Documento 93 - Maquiventa Melquisedec

   
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El libro de Urantia

Documento 93

Maquiventa Melquisedec

93:0.1 (1014.1) LOS Melquisedec son muy conocidos como Hijos de emergencia, pues se dedican a una variedad impresionante de actividades en los mundos de un universo local. Cuando surge algún problema extraordinario o cuando hay que intentar algo fuera de lo corriente, suele ser un Melquisedec quien se encarga de la misión. La aptitud de los Hijos Melquisedec para actuar en emergencias y en niveles muy divergentes del universo, incluso en el nivel físico de manifestación de la personalidad, es propia de su orden. Solo los Portadores de Vida comparten en cierta medida esa metamórfica variedad de funciones de la personalidad.

93:0.2 (1014.2) El orden Melquisedec de filiación del universo ha desempeñado un papel muy importante en Urantia. Un cuerpo de doce miembros colaboró con los Portadores de Vida. Posteriormente otro grupo de doce asumió la función de síndicos de vuestro mundo poco después de la secesión de Caligastia y siguió al mando hasta los tiempos de Adán y Eva. Tras la falta de Adán y Eva, estos doce Melquisedec volvieron a Urantia donde permanecieron como síndicos planetarios hasta el día en que Jesús de Nazaret, como Hijo del Hombre, se convirtió en el Príncipe Planetario nominal de Urantia.

1. La encarnación de Maquiventa

93:1.1 (1014.3) La verdad revelada estuvo amenazada de extinción durante los milenios que siguieron al malogro de la misión adánica en Urantia. Aunque progresaban intelectualmente, las razas humanas iban perdiendo terreno poco a poco en el campo espiritual. Alrededor del año 3000 a. C. el concepto de Dios se había vuelto muy difuso en la mente de los hombres.

93:1.2 (1014.4) Los doce síndicos Melquisedec sabían que el otorgamiento de Miguel en su planeta era inminente, pero no sabían cuándo ocurriría. Entonces se reunieron en consejo solemne y solicitaron a los Altísimos de Edentia que se tomaran medidas para mantener la luz de la verdad en Urantia. Su petición fue desestimada con esta respuesta: «la gestión de los asuntos del 606 de Satania es plena competencia de los custodios Melquisedec». Los síndicos apelaron entonces a la ayuda del Padre Melquisedec, pero solo recibieron instrucciones de seguir sosteniendo la verdad según su propio criterio «hasta la llegada de un Hijo de otorgamiento» que «rescataría los títulos planetarios de toda restricción e incertidumbre».

93:1.3 (1014.5) Al verse los síndicos planetarios tan abandonados a sus propios recursos, Maquiventa Melquisedec, uno de los doce, se ofreció voluntario para hacer lo que solo se había hecho seis veces en toda la historia de Nebadon: personalizarse en la tierra como hombre temporal del mundo y otorgarse como Hijo de emergencia para ministrar al mundo. Las autoridades de Salvington autorizaron esta aventura, y la encarnación de Maquiventa Melquisedec se hizo efectiva en Palestina cerca del emplazamiento de la futura ciudad de Salem. Los síndicos planetarios llevaron a cabo todo el proceso de materialización de este Hijo Melquisedec con la cooperación de los Portadores de Vida, de ciertos Controladores Físicos Maestros y de otras personalidades celestiales residentes en Urantia.

2. El sabio de Salem

93:2.1 (1015.1) Maquiventa fue otorgado a las razas humanas de Urantia 1973 años antes del nacimiento de Jesús. Su llegada no tuvo nada de espectacular; su materialización no fue presenciada por ojos humanos. Los mortales pudieron verlo por primera vez el día memorable en que entró en la tienda de Amdon, un ganadero caldeo de extracción sumeria, y en la simple declaración que hizo a este pastor quedó proclamada su misión: «Soy Melquisedec, sacerdote de El Elyón, el Altísimo, el único y solo Dios».

93:2.2 (1015.2) Cuando el pastor se hubo repuesto de su asombro y después de acribillar a preguntas al desconocido, le invitó a cenar con él. Era la primera vez en su larga carrera en el universo que Maquiventa consumía comida material, el alimento que habría de sustentarlo durante los noventa y cuatro años de su vida como ser material.

93:2.3 (1015.3) Aquella noche, en su larga conversación bajo las estrellas, Melquisedec empezó a cumplir su misión de revelar la verdad de la realidad de Dios cuando se volvió hacia Amdon con un amplio movimiento del brazo y le dijo: «El Elyón, el Altísimo, es el creador divino de las estrellas del firmamento e incluso de este mismo planeta donde vivimos, y es también el Dios supremo del cielo».

93:2.4 (1015.4) En pocos años Melquisedec había reunido a su alrededor a un grupo de alumnos, discípulos y creyentes que formaron el núcleo de la comunidad posterior de Salem. Fue conocido pronto en toda Palestina como el sacerdote de El Elyón, el Altísimo, y como el sabio de Salem. Algunas tribus de los alrededores solían referirse a él como el jeque o rey de Salem. Tras la desaparición de Melquisedec, Salem se convirtió en la ciudad de Jebús, que más tarde se llamó Jerusalén.

93:2.5 (1015.5) La apariencia física de Melquisedec correspondía a la de los pueblos nodita y sumerio ya mezclados por entonces; medía casi un metro ochenta y tenía una presencia imponente. Hablaba caldeo y otra media docena de idiomas. Iba vestido a la manera de los sacerdotes cananeos, pero se distinguía por llevar en el pecho un emblema de tres círculos concéntricos, el símbolo que representaba en Satania a la Trinidad del Paraíso. Durante su ministerio esta insignia de tres círculos concéntricos llegó a ser tan sagrada para sus seguidores que nunca se atrevieron a utilizarla, y pronto cayó en el olvido después de algunas generaciones.

93:2.6 (1015.6) Aunque Maquiventa vivió a la manera de los hombres del mundo, nunca se casó ni podría haber dejado descendencia en el planeta. Su cuerpo físico parecía de varón humano, pero en realidad pertenecía al tipo de cuerpos especialmente fabricados que habían utilizado los cien miembros materializados del equipo del Príncipe Caligastia, con la diferencia de no ser portador de plasma vital de ninguna raza humana. Maquiventa tampoco podía disponer en Urantia del árbol de la vida. Si hubiera permanecido mucho tiempo en el planeta, su mecanismo físico se habría deteriorado gradualmente, pero lo cierto fue que terminó su misión de otorgamiento en noventa y cuatro años, mucho antes de que empezara a desintegrarse su cuerpo material.

93:2.7 (1016.1) Este Melquisedec encarnado recibió un Ajustador del Pensamiento que moró en el interior de su personalidad sobrehumana como monitor del tiempo y mentor de la carne. Este espíritu del Padre adquirió así experiencia práctica de los problemas de Urantia y de la técnica de morar en el interior de un Hijo encarnado, y gracias a esta experiencia pudo actuar posteriormente con tanto valor en la mente humana de Miguel, el Hijo de Dios, cuando apareció en la tierra a semejanza de carne mortal. Este es el único Ajustador del Pensamiento que ha actuado en dos mentes en Urantia, pero ambas mentes eran divinas y humanas a la vez.

93:2.8 (1016.2) Durante su encarnación Maquiventa se mantuvo en pleno contacto con sus once compañeros del cuerpo de custodios planetarios, pero no se pudo comunicar con otros órdenes de personalidades celestiales. Aparte de los síndicos Melquisedec, no tuvo más contacto con inteligencias sobrehumanas que un ser humano cualquiera.

3. Las enseñanzas de Melquisedec

93:3.1 (1016.3) En el transcurso de una década Melquisedec organizó sus escuelas en Salem según el antiguo modelo desarrollado por los primeros sacerdotes setitas del segundo Edén. Incluso el sistema del diezmo, introducido por Abraham cuando se convirtió posteriormente, provenía también de las tradiciones supervivientes de los métodos de los antiguos setitas.

93:3.2 (1016.4) Melquisedec enseñó el concepto de un solo Dios, de una Deidad universal, pero permitía que la gente asociara esta enseñanza con el Padre de la Constelación de Norlatiadek, a quien llamó El Elyón, el Altísimo. Melquisedec no dijo prácticamente nada sobre el estatus de Lucifer y el estado de los asuntos de Jerusem. Lanaforge, el Soberano del Sistema, tuvo poco que ver con Urantia hasta después de consumado el otorgamiento de Miguel. Para la mayoría de los estudiantes de Salem Edentia era el cielo y el Altísimo era Dios.

93:3.3 (1016.5) El símbolo de los tres círculos concéntricos que Melquisedec adoptó como insignia de su otorgamiento fue interpretado por la mayoría de la gente como una representación de los tres reinos: el de los hombres, el de los ángeles y el de Dios. Melquisedec les permitió conservar esa creencia. Muy pocos de sus seguidores supieron nunca que esos tres círculos eran el emblema de la infinitud, la eternidad y la universalidad de la Trinidad del Paraíso en su divina función mantenedora y directora; incluso Abraham consideraba que este símbolo representaba más bien a los tres Altísimos de Edentia, puesto que le habían enseñado que los tres Altísimos actuaban como uno solo. En la medida en que Melquisedec enseñaba el concepto de la Trinidad simbolizado en su insignia, solía asociarlo a los tres regidores Vorondadek de la constelación de Norlatiadek.

93:3.4 (1016.6) Para la gran masa de sus seguidores Melquisedec limitó sus enseñanzas al gobierno de los Altísimos de Edentia, los Dioses de Urantia, aunque a algunos les enseñó verdades avanzadas sobre la gestión y organización del universo local. Solo a su brillante discípulo Nordan el quenita y a su dedicado grupo de estudiantes les enseñó las verdades del superuniverso e incluso de Havona.

93:3.5 (1016.7) Los miembros de la familia de Katro, con quien Melquisedec vivió durante más de treinta años, conocieron muchas de estas verdades superiores y las perpetuaron largo tiempo en su familia, incluso hasta los días de su ilustre descendiente Moisés. Por su rama paterna Moisés heredó esta potente tradición de los tiempos de Melquisedec, que también le fue transmitida por otras fuentes de su rama materna.

93:3.6 (1016.8) Melquisedec enseñó a sus seguidores todo lo que eran capaces de recibir y asimilar. Incluso muchas ideas religiosas modernas sobre el cielo y la tierra, el hombre, Dios y las ángeles no están muy lejos de las enseñanzas de Melquisedec. Pero aquel gran maestro lo subordinó todo a la doctrina de un solo Dios, una Deidad del universo, un Creador celestial, un Padre divino. Hizo hincapié en esta enseñanza para promover la adoración humana y preparar el camino para la futura venida de Miguel como Hijo de ese mismo Padre Universal.

93:3.7 (1017.1) Melquisedec enseñó que en algún momento futuro otro Hijo de Dios vendría en la carne como él había venido, pero que nacería de una mujer. Por eso muchos maestros posteriores declararon que Jesús fue sacerdote o ministro «para siempre según el orden de Melquisedec».

93:3.8 (1017.2) Así preparó Melquisedec el camino y estableció un escenario mundial de tendencia monoteísta para el otorgamiento de un auténtico Hijo paradisíaco del Dios único, ese Dios a quien describió tan elocuentemente como el Padre de todos, y a quien presentó a Abraham como el Dios que aceptaría al hombre bajo la simple condición de su fe personal. Cuando Miguel apareció en la tierra confirmó todo lo que había enseñado Melquisedec sobre el Padre del Paraíso.

4. La religión de Salem

93:4.1 (1017.3) Las ceremonias del culto de Salem eran muy sencillas. Toda persona que se inscribía con su firma o marca en las tablillas de arcilla de la Iglesia de Melquisedec aprendía de memoria y suscribía el credo siguiente:

93:4.2 (1017.4) 1. Creo en El Elyón, el Dios Altísimo, el único Padre Universal y Creador de todas las cosas.

93:4.3 (1017.5) 2. Acepto la alianza con el Altísimo promulgada por Melquisedec, que me otorga el favor de Dios por mi fe y no por sacrificios ni holocaustos.

93:4.4 (1017.6) 3. Prometo cumplir los siete mandamientos de Melquisedec y anunciar a todos los hombres la buena nueva de esta alianza con el Altísimo.

93:4.5 (1017.7) En esto consistía todo el credo de la colonia de Salem, pero incluso esta declaración de fe tan breve y sencilla era excesiva y demasiado avanzada para los hombres de aquella época. Eran totalmente incapaces de captar la idea de que el favor divino se obtiene a cambio de nada: por la fe. Tenían demasiado arraigada la creencia de que el hombre había nacido en deuda con los dioses. Llevaban tanto tiempo sacrificándose y haciendo regalos a los sacerdotes y con tanta convicción que no podían asimilar la buena nueva de que la salvación, el favor divino, era un regalo gratuito para todos los que quisieran creer en la alianza promulgada por Melquisedec. Abraham creyó aunque con poca convicción, e incluso eso «se le tomó en cuenta como justicia».

93:4.6 (1017.8) Los siete mandamientos que promulgó Melquisedec seguían el modelo de la suprema ley de los antiguos dalamatianos y se parecían mucho a los siete mandamientos enseñados en el primer y el segundo Edén. Estos eran los mandamientos de la religión de Salem:

93:4.7 (1017.9) 1. No servirás a ningún Dios más que al Creador Altísimo del cielo y de la tierra.

93:4.8 (1017.10) 2. No pondrás en duda que la fe es el único requisito para la salvación eterna.

93:4.9 (1017.11) 3. No levantarás falso testimonio.

93:4.10 (1017.12) 4. No matarás.

93:4.11 (1017.13) 5. No robarás.

93:4.12 (1018.1) 6. No cometerás adulterio.

93:4.13 (1018.2) 7. No faltarás al respeto a tus padres ni a tus mayores.

93:4.14 (1018.3) Aunque los sacrificios no estaban permitidos dentro de la colonia, Melquisedec sabía muy bien lo difícil que es desarraigar de golpe costumbres largamente establecidas, por eso propuso sabiamente a esas gentes sustituir los antiguos sacrificios de carne y sangre por un sacramento de pan y vino. Está escrito que «Melquisedec, rey de Salem, trajo pan y vino». Pero esta prudente innovación no obtuvo todo el efecto deseado: las diversas tribus tenían centros auxiliares a las afueras de Salem donde todas ofrecían sacrificios y holocaustos. El propio Abraham recurrió a esta bárbara costumbre tras su victoria sobre Quedorlaomer simplemente porque sabía que no se sentiría plenamente tranquilo si no ofrecía un sacrificio convencional. Así que Melquisedec no consiguió erradicar del todo la tendencia a los sacrificios de las prácticas religiosas de sus seguidores, ni siquiera de Abraham.

93:4.15 (1018.4) Melquisedec, como Jesús, se dedicó estrictamente a cumplir su misión de otorgamiento. No intentó reformar los usos y costumbres ni cambiar los hábitos del mundo, ni siquiera promover prácticas sanitarias o verdades científicas avanzadas. Vino para llevar a cabo dos tareas: mantener viva en el planeta la verdad del Dios único y preparar el camino para el otorgamiento posterior como mortal de un Hijo paradisiaco de ese Padre Universal.

93:4.16 (1018.5) Melquisedec enseñó durante noventa y cuatro años verdad revelada elemental en Salem. Abraham asistió a la escuela de Salem en tres ocasiones hasta que se convirtió por fin a sus enseñanzas. Llegó a ser uno de los alumnos más brillantes de Melquisedec y uno de sus principales partidarios.

5. La elección de Abraham

93:5.1 (1018.6) Aunque puede ser un error hablar de «pueblo elegido», no es equivocado referirse a Abraham como persona elegida. Melquisedec confió a Abraham la responsabilidad de mantener viva la verdad del Dios único en contraste con la creencia predominante en deidades plurales.

93:5.2 (1018.7) Una de las razones que motivaron la elección de Palestina como sede de las actividades de Maquiventa fue el propósito de establecer contacto con una familia humana que mostrara potencial de liderazgo. En el momento de la encarnación de Melquisedec había muchas familias en el planeta tan bien preparadas como la de Abraham para recibir la doctrina de Salem. Había familias igualmente dotadas entre los hombres rojos, los hombres amarillos y los descendientes de los anditas del oeste y del norte. Sin embargo ninguna de ellas estaba ubicada en un lugar tan favorable para la aparición posterior de Miguel en la tierra como la costa este del mar Mediterráneo. La misión de Melquisedec en Palestina y la aparición posterior de Miguel entre el pueblo hebreo estuvieron determinadas en gran medida por la geografía, por la situación céntrica de Palestina respecto al comercio, las comunicaciones y las civilizaciones existentes entonces en el mundo.

93:5.3 (1018.8) Los síndicos Melquisedec llevaban ya tiempo observando a los antepasados de Abraham y anticipaban que alguna generación produciría descendientes caracterizados por su inteligencia, iniciativa, sagacidad y sinceridad. Los hijos de Taré, el padre de Abraham, respondían a sus expectativas en todos los sentidos. Esta posibilidad de contacto con los polifacéticos hijos de Taré determinó considerablemente la aparición de Maquiventa en Salem y no en Egipto, China, la India o entre las tribus del norte.

93:5.4 (1019.1) Taré y toda su familia estaban ya medio convertidos a la religión de Salem, que había sido predicada en Caldea por Ovidio, un maestro fenicio que proclamó las doctrinas de Salem en Ur; por esa predicación conocieron también la existencia de Melquisedec. Salieron de Ur con intención de llegar directamente a Salem, pero Nacor, el hermano de Abraham, insistió en que se quedaran en Harán porque no había visto a Melquisedec y no estaba muy convencido. Mucho tiempo después de su llegada a Palestina se decidieron por fin a destruir todos los dioses domésticos que habían traído consigo. Tardaron mucho en renunciar a los numerosos dioses de Mesopotamia y sustituirlos por el Dios único de Salem.

93:5.5 (1019.2) A las pocas semanas de morir Taré, el padre de Abraham, Melquisedec envió a uno de sus estudiantes, Jarán el Hitita, con esta invitación tanto para Abraham como para Nacor: «Venid a Salem donde escucharéis nuestras enseñanzas sobre la verdad del Creador eterno, y todo el mundo será bendecido en la progenie iluminada de los dos hermanos». Pero Nacor no había aceptado del todo el evangelio de Melquisedec, así que no fue y construyó una poderosa ciudad-Estado que llevó su nombre. En cambio Lot, el sobrino de Abraham, decidió ir a Salem con su tío.

93:5.6 (1019.3) Al llegar a Salem Abraham y Lot eligieron una fortaleza en las colinas cercanas a la ciudad, donde pudieran defenderse de los muchos ataques sorpresa de los saqueadores del norte. En aquel tiempo, los hititas, asirios, filisteos y otros grupos asaltaban constantemente a las tribus del centro y sur de Palestina. Desde su plaza fuerte de las colinas Abraham y Lot peregrinaban a Salem con frecuencia.

93:5.7 (1019.4) Poco después de haberse instalado cerca de Salem, Abraham y Lot viajaron al valle del Nilo en busca de víveres, pues había entonces sequía en Palestina. Durante su breve estancia en Egipto Abraham encontró a un pariente lejano en el trono egipcio y encabezó dos expediciones militares victoriosas para este rey. Durante la última parte de su estancia en el Nilo, él y su esposa Sara vivieron en la corte, y cuando se marcharon de Egipto recibió una parte del botín de sus campañas militares.

93:5.8 (1019.5) Abraham hizo gala de gran determinación cuando renunció a los honores de la corte egipcia para volver al trabajo más espiritual patrocinado por Maquiventa. Pero Melquisedec era venerado hasta en Egipto, y cuando el faraón tuvo conocimiento de toda la situación, él mismo instó encarecidamente a Abraham a que fuera a cumplir sus compromisos con la causa de Salem.

93:5.9 (1019.6) Abraham tenía ambiciones regias, y en el camino de vuelta de Egipto expuso a Lot su plan de dominar todo Canaán y poner a sus gentes bajo el gobierno de Salem. A Lot le interesaban más los negocios, y después de una discusión posterior se marchó a Sodoma para dedicarse al comercio y la ganadería. No le gustaba ni la vida militar ni la vida de pastor.

93:5.10 (1019.7) Cuando volvió a Salem con su familia, Abraham empezó a madurar sus proyectos militares. Pronto fue reconocido como regidor civil del territorio de Salem y confederó a siete tribus cercanas bajo su liderazgo. De hecho, Melquisedec se vio obligado a contener a duras penas a Abraham, que ardía de entusiasmo por reunir las tribus vecinas a golpe de espada para poder transmitirles cuanto antes las verdades de Salem.

93:5.11 (1019.8) Melquisedec mantenía relaciones pacíficas con todas las tribus de los alrededores; no era militarista y nunca fue atacado por ninguno de los ejércitos que iban y venían por la zona. Estaba totalmente a favor de que Abraham implementara una política defensiva para Salem como la que se puso en práctica más adelante, pero no veía con buenos ojos los ambiciosos planes de conquista de su discípulo. Esto terminó provocando una ruptura amistosa entre ellos y Abraham se marchó a Hebrón para establecer su capital militar.

93:5.12 (1020.1) Por su estrecha relación con el ilustre Melquisedec, Abraham poseía una gran ventaja sobre los reyezuelos de los alrededores; todos ellos veneraban a Melquisedec y temían exageradamente a Abraham. Abraham sabía que le tenían miedo y solo esperaba la ocasión oportuna para atacar a sus vecinos. El pretexto surgió cuando algunos de esos dirigentes se atrevieron a asaltar la propiedad de su sobrino Lot, que vivía en Sodoma. En cuanto Abraham se enteró se abalanzó sobre el enemigo en cabeza de sus siete tribus confederadas. Los 318 miembros de su escolta personal formaban los mandos del ejército de más de 4000 soldados que atacó en esa ocasión.

93:5.13 (1020.2) Cuando Melquisedec se enteró de la declaración de guerra de Abraham salió a disuadirlo, pero solo pudo alcanzarlo cuando su antiguo discípulo volvía victorioso de la batalla. Abraham insistió en que el Dios de Salem le había dado la victoria sobre sus enemigos y se empeñó en donar la décima parte de su botín al tesoro de Salem. El otro noventa por ciento lo trasladó a su capital en Hebrón.

93:5.14 (1020.3) Después de esta batalla de Sidim Abraham se convirtió en el líder de una segunda confederación de once tribus y no solo pagaba diezmos a Melquisedec sino que velaba por que todos los de la zona hicieran lo mismo. Sus relaciones diplomáticas con el rey de Sodoma, junto con el miedo que todos le tenían, dieron como resultado que el rey de Sodoma y otros se unieran a la confederación militar de Hebrón. Abraham iba muy bien encaminado a establecer un poderoso Estado en Palestina.

6. La alianza de Melquisedec con Abraham

93:6.1 (1020.4) Abraham proyectaba conquistar todo Canaán; su determinación solo flaqueaba por el hecho de que Melquisedec no quería sancionar la iniciativa. A pesar de eso estaba casi decidido a acometer la empresa cuando empezó a preocuparle la idea de no tener un hijo para sucederlo en el gobierno de su futuro reino. Entonces concertó otra entrevista con Melquisedec, y en esa conversación fue cuando el sacerdote de Salem, el Hijo visible de Dios, persuadió a Abraham de abandonar sus planes de conquista material y gobierno temporal en favor del concepto espiritual del reino de los cielos.

93:6.2 (1020.5) Melquisedec explicó a Abraham la futilidad de luchar contra la confederación amorita, pero también le dejó muy claro que esos clanes atrasados se estaban suicidando con sus prácticas insensatas y en pocas generaciones estarían tan debilitados que serían dominados sin problema por los descendientes de Abraham, que se habrían multiplicado considerablemente para entonces.

93:6.3 (1020.6) Melquisedec hizo una alianza formal con Abraham en Salem. Le dijo: «Levanta ahora los ojos al cielo y cuenta las estrellas si puedes; tan numerosa será tu simiente». Y Abraham creyó a Melquisedec, «y esto se le tomó en cuenta como justicia». Entonces Melquisedec contó a Abraham la historia de la futura ocupación de Canaán por sus descendientes tras su estancia en Egipto.

93:6.4 (1020.7) Esta alianza de Melquisedec con Abraham representa el gran acuerdo urantiano entre la divinidad y la humanidad en virtud del cual Dios acepta hacerlo todo; el hombre solo acepta creer en las promesas de Dios y seguir sus instrucciones. Hasta entonces se había creído que solo se podía conseguir la salvación mediante obras: sacrificios y ofrendas; en ese momento Melquisedec volvía a traer a Urantia la buena nueva de que la salvación, el favor de Dios, se obtiene mediante la fe. Pero este evangelio de la simple fe en Dios era demasiado avanzado. Con el tiempo las tribus semíticas prefirieron volver a los antiguos sacrificios y a la expiación de los pecados por derramamiento de sangre.

93:6.5 (1021.1) No mucho después del establecimiento de esta alianza nació Isaac, el hijo de Abraham, conforme a la promesa de Melquisedec. Tras el nacimiento de Isaac, Abraham adoptó una actitud muy solemne respecto a su alianza con Melquisedec y fue a Salem para consignarla por escrito. Fue en esta aceptación pública y formal de la alianza cuando cambió su nombre de Abram a Abraham.

93:6.6 (1021.2) La mayoría de los creyentes de Salem habían practicado la circuncisión, aunque Melquisedec no la había hecho nunca obligatoria. Pues bien, Abraham, que tanto se había opuesto siempre a la circuncisión, decidió en esta ocasión solemnizar el acontecimiento aceptando formalmente este rito como prueba de la ratificación de la alianza de Salem.

93:6.7 (1021.3) A continuación de esta renuncia real y pública a sus ambiciones personales en favor de los planes más amplios de Melquisedec se le aparecieron los tres seres celestiales en las llanuras de Mambré. Esta aparición fue un hecho real, aunque se asociara luego con narraciones inventadas posteriormente en torno a la destrucción natural de Sodoma y Gomorra. Esas leyendas sobre los sucesos de aquellos días muestran lo atrasadas que estaban la moral y la ética incluso en tiempos tan recientes.

93:6.8 (1021.4) Con la consumación de la alianza solemne la reconciliación entre Abraham y Melquisedec fue completa. Abraham retomó la dirección civil y militar de la colonia de Salem, que contaba en su apogeo con más de cien mil contribuyentes regulares al diezmo en las listas de la hermandad de Melquisedec. Abraham mejoró considerablemente el templo de Salem y proporcionó nuevas tiendas para toda la escuela. No solo amplió el sistema del diezmo, sino que perfeccionó los métodos de gestión de la escuela, además de contribuir de forma importante al mejor manejo de la sección de propaganda misionera. Hizo también mucho por introducir mejoras en la ganadería y reorganizar los proyectos lecheros de Salem. Abraham era un hombre de negocios sagaz y eficiente, un hombre rico para su tiempo; no era demasiado piadoso, pero sí totalmente sincero, y creía en Maquiventa Melquisedec.

7. Los misioneros de Melquisedec

93:7.1 (1021.5) Melquisedec siguió unos años más instruyendo a sus estudiantes y formando a los misioneros de Salem, que penetraron en todas las tribus de los alrededores, especialmente en Egipto, Mesopotamia y Asia Menor. Con el paso de las décadas estos maestros se alejaron cada vez más de Salem llevando con ellos el evangelio de creencia y fe en Dios de Maquiventa.

93:7.2 (1021.6) Los descendientes de Adamson, agrupados a las orillas del lago Van, escuchaban con interés a los maestros hititas del culto de Salem. Desde este antiguo centro andita salieron maestros hacia las regiones remotas de Europa y Asia. Los misioneros de Salem penetraron en toda Europa, incluso en las islas británicas. Un grupo llegó hasta los andonitas de Islandia pasando por las islas Feroe, mientras que otro atravesó China y llegó hasta los japoneses de las islas del este. La vida y las experiencias de los hombres y mujeres que se aventuraron a salir de Salem, de Mesopotamia y del lago Van para ilustrar a las tribus del hemisferio oriental constituyen un capítulo heroico en los anales de la raza humana.

93:7.3 (1022.1) La labor era tan ingente y las tribus estaban tan atrasadas que los resultados fueron vagos e imprecisos. El evangelio de Salem fue acogido aquí y allá de una generación a otra, pero salvo en Palestina, la idea de un solo Dios nunca pudo granjearse la lealtad constante de toda una tribu o una raza. Mucho antes de la llegada de Jesús las enseñanzas de los primeros misioneros de Salem habían quedado inmersas de forma generalizada en las supersticiones y creencias más antiguas y universales. El evangelio original de Melquisedec había sido casi enteramente absorbido por las creencias en la Gran Madre, en el Sol y por otros cultos antiguos.

93:7.4 (1022.2) Vosotros que disfrutáis hoy en día de las ventajas del arte de la imprenta, mal podéis comprender lo difícil que era perpetuar la verdad en aquellos tiempos antiguos y lo fácil que era perder de vista una nueva doctrina de una generación a la siguiente. La nueva doctrina tendía siempre a ser absorbida por el cuerpo más antiguo de enseñanzas religiosas y prácticas mágicas. Toda revelación nueva se contamina siempre con las creencias evolutivas más antiguas.

8. Melquisedec se marcha

93:8.1 (1022.3) Poco después de la destrucción de Sodoma y Gomorra Maquiventa decidió terminar su otorgamiento de emergencia en Urantia. Influyeron en su decisión de poner fin a su estancia en la carne muchas circunstancias, y sobre todo la tendencia creciente de las tribus vecinas e incluso de sus colaboradores directos a considerarlo un semidiós, a contemplarlo como un ser sobrenatural. Es cierto que lo era, pero estaban empezando a venerarlo en exceso y con un miedo muy supersticioso. Además de estas razones, Melquisedec quería abandonar el escenario de sus actividades terrenales con suficiente antelación a la muerte de Abraham como para asegurar que la verdad del Dios único quedara bien arraigada en la mente de sus seguidores. Por todo esto, Maquiventa se retiró una noche a su tienda en Salem después de dar las buenas noches a sus compañeros humanos, y cuando fueron a llamarlo por la mañana ya no estaba. Se lo habían llevado sus semejantes.

9. Tras la marcha de Melquisedec

93:9.1 (1022.4) La desaparición tan repentina de Melquisedec fue una dura prueba para Abraham. Aunque Maquiventa había avisado con toda claridad a sus seguidores de que un día se marcharía como había llegado, no se resignaron a perder a su maravilloso líder. La gran organización que se había construido en Salem casi desapareció, pero sus tradiciones fueron la base de la actuación de Moisés cuando sacó de Egipto a los esclavos hebreos.

93:9.2 (1022.5) Abraham nunca llegó a superar del todo la tristeza por la pérdida de Melquisedec. Había abandonado Hebrón cuando renunció a su ambición de construir un reino material y ahora, tras perder a su aliado en la construcción del reino espiritual, dejó Salem y se dirigió al sur para vivir cerca de sus intereses en Gerar.

93:9.3 (1022.6) En cuanto Melquisedec desapareció Abraham se volvió medroso y apocado. A su llegada a Gerar ocultó su identidad, de modo que Abimelec se apropió de su esposa. (Poco después de su matrimonio con Sara Abraham sorprendió una noche una conspiración para asesinarlo y quedarse con su brillante esposa. Este líder, por lo demás valiente y atrevido, temió toda su vida que alguien lo matara en secreto para llevarse a Sara, y ese miedo se convirtió en terror. Esto explica por qué, en tres ocasiones diferentes, este hombre valiente se comportó como un auténtico cobarde.)

93:9.4 (1023.1) Pero Abraham no tardó mucho en asumir su misión como sucesor de Melquisedec. Pronto consiguió conversos entre los filisteos y entre el pueblo de Abimelec, hizo un tratado con ellos y se contaminó a su vez con muchas de sus supersticiones, en particular con la costumbre de sacrificar a los hijos primogénitos. Y así Abraham volvió a ejercer un importante liderazgo en Palestina. Era venerado por todos los grupos y honrado por todos los reyes. Fue el líder espiritual de todas las tribus vecinas y su influencia perduró algún tiempo después de su muerte. En los años finales de su vida volvió una vez más a Hebrón, el escenario de sus actividades anteriores y el lugar donde había colaborado con Melquisedec. La última iniciativa de Abraham fue enviar a servidores de confianza a la ciudad de su hermano Nacor, situada en la frontera con Mesopotamia, con el encargo de conseguir una mujer de su propio pueblo como esposa para su hijo Isaac. Casarse entre primos era una costumbre muy arraigada en el pueblo de Abraham. Y Abraham murió con la confianza puesta en la fe en Dios que había aprendido de Melquisedec en las desaparecidas escuelas de Salem.

93:9.5 (1023.2) La generación siguiente tuvo dificultades para comprender la historia de Melquisedec, y en menos de quinientos años todo el episodio era un mito para muchos. Isaac se mantuvo bastante firme en las enseñanzas de su padre y alentó el evangelio de la colonia de Salem, pero a Jacob le costó más captar la importancia de estas tradiciones. José creía firmemente en Melquisedec y principalmente por eso era considerado por sus hermanos como un soñador. Los honores dispensados a José en Egipto se debieron en gran parte a la memoria de su bisabuelo Abraham. Le ofrecieron incluso el mando militar de los ejércitos egipcios, pero José, como firme creyente en las tradiciones de Melquisedec y en las enseñanzas posteriores de Abraham e Isaac, eligió la administración civil por considerar que así podría contribuir mejor al avance del reino de los cielos.

93:9.6 (1023.3) La enseñanza de Melquisedec fue plena y completa, pero los anales de ese periodo parecieron imposibles y fantásticos a los sacerdotes hebreos posteriores a pesar de que muchos entendían en parte esos acontecimientos, al menos hasta la época en que los escritos del Antiguo Testamento fueron revisados en bloque en Babilonia.

93:9.7 (1023.4) Lo que los escritos del Antiguo Testamento describen como conversaciones entre Abraham y Dios fueron en realidad entrevistas entre Abraham y Melquisedec. Escribas posteriores consideraron el término Melquisedec sinónimo de Dios. Los relatos de tantos contactos de Abraham y Sara con «el ángel del Señor» se refieren a sus numerosas charlas con Melquisedec.

93:9.8 (1023.5) Las narraciones hebreas sobre Isaac, Jacob y José son mucho más fidedignas que las que tratan de Abraham, aunque contienen también muchas desviaciones de los hechos, alteraciones introducidas unas veces con intención y otras sin ella por los sacerdotes hebreos que recopilaron estos escritos durante la cautividad de Babilonia. Queturá no fue esposa de Abraham ni tampoco Agar, sino simples concubinas. Todas las propiedades de Abraham fueron a Isaac el hijo de Sara, la esposa oficial. Abraham no era tan viejo como afirman los escritos, y su esposa era mucho más joven. Sus edades se cambiaron deliberadamente para dar credibilidad al nacimiento posterior presuntamente milagroso de Isaac.

93:9.9 (1023.6) La cautividad de Babilonia deprimió tremendamente el ego nacional de los judíos. En su reacción contra la inferioridad nacional bascularon hasta el extremo opuesto del egotismo nacional y racial, y en ese proceso tergiversaron y pervirtieron sus tradiciones con vistas a exaltarse sobre todas las razas como el pueblo elegido de Dios. Por consiguiente adaptaron cuidadosamente todos sus escritos con el propósito de elevar a Abraham y a sus otros líderes nacionales muy por encima de todas las demás personas, sin exceptuar al propio Melquisedec. Los escribas hebreos destruyeron todos los escritos que encontraron sobre aquel periodo tan importante y solo conservaron el relato del encuentro de Abraham con Melquisedec tras la batalla de Sidim, que les parecía muy honroso para Abraham.

93:9.10 (1024.1) Y así, al perder de vista a Melquisedec perdieron también de vista las enseñanzas de este Hijo de emergencia sobre la misión espiritual del Hijo de otorgamiento prometido. Perdieron tan totalmente de vista la naturaleza de esta misión que muy pocos de sus descendientes pudieron o quisieron reconocer y recibir a Miguel cuando apareció en la tierra y en la carne tal como había predicho Maquiventa.

93:9.11 (1024.2) Pero uno de los escritores del libro de los Hebreos entendió la misión de Melquisedec, pues está escrito: «Este Melquisedec, sacerdote del Altísimo, fue también rey de paz; sin padre, sin madre, sin linaje, que no tuvo ni principio de días ni fin de vida sino que fue hecho semejante a un Hijo de Dios, permanece sacerdote a perpetuidad». Este escritor señaló a Melquisedec como modelo del posterior otorgamiento de Miguel y afirmó que Jesús fue «ministro para siempre según el orden de Melquisedec». Aunque esta comparación no es del todo afortunada, era literalmente cierto que Cristo recibió su titularidad provisional de Urantia «siguiendo las órdenes de los doce síndicos Melquisedec» que estaban de servicio en el momento de su otorgamiento al mundo.

10. El estatus presente de Maquiventa Melquisedec

93:10.1 (1024.3) Durante los años de la encarnación de Maquiventa los síndicos Melquisedec de Urantia fueron once. Cuando Maquiventa consideró terminada su misión como Hijo de emergencia se lo comunicó a sus once compañeros, que pusieron a punto inmediatamente el procedimiento de liberarlo de la carne y restituirlo sano y salvo a su estatus original de Melquisedec. Al tercer día de su desaparición de Salem apareció entre sus once compañeros de destino en Urantia y reanudó su interrumpida carrera como uno de los síndicos planetarios del 606 de Satania.

93:10.2 (1024.4) Maquiventa terminó su otorgamiento como criatura de carne y hueso tan discreta y repentinamente como lo había empezado. Ni su aparición ni su marcha dieron lugar a anuncios o demostraciones fuera de lo común; ni un llamamiento nominal a la resurrección ni un final de dispensación planetaria marcaron su aparición en Urantia; el suyo fue un otorgamiento de emergencia. Pero Maquiventa no puso fin a su estancia en la carne de los seres humanos hasta haber sido debidamente autorizado por el Padre Melquisedec e informado de que su otorgamiento de emergencia había sido aprobado por el jefe ejecutivo de Nebadon, Gabriel de Salvington.

93:10.3 (1024.5) Maquiventa Melquisedec siguió interesándose mucho por los descendientes de los hombres que habían creído en sus enseñanzas cuando estuvo en la carne. Pero los únicos que conservaron durante muchos años un concepto claro de las enseñanzas de Salem fueron los descendientes de Abraham a través de Isaac de la estirpe procedente de matrimonios mixtos con los quenitas.

93:10.4 (1024.6) Este mismo Melquisedec siguió colaborando durante los diecinueve siglos siguientes con muchos profetas y videntes, y se esforzó así en mantener vivas las verdades de Salem hasta el momento de la aparición de Miguel en la tierra.

93:10.5 (1025.1) Maquiventa continuó como síndico planetario hasta los tiempos del triunfo de Miguel en Urantia. Después fue destinado al servicio de Urantia en Jerusem como uno de los veinticuatro directores, y acaba de ser elevado a la posición de embajador personal del Hijo Creador en Jerusem con el título de Príncipe Planetario Lugarteniente de Urantia. Creemos que mientras Urantia siga siendo un planeta habitado, Maquiventa Melquisedec no retomará plenamente los deberes de su orden de filiación sino que, hablando en términos temporales, seguirá ejerciendo para siempre su ministerio planetario como representante de Cristo Miguel.

93:10.6 (1025.2) Como el otorgamiento de Maquiventa en Urantia fue de emergencia, no se desprende de los anales cuál podrá ser su futuro. Cabe la posibilidad de que el cuerpo de los Melquisedec de Nebadon haya perdido para siempre a uno de sus miembros. Resoluciones recientes emanadas de los Altísimos de Edentia y confirmadas posteriormente por los Ancianos de los Días de Uversa apuntan con fuerza a que este Melquisedec de otorgamiento estaría destinado a ocupar el lugar de Caligastia, el Príncipe Planetario caído. Si nuestras conjeturas son correctas, es perfectamente posible que Maquiventa Melquisedec aparezca otra vez en persona en Urantia y retome de manera modificada el papel del Príncipe Planetario destronado o bien que vuelva al planeta como lugarteniente del Príncipe Planetario en representación de Cristo Miguel, que ostenta ahora el título de Príncipe Planetario de Urantia. Aunque no tenemos claro cuál será el destino de Maquiventa, ciertos acontecimientos muy recientes corroboran que nuestras conjeturas no distan mucho de la verdad.

93:10.7 (1025.3) Como bien sabemos, Miguel se convirtió en el sucesor tanto de Caligastia como de Adán por su triunfo en Urantia; se convirtió en el Príncipe planetario de la Paz y en el segundo Adán. Y ahora acabamos de ver a este Melquisedec convertido en Príncipe Planetario Lugarteniente de Urantia. ¿Será también nombrado Hijo Material Lugarteniente de Urantia? ¿O podría producirse algún día un acontecimiento inesperado y sin precedentes: el retorno al planeta de Adán y Eva o algunos de sus descendientes como representantes de Miguel con el título de lugartenientes del segundo Adán de Urantia?

93:10.8 (1025.4) Todas estas especulaciones unidas a la certeza de futuras apariciones tanto de Hijos Magistrados como de Maestros Hijos de la Trinidad, junto con la promesa explícita del Hijo Creador de volver algún día, hacen de Urantia un planeta de futuro incierto y lo convierten en una de las esferas más interesantes y fascinantes de todo el universo de Nebadon. Es muy posible que en alguna edad futura, cuando Urantia se esté acercando a la era de luz y vida, y una vez juzgados los asuntos de la rebelión de Lucifer y la secesión de Caligastia, lleguemos a contemplar en Urantia la presencia simultánea de Maquiventa, Adán, Eva y Cristo Miguel, además de un Hijo Magistrado o incluso Maestros Hijos de la Trinidad.

93:10.9 (1025.5) Nuestro orden opina desde hace mucho que la presencia de Maquiventa en el cuerpo de Jerusem de los directores de Urantia, los veinticuatro consejeros, es prueba suficiente para justificar la creencia de que está destinado a seguir a los mortales de Urantia durante todo el plan del universo de progreso y ascensión hasta el Cuerpo de la Finalización del Paraíso. Sabemos que Adán y Eva tienen ese mismo destino de acompañar a sus compañeros terrestres en la aventura al Paraíso cuando Urantia se haya asentado en luz y vida.

93:10.10 (1025.6) Hace menos de mil años este mismo Maquiventa Melquisedec, el que fuera el sabio de Salem, estuvo presente de forma invisible en Urantia durante un periodo de cien años en calidad de gobernador general residente del planeta. Si no cambia el sistema de dirección de los asuntos planetarios, le corresponde volver con el mismo cargo dentro de poco más de mil años.

93:10.11 (1026.1) Esta es la historia de Maquiventa Melquisedec, uno de los personajes más extraordinarios jamás relacionados con la historia de Urantia y una personalidad que puede estar destinada a desempeñar un papel importante en la experiencia futura de vuestro mundo insólito e irregular.

93:10.12 (1026.2) [Presentado por un Melquisedec de Nebadon.]

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