Documento 155 - La huida por el norte de Galilea

   
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El libro de Urantia

Documento 155

La huida por el norte de Galilea

155:0.1 (1725.1) POCO después de desembarcar cerca de Queresa aquel azaroso domingo, Jesús y los veinticuatro avanzaron un poco hacia el norte y pasaron la noche en un hermoso parque al sur de Betsaida-Julias. Conocían bien este lugar de acampada porque habían parado allí en el pasado. Antes de retirarse a dormir el Maestro reunió a sus seguidores para comentar con ellos los planes de la gira proyectada por Batanea y el norte de Galilea hasta la costa fenicia.

1. ¿Por qué se enfurecen los paganos?

155:1.1 (1725.2) Jesús les dijo: «Todos deberíais recordar cómo habló el salmista sobre estos tiempos cuando dijo: ‘¿Por qué se enfurecen los paganos y los pueblos conspiran en vano? Los reyes de la tierra se establecen a sí mismos, y los dirigentes del pueblo se aconsejan entre sí, en contra del Señor y en contra de su ungido, diciendo: Rompamos los vínculos de la misericordia y desechemos las ataduras del amor’.

155:1.2 (1725.3) «Hoy veis cumplirse esto ante vuestros ojos, pero no veréis cumplirse el resto de la profecía del salmista porque tenía ideas erróneas sobre el Hijo del Hombre y su misión en la tierra. Mi reino está fundado en el amor, proclamado con misericordia y establecido mediante el servicio generoso. Mi Padre no está sentado en el cielo riéndose de los paganos con desprecio. No está descontento y lleno de ira. Es verdad la promesa de que el Hijo recibirá como herencia a los llamados paganos (que son en realidad sus hermanos ignorantes y faltos de instrucción). Yo recibiré a esos gentiles con brazos abiertos de afecto y misericordia. Se ofrecerá toda esta bondad amorosa a los llamados paganos, a pesar de la desacertada declaración de la escritura que da a entender que el Hijo triunfante ‘los quebrantará con vara de hierro y los hará añicos como vasija de alfarero’. El salmista os exhortaba a ‘servir al Señor con temor’; yo os pido que accedáis por la fe a los privilegios excelsos de la filiación divina. Él os ordena que os regocijéis temblando; yo os pido que os regocijéis en la seguridad. Él dice: ‘Besad al Hijo para que no se enoje, y perezcáis cuando se encienda su furor’, pero vosotros, que habéis vivido conmigo, sabéis muy bien que la ira y la cólera no forman parte de la instauración del reino de los cielos en el corazón de los hombres. En cambio el salmista vislumbró la verdadera luz cuando dijo al final de esta exhortación: ‘Bienaventurados son los que ponen su confianza en este Hijo’.»

155:1.3 (1725.4) Jesús siguió instruyendo así a los veinticuatro: «Los paganos tienen sus razones para estar furiosos con nosotros. Como su punto de vista es estrecho y limitado, pueden concentrar sus energías con entusiasmo. Su objetivo es cercano y más o menos visible, por eso se esfuerzan por alcanzarlo de forma valiente y eficaz. Vosotros, que habéis profesado la entrada en el reino de los cielos, os mostráis demasiado vacilantes e imprecisos a la hora de enseñar. Los paganos atacan directamente para conseguir sus objetivos; vosotros pecáis de anhelo crónico excesivo. Si deseáis entrar en el reino, ¿por qué no lo tomáis por asalto espiritual igual que los paganos toman una ciudad sitiada? No seréis dignos del reino si vuestro servicio consiste más que nada en lamentar el pasado, llorar sobre el presente y tener una esperanza vana en el futuro. ¿Por qué se enfurecen los paganos? Porque no conocen la verdad. ¿Por qué languidecéis en un anhelo fútil? Porque no obedecéis a la verdad. Cesad en vuestros anhelos inútiles y salid a hacer valientemente lo que sea necesario para el establecimiento del reino.

155:1.4 (1726.1) «En todo lo que hagáis, no os volváis parciales ni demasiado especializados. Los fariseos que buscan nuestra destrucción creen realmente que están sirviendo a Dios. La tradición los ha limitado tanto que están cegados por los prejuicios y endurecidos por el miedo. Considerad a los griegos, que tienen una ciencia sin religión, mientras que los judíos tienen una religión sin ciencia. Cuando los hombres llegan a extraviarse de este modo y aceptan una desintegración estrecha y confusa de la verdad, su única esperanza de salvación está en coordinarse con la verdad, en convertirse.

155:1.5 (1726.2) «Permitid que os declare solemnemente esta verdad eterna: si vosotros, en coordinación con la verdad, aprendéis a hacer de vuestras vidas un ejemplo hermoso y total de rectitud, vuestros semejantes os buscarán para conseguir lo que habéis adquirido de este modo. La medida en la que los buscadores de la verdad se sientan atraídos hacia vosotros será la medida de vuestra dotación de verdad, de vuestra rectitud. La medida en la que tengáis que llevar vuestro mensaje a la gente será, en cierto modo, la medida de vuestro fracaso en vivir una vida completa o recta, una vida coordinada con la verdad.»

155:1.6 (1726.3) El Maestro enseñó muchas más cosas a sus apóstoles y a los evangelistas antes de que le dieran las buenas noches y se retiraran a descansar.

2. Los evangelistas en Corazín

155:2.1 (1726.4) El lunes 23 de mayo por la mañana Jesús envió a Pedro a Corazín con los doce evangelistas y él salió con los once hacia Cesarea de Filipo. Tomaron la ruta del Jordán hasta la calzada que va de Damasco a Cafarnaúm, y desde allí siguieron en dirección noreste hasta la unión con la calzada a Cesarea de Filipo. Llegaron el martes 24 de mayo por la tarde y se quedaron allí enseñando durante dos semanas.

155:2.2 (1726.5) Pedro y los evangelistas se quedaron en Corazín dos semanas predicando el evangelio del reino a un grupo de creyentes poco numeroso pero serio, aunque no pudieron conseguir muchos nuevos conversos. Ninguna otra ciudad de Galilea dio tan pocas almas al reino como Corazín. Siguiendo las instrucciones de Pedro, los doce evangelistas hablaron menos de curaciones —de cosas físicas— y pusieron mucho más énfasis en las verdades espirituales del reino celestial. Esas dos semanas en Corazín constituyeron un verdadero bautismo de adversidad para los doce evangelistas, pues fue el periodo más difícil e improductivo de sus carreras hasta ese momento. Al verse privados así de la satisfacción de ganar almas para el reino, cada uno de ellos tuvo la oportunidad de evaluar con toda honradez y sinceridad el estado de su propia alma y su progreso en las sendas espirituales de la nueva vida.

155:2.3 (1726.6) Como parecía que no había más gente interesada por entrar en el reino, Pedro convocó a sus compañeros el martes 7 de junio y salieron hacia Cesarea de Filipo para reunirse con Jesús y los apóstoles. Llegaron el miércoles hacia el mediodía y pasaron toda la tarde contando sus experiencias entre los incrédulos de Corazín. En estas conversaciones Jesús volvió a referirse a la parábola del sembrador y les enseñó muchas cosas sobre el significado del fracaso aparente en las empresas de la vida.

3. En Cesarea de Filipo

155:3.1 (1727.1) Aunque Jesús no enseñó en público durante las dos semanas que estuvieron cerca de Cesarea de Filipo, los apóstoles organizaron muchas reuniones tranquilas en la ciudad al caer la tarde. Muchos de los que ya eran creyentes acudieron al campamento a hablar con el Maestro, pero se ganaron muy pocos nuevos creyentes durante esta visita. Jesús hablaba con los apóstoles todos los días, y vieron con más claridad que estaban entrando en una nueva fase de la predicación del reino de los cielos. Empezaban a comprender que el «reino de los cielos no es comida ni bebida, sino caer en la cuenta de la alegría espiritual de aceptar la filiación divina».

155:3.2 (1727.2) La estancia en Cesarea de Filipo fue una prueba real para los once apóstoles; fueron dos semanas duras para todos. Estaban al borde de la depresión y echaban de menos el estímulo periódico de la personalidad entusiasta de Pedro. En aquellos momentos creer en Jesús y ponerse a seguirlo era una verdadera prueba y una gran aventura. Consiguieron pocas conversiones durante esas dos semanas, pero en cambio aprendieron muchas cosas muy provechosas en sus conversaciones diarias con el Maestro.

155:3.3 (1727.3) Los apóstoles aprendieron que los judíos estaban espiritualmente estancados y moribundos porque habían cristalizado la verdad en un credo; que cuando la verdad se formula como una línea divisoria de exclusivismo biempensante, en lugar de servir como poste orientador del progreso espiritual, esas enseñanzas pierden su poder creativo y dador de vida y acaban por volverse meramente preservadoras y fosilizantes.

155:3.4 (1727.4) Fueron aprendiendo de Jesús a considerar a las personalidades humanas bajo el prisma de sus posibilidades en el tiempo y en la eternidad. Aprendieron que muchas almas pueden ser conducidas mejor a amar al Dios invisible si se les enseña primero a amar a sus hermanos a quienes sí pueden ver. Y en relación con esto se atribuyó un nuevo significado a la declaración del Maestro sobre el servicio generoso a los semejantes: «En cuanto lo hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis».

155:3.5 (1727.5) Una de las grandes lecciones de esta estancia en Cesarea versó sobre el origen de las tradiciones religiosas y el grave peligro de atribuir un carácter sagrado a cosas no sagradas, ideas comunes o acontecimientos cotidianos. De una de las conversaciones con el Maestro aprendieron que la religión verdadera es la lealtad sincera del hombre a sus convicciones más altas y verdaderas.

155:3.6 (1727.6) Jesús advirtió a sus creyentes que, si sus anhelos religiosos eran solo materiales, acabarían por perder la fe en Dios a medida que el conocimiento creciente de la naturaleza fuera negando progresivamente el origen supuestamente sobrenatural de las cosas. En cambio, si su religión era espiritual, el progreso de la ciencia física no podría alterar nunca su fe en las realidades eternas y los valores divinos.

155:3.7 (1727.7) Aprendieron que la religión, cuando tiene una motivación enteramente espiritual, hace que toda la vida valga más la pena: la llena de propósitos elevados, la dignifica con valores transcendentales, la inspira con motivaciones magníficas y reconforta al alma humana en todo momento con una esperanza sublime y vigorizante. La verdadera religión está destinada a disminuir las tensiones de la existencia; proporciona fe y valor para la vida diaria y el servicio generoso. La fe promueve la vitalidad espiritual y la fecundidad de la rectitud.

155:3.8 (1727.8) Jesús enseñó una y otra vez a sus apóstoles que ninguna civilización puede sobrevivir mucho tiempo a la pérdida de los mejores aspectos de su religión. No se cansó nunca de advertir a los doce del gran peligro de aceptar los símbolos y las ceremonias de la religión como sustitutos de la experiencia religiosa. Dedicó sistemáticamente toda su vida en la tierra a la misión de derretir las formas congeladas de la religión hasta convertirlas en las libertades líquidas de una filiación iluminada.

4. En el camino a Fenicia

155:4.1 (1728.1) El jueves 9 de junio por la mañana, después de recibir las noticias sobre el progreso del reino que les trajeron de Betsaida los mensajeros de David, este grupo de veinticinco maestros de la verdad salió de Cesarea de Filipo hacia la costa de Fenicia. Rodearon la región pantanosa pasando por Luz hasta empalmar con el camino que va de Magdala al monte Líbano, y de allí hasta el cruce con la carretera a Sidón. Llegaron a Sidón el viernes por la tarde.

155:4.2 (1728.2) Cuando pararon a almorzar a la sombra de un saliente rocoso cerca de Luz, los apóstoles tuvieron la ocasión de escuchar uno de los discursos más notables de todos sus años de asociación con Jesús. Acababan de sentarse a partir el pan cuando Simón Pedro preguntó a Jesús: «Maestro, si el Padre del cielo conoce todas las cosas, y si su espíritu es nuestro apoyo en el establecimiento del reino de los cielos en la tierra, ¿por qué huimos de las amenazas de nuestros enemigos?, ¿por qué evitamos enfrentarnos a los enemigos de la verdad?». Antes de que Jesús empezara a contestar a Pedro, Tomás irrumpió con otra pregunta: «Maestro, quisiera saber exactamente dónde está el error de nuestros enemigos de Jerusalén. ¿Cuál es la diferencia real entre su religión y la nuestra? ¿Cómo es posible que tengamos tantas divergencias cuando todos profesamos servir al mismo Dios?». A esto respondió Jesús: «No dejaré de responder a la pregunta de Pedro porque sé muy bien lo fácil que es interpretar mal mis motivos para evitar un choque abierto con los dirigentes de los judíos en este preciso momento, pero me parece que será más útil para todos vosotros contestar primero a la pregunta de Tomás. Lo haré en cuanto terminéis de almorzar».

5. El discurso sobre la verdadera religión

155:5.1 (1728.3) Este memorable discurso sobre la religión, resumido y expuesto en lenguaje moderno, contenía las verdades siguientes:

155:5.2 (1728.4) Aunque las religiones del mundo tienen un origen doble —natural y revelado— en cualquier momento y en cualquier pueblo se pueden encontrar tres formas distintas de devoción religiosa. Estas tres manifestaciones de la compulsión religiosa son:

155:5.3 (1728.5) 1. La religión primitiva. La compulsión seminatural e instintiva a temer a las energías misteriosas y adorar a las fuerzas superiores; es ante todo una religión de la naturaleza física, la religión del miedo.

155:5.4 (1728.6) 2. La religión de la civilización. Los conceptos y las prácticas religiosas que avanzan a medida que las razas se van civilizando. Es la religión de la mente, la teología intelectual basada en la autoridad de la tradición religiosa establecida.

155:5.5 (1728.7) 3. La verdadera religión, la religión de la revelación. La revelación de los valores sobrenaturales, una visión interior parcial de las realidades eternas, un atisbo de la belleza y la bondad del carácter infinito del Padre del cielo. Es la religión del espíritu tal como se manifiesta en la experiencia humana.

155:5.6 (1729.1) El Maestro no quiso menospreciar la religión de los sentidos físicos y los miedos supersticiosos del hombre natural, aunque deploró el hecho de que sobrevivieran tantos aspectos de esta forma primitiva de culto en las prácticas religiosas de las razas más inteligentes de la humanidad. Jesús dejó claro que la gran diferencia entre la religión de la mente y la religión del espíritu es que la primera la mantiene la autoridad eclesiástica y en cambio la segunda está basada por completo en la experiencia humana.

155:5.7 (1729.2) El Maestro prosiguió su enseñanza aclarando estas verdades:

155:5.8 (1729.3) Hasta que las razas se vuelvan muy inteligentes y mucho más civilizadas, perdurarán muchas de las ceremonias infantiles y supersticiosas que son tan características de las prácticas religiosas evolutivas de los pueblos primitivos y atrasados. Mientras la raza humana no haya progresado hasta el nivel de un reconocimiento más alto y más general de las realidades de la experiencia espiritual, muchos hombres y mujeres seguirán teniendo preferencia personal por las religiones de autoridad que solo exigen asentimiento intelectual, en contraste con la religión del espíritu que conlleva una participación activa de la mente y el alma en la aventura de lidiar por la fe con las rigurosas realidades de la experiencia humana progresiva.

155:5.9 (1729.4) La aceptación de las religiones de autoridad tradicionales constituye la salida fácil para la compulsión del hombre de satisfacer los anhelos de su naturaleza espiritual. Las religiones de autoridad, asentadas, cristalizadas y establecidas, ofrecen un refugio ya preparado donde el alma angustiada y desorientada del hombre puede huir cuando se siente acosada por el miedo y atormentada por la incertidumbre. Estas religiones solo exigen a sus devotos, como precio por el contento y la seguridad que proporcionan, un asentimiento pasivo y puramente intelectual.

155:5.10 (1729.5) Seguirá habiendo durante mucho tiempo en la tierra individuos apocados, temerosos y vacilantes que preferirán asegurarse así el consuelo religioso, aunque al unir su suerte con las religiones de autoridad comprometan la soberanía de su personalidad, degraden la dignidad del respeto de sí mismos y renuncien por completo al derecho a participar en la más apasionante e inspiradora de todas las experiencias humanas posibles: la búsqueda personal de la verdad, la emoción incomparable de hacer frente a los peligros del descubrimiento intelectual, la determinación de explorar las realidades de la experiencia religiosa personal, la satisfacción suprema de experimentar el triunfo personal de hacer realidad la victoria de la fe espiritual sobre las dudas intelectuales. Esta victoria se gana honradamente en la aventura suprema de toda existencia humana: el hombre que busca a Dios en tanto que Dios mismo y tal como es, y lo encuentra.

155:5.11 (1729.6) La religión del espíritu significa esfuerzo, lucha, conflicto, fe, determinación, amor, lealtad y progreso. La religión de la mente —la teología de la autoridad— exige pocos o ninguno de estos esfuerzos a sus creyentes formales. La tradición es un refugio seguro y un sendero fácil para las almas temerosas y apocadas que evitan instintivamente las luchas espirituales y las incertidumbres mentales asociadas a esos viajes de fe y audaz aventura por los mares abiertos de la verdad inexplorada en busca de las lejanas orillas de las realidades espirituales, tal como pueden ser descubiertas por la mente humana progresiva y experimentadas por el alma humana en vías de evolución.

155:5.12 (1729.7) Jesús prosiguió: «Los líderes religiosos de Jerusalén han formulado un sistema establecido de creencias intelectuales, una religión de autoridad, a partir de las diversas doctrinas de sus maestros tradicionales y de los profetas de otros tiempos. Todas esas religiones llaman ante todo a la mente, y nosotros estamos ahora a punto de entrar en grave conflicto con una de ellas porque pronto empezaremos a proclamar audazmente una nueva religión. Esta religión no es una religión en el sentido que tiene la palabra hoy en día, es una religión que llama principalmente al espíritu divino de mi Padre que reside en la mente del hombre. La autoridad de esta religión provendrá de los frutos de su aceptación, y esos frutos aparecerán con toda seguridad en la experiencia personal de todos aquellos que lleguen a creer realmente en las verdades de esta comunión espiritual superior».

155:5.13 (1730.1) Entonces Jesús señaló a cada uno de los veinticuatro, los llamó por su nombre y les dijo: «Y ahora, ¿quién de vosotros preferirá seguir el camino fácil de la conformidad con una religión establecida y fosilizada como la que defienden los fariseos de Jerusalén, en vez de sufrir las dificultades y persecuciones que lleva consigo la misión de proclamar un camino mejor de salvación para los hombres, y tener al mismo tiempo la satisfacción de descubrir por vosotros mismos las bellezas de las realidades de una experiencia viva y personal en las verdades eternas y en las grandezas supremas del reino de los cielos? ¿Sois miedosos, comodones y amigos de lo fácil? ¿Os asusta poner vuestro futuro en manos del Dios de la verdad, de quien sois hijos? ¿Desconfiáis del Padre, de quien sois hijos? ¿Volveréis al camino fácil de la certidumbre y la estabilidad intelectual de una religión de autoridad tradicional o queréis prepararos para avanzar conmigo hacia el futuro incierto y problemático de proclamar las verdades nuevas de la religión del espíritu, el reino de los cielos en el corazón de los hombres?».

155:5.14 (1730.2) Los veinticuatro oyentes se pusieron en pie para responder lealmente todos a una a este emotivo llamamiento, uno de los pocos que les hizo Jesús, pero él levantó la mano para impedirlo y les dijo: «Separaos ahora, y que cada uno se quede a solas con el Padre para buscar una respuesta no emocional a mi pregunta. Cuando hayáis encontrado esa actitud sincera y verdadera en vuestra alma, dad esa respuesta libre y audaz a mi Padre y vuestro Padre, cuya vida infinita de amor es el espíritu mismo de la religión que proclamamos».

155:5.15 (1730.3) Los evangelistas y los apóstoles se separaron durante un rato. Las palabras de Jesús habían elevado su espíritu, inspirado su mente y estimulado sus emociones, pero cuando Andrés los volvió a reunir, el Maestro se limitó a decir: «Vamos a seguir nuestro viaje; pasaremos una temporada en Fenicia, y todos deberíais pedir al Padre que transforme vuestras emociones mentales y corporales en las lealtades superiores de la mente y las experiencias más satisfactorias del espíritu».

155:5.16 (1730.4) Los veinticuatro empezaron a caminar en silencio, luego empezaron a hablar entre ellos, y a las tres de la tarde ya no aguantaron más. Se pararon y Pedro se acercó a Jesús para decirle: «Maestro, nos has dicho palabras de verdad y de vida, pero nosotros quisiéramos oír más; te rogamos que nos sigas hablando de estas cosas».

6. El segundo discurso sobre la religión

155:6.1 (1730.5) Entonces se sentaron a la sombra de una ladera y Jesús siguió hablándoles sobre la religión del espíritu. En esencia les dijo:

155:6.2 (1730.6) Habéis surgido de un colectivo que se declara satisfecho con una religión de la mente, que ansía seguridad y prefiere el conformismo. Habéis elegido cambiar vuestros sentimientos de certeza autoritaria por las seguridades del espíritu de una fe aventurera y progresiva. Os habéis atrevido a protestar contra la penosa esclavitud de la religión institucional y a rechazar la autoridad de las tradiciones escritas que se consideran ahora palabra de Dios. Nuestro Padre habló en verdad a través de Moisés, Elías, Isaías, Amós y Oseas, pero no ha dejado de ofrecer al mundo palabras de verdad después de los tiempos de aquellos profetas de la antigüedad. Mi Padre no hace acepción de razas ni de generaciones, no concede la palabra de la verdad a una época y se la oculta a otra. No cometáis la locura de llamar divino a lo que es enteramente humano, y no dejéis de discernir las palabras de la verdad aunque no provengan de la supuesta inspiración de los oráculos tradicionales.

155:6.3 (1731.1) Os he llamado para que nazcáis de nuevo, para que nazcáis del espíritu. Os he llamado para que salgáis de las sombras de la autoridad y del letargo de la tradición, y entréis en la luz trascendente que os hará comprender la posibilidad de hacer por vosotros mismos el mayor descubrimiento que puede hacer el alma humana: la experiencia superna de encontrar a Dios por vosotros mismos, en vosotros mismos y para vosotros mismos, y de hacer todo esto como un hecho de vuestra propia experiencia personal. Así podréis pasar de la muerte a la vida, de la autoridad de la tradición a la experiencia de conocer a Dios; pasaréis de la oscuridad a la luz, de una fe racial heredada a una fe personal obtenida por experiencia. Con ello progresaréis desde una teología de la mente transmitida por vuestros antepasados hasta una verdadera religión del espíritu que será edificada en vuestra alma como dotación eterna.

155:6.4 (1731.2) Vuestra religión dejará de ser la mera creencia intelectual en una autoridad tradicional para convertirse en la experiencia efectiva de una fe viva capaz de captar la realidad de Dios y de todo lo relacionado con el espíritu divino del Padre. La religión de la mente os ata irremediablemente al pasado; la religión del espíritu consiste en una revelación progresiva que os invita sin cesar hacia logros más altos y más santos en los ideales espirituales y en las realidades eternas.

155:6.5 (1731.3) La religión de autoridad puede dar una sensación inmediata de seguridad estable, pero pagáis por esa satisfacción transitoria el precio de perder vuestra independencia espiritual y vuestra libertad religiosa. Mi Padre no exige de vosotros como precio para entrar en el reino de los cielos que os obliguéis a creer en cosas espiritualmente repugnantes, impías o falsas. No se exige de vosotros que ultrajéis vuestro propio sentido de la misericordia, de la justicia y de la verdad sometiéndoos a un sistema desfasado de formas y ceremonias religiosas. La religión del espíritu os deja libres en todo momento para seguir la verdad dondequiera que os lleven las directrices del espíritu. ¿Y quién puede juzgar? Quizás este espíritu tenga algo que impartir a esta generación que otras generaciones se han negado a oír.

155:6.6 (1731.4) ¡Vergüenza deberían sentir los falsos maestros religiosos que pretenden arrastrar a las almas hambrientas al oscuro y lejano pasado para abandonarlas allí! Esas desafortunadas personas están condenadas a sentir miedo ante todo nuevo descubrimiento y desconcierto ante toda nueva revelación de la verdad. El profeta que dijo: «Aquel cuya mente se queda en Dios será conservado en paz perfecta» no se limitaba a creer intelectualmente en una teología autoritaria. Ese humano conocedor de la verdad había descubierto a Dios; no solo hablaba de Dios.

155:6.7 (1731.5) Os recomiendo que perdáis la costumbre de citar siempre a los profetas de la antigüedad y alabar a los héroes de Israel, y aspiréis en cambio a convertiros en profetas vivos del Altísimo y héroes espirituales del reino venidero. Puede que realmente merezca la pena honrar a los líderes que conocieron a Dios en el pasado, pero ¿por qué tendríais que sacrificar al hacerlo la experiencia suprema de la existencia humana: encontrar a Dios por vosotros mismos y conocerlo en vuestra propia alma?

155:6.8 (1732.1) Cada raza de la humanidad tiene su propia actitud mental ante la existencia humana, por eso las religiones de la mente están siempre en consonancia con los diversos puntos de vista raciales. Las religiones de autoridad no podrán nunca llegar a unificarse. La unidad humana y la hermandad de los mortales solo se pueden conseguir por medio y a través de la superdotación de la religión del espíritu. Las mentes pueden variar de una raza a otra, pero toda la humanidad está habitada por el mismo espíritu divino y eterno. La esperanza de la hermandad humana solo puede hacerse realidad cuando y en la medida en que las distintas religiones mentales de autoridad sean impregnadas con la religión unificadora y ennoblecedora del espíritu —la religión de la experiencia espiritual personal— y eclipsadas por ella.

155:6.9 (1732.2) Las religiones de autoridad solo pueden dividir a los hombres y provocar enfrentamientos entre ellos; la religión del espíritu empujará progresivamente a los hombres a unirse y fomentará las actitudes abiertas y comprensivas. Las religiones de autoridad exigen a los hombres uniformidad de creencias, pero esto es imposible en el estado presente del mundo. La religión del espíritu solo pide unidad de experiencia —uniformidad de destino— y acepta plenamente la diversidad de creencias. La religión del espíritu no exige uniformidad de perspectivas ni de puntos de vista sino solo uniformidad de visión interior. La religión del espíritu no exige opiniones intelectuales uniformes, sino solo unidad de sentimiento espiritual. Las religiones de autoridad se cristalizan en credos sin vida; la religión del espíritu se convierte en la alegría y la libertad cada vez mayor que llevan consigo las acciones ennoblecedoras de servicio por amor y de cuidado misericordioso.

155:6.10 (1732.3) Pero guardaos de mirar con desdén a los hijos de Abraham porque les haya tocado vivir en estos malos tiempos de esterilidad tradicional. Nuestros antepasados se entregaron a la búsqueda tenaz y apasionada de Dios, y lo descubrieron como ninguna otra raza humana completa lo ha conocido nunca desde los tiempos de Adán, que sabía muchas de estas cosas, porque él mismo era un Hijo de Dios. A mi Padre no le ha pasado nunca desapercibida la larga e incansable lucha de Israel, desde los días de Moisés, por descubrir a Dios y conocerlo. Durante largas generaciones, los judíos no han dejado de esforzarse, sudar, gemir, penar y soportar los sufrimientos y pesares de un pueblo incomprendido y despreciado; y todo ello para poder acercarse un poco más al descubrimiento de la verdad sobre Dios. A pesar de todos los fracasos y titubeos de Israel, nuestros padres, desde Moisés hasta los tiempos de Amós y Oseas, revelaron progresivamente a todo el mundo una imagen cada vez más clara y verdadera del Dios eterno. Y así se preparó el camino para esta revelación aún más grande del Padre que habéis sido llamados a compartir.

155:6.11 (1732.4) No olvidéis nunca que solo hay una aventura más apasionante y satisfactoria que el intento de descubrir la voluntad del Dios vivo, y es la experiencia suprema de intentar hacer honradamente esa voluntad divina. Y tened siempre presente que la voluntad de Dios se puede hacer en cualquier ocupación terrenal. No hay profesiones santas y profesiones seculares. Todas las cosas son sagradas en la vida de los que están guiados por el espíritu, es decir, subordinados a la verdad, ennoblecidos por el amor, dominados por la misericordia y refrenados por la equidad, por la justicia. El espíritu que mi Padre y yo enviaremos al mundo no es solo el Espíritu de la Verdad, sino también el espíritu de la belleza idealista.

155:6.12 (1732.5) No sigáis buscando la palabra de Dios únicamente en las páginas de los viejos escritos dotados oficialmente de autoridad teológica. A partir de ahora los que han nacido del espíritu de Dios percibirán la palabra de Dios sin importar de dónde parezca provenir. No se debe descartar la verdad divina porque haya sido otorgada por un canal aparentemente humano. Muchos de vuestros hermanos aceptan mentalmente la teoría de Dios pero no consiguen captar espiritualmente la presencia de Dios. Por esta misma razón me habéis oído deciros tantas veces que para comprender el reino de los cielos lo mejor es adoptar la actitud espiritual de un niño sincero. No es la inmadurez mental del niño lo que os recomiendo, sino la simplicidad espiritual de un pequeño que cree con facilidad y confía plenamente. No es tan importante que conozcáis el hecho de Dios como que vayáis desarrollando la capacidad de sentir la presencia de Dios.

155:6.13 (1733.1) Una vez que empecéis a descubrir a Dios en vuestra alma, empezaréis enseguida a descubrirlo en el alma de otros hombres y a la larga en todas las criaturas y creaciones de un poderoso universo. Pero ¿podrá aparecer el Padre como un Dios de lealtades supremas e ideales divinos en el alma de unos hombres que dedican poco o ningún tiempo a la contemplación reflexiva de esas realidades eternas? Aunque la mente no es el asiento de la naturaleza espiritual, no deja de ser su puerta de entrada.

155:6.14 (1733.2) Sin embargo, no cometáis el error de intentar demostrar a otros hombres que habéis encontrado a Dios porque no podréis aportar conscientemente ninguna prueba válida. En cambio hay dos demostraciones claras y concluyentes del hecho de que conocéis a Dios:

155:6.15 (1733.3) 1. Los frutos del espíritu de Dios que se muestran en vuestra vida cotidiana.

155:6.16 (1733.4) 2. El hecho de que todo vuestro plan de vida es una prueba clara de que habéis arriesgado sin reservas todo lo que sois y tenéis en la aventura de la supervivencia después de la muerte, en la esperanza de encontrar al Dios de la eternidad cuya presencia habéis saboreado anticipadamente en el tiempo.

155:6.17 (1733.5) Pero no os equivoquéis, mi Padre responderá siempre a la más tenue llama de fe. Él toma nota de las emociones físicas y supersticiosas del hombre primitivo. Y con esas almas honradas pero temerosas, cuya fe es tan débil que no pasa de ser conformidad intelectual con una actitud de asentimiento pasivo a las religiones de autoridad, el Padre está siempre alerta para honrar e incluso fomentar todos esos débiles intentos de llegar hasta él. Pero se espera de vosotros, que habéis sido llamados a salir de la oscuridad y traídos a la luz, que creáis de todo corazón; vuestra fe dominará las actitudes conjuntas del cuerpo, la mente y el espíritu.

155:6.18 (1733.6) Sois mis apóstoles, y para vosotros la religión no debe convertirse en un refugio teológico al que podáis huir cuando temáis enfrentaros a las duras realidades del progreso espiritual y de la aventura idealista. Vuestra religión se debe convertir más bien en una experiencia real que atestigüe que Dios os ha encontrado, idealizado, ennoblecido y espiritualizado, y que os habéis embarcado en la aventura eterna de encontrar al Dios que os ha encontrado a vosotros y os ha hecho sus hijos.

155:6.19 (1733.7) Cuando Jesús terminó de hablar hizo una seña a Andrés, y apuntando hacia el oeste en dirección a Fenicia, dijo: «Sigamos nuestro camino».

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