Documento 50 - Los Príncipes Planetarios

   
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El libro de Urantia

Documento 50

Los Príncipes Planetarios

50:0.1 (572.1) AUNQUE pertenecen al orden de los Hijos Lanonandek, los Príncipes Planetarios están tan especializados en su servicio que suelen ser considerados un grupo aparte. Después de haber sido certificados por los Melquisedec como Lanonandek secundarios, estos Hijos del universo local son destinados a las reservas de su orden en las sedes de las constelaciones, donde el Soberano de Sistema les encomienda distintas misiones. Finalmente, los comisiona como Príncipes Planetarios y los envía a regir los mundos habitados en evolución.

50:0.2 (572.2) La asignación de un regidor a un planeta dado es iniciada por el Soberano de Sistema cuando los Portadores de Vida solicitan que sea enviado un jefe administrativo a dicho planeta en el que han establecido la vida y desarrollado seres evolutivos inteligentes. Todos los planetas habitados por criaturas mortales evolutivas tienen asignado un regidor planetario de este orden de filiación.

1. La misión de los Príncipes

50:1.1 (572.3) Un Príncipe Planetario y sus hermanos asistentes representan el máximo acercamiento personalizado (aparte de la encarnación) que puede hacer el Hijo Eterno del Paraíso a las humildes criaturas del tiempo y el espacio. Es verdad que el Hijo Creador toca a las criaturas de los mundos a través de su espíritu, pero el Príncipe Planetario es el último de los órdenes de Hijos personales que se extienden desde el Paraíso hasta los hijos de los hombres. El Espíritu Infinito se acerca mucho en las personas de las guardianas del destino y de otros seres angélicos, el Padre Universal vive en el hombre mediante la presencia prepersonal de los Monitores de Misterio, pero el Príncipe Planetario representa el último esfuerzo del Hijo Eterno y de sus Hijos por acercarse a vosotros. En un mundo recién habitado, el Príncipe Planetario es el único representante con divinidad completa, pues surge del Hijo Creador (vástago del Padre Universal y el Hijo Eterno) y la Ministra Divina (la Hija del Espíritu Infinito en el universo).

50:1.2 (572.4) El príncipe de un mundo recién habitado está rodeado por un cuerpo leal de ayudantes y asistentes y por un gran número de espíritus ministrantes. Pero el cuerpo directivo de estos nuevos mundos debe estar compuesto por los órdenes más bajos de los administradores de un sistema para que puedan comprender de forma innata los problemas y dificultades de los planetas y simpatizar con ellos. Todo este esfuerzo por proporcionar a los mundos evolutivos un gobierno bien dispuesto conlleva un mayor riesgo de que estas personalidades casi humanas puedan verse descarriadas por la exaltación de su propia mente por encima de la voluntad de los Regidores Supremos.

50:1.3 (572.5) Estar totalmente solos como representantes de la divinidad en los planetas individuales supone una prueba muy exigente para estos Hijos, y Nebadon ha sufrido la desgracia de varias rebeliones. La creación de los Soberanos de los Sistemas y los Príncipes Planetarios conlleva la personalización de un concepto que se ha ido alejando cada vez más del Padre Universal y el Hijo Eterno. Con ello aumenta el peligro de perder el sentido de la proporción en cuanto a la propia importancia y aumentan las probabilidades de dejar de captar adecuadamente los valores y las relaciones de los numerosos órdenes de seres divinos y la jerarquía de su autoridad. El hecho de que el Padre no esté presente personalmente en el universo local pone también a prueba la fe y la lealtad de todos estos Hijos.

50:1.4 (573.1) Sin embargo, estos príncipes de los mundos no suelen fracasar en sus misiones de organizar y administrar las esferas habitadas, y su éxito facilita enormemente las misiones de los Hijos Materiales que llegan posteriormente para injertar las formas más altas de vida de criatura en los hombres primitivos de los mundos. Su gobierno contribuye también en gran medida a preparar los planetas para los Hijos de Dios del Paraíso que vendrán más adelante a juzgar a los mundos y a inaugurar las dispensaciones sucesivas.

2. La administración planetaria

50:2.1 (573.2) Todos los Príncipes Planetarios están bajo la jurisdicción administrativa de Gabriel —el jefe ejecutivo de Miguel— en el universo, aunque están sujetos de forma inmediata a los mandatos ejecutivos de los Soberanos de los Sistemas.

50:2.2 (573.3) Los Príncipes Planetarios pueden solicitar en cualquier momento el consejo de los Melquisedec, sus antiguos instructores y patrocinadores, pero no se les exige de forma arbitraria que les pidan ayuda, y si no lo hacen voluntariamente, los Melquisedec no interfieren en la administración planetaria. Estos regidores de los mundos pueden aprovechar también el asesoramiento de los veinticuatro consejeros congregados desde los mundos de otorgamiento del sistema. Hoy en día en Satania esos consejeros son todos nativos de Urantia. En la sede de la constelación existe un consejo análogo de setenta miembros seleccionados también entre los seres evolutivos de los mundos.

50:2.3 (573.4) El gobierno de los planetas evolutivos en los comienzos inestables de su desarrollo es básicamente autocrático. Los Príncipes Planetarios escogen sus grupos especializados de asistentes entre su cuerpo de auxiliares planetarios. Se rodean generalmente de un consejo supremo de doce miembros, seleccionado y constituido de modos diversos en los distintos mundos. Un Príncipe Planetario puede tener también como asistentes a uno o más de los miembros del tercer orden de su propio grupo de filiación, y a veces en ciertos mundos, a uno de su propio orden, un Lanonandek secundario adjunto.

50:2.4 (573.5) El equipo del regidor de un mundo está formado enteramente por personalidades del Espíritu Infinito y ciertos tipos de seres evolucionados más altos, y por mortales ascendentes de otros mundos. El promedio de estos equipos es de unos mil seres, y a medida que el planeta progresa, ese cuerpo de ayudantes puede aumentar hasta cien mil o más. Siempre que necesiten más ayudantes, los Príncipes Planetarios no tienen más que pedírselos a sus hermanos, los Soberanos de los Sistemas, que atienden inmediatamente su solicitud.

50:2.5 (573.6) Los planetas varían mucho en naturaleza, organización y administración, pero todos están provistos de tribunales de justicia. El sistema judicial de un universo local se inicia en los tribunales de un Príncipe Planetario, presididos por un miembro de su equipo personal. Las sentencias de estas cortes reflejan una actitud sumamente paternal y discrecional. Todos los problemas que sobrepasan la regulación de los habitantes del planeta están sujetos a apelación ante tribunales más altos, pero la mayoría de los asuntos pertenecientes al ámbito de un mundo se resuelven según el criterio personal de su príncipe.

50:2.6 (574.1) Las comisiones itinerantes de conciliadores sirven y complementan a los tribunales planetarios. Tanto los controladores espirituales como los físicos están sometidos a las conclusiones de estos conciliadores. Pero nunca se ejecuta arbitrariamente una sentencia sin el consentimiento del Padre de la Constelación, pues los «Altísimos rigen en los reinos de los hombres».

50:2.7 (574.2) Los controladores y transformadores asignados al planeta pueden también colaborar con las ángeles y otros órdenes de seres celestiales para hacer que estas últimas personalidades sean visibles a las criaturas mortales. En ocasiones especiales, las ayudantes seráficas e incluso los Melquisedec pueden hacerse visibles a los habitantes de los mundos evolutivos y así lo hacen. El principal motivo de traer ascendentes mortales desde la capital del sistema para formar parte del equipo del Príncipe Planetario es facilitar la comunicación con los habitantes del mundo.

3. El equipo corpóreo del Príncipe

50:3.1 (574.3) Cuando un Príncipe Planetario va a un mundo joven suele llevar consigo a un grupo de seres ascendentes voluntarios de la sede del sistema local. Estos ascendentes acompañan al príncipe como asesores y ayudantes en el trabajo de mejora inicial de la raza. Este cuerpo de ayudantes materiales constituye el nexo de unión entre el príncipe y las razas del mundo. Caligastia, el Príncipe de Urantia, tenía cien ayudantes de este tipo.

50:3.2 (574.4) Estos asistentes voluntarios son ciudadanos de la capital de un sistema y ninguno de ellos se ha fusionado con su Ajustador interior. Mientras estos progresores de la morontia vuelven temporalmente a un estado material anterior, los Ajustadores de estos servidores voluntarios conservan el estatus de su posición residencial en la sede del sistema.

50:3.3 (574.5) Los Portadores de Vida, los arquitectos de la forma, proporcionan a estos voluntarios cuerpos físicos nuevos para que los ocupen durante su estancia planetaria. Estas formas de la personalidad están exentas de las enfermedades comunes de los mundos, pero igual que los primeros cuerpos de la morontia, son susceptibles de ciertos accidentes de naturaleza mecánica.

50:3.4 (574.6) Por regla general, el equipo corpóreo del príncipe es retirado del planeta con ocasión del siguiente juicio, que tiene lugar a la llegada del segundo Hijo a la esfera. Antes de marcharse, suelen asignar sus distintos deberes a sus descendientes mutuos y a ciertos voluntarios nativos superiores. En aquellos mundos donde estos ayudantes del príncipe han sido autorizados a reproducirse con los grupos superiores de las razas nativas, los vástagos resultantes suelen ser sus sucesores.

50:3.5 (574.7) Estos asistentes del Príncipe Planetario se reproducen siempre entre sí y muy pocas veces con las razas del mundo. De estas uniones resultan dos clases de seres: criaturas intermedias del tipo primario y ciertos altos tipos de seres materiales que siguen adscritos al equipo del príncipe tras la retirada de sus padres del planeta al tiempo de la llegada de Adán y Eva. Estos hijos no se reproducen con las razas mortales más que en ciertas situaciones de emergencia, y entonces solo por indicación del Príncipe Planetario. En estos casos, sus hijos —los nietos del equipo corpóreo— tienen el mismo estatus que las razas superiores de su época y generación. Todos los descendientes de estos asistentes semimateriales del Príncipe Planetario están habitados por Ajustadores.

50:3.6 (575.1) Al final de la dispensación del príncipe, cuando llega el momento de que este «equipo de reversión» regrese a la sede del sistema para reanudar la carrera al Paraíso, estos seres ascendentes se presentan ante los Portadores de Vida para entregar sus cuerpos materiales. Entran en el adormecimiento de la transición y despiertan libres de sus vestiduras mortales y ataviados con las formas de morontia, listos para el transporte seráfico de vuelta a la capital del sistema, donde les esperan los Ajustadores de los que se separaron. Llevan un retraso de una dispensación entera respecto a su promoción de Jerusem, pero han ganado una experiencia única y extraordinaria, un raro capítulo en la carrera de un mortal ascendente.

4. La sede planetaria y las escuelas planetarias

50:4.1 (575.2) El equipo corpóreo del príncipe organiza muy pronto las escuelas planetarias de formación y cultura donde estudia la flor y nata de las razas evolutivas para ser enviada luego a enseñar esas mejores prácticas a sus pueblos. Estas escuelas del príncipe están situadas en la sede material del planeta.

50:4.2 (575.3) El equipo corpóreo ejecuta una gran parte del trabajo físico relacionado con el establecimiento de la ciudad sede. Estas ciudades o asentamientos sede de los primeros tiempos del Príncipe Planetario son muy distintas de lo que un mortal de Urantia podría imaginar. En comparación con las de edades posteriores son sencillas, y se caracterizan por adornos minerales y una construcción material relativamente avanzada. Todo esto contrasta con el régimen adánico, que está centrado alrededor de una sede jardín desde donde realizan su trabajo en pro de las razas durante la segunda dispensación de los Hijos del universo.

50:4.3 (575.4) En el asentamiento sede de vuestro mundo cada morada humana estaba provista de abundantes tierras. Aunque las tribus lejanas seguían cazando y deambulando en busca de alimento, todos los estudiantes y maestros de las escuelas del Príncipe eran agricultores y horticultores. El tiempo se dividía casi por igual entre las actividades siguientes:

50:4.4 (575.5) 1. Trabajo físico. Cultivo de la tierra unido a la construcción y embellecimiento de las viviendas.

50:4.5 (575.6) 2. Actividades sociales. Representaciones escénicas y agrupaciones socio-culturales.

50:4.6 (575.7) 3. Aplicación educativa. Instrucción individual en relación con la enseñanza colectiva familiar, complementada con una formación especializada por clases.

50:4.7 (575.8) 4. Formación profesional. Escuelas del matrimonio y de las tareas del hogar, escuelas de artes y oficios y clases de formación de maestros seculares, culturales y religiosos.

50:4.8 (575.9) 5. Cultura espiritual. La hermandad de los maestros, la ilustración de los grupos infantiles y juveniles, y la formación de los niños nativos adoptados como misioneros para su pueblo.

50:4.9 (575.10) Un Príncipe Planetario no es visible para los seres mortales; creer en las explicaciones de los seres semimateriales de su equipo es una prueba de fe. Pero estas escuelas de cultura y formación están bien adaptadas a las necesidades de cada planeta, y se desarrolla pronto una intensa y elogiosa rivalidad entre las razas de los hombres en sus esfuerzos por ser admitidos en las diversas instituciones de aprendizaje.

50:4.10 (575.11) Desde este centro mundial de logro y cultura se irradia gradualmente a todos los pueblos una influencia elevadora y civilizadora que transforma las razas evolutivas de forma lenta pero segura. Mientras tanto, los hijos educados y espiritualizados de los pueblos vecinos que han sido adoptados y formados en las escuelas del príncipe van regresando a sus grupos nativos donde establecen, de la mejor manera posible, nuevos y poderosos centros de cultura y aprendizaje que dirigen según el plan de las escuelas del príncipe.

50:4.11 (576.1) En Urantia, estos planes de progreso planetario y avance cultural estaban bien encaminados y se desarrollaban de forma muy satisfactoria cuando la adhesión de Caligastia a la rebelión de Lucifer puso un final muy ignominioso y bastante repentino a toda la empresa.

50:4.12 (576.2) Una de las cosas que más profundamente me afectaron de esta rebelión fue enterarme de la obstinada perfidia de un miembro de mi propio orden de filiación, Caligastia, quien con premeditación y alevosía, pervirtió sistemáticamente la instrucción y envenenó la enseñanza impartida en todas las escuelas planetarias que funcionaban en aquel momento en Urantia. El desmoronamiento de esas escuelas fue rápido y total.

50:4.13 (576.3) Muchos vástagos de los seres ascendentes del equipo materializado del Príncipe se mantuvieron leales y abandonaron las filas de Caligastia. Los síndicos Melquisedec de Urantia alentaron a estos leales, y en tiempos posteriores sus descendientes contribuyeron mucho a mantener los conceptos planetarios de la verdad y la rectitud. El trabajo de estos evangelistas leales ayudó a impedir la erradicación total de la verdad espiritual en Urantia. Estas valerosas almas y sus descendientes mantuvieron vivo cierto conocimiento del gobierno del Padre y conservaron para las razas del mundo el concepto de las dispensaciones planetarias sucesivas de los distintos órdenes de Hijos divinos.

5. La civilización progresiva

50:5.1 (576.4) Los príncipes leales de los mundos habitados están adscritos de forma permanente a los planetas donde fueron destinados originalmente. Los Hijos del Paraíso y sus dispensaciones pueden ir y venir, pero un Príncipe Planetario que gobierna con acierto se mantiene como regidor de su mundo. Su labor es totalmente independiente de las misiones de los Hijos superiores, pues está destinada a fomentar el desarrollo de la civilización planetaria.

50:5.2 (576.5) El progreso de la civilización varía de un planeta a otro. Los detalles del despliegue de la evolución del mortal son muy diferentes en los diversos y numerosos mundos. A pesar de estas muchas diversificaciones del desarrollo planetario en el aspecto físico, intelectual y social, todas las esferas evolutivas progresan en ciertas direcciones bien definidas.

50:5.3 (576.6) Bajo el gobierno benevolente de un Príncipe Planetario, acrecentado por los Hijos Materiales y jalonado por las misiones periódicas de los Hijos del Paraíso, las razas de mortales de un mundo de tipo medio del tiempo y el espacio pasarán sucesivamente por las siete épocas de desarrollo siguientes:

50:5.4 (576.7) 1. La época de la nutrición. Las criaturas prehumanas y las razas de los albores del hombre primitivo se ocupan principalmente de los problemas de la alimentación. Estos seres en evolución pasan sus horas activas buscando comida o bien luchando de forma ofensiva o defensiva. La búsqueda de alimento es lo primordial en la mente de estos primeros antepasados de la civilización.

50:5.5 (576.8) 2. La edad de la seguridad. En cuanto al cazador primitivo le sobra algo de tiempo en su búsqueda de alimento, lo aprovecha para aumentar su seguridad. Dedica cada vez más atención a la técnica de la guerra. Las viviendas se fortifican y los clanes se consolidan mediante el miedo mutuo y la inculcación del odio a los grupos exteriores. La autopreservación sigue siempre a la automanutención.

50:5.6 (577.1) 3. La era de la comodidad material. Después de haber solucionado parcialmente los problemas de alimentación y de haber logrado un cierto grado de seguridad, el tiempo libre adicional se utiliza para promover la comodidad personal. El lujo rivaliza con la necesidad por ocupar el escenario central de la actividad humana. Una edad así se caracteriza con demasiada frecuencia por la tiranía, la intolerancia, la glotonería y la embriaguez. Los elementos más débiles de las razas se inclinan hacia los excesos y la brutalidad. Con el avance de la civilización, estos enclenques buscadores de placer son subyugados gradualmente por los elementos más fuertes y amantes de la verdad.

50:5.7 (577.2) 4. La búsqueda del conocimiento y de la sabiduría. El alimento, la seguridad, el placer y el ocio proporcionan los fundamentos para el desarrollo de la cultura y la difusión del conocimiento. El esfuerzo por poner en práctica el conocimiento da como resultado la sabiduría, y cuando una cultura ha aprendido a sacar provecho de la experiencia y a mejorar con ella, ha llegado realmente la civilización. El alimento, la seguridad y la comodidad material siguen dominando la sociedad, pero muchos individuos con visión de futuro tienen hambre de conocimiento y sed de sabiduría. A todos los niños se les da la oportunidad de aprender por la práctica; la educación es la consigna de estas edades.

50:5.8 (577.3) 5. La época de la filosofía y de la hermandad. Cuando los mortales aprenden a pensar y empiezan a aprovechar la experiencia, adoptan una actitud filosófica: empiezan a razonar dentro de sí y a ejercitar el juicio discriminatorio. La sociedad de esta edad se vuelve ética y los mortales de una era así se van convirtiendo verdaderamente en seres morales. Los seres morales sabios son capaces de establecer la hermandad humana en ese mundo en progreso. Los seres éticos y morales pueden aprender a vivir conforme a la regla de oro.

50:5.9 (577.4) 6. La edad de la lucha espiritual. Cuando los mortales en evolución han pasado por las etapas de desarrollo físico, intelectual y social, logran tarde o temprano los niveles de visión interior personal que los impulsan a buscar satisfacciones espirituales y entendimiento cósmico. La religión termina de elevarse desde los dominios emocionales del miedo y la superstición hasta los altos niveles de la sabiduría cósmica y la experiencia espiritual personal. La educación aspira al logro de los significados, y la cultura capta las relaciones cósmicas y los valores verdaderos. Esos mortales en vías de evolución poseen auténtica cultura, instrucción verdadera y excelente conocimiento de Dios.

50:5.10 (577.5) 7. La era de luz y vida. Es el florecimiento de las sucesivas edades de seguridad física, expansión intelectual, cultura social y consecución espiritual. Estos logros humanos se mezclan, asocian y coordinan ahora en una unidad cósmica y para un servicio desinteresado. Dentro de las limitaciones de la naturaleza finita y de las dotes materiales, no se ponen barreras a las posibilidades de logro evolutivo de las generaciones en avance que viven sucesivamente en estos mundos elevados y asentados del tiempo y el espacio.

50:5.11 (577.6) Después de servir a sus esferas durante las dispensaciones sucesivas de la historia del mundo y las épocas progresivas del progreso planetario, los Príncipes Planetarios son elevados a la posición de Soberanos Planetarios al inaugurarse la era de luz y vida.

6. La cultura planetaria

50:6.1 (578.1) El aislamiento de Urantia nos impide dar a conocer muchos detalles de la vida y el entorno de vuestros vecinos de Satania. En estas exposiciones estamos limitados por la cuarentena planetaria y el aislamiento del sistema. Todos nuestros esfuerzos por ilustrar a los mortales de Urantia están sujetos a esas restricciones, pero en la medida de lo permitido, os hemos informado sobre el progreso de un mundo evolutivo de tipo medio, y podéis comparar la carrera de un mundo así con el presente estado de Urantia.

50:6.2 (578.2) El desarrollo de la civilización en Urantia no ha sido tan diferente al de otros mundos que han sufrido la desgracia del aislamiento espiritual. Pero comparado con los mundos leales del universo, vuestro planeta se encuentra muy confuso y enormemente retrasado en todas las fases del progreso intelectual y el logro espiritual.

50:6.3 (578.3) Por culpa de vuestras desgracias planetarias, los urantianos no podéis comprender muchas cosas sobre la cultura de los mundos normales. Pero no imaginéis que la vida es un lecho de rosas en los mundos evolutivos, ni siquiera en los más ideales. La vida inicial de las razas mortales va siempre acompañada de lucha. El esfuerzo y la decisión son factores esenciales en la adquisición de los valores de supervivencia.

50:6.4 (578.4) La cultura presupone calidad de mente; la cultura no se puede aumentar a no ser que se eleve la mente. El intelecto superior buscará una cultura noble y encontrará siempre alguna forma de alcanzar ese objetivo. Las mentes inferiores desdeñarán la cultura más alta, incluso cuando se les presente ya elaborada. Mucho depende también de las misiones sucesivas de los Hijos divinos y del grado de ilustración que adquieren las edades de sus respectivas dispensaciones.

50:6.5 (578.5) No debéis olvidar que durante doscientos mil años todos los mundos de Satania han estado proscritos espiritualmente de Norlatiadek a consecuencia de la rebelión de Lucifer. Y se tardarán edades y edades en reparar los daños resultantes del pecado y la secesión. Vuestro mundo prosigue su carrera irregular y accidentada fruto de una doble tragedia: la rebelión de un Príncipe Planetario y el fracaso de un Hijo Material. Ni siquiera el otorgamiento de Cristo Miguel en Urantia pudo paliar inmediatamente las consecuencias temporales de esos graves errores de la primera administración del mundo.

7. Las recompensas del aislamiento

50:7.1 (578.6) Podría parecer a primera vista que Urantia y los demás mundos aislados son muy desafortunados por carecer de la beneficiosa presencia e influencia de personalidades sobrehumanas como un Príncipe Planetario y un Hijo e Hija Materiales. Pero el aislamiento de estas esferas ofrece a sus razas una oportunidad única de ejercitar su fe y desarrollar una confianza muy especial en la fiabilidad cósmica que no depende de la vista ni de ninguna otra consideración material. Puede que a la larga las criaturas mortales de los mundos puestos en cuarentena por rebelión resulten muy afortunadas. Hemos descubierto que a estos ascendentes se les confían muy pronto numerosas misiones especiales en empresas cósmicas donde una fe incuestionable y una confianza sublime son esenciales para triunfar.

50:7.2 (579.1) Los ascendentes de estos mundos aislados tienen su propio sector residencial en Jerusem y son conocidos como agondonters, que significa criaturas evolutivas con voluntad capaces de creer sin ver, perseverar cuando están aisladas y superar dificultades insuperables incluso cuando están solas. Este agrupamiento funcional de los agondonters se mantiene durante toda la ascensión del universo local y la travesía del superuniverso. Desaparece durante la estancia en Havona, pero vuelve a aparecer en cuanto se alcanza el Paraíso y persiste definitivamente en el Cuerpo de la Finalización Mortal. Tabamantia, un superviviente de una de las esferas puestas en cuarentena tras la primera rebelión acaecida en los universos del tiempo y el espacio, es un agondonter con estatus de finalitario.

50:7.3 (579.2) En toda la carrera al Paraíso, la recompensa sigue al esfuerzo como resultado de las causas. Estas recompensas destacan al individuo sobre la medianía, establecen una diferenciación en cuanto a la experiencia de la criatura y contribuyen a la diversidad de las más altas actuaciones del cuerpo colectivo de los finalitarios.

50:7.4 (579.3) [Presentado por un Hijo Lanonandek secundario del cuerpo de reserva.]

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