Documento 51 - Los Adanes planetarios

   
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El libro de Urantia

Documento 51

Los Adanes planetarios

51:0.1 (580.1) DURANTE la dispensación de un Príncipe Planetario, el hombre primitivo alcanza el límite del desarrollo evolutivo natural, y este logro biológico indica al Soberano del Sistema que ha llegado el momento de enviar a ese mundo al segundo orden de filiación, los elevadores biológicos. Estos Hijos, pues son dos —el Hijo Material y la Hija Material—, son conocidos habitualmente en un planeta como Adán y Eva. El Hijo Material original de Satania es Adán, y los que van a los mundos del sistema como elevadores biológicos llevan siempre el nombre de ese Hijo primero y original de su orden único.

51:0.2 (580.2) Estos Hijos son el regalo material del Hijo Creador a los mundos habitados. Permanecen en su planeta de destino junto con el Príncipe Planetario durante todo el curso evolutivo de esa esfera. En un mundo gobernado por un Príncipe Planetario, su aventura no tiene gran riesgo, pero en un planeta apóstata, en un mundo sin regidor espiritual y privado de comunicación interplanetaria, una misión así está plagada de graves peligros.

51:0.3 (580.3) No podéis esperar saberlo todo sobre el trabajo de estos Hijos en todos los mundos de Satania y de otros sistemas, pero en otros documentos encontraréis descripciones más completas de la vida y las experiencias de Adán y Eva, la interesante pareja que vino del cuerpo de elevadores biológicos de Jerusem para hacer avanzar las razas de Urantia. Aunque se malograron los planes ideales de mejora de vuestras razas nativas, la misión de Adán no fue en vano. El regalo de Adán y Eva fue un beneficio inmenso para Urantia y su contribución no se considera como una pérdida total ni en los consejos de lo alto ni entre sus semejantes.

1. El origen y la naturaleza de los Hijos Materiales de Dios

51:1.1 (580.4) Los Hijos e Hijas materiales o sexuados son progenie del Hijo Creador. El Espíritu Madre del Universo no participa en la generación de estos seres que están destinados a ejercer la función de elevadores físicos en los mundos evolutivos.

51:1.2 (580.5) El orden material de filiación no es uniforme en todo el universo local. El Hijo Creador da origen a una sola pareja de estos seres en cada sistema local. Esas parejas originales son de naturalezas diversas al estar adaptadas al patrón de vida de sus sistemas respectivos. Esta disposición es necesaria, puesto que en caso contrario, el potencial reproductor de los Adanes sería incompatible funcionalmente con el de los seres mortales evolutivos de los mundos de cualquier sistema concreto. El Adán y la Eva que vinieron a Urantia descendían de la pareja original de Hijos Materiales de Satania.

51:1.3 (580.6) La estatura de los Hijos Materiales varía entre los dos metros y medio y los tres metros, y su cuerpo resplandece con un fulgor de luz radiante de tono violeta. Aunque por sus cuerpos materiales circula sangre material, están también sobrecargados de energía divina y saturados de luz celestial. Estos Hijos Materiales (los Adanes) y estas Hijas Materiales (las Evas) son iguales entre sí, y se diferencian solo en su naturaleza reproductora y en ciertas dotaciones químicas. Son iguales pero diferenciales, varón y mujer —por lo tanto complementarios— y están concebidos para servir en parejas en casi todas sus misiones.

51:1.4 (581.1) Los Hijos Materiales se nutren de una forma dual. Son verdaderamente duales en naturaleza y constitución, pues consumen energía materializada de forma muy parecida a los seres físicos del mundo mientras que mantienen plenamente su existencia inmortal mediante la absorción directa y automática de ciertas energías cósmicas sustentadoras. Si fracasan en alguna misión asignada o bien se rebelan de forma consciente y deliberada, los Hijos de este orden son aislados y se corta su conexión con la fuente de luz y vida del universo. Se convierten entonces en seres prácticamente materiales, obligados a seguir el curso de la vida material en su mundo de destino y a esperar a que los juzguen los magistrados del universo. La muerte material pondrá fin a la carrera planetaria de esos desafortunados Hijos e Hijas Materiales insensatos.

51:1.5 (581.2) Un Adán y una Eva originales —creados directamente— son inmortales por dotación inherente, como lo son todos los demás órdenes de filiación del universo local, pero sus hijos e hijas están sujetos a una disminución del potencial de inmortalidad. La pareja original no puede trasmitir una inmortalidad incondicionada a los hijos e hijas que procrean. Para continuar viviendo, su progenie depende de una sincronía intelectual ininterrumpida con el circuito de gravedad de mente del Espíritu. Desde el comienzo del sistema de Satania, se han perdido trece Adanes Planetarios por rebelión e incumplimiento además de 681 204 que estaban en puestos de inferior responsabilidad. La mayoría de esas defecciones ocurrieron en tiempos de la rebelión de Lucifer.

51:1.6 (581.3) Los Hijos Materiales no poseen Ajustadores del Pensamiento mientras viven como ciudadanos permanentes de las capitales de sistema o cuando descienden a los planetas evolutivos para cumplir sus misiones, pero precisamente a través de estos servicios adquieren la capacidad experiencial de ser habitados por un Ajustador y de emprender la carrera de ascensión al Paraíso. Estos seres únicos y maravillosamente útiles son el eslabón de enlace entre el mundo espiritual y el físico. Se concentran en las sedes de sistema, donde se reproducen y hacen su vida como ciudadanos materiales del dominio, y desde allí son enviados a los mundos evolutivos.

51:1.7 (581.4) A diferencia de los otros Hijos creados que sirven en los planetas, el orden material de filiación no es, por naturaleza, invisible a los ojos de criaturas materiales como los habitantes de Urantia. Estos Hijos de Dios pueden ser vistos, entendidos, y pueden mezclarse de hecho con las criaturas del tiempo. Podrían incluso procrear con ellas, aunque este papel de elevación biológica recae normalmente sobre la progenie de los Adanes Planetarios.

51:1.8 (581.5) En Jerusem, los hijos leales de cualquier Adán y Eva son inmortales, pero los descendientes procreados por un Hijo y una Hija Materiales tras su llegada a un planeta evolutivo no son igualmente inmunes a la muerte natural. Cuando estos Hijos son rematerializados para ejercer su función reproductora en un mundo evolutivo, se produce un cambio en el mecanismo de transmisión de la vida. Los Portadores de Vida privan intencionadamente a los Adanes y Evas Planetarios del poder de engendrar hijos e hijas imperecederos. Un Adán y una Eva en misión planetaria pueden continuar viviendo indefinidamente si son fieles, pero la longevidad de sus hijos va disminuyendo dentro de ciertos límites con cada generación sucesiva.

2. El tránsito de los Adanes planetarios

51:2.1 (582.1) Al recibir la noticia de que un nuevo mundo habitado ha llegado a la cima de la evolución física, el Soberano del Sistema convoca al cuerpo de Hijos e Hijas Materiales de la capital del sistema. Después de analizar las necesidades de ese mundo evolutivo, una pareja del grupo de voluntarios —un Adán y una Eva del cuerpo superior de Hijos Materiales— es seleccionada para emprender la aventura. Tras someterse al sueño profundo que les prepara para ser enserafinados, serán transportados desde el hogar donde sirven juntos hasta el nuevo destino donde les esperan nuevas oportunidades y nuevos peligros.

51:2.2 (582.2) Los Adanes y las Evas son criaturas semimateriales y, como tales, no son transportables por las serafines. Tienen que ser desmaterializados en la capital del sistema antes de poder ser enserafinados para su transporte al mundo de destino. Las serafines de transporte pueden efectuar en los Hijos Materiales y en otros seres semimateriales los cambios que les permiten ser enserafinados y transportados así de un mundo o sistema a otro a través del espacio. Esta preparación para el transporte dura unos tres días de tiempo estándar, y se necesita la cooperación de un Portador de Vida para restablecer la existencia normal de la criatura desmaterializada al término de su viaje en transporte seráfico.

51:2.3 (582.3) Esta técnica de desmaterialización prepara a los Adanes para el tránsito desde Jerusem a los mundos evolutivos, pero no existe un método equivalente para sacarlos de esos mundos a menos que haya que evacuar todo el planeta, en cuyo caso se prepara una instalación de emergencia para aplicar la técnica de desmaterialización a toda la población salvable. Si una catástrofe física amenazara con destruir el planeta donde vive una raza en evolución, los Melquisedec y los Portadores de Vida emplearían la técnica de desmaterialización con todos los supervivientes y estos seres serían llevados por transporte seráfico a un nuevo mundo preparado para dar continuidad a su existencia. Una vez iniciada una raza humana en un mundo del espacio, su evolución debe seguir con total independencia de la supervivencia física de ese planeta, pero durante las edades evolutivas no se ha previsto ninguna otra manera de que el Adán y la Eva Planetarios salgan del mundo que han elegido.

51:2.4 (582.4) Al llegar a su destino planetario, el Hijo y la Hija Materiales son rematerializados bajo la dirección de los Portadores de Vida. Todo este proceso dura entre diez y veintiocho días del tiempo de Urantia. Durante todo este periodo de reconstrucción se mantiene la inconsciencia del adormecimiento seráfico. Una vez terminado el reensamblaje de sus organismos físicos, estos Hijos e Hijas Materiales se encuentran en su nuevo hogar y en su nuevo mundo tal y como estaban en todos los sentidos antes de someterse al proceso de desmaterialización en Jerusem.

3. Las misiones adánicas

51:3.1 (582.5) En los mundos habitados los Hijos e Hijas Materiales construyen sus propios hogares jardín, y muy pronto les ayudan sus propios hijos. El emplazamiento del jardín suele ser elegido previamente por el Príncipe Planetario, y su equipo corpóreo hace la mayor parte del trabajo preliminar de preparación con ayuda de muchos individuos superiores de las razas nativas.

51:3.2 (583.1) Estos Jardines del Edén se llaman así en honor a Edentia, la capital de la constelación, y porque están modelados según la grandiosidad botánica del mundo sede de los Padres Altísimos. Estos hogares jardín suelen estar situados en lugares apartados y zonas cercanas al trópico. En el promedio de los mundos son creaciones maravillosas. No podéis juzgar ningún aspecto de estos bellos centros de cultura por la historia fragmentaria del desarrollo abortado de esta empresa en Urantia.

51:3.3 (583.2) Un Adán y una Eva Planetarios son, en potencia, el don total de la gracia física a las razas de mortales. La tarea principal de esta pareja importada es multiplicarse y elevar a los hijos del tiempo. Pero no hay cruce inmediato entre los pobladores del jardín y los del mundo. Durante muchas generaciones, Adán y Eva se mantienen biológicamente separados de los mortales evolutivos mientras construyen una raza fuerte de su propio orden. Este es el origen de la raza violeta en los mundos habitados.

51:3.4 (583.3) Los planes para elevar las razas son preparados por el Príncipe Planetario con su equipo y ejecutados por Adán y Eva. Y aquí fue donde vuestro Hijo Material y su compañera se encontraron en clara desventaja cuando llegaron a Urantia. Caligastia se opuso a la misión adánica con astucia y eficacia, a pesar de que los síndicos Melquisedec de Urantia habían advertido tanto a Adán como a Eva del peligro que la presencia del Príncipe Planetario rebelde suponía para el planeta. Mediante una astuta estratagema, este archirrebelde embaucó a la pareja edénica y les hizo caer en la trampa de violar su compromiso de confianza como regidores visibles de vuestro mundo. El Príncipe Planetario traidor consiguió comprometer a vuestro Adán y a vuestra Eva, pero fracasó en su intento de implicarlos en la rebelión de Lucifer.

51:3.5 (583.4) El quinto orden de ángeles, las ayudantes planetarias, está adscrito a la misión adánica y acompaña siempre a los Adanes Planetarios en sus aventuras en los mundos. El cuerpo asignado inicialmente suele ser de unas cien mil ángeles. Cuando el Adán y la Eva de Urantia acometieron prematuramente su trabajo, cuando se apartaron del plan ordenado, fue una de las Voces del Jardín seráficas quien les reprochó su conducta. Vuestro relato de ese acontecimiento ilustra bien el modo en que vuestras tradiciones planetarias han tendido a atribuir todo lo sobrenatural al Señor Dios. Esto ha creado frecuentes confusiones entre los urantianos en cuanto a la naturaleza del Padre Universal, dada la forma tan generalizada en que se le han atribuido las palabras y los actos de todos sus asociados y seres de menor rango. En el caso de Adán y Eva, la ángel del Jardín no era otra que la jefa de las ayudantes planetarias entonces de servicio. Esta serafín, Solonia, proclamó el malogro del plan divino y solicitó el regreso a Urantia de los síndicos Melquisedec.

51:3.6 (583.5) Las criaturas intermedias secundarias son originarias de las misiones adánicas. Igual que con el equipo corpóreo del Príncipe Planetario, los descendientes de los Hijos y las Hijas Materiales son de dos órdenes: sus hijos físicos y el orden secundario de criaturas intermedias. Estos ministradores planetarios, materiales pero generalmente invisibles, contribuyen mucho al avance de la civilización e incluso al sometimiento de minorías insubordinadas que puedan intentar socavar las bases del desarrollo social y el progreso espiritual.

51:3.7 (583.6) Los intermedios secundarios no deben confundirse con los del orden primario, que datan de los tiempos cercanos a la llegada del Príncipe Planetario. En Urantia la mayoría de estas primeras criaturas intermedias se rebelaron con Caligastia y llevan internadas desde Pentecostés. También están internados muchos miembros del grupo adánico que no fueron leales a la administración planetaria.

51:3.8 (584.1) El día de Pentecostés los intermedios primarios y secundarios leales se unieron voluntariamente y actúan desde entonces como una sola unidad en los asuntos del mundo. Sirven bajo el liderazgo de intermedios leales de ambos grupos elegidos alternativamente.

51:3.9 (584.2) Vuestro mundo ha sido visitado por miembros de cuatro órdenes de filiación: Caligastia, el Príncipe Planetario; Adán y Eva, del orden de los Hijos Materiales de Dios; Maquiventa Melquisedec, el «sabio de Salem» en tiempos de Abraham; y Cristo Miguel, que vino como Hijo de otorgamiento del Paraíso. ¡Cuánto más hermoso y efectivo hubiera sido que Miguel, el regidor supremo del universo de Nebadon, hubiera sido recibido en vuestro mundo por un Príncipe Planetario leal y eficiente y un Hijo Material dedicado con éxito a su labor! Ambos podrían haber hecho mucho por realzar la misión del Hijo de otorgamiento y la obra de su vida. Pero no todos los mundos han sido tan desafortunados como Urantia, ni las misiones de los Adanes Planetarios han sido siempre tan difíciles y arriesgadas. Cuando las cumplen con éxito, contribuyen al desarrollo de un gran pueblo y permanecen como cabezas visibles de los asuntos planetarios incluso hasta bien entrada la edad en la que ese mundo se asienta en luz y vida.

4. Las seis razas evolutivas

51:4.1 (584.3) La raza que domina durante las primeras edades de los mundos habitados es la del hombre rojo, que suele ser el primero en lograr niveles humanos de desarrollo. Aunque el hombre rojo es la raza más antigua de los planetas, desde los primeros tiempos de la edad en que surgen los mortales empiezan a aparecer los pueblos de color que le siguen.

51:4.2 (584.4) Las primeras razas son algo superiores a las posteriores. El hombre rojo está muy por encima de la raza índigo (negra). Los Portadores de Vida imparten la dotación plena de energías vivas a la raza inicial, o raza roja, y cada manifestación evolutiva subsiguiente de un grupo distinto de mortales representa una variación a expensas de la dotación original. Incluso la estatura de los mortales tiende a disminuir desde el hombre rojo hasta la raza índigo, aunque en Urantia aparecieron cepas inesperadas de gigantismo entre los pueblos verde y naranja.

51:4.3 (584.5) En los mundos que tienen las seis razas evolutivas, los pueblos superiores son de la primera, tercera y quinta raza (roja, amarilla y azul). Las razas evolutivas alternan así en capacidad de crecimiento intelectual y desarrollo espiritual, de forma que la segunda, cuarta y sexta están algo menos dotadas. Estas razas secundarias son los pueblos que faltan en ciertos mundos, son los que han sido exterminados en muchos otros. Es una desgracia para Urantia que hayáis perdido hasta tal punto a vuestros hombres azules superiores, excepto en la medida en que persisten en vuestra amalgamada «raza blanca». La pérdida de vuestras estirpes naranja y verde no tiene tanta importancia.

51:4.4 (584.6) La evolución de seis —o de tres— razas de color, aunque parece que deteriora la dotación original del hombre rojo, proporciona ciertas variaciones muy deseables en los tipos de mortales y permite una expresión de los diversos potenciales humanos que sería inalcanzable de otro modo. Estas modificaciones son beneficiosas para el progreso de la humanidad en su conjunto, siempre que sean mejoradas posteriormente por la raza adánica importada o raza violeta. En Urantia el plan normal de amalgamación no se pudo llevar a término, y este fracaso en la ejecución del plan de evolución de las razas hace que cuando observáis los restos de esas primeras razas de vuestro mundo, os sea imposible comprender muchas cosas sobre el estatus de los pueblos en un planeta habitado de tipo medio.

51:4.5 (585.1) En los primeros tiempos del desarrollo racial los hombres de raza roja, amarilla y azul muestran una ligera tendencia a cruzarse. Las razas naranja, verde e índigo tienden igualmente a entremezclarse.

51:4.6 (585.2) Las razas más progresivas suelen utilizar a los humanos más atrasados como peones. Así se origina la esclavitud en las primeras edades de los planetas. Los hombres rojos someten generalmente a los naranja y los reducen a la condición de sirvientes; a veces los exterminan. Los hombres amarillos y rojos fraternizan con frecuencia, aunque no siempre. La raza amarilla suele esclavizar a la verde, mientras que el hombre azul somete al índigo. Para estas razas de hombres primitivos, utilizar los servicios de sus semejantes atrasados en labores forzosas es como para los urantianos comprar o vender caballos y ganado.

51:4.7 (585.3) En la mayoría de los mundos normales, la servidumbre involuntaria se termina con la dispensación del Príncipe Planetario, aunque a menudo se sigue obligando a los deficientes mentales y los delincuentes sociales a realizar trabajo involuntario. Poco después de la llegada de la raza violeta o adánica importada este tipo de esclavitud primitiva es abolida en todas las esferas normales.

51:4.8 (585.4) Estas seis razas evolutivas están destinadas a mezclarse y elevarse por amalgamación con la progenie de los elevadores adánicos. Pero antes de que estos pueblos se mezclen, la mayoría de los inferiores y no aptos han sido excluidos. El Príncipe Planetario y el Hijo Material, junto con otras autoridades planetarias cualificadas, dictaminan sobre la aptitud de las cepas reproductoras. La ejecución de un programa tan radical se ve dificultada en Urantia por la falta de jueces competentes para dictaminar sobre la aptitud o no aptitud biológica de los individuos de las razas de vuestro mundo. A pesar de este obstáculo, se supone que deberíais ser capaces de poneros de acuerdo sobre la exclusión biológica de vuestras estirpes más claramente inadecuadas, deficientes, degradadas y antisociales.

5. La amalgamación racial, el otorgamiento de la sangre adánica

51:5.1 (585.5) Cuando un Adán y una Eva Planetarios llegan a un mundo habitado, han sido instruidos plenamente por sus superiores sobre la mejor manera de elevar las razas existentes de seres inteligentes. El plan de ejecución no es uniforme. Se deja en gran medida al criterio de la pareja ministrante y no es raro que se produzcan errores, sobre todo en mundos desordenados e insurrectos como Urantia.

51:5.2 (585.6) Por lo general, los pueblos violeta no empiezan a amalgamarse con los nativos planetarios hasta que su propio grupo supera el millón de miembros. Mientras tanto, el equipo del Príncipe Planetario proclama que los hijos de los Dioses han bajado para hacerse uno, por decirlo así, con las razas de los hombres. Y la gente espera con impaciencia el día en que se anuncie que aquellos que cumplen los requisitos de pertenencia a las cepas raciales superiores pueden dirigirse hacia el Jardín del Edén, donde serán elegidos por los hijos y las hijas de Adán como padres y madres evolutivos del nuevo orden mezclado de la humanidad.

51:5.3 (585.7) En los mundos normales, el Adán y la Eva Planetarios no se reproducen nunca con las razas evolutivas. Esta labor de mejoramiento biológico es función de la progenie adánica. Pero estos adanitas no salen hacia las razas; el equipo del Príncipe lleva al Jardín del Edén a los hombres y mujeres superiores para reproducirse voluntariamente con la progenie adánica. Y en la mayoría de los mundos se considera el más alto honor ser seleccionado como candidato a reproducirse con los hijos e hijas del jardín.

51:5.4 (586.1) Las guerras raciales y otras luchas tribales disminuyen por primera vez, mientras que las razas del mundo se esfuerzan cada vez más por capacitarse para ser reconocidas y admitidas en el jardín. Solo podéis haceros una idea muy limitada de cómo esa competencia llega a ocupar el centro de todas las actividades en un planeta normal. Todo este programa de mejora de las razas naufragó muy pronto en Urantia.

51:5.5 (586.2) La raza violeta es un pueblo monógamo, y cada uno de los hombres y mujeres evolutivos que se une con los hijos e hijas adánicos promete no tomar otras parejas y educar a sus hijos en la costumbre de la pareja única. Los niños de cada una de estas uniones son educados y formados en las escuelas del Príncipe Planetario, y después se les permite volver hacia la raza de su progenitor evolutivo para casarse allí entre los grupos seleccionados de mortales superiores.

51:5.6 (586.3) Cuando esta cepa de los Hijos Materiales se añade a las razas en evolución de los mundos, comienza una era nueva y más grande de progreso evolutivo. Tras este derramamiento procreador de aptitudes importadas y rasgos superevolutivos, los avances en civilización y desarrollo racial se suceden rápidamente. Se progresa más en cien mil años que en un millón de años de luchas anteriores. Incluso en vuestro mundo, a pesar del fracaso de los planes ordenados, se han hecho grandes progresos a partir del regalo del plasma de vida de Adán a vuestros pueblos.

51:5.7 (586.4) Mientras que los hijos de línea pura de un Jardín del Edén planetario pueden otorgarse a los miembros superiores de las razas evolutivas para elevar así el nivel biológico de la humanidad, no sería beneficioso que las cepas más altas de los mortales de Urantia se reprodujeran con las razas más bajas. Un proceder tan desacertado pondría en peligro toda la civilización de vuestro mundo. Al no haber logrado una armonía racial mediante la técnica adánica, debéis resolver ahora vuestro problema planetario de mejora de las razas por otros métodos de adaptación y control básicamente humanos.

6. El régimen edénico

51:6.1 (586.5) En la mayoría de los mundos habitados, los Jardines del Edén permanecen como magníficos centros culturales y continúan funcionando como patrones sociales de conducta y costumbres planetarias edad tras edad. Incluso en los primeros tiempos, cuando los pueblos violetas están relativamente segregados, sus escuelas reciben a candidatos adecuados procedentes de las razas del mundo, al tiempo que los desarrollos industriales del jardín abren nuevos canales de intercambios comerciales. Los Adanes y Evas y su progenie contribuyen así a la súbita expansión de la cultura y al rápido mejoramiento de las razas evolutivas de sus mundos. La amalgamación de las razas evolutivas con los hijos de Adán acrecienta y sella todas esas relaciones, lo que da como resultado un alza inmediata del estatus biológico, un avivamiento del potencial intelectual y una intensificación de la receptividad espiritual.

51:6.2 (586.6) En los mundos normales, la sede jardín de la raza violeta pasa a ser el segundo centro de la cultura del mundo y, junto con la ciudad sede del Príncipe Planetario, establece el ritmo de desarrollo de la civilización. Las escuelas de la ciudad sede del Príncipe Planetario y las escuelas jardín de Adán y Eva coexisten durante siglos. No suelen estar muy alejadas entre sí y cooperan de forma armoniosa.

51:6.3 (587.1) Pensad lo que supondría para vuestro mundo que en algún lugar del Levante existiera un centro mundial de civilización, una gran universidad planetaria de cultura que hubiera funcionado ininterrumpidamente durante 37 000 años. Y sumad a esto cómo se reforzaría la autoridad moral de un centro incluso tan antiguo si no muy lejos de allí estuviera situada otra sede aún más antigua de ministerio celestial cuyas tradiciones ejercieran una fuerza acumulativa de 500 000 años de influencia evolutiva integrada. A la larga, es la costumbre la que difunde los ideales del Edén por todo un mundo.

51:6.4 (587.2) Las escuelas de los Príncipes Planetarios se ocupan principalmente de filosofía, religión, moral y de las realizaciones intelectuales y artísticas superiores. Las escuelas jardín de Adán y Eva suelen estar dedicadas a artes prácticas, formación intelectual fundamental, cultura social, desarrollo económico, relaciones comerciales, eficiencia física y gobierno civil. Estos centros mundiales terminan por fusionarse, pero a veces esa unión efectiva no se produce hasta los tiempos del primer Hijo Magistrado.

51:6.5 (587.3) La existencia continuada del Adán y la Eva Planetarios, junto con el núcleo de línea pura de la raza violeta, confiere a la cultura edénica esa estabilidad de crecimiento en virtud de la cual llega a actuar sobre la civilización de un mundo con la fuerza persuasiva de la tradición. En estos Hijos e Hijas Materiales inmortales encontramos el último e indispensable eslabón que enlaza a Dios con el hombre, que salva el abismo casi infinito entre el Creador eterno y las personalidades finitas más bajas del tiempo. Tenemos aquí a un ser de alto origen que es físico, material, incluso criatura sexuada como los mortales de Urantia, alguien que puede ver y comprender al Príncipe Planetario invisible y servirle de intérprete ante las criaturas mortales del mundo, pues los Hijos e Hijas Materiales son capaces de ver a todos los órdenes inferiores de seres de espíritu. Visualizan al Príncipe Planetario y a todo su equipo, tanto visible como invisible.

51:6.6 (587.4) Con el paso de los siglos, a través de la amalgamación de su progenie con las razas de los hombres, estos mismos Hijo e Hija Materiales son aceptados como los antepasados comunes de la humanidad, los progenitores comunes de los descendientes de las razas evolutivas ahora mezclados. Está previsto que los mortales que parten desde un mundo habitado tengan la experiencia de reconocer a siete padres:

51:6.7 (587.5) 1. El padre biológico: el padre en la carne.

51:6.8 (587.6) 2. El padre del mundo: el Adán planetario.

51:6.9 (587.7) 3. El padre de las esferas: el Soberano del Sistema.

51:6.10 (587.8) 4. El Padre Altísimo: el Padre de la Constelación.

51:6.11 (587.9) 5. El Padre del universo: el Hijo Creador y regidor supremo de las creaciones locales.

51:6.12 (587.10) 6. Los Superpadres: los Ancianos de los Días que gobiernan el superuniverso.

51:6.13 (587.11) 7. El Padre espíritu o de Havona: el Padre Universal, que mora en el Paraíso y otorga su espíritu para que viva y trabaje en la mente de las criaturas humildes que habitan el universo de universos.

7. La administración unida

51:7.1 (587.12) Los Hijos Avonales del Paraíso van algunas veces a los mundos habitados en misiones judiciales, pero el primer Avonal que llega en misión de magistrado inaugura la cuarta dispensación de un mundo evolutivo del tiempo y el espacio. En algunos planetas donde este Hijo Magistrado es aceptado universalmente, se queda durante una edad, y el planeta prospera así bajo el gobierno conjunto de tres Hijos: el Príncipe Planetario, el Hijo Material y el Hijo Magistrado. Los dos últimos son visibles para todos los habitantes del mundo.

51:7.2 (588.1) Antes de que el primer Hijo Magistrado termine su misión en un mundo evolutivo normal, las funciones educativa y administrativa del Príncipe Planetario y el Hijo Material estarán ya unificadas. Esta amalgamación de la supervisión dual de un planeta instaura un orden nuevo y efectivo de administración del mundo. Al retirarse el Hijo Magistrado, el Adán planetario asume la dirección exterior de la esfera. El Hijo y la Hija Materiales actúan así conjuntamente como administradores planetarios hasta el asentamiento del mundo en la era de luz y vida, con lo cual el Príncipe Planetario es elevado a la posición de Soberano Planetario. Durante esta edad de evolución avanzada, Adán y Eva se convierten, por así decirlo, en primeros ministros conjuntos del mundo glorificado.

51:7.3 (588.2) Una vez bien establecida la nueva capital consolidada del mundo en evolución y en cuanto se pueden formar adecuadamente administradores competentes de rango menor, se fundan subcapitales en tierras remotas y entre los diferentes pueblos. Antes de que llegue otro Hijo dispensacional se habrán organizado entre cincuenta y cien subcentros de este tipo.

51:7.4 (588.3) El Príncipe Planetario y su equipo siguen fomentando los campos de actividad espiritual y filosófica. Adán y Eva prestan especial atención al estatus físico, científico y económico del mundo. Ambos grupos dedican sus energías por igual a promover las artes, las relaciones sociales y los logros intelectuales.

51:7.5 (588.4) En el momento de inaugurar la quinta dispensación de los asuntos del mundo, se ha conseguido una magnífica administración de las actividades planetarias. La existencia de los mortales en una esfera tan bien gestionada es verdaderamente estimulante y provechosa, y si los urantianos pudieran observar la vida en un planeta así, apreciarían inmediatamente el valor de las cosas que su mundo ha perdido por abrazar el mal y unirse a la rebelión.

51:7.6 (588.5) [Presentado por un Hijo Lanonandek secundario del cuerpo de reserva.]

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