Un momento en el tiempo
De Bernard Gabriel Belarski, Sydney (Australia)
Recordando los muchos años de lectura y de estudio de mi querido Libro de Urantia, me parece que la revelación tiene ciertos componentes que son más relevantes durante diferentes etapas del desarrollo de la mente. Durante diferentes momentos de mi vida, ciertas enseñanzas me han llamado la atención.
Recuerdo la enorme alegría que brotó de mi alma cuando completé mi primera lectura de El libro de Urantia, allá por el verano del 77. Cuando cerré el libro, me di cuenta de que, después de muchos años de búsqueda de la verdad, ¡había terminado lo que consideraba era el libro más asombroso que se había publicado jamás! ¿Cómo podía ser que un libro respondiera a tantas preguntas? Poco tiempo después, me di cuenta de que necesitaría toda una vida para hacer realidad lo que acababa de descubrir.
Recuerdo lo impresionado que me sentí con la filosofía de Rodán y lo profundas que eran las palabras de perspicacia y sabiduría del Maestro. ¿Cuánto tiempo necesitarían esas enseñanzas para ser parte de mí? Pasé unos diez años interpretando el sermón de la ordenación, y después de todos mis intentos de comprender esas palabras, casi veinte años después, encontré algo de comprensión valiosa.
Tener una fe personal en la vida eterna ha sido el principal ingrediente de mi mentalidad a lo largo de esta vida mortal. Creer que esta aventura continuará a través de una carrera universal me ha llevado a una comprensión que cuenta tanto con los éxitos como con los fracasos.
Comprender personalmente estas enseñanzas me llevó a muchos ajustes de comprensión y a un cambio de actitud. Y, lo más importante, significa poder hablar de ellas con mis propias palabras. Y así, deseo compartir estas perspicacias después de años de estudio.
La primera trata del primer jubileo. Más que contarles la perspicacia que obtuve de él, les recomiendo que estudien el Documento 27, que les llevará a comprenderlo y apreciarlo y lo importante que es tener esta experiencia mientras vivimos nuestra vida mortal.
La segunda está en el Documento 140, “La ordenación de los doce”. Ha sido mi guía para la felicidad. He encontrado en estas palabras más vida y más valor que en todas las demás. Y qué asombroso es saber que nuestro Hijo Creador Paradisíaco le dio consejo a usted, a mí y a toda vida inteligente. Capturar siquiera un conocimiento parcial de este mensaje mejorará la calidad de vida de todo buscador de la verdad.
La tercera es, para mí, la expansión de la madurez y el equivalente al crecimiento del alma. Creo que quizá leamos la verdad compartida más profunda en el Documento 118, sección 1, “El tiempo y la eternidad”. En el verano del 77, la afirmación “y esto representa nuestro mejor concepto de la eternidad y de lo eterno” me hizo temblar ante el poder contenido en esta sección y, aún hoy, mientras repaso estos pasajes, experimento un gran sentido de humildad y gratitud.
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