.7) El vivo deseo del hombre de perfección paradisiaca, su lucha por alcanzar a Dios, crea una auténtica tensión divina en el cosmos vivo que solo se puede resolver haciendo evolucionar un alma inmortal. Esto es lo que sucede en la experiencia de una criatura mortal individual. Pero cuando todas las criaturas y todos los Creadores del gran universo luchan al unísono por alcanzar a Dios y por la perfección divina, se acumula una profunda tensión cósmica que solo se puede resolver en la síntesis sublime del poder todopoderoso con la persona de espíritu del Dios en vías de evolución de todas las criaturas, el Ser Supremo.

116:7.7 (1277.1) [Patrocinado por un Mensajero Poderoso que reside temporalmente en Urantia.]

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