Documento 76 - El segundo Jardín

   
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El libro de Urantia

Documento 76

El segundo Jardín

76:0.1 (847.1) CUANDO Adán decidió abandonar el primer jardín sin oponer resistencia a los noditas, él y sus seguidores no podían ir hacia el oeste, pues los edenitas carecían de embarcaciones adecuadas para semejante aventura marina. No podían ir hacia el norte porque los noditas del norte marchaban ya hacia el Edén. Temían ir hacia el sur porque las colinas de esa región estaban plagadas de tribus hostiles. El único camino abierto era hacia el este, de modo que viajaron en esa dirección hacia las regiones situadas entre los ríos Tigris y Éufrates, que eran agradables en aquel entonces. Y muchos de los que se quedaron atrás viajarían más tarde hacia el este para unirse a los adanitas en el valle donde se habían establecido.

76:0.2 (847.2) Caín y Sansa nacieron antes de que la caravana adánica llegara a su destino entre los ríos de Mesopotamia. Laotta, la madre de Sansa, murió al nacer su hija. Eva sufrió mucho pero sobrevivió gracias a su fortaleza superior. Eva acogió en su pecho a Sansa, la hija de Laotta, y la crió con Caín. Sansa llegó a ser una mujer de grandes aptitudes. Se convirtió en la esposa de Sargan, el jefe de las razas azules del norte, y contribuyó al avance de los hombres azules de aquellos tiempos.

1. Los edenitas entran en Mesopotamia

76:1.1 (847.3) La caravana de Adán tardó casi un año en llegar al río Éufrates. Como lo encontraron crecido, permanecieron acampados en las llanuras del oeste del río durante casi seis semanas antes de poder atravesarlo para llegar a la tierra situada entre los ríos que iba a convertirse en el segundo jardín.

76:1.2 (847.4) Ante la noticia de que el rey y sumo sacerdote del Jardín del Edén marchaba hacia ellos, los moradores de las tierras del segundo jardín huyeron apresuradamente a las montañas del este, y Adán encontró desocupado todo el territorio que deseaba. En este nuevo emplazamiento Adán y sus ayudantes se pusieron a trabajar para construir sus nuevas viviendas y establecer un nuevo centro de cultura y religión.

76:1.3 (847.5) Adán sabía que ese lugar era una de las tres opciones originales de la comisión encargada por Van y Amadon de buscar posibles emplazamientos para el Jardín. Los propios ríos eran una buena defensa natural en aquellos tiempos, y cerca del límite norte del segundo jardín el Éufrates y el Tigris se acercaban mucho, de modo que se pudo construir una muralla defensiva de noventa kilómetros para proteger el territorio que quedaba al sur entre los ríos.

76:1.4 (847.6) Tras instalarse en el nuevo Edén se vieron en la necesidad de adoptar métodos rudimentarios de vida; parecía enteramente que el terreno estaba maldito. La naturaleza volvía a seguir su curso. Los adanitas se veían ahora obligados a extraer su subsistencia de unas tierras no preparadas y a afrontar las realidades de la vida entre las hostilidades y las incompatibilidades naturales de la existencia mortal. Habían encontrado el primer jardín parcialmente preparado para ellos, pero tuvieron que crear el segundo con el esfuerzo de sus propias manos y con el «sudor de su frente».

2. Caín y Abel

76:2.1 (848.1) Menos de dos años después de Caín, vino al mundo Abel, el primer hijo de Adán y Eva nacido en el segundo jardín. Cuando Abel llegó a los doce años decidió ser pastor; Caín había elegido dedicarse a la agricultura.

76:2.2 (848.2) En aquellos días era costumbre hacer ofrenda a los sacerdotes de las cosas que se tenían a mano. Los pastores las traían de sus rebaños, los agricultores de los frutos de los campos. De acuerdo con esta costumbre, Caín y Abel hacían por igual ofrendas periódicas a los sacerdotes. Los dos muchachos habían discutido muchas veces sobre los méritos relativos de sus ocupaciones, y Abel no tardó en observar que se mostraba preferencia por sus sacrificios de animales. Caín apelaba en vano a las tradiciones del primer Edén, a la antigua preferencia por los frutos de la tierra. Pero esto Abel no lo reconocía y se burlaba de la frustración de su hermano mayor.

76:2.3 (848.3) En los días del primer Edén, Adán había procurado efectivamente desincentivar las ofrendas de animales sacrificados, de manera que Caín tenía un precedente para justificar sus argumentos. Sin embargo fue difícil organizar la vida religiosa en el segundo Edén. Adán tenía que cargar con mil y un detalles relacionados con los trabajos de construcción, defensa y agricultura. Como estaba muy deprimido espiritualmente, confió la organización del culto y la educación a sus colaboradores de origen nodita que habían ejercido esas funciones en el primer jardín. Los sacerdotes noditas oficiantes tardaron muy poco en volver a las normas y costumbres de los tiempos preadánicos.

76:2.4 (848.4) Los dos muchachos nunca se llevaron bien, y este asunto de los sacrificios contribuyó más al odio creciente que se tenían. Abel sabía que era hijo de Adán y de Eva y nunca dejó de recalcar a Caín que Adán no era su padre. Caín no era violeta puro, dado que su padre había sido de raza nodita mezclada después con el hombre azul y el hombre rojo y con la estirpe andónica aborigen. Todo esto, unido a la belicosidad congénita de Caín, le hizo alimentar cada vez más odio hacia su hermano menor.

76:2.5 (848.5) Los muchachos tenían dieciocho y veinte años respectivamente cuando la tensión que había entre ellos estalló definitivamente. Un día, las mofas de Abel enfurecieron tanto a su belicoso hermano que Caín, lleno de ira, se abalanzó contra él y lo mató.

76:2.6 (848.6) La observación de la conducta de Abel confirma la importancia del entorno y la educación como factores de desarrollo del carácter. Abel tenía una herencia ideal, y la herencia yace en el fondo de todo carácter, pero la influencia de un ambiente inferior neutralizó prácticamente esta magnífica herencia. Abel estuvo muy influido por ese entorno desfavorable sobre todo en sus primeros años. Si hubiera vivido hasta los veinticinco o los treinta se habría convertido en una persona totalmente distinta; su espléndida herencia habría salido entonces a la luz. Mientras que un buen entorno no puede hacer mucho por superar realmente las desventajas de carácter que conlleva una herencia inferior, un entorno malo puede echar a perder con toda facilidad una herencia excelente, al menos durante los primeros años de la vida. Un buen ambiente social y una educación correcta son el terreno y el clima indispensables para aprovechar al máximo una buena herencia.

76:2.7 (849.1) Los padres de Abel se enteraron de su muerte cuando sus perros trajeron los rebaños a casa sin su amo. Para Adán y Eva, Caín se estaba convirtiendo rápidamente en el nefasto recuerdo de su locura, y lo animaron en su decisión de marcharse del jardín.

76:2.8 (849.2) La vida de Caín en Mesopotamia no había sido precisamente feliz pues él era el símbolo indiscutible de la falta. No es que sus compañeros fueran antipáticos con él, pero se daba cuenta del resentimiento subconsciente que causaba su presencia. Como no tenía ninguna marca tribal, sabía que la primera tribu que se encontrara con él lo mataría. El miedo y algo de remordimiento le hicieron arrepentirse. Caín no había sido habitado nunca por un Ajustador, había desafiado siempre la disciplina familiar y desdeñado la religión de su padre. Pero ahora acudió a Eva, su madre, para pedirle ayuda y guía espiritual, y cuando buscó sinceramente auxilio divino, un Ajustador fue a morar en su interior. Este Ajustador que moraba en él y velaba por él confirió a Caín una clara ventaja de superioridad que lo llevó a ser considerado por todos como miembro de la temida tribu de Adán.

76:2.9 (849.3) Y así marchó Caín hacia la tierra de Nod, que estaba al este del segundo Edén. Llegó a ser el gran jefe de uno de los grupos del pueblo de su padre y cumplió hasta cierto punto las predicciones de Serapatatia, pues promovió la paz entre los adanitas y esta división de los noditas durante toda su vida. Caín se casó con Remona, una prima lejana suya, y su primer hijo, Enoc, llegó a ser el jefe de los noditas elamitas. Los elamitas y los adanitas siguieron viviendo en paz durante cientos de años.

3. La vida en Mesopotamia

76:3.1 (849.4) A medida que pasaba el tiempo en el segundo jardín, las consecuencias de la falta se hacían cada vez más evidentes. Adán y Eva echaban mucho de menos su antiguo hogar lleno de belleza y tranquilidad así como a sus hijos trasladados a Edentia. Era realmente patético ver a esta magnífica pareja reducida a la condición de la carne común del mundo, aunque soportaban su disminuido estado con gracia y entereza.

76:3.2 (849.5) Adán tuvo el acierto de dedicar la mayor parte de su tiempo a instruir a sus hijos y a sus compañeros en administración pública, métodos educativos y prácticas religiosas. De no haber sido por esta previsión se habría desencadenado un pandemonio a su muerte, pero tal como se desarrollaron las cosas, la muerte de Adán afectó muy poco a la conducción de los asuntos de su pueblo. Mucho antes de fallecer, Adán y Eva se dieron cuenta de que sus hijos y sus seguidores habían aprendido gradualmente a olvidar sus días de gloria en el Edén. Era preferible que la mayoría de sus seguidores se olvidaran de la grandiosidad del Edén para que no les pareciera demasiado malo su nuevo entorno menos afortunado.

76:3.3 (849.6) Los dirigentes civiles de los adanitas provinieron hereditariamente de los hijos del primer jardín. El primer hijo de Adán, Adamson (Adán ben Adán), fundó un centro secundario de la raza violeta al norte del segundo Edén. El segundo hijo de Adán, Eveson, llegó a ser un magnífico líder y administrador; fue el gran ayudante de su padre. Eveson no vivió tanto como Adán, y su hijo mayor, Jansad, se convirtió en el sucesor de Adán como cabeza de las tribus adanitas.

76:3.4 (849.7) Los dirigentes religiosos, o sacerdotes, empezaron con Set, el hijo mayor superviviente de Adán y Eva nacido en el segundo jardín. Nació ciento veintinueve años después de la llegada de Adán a Urantia. Set se dedicó a mejorar el estatus espiritual del pueblo de su padre y se convirtió en el director del nuevo clero del segundo jardín. Su hijo Enós fundó el nuevo orden de culto, y su nieto Cainán instituyó el servicio exterior de misioneros para las tribus circundantes, cercanas y lejanas.

76:3.5 (850.1) El sacerdocio setita fue una empresa triple que englobaba la religión, la salud y la educación. Los sacerdotes de esta orden eran formados para oficiar en ceremonias religiosas, para servir como médicos e inspectores sanitarios y para actuar como maestros en las escuelas del jardín.

76:3.6 (850.2) La caravana de Adán había transportado a la tierra situada entre los ríos las semillas y los bulbos de cientos de plantas y cereales del primer jardín, así como grandes rebaños y algunos ejemplares de todos los animales domesticados. Esto les dio una gran ventaja sobre las tribus vecinas. Disfrutaron de muchos de los beneficios de la cultura anterior del Jardín original.

76:3.7 (850.3) Hasta el momento de abandonar el primer jardín, Adán y su familia habían subsistido siempre a base de frutas, cereales y frutos secos. En el camino a Mesopotamia comieron por primera vez hortalizas y hierbas aromáticas. El consumo de carne se introdujo pronto en el segundo jardín, pero Adán y Eva no comieron nunca carne con regularidad. Tampoco se volvieron carnívoros Adamson, Eveson, ni los demás hijos de la primera generación del primer jardín.

76:3.8 (850.4) Los adanitas aventajaban enormemente a los pueblos circundantes en logros culturales y desarrollo intelectual. Elaboraron el tercer alfabeto y sentaron muchos fundamentos precursores del arte, las ciencias y la literatura de los tiempos modernos. En las tierras situadas entre el Tigris y el Éufrates continuaron con las artes de la escritura, la metalurgia, la alfarería y la tejeduría, y crearon un tipo de arquitectura no superado en miles de años.

76:3.9 (850.5) La vida de familia de los pueblos violeta era ideal para la época. Los niños recibían cursos de formación en agricultura, artesanía y cría de animales, o bien eran educados para desempeñar la triple función de los setitas: sacerdote, médico y maestro.

76:3.10 (850.6) En cuanto a los sacerdotes setitas, no confundáis a esos nobles maestros de la salud y de la religión, a esos auténticos educadores de ideas elevadas, con los clérigos envilecidos y mercantilistas de las tribus posteriores y de las naciones circundantes. Sus conceptos religiosos de la Deidad y del universo eran avanzados y bastante exactos, sus disposiciones sanitarias eran excelentes para la época y sus métodos educativos no han sido superados desde entonces.

4. La raza violeta

76:4.1 (850.7) Adán y Eva fueron los fundadores de la raza violeta, la novena raza humana que apareció en Urantia. Adán y su prole tenían los ojos azules, y los pueblos violetas se caracterizaban por su tez clara y el color claro de su cabello: amarillo, rojo y castaño.

76:4.2 (850.8) Eva daba a luz sin dolor igual que las primeras razas evolutivas. Solo las razas mestizas producto de la unión del hombre evolutivo con los noditas y más tarde con los adanitas sufrieron fuertes dolores de parto.

76:4.3 (851.1) Adán y Eva, como sus hermanos de Jerusem, recibían energía mediante nutrición dual, pues se alimentaban tanto de comida como de luz, con el complemento de ciertas energías suprafísicas no reveladas en Urantia. Sus descendientes de Urantia no heredaron el atributo de absorción de energía y circulación de luz de sus padres, sino que tenían una sola circulación sanguínea de tipo humano. Eran intencionadamente mortales, aunque muy longevos, pero su esperanza de vida se iba aproximando a la norma humana con cada generación sucesiva.

76:4.4 (851.2) Adán y Eva y la primera generación de sus hijos no utilizaban la carne de los animales para alimentarse. Subsistían enteramente a base de «los frutos de los árboles». Después de la primera generación todos los descendientes de Adán empezaron a tomar productos lácteos, pero muchos de ellos mantuvieron la dieta sin carne. Muchas de las tribus del sur con las que se unieron después tampoco eran consumidoras de carne. La mayoría de estas tribus vegetarianas emigrarían más adelante hacia el este y sobreviven a día de hoy mezcladas con los pueblos de la India.

76:4.5 (851.3) Adán y Eva tenían una visión tanto física como espiritual muy superior a la de las gentes de hoy. Sus sentidos especiales eran mucho más agudos, y eran capaces de ver a los intermedios y a las huestes angélicas, a los Melquisedec y al Príncipe caído, Caligastia, que fue a entrevistarse varias veces con su noble sucesor. Conservaron la capacidad de ver a estos seres celestiales durante más de cien años después de la falta. Estos sentidos especiales no eran tan agudos en sus hijos y fueron disminuyendo con cada generación.

76:4.6 (851.4) Los hijos adánicos estaban habitados generalmente por un Ajustador interior, puesto que todos poseían una indudable capacidad de supervivencia. Esta prole superior no estaba tan sujeta al miedo como los hijos de la evolución. Si hay tanto miedo hoy en día en las razas de Urantia es debido al poco plasma de vida de Adán que recibieron vuestros ancestros por culpa del malogro prematuro de los planes de mejoramiento físico de las razas.

76:4.7 (851.5) Las células corporales de los Hijos Materiales y de su progenie son mucho más resistentes a las enfermedades que las de los seres evolutivos autóctonos del planeta. Las células corporales de las razas nativas son similares a los organismos vivos microscópicos y ultramicroscópicos que producen las enfermedades del mundo. Estos hechos explican por qué los pueblos de Urantia necesitan hacer tanto esfuerzo científico para resistir a tantas afecciones físicas. Seríais bastante más resistentes a las enfermedades si vuestras razas llevaran más sangre adánica.

76:4.8 (851.6) Una vez establecido en el segundo jardín junto al Éufrates, Adán decidió dejar tras de sí la mayor cantidad posible de su plasma de vida para beneficiar al mundo después de su muerte. Con este objetivo, se nombró una comisión de doce miembros encabezada por Eva para la mejora de las razas. Antes de morir Adán, esta comisión había seleccionado a 1682 mujeres del tipo más alto de Urantia que fueron fecundadas con el plasma de vida adánico. Todos sus hijos menos 112 llegaron a adultos, de modo que el mundo se benefició así con la adición de 1570 hombres y mujeres superiores. Aunque estas candidatas a madres fueron seleccionadas entre todas las tribus circundantes y representaban a la mayor parte de las razas del planeta, la mayoría pertenecía a las cepas más altas de los noditas, y constituyeron los primeros comienzos de la poderosa raza andita. Estos niños nacieron y se criaron en el entorno tribal de sus madres respectivas.

5. La muerte de Adán y Eva

76:5.1 (851.7) Poco después de establecerse en el segundo Edén, Adán y Eva fueron informados de que su arrepentimiento era aceptable y de que, aunque condenados a sufrir el destino de los mortales de su mundo, se harían sin duda acreedores al derecho de ser admitidos entre los supervivientes durmientes de Urantia. Escucharon conmovidos el anuncio de los Melquisedec y creyeron plenamente en este evangelio de resurrección y rehabilitación. Su trasgresión había sido un error de juicio y no un pecado de rebelión consciente y deliberada.

76:5.2 (852.1) En su calidad de ciudadanos de Jerusem, Adán y Eva no tenían Ajustadores del Pensamiento. En Urantia tampoco moró en ellos un Ajustador durante su estancia en el primer jardín. Pero poco después de su degradación al estatus de mortales, se hicieron conscientes de que había dentro de ellos una nueva presencia y se dieron cuenta de que su estatus humano, unido a su sincero arrepentimiento, habían hecho posible que los Ajustadores moraran en su interior. El hecho de saberse habitados por un Ajustador animó mucho a Adán y a Eva durante el resto de su vida. Sabían que habían fracasado como Hijos Materiales de Satania, pero sabían también que la carrera al Paraíso seguía abierta para ellos como hijos ascendentes del universo.

76:5.3 (852.2) Adán sabía que hubo una resurrección dispensacional al tiempo de su llegada al planeta, y pensaba que él y su compañera serían probablemente repersonalizados en relación con el advenimiento del siguiente orden de filiación. No sabía que Miguel, el soberano de este universo, iba a aparecer tan pronto en Urantia; suponía que el siguiente Hijo que llegara sería del orden Avonal. Por otra parte, siempre fue un consuelo para Adán y para Eva, aunque les costara entenderlo, meditar sobre el único mensaje personal que recibieron de Miguel. Este mensaje, entre otras expresiones de consuelo y amistad, decía: «He tomado en consideración las circunstancias de vuestra falta, he recordado el deseo de vuestro corazón de ser siempre leales a la voluntad de mi Padre y seréis llamados del abrazo del sueño del mortal cuando yo llegue a Urantia si los Hijos de menor rango de mi universo no mandan a buscaros antes de ese momento».

76:5.4 (852.3) Este mensaje fue un gran misterio para Adán y Eva. Podían comprender la promesa velada de una posible resurrección especial y eso les daba muchos ánimos, pero no lograban captar el significado de la insinuación de que descansarían hasta el momento de una resurrección asociada con la aparición personal de Miguel en Urantia. Y así, la pareja edénica proclamó siempre que un Hijo de Dios vendría en algún momento, y comunicaron a sus seres queridos la creencia, o al menos la anhelada esperanza, de que el mundo de sus penas y sus errores podría ser el planeta donde el gobernante de este universo eligiera actuar como Hijo de otorgamiento del Paraíso. Parecía demasiado bueno para ser verdad, pero Adán llegó a acariciar la idea de que la Urantia desgarrada por los conflictos podría terminar siendo el mundo más afortunado del sistema de Satania, el planeta envidiado por todo Nebadon.

76:5.5 (852.4) Adán vivió 530 años; murió de lo que se podría llamar vejez. Su mecanismo físico simplemente se desgastó; el proceso de desintegración fue superando gradualmente al proceso de reparación hasta que llegó el inevitable final. Eva había muerto del corazón diecinueve años antes. Ambos fueron enterrados en el centro del templo del servicio divino que se había construido según sus planes poco después de terminada la muralla que protegía la colonia. Este fue el origen de la costumbre de enterrar a los hombres y mujeres notables y piadosos bajo el suelo de los lugares de culto.

76:5.6 (852.5) El gobierno supramaterial de Urantia continuó bajo la dirección de los Melquisedec, pero el contacto físico directo con las razas evolutivas se había roto. Desde los lejanos días de la llegada del equipo corpóreo del Príncipe Planetario, pasando por los tiempos de Van y Amadon, hasta la llegada de Adán y Eva, había habido representantes físicos del gobierno del universo emplazados en el planeta. La falta adánica supuso el final de este régimen que había perdurado más de cuatrocientos cincuenta mil años. En los ámbitos espirituales las ayudantes angélicas siguieron luchando en conjunción con los Ajustadores del Pensamiento, y todos ellos trabajaron heroicamente por la salvación del individuo. Sin embargo, no se promulgó ningún plan global con miras a un bienestar mundial de largo alcance para los mortales del planeta hasta los tiempos de Abraham, cuando Maquiventa Melquisedec, con el poder, la paciencia y la autoridad de un Hijo de Dios, estableció los fundamentos para continuar con la elevación y la rehabilitación espiritual de la desafortunada Urantia.

76:5.7 (853.1) Pero la desgracia no ha sido la única suerte de Urantia; este planeta ha sido también el más afortunado del universo local de Nebadon. Los urantianos deberían considerar como un beneficio que los desatinos de sus antepasados y los errores de los primeros dirigentes de su mundo sumieran al planeta ese desastroso estado de confusión, agravado por la presencia del mal y del pecado. Fue precisamente ese oscuro trasfondo de tinieblas lo que atrajo la atención de Miguel de Nebadon hasta el punto de elegir este mundo como la arena donde revelar la personalidad amorosa del Padre del cielo. No es que Urantia necesitara a un Hijo Creador para poner orden en sus trastornados asuntos, sino más bien que el mal y el pecado de Urantia proporcionaron al Hijo Creador un fondo de mayor contraste sobre el que revelar el amor, la misericordia y la paciencia incomparables del Padre del Paraíso.

6. La supervivencia de Adán y Eva

76:6.1 (853.2) Adán y Eva fueron a su descanso mortal con una fe firme en las promesas que les habían hecho los Melquisedec de que despertarían en su día del sueño de la muerte para reanudar la vida en los mundos mansión, los mundos que habían sido tan familiares para ellos en los tiempos anteriores a su misión en la carne material de la raza violeta de Urantia.

76:6.2 (853.3) No descansaron mucho tiempo en el olvido del sueño inconsciente de los mortales del mundo. Al tercer día de la muerte de Adán, el segundo día después de su reverente entierro, Lanaforge ordenó que se realizara un llamamiento nominal especial a los supervivientes distinguidos de la falta adánica de Urantia. Esta orden, respaldada por el Altísimo de Edentia en funciones y aprobada por el Unión de los Días de Salvington, que actuaba en nombre de Miguel, se puso en manos de Gabriel. De conformidad con este mandato de resurrección especial, el número veintiséis de la serie de Urantia, Adán y Eva fueron repersonalizados y reensamblados en las salas de resurrección de los mundos mansión de Satania junto con 1316 de sus compañeros de experiencia del primer jardín. Muchas otras almas leales habían sido trasladadas ya en el momento de la llegada de Adán, que estuvo acompañada de un juicio dispensacional tanto de los supervivientes durmientes como de los ascendentes vivos cualificados.

76:6.3 (853.4) Adán y Eva pasaron rápidamente por los mundos de ascensión progresiva hasta que alcanzaron la ciudadanía de Jerusem y volvieron a ser residentes de su planeta de origen, aunque esta vez como miembros de un orden diferente de personalidades del universo. Salieron de Jerusem como ciudadanos permanentes, Hijos de Dios, y regresaron como ciudadanos ascendentes, hijos del hombre. Fueron destinados inmediatamente al servicio de Urantia de la capital del sistema e incluidos más tarde entre los veinticuatro consejeros que constituyen el presente órgano consultivo de control de Urantia.

76:6.4 (854.1) Y así termina la historia del Adán y la Eva Planetarios de Urantia, una historia de pruebas, tragedias y triunfos, al menos triunfos personales para vuestro Hijo y vuestra Hija Materiales bienintencionados pero engañados. Al final será sin duda una historia de triunfo último para su mundo y para sus habitantes sacudidos por la rebelión y acosados por el mal. A fin de cuentas, Adán y Eva contribuyeron poderosamente a acelerar la civilización y el progreso biológico de la raza humana. Dejaron una gran cultura en el planeta, pero una civilización tan avanzada no pudo sobrevivir a la dilución prematura y el naufragio final de la herencia adánica. El pueblo hace la civilización; la civilización no hace al pueblo.

76:6.5 (854.2) [Presentado por Solonia, la «voz seráfica del Jardín».]

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