Documento 21 - Los Hijos Creadores del Paraíso

   
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El libro de Urantia

Documento 21

Los Hijos Creadores del Paraíso

21:0.1 (234.1) LOS Hijos Creadores son los hacedores y regidores de los universos locales del tiempo y el espacio. Estos creadores y soberanos de los universos son de origen dual y personifican las características de Dios Padre y Dios Hijo. Pero cada Hijo Creador es diferente de todos los demás, cada uno es único en naturaleza y en personalidad, cada uno es el «Hijo unigénito» del ideal perfecto de deidad que lo originó.

21:0.2 (234.2) En la obra inmensa de organizar, hacer evolucionar y perfeccionar un universo local, estos altos Hijos cuentan siempre con la aprobación sustentadora del Padre Universal. La relación de los Hijos Creadores con su Padre del Paraíso es enternecedora e inigualable. Sin ninguna duda, el afecto profundo de los padres Deidad por su progenie divina es la fuente de ese amor hermoso y casi divino que incluso los padres mortales sienten por sus hijos.

21:0.3 (234.3) Estos Hijos primarios del Paraíso son personalizados como Migueles. Cuando salen del Paraíso para fundar sus universos se les conoce como Migueles Creadores. Cuando se asientan en la autoridad suprema son llamados Migueles Maestros. A veces nos referimos al soberano de vuestro universo de Nebadon como Cristo Miguel. Reinan siempre y para siempre según el «orden de Miguel», por ser esa la denominación del primer Hijo de su orden y de su naturaleza.

21:0.4 (234.4) El Miguel original o primogénito no ha experimentado nunca la encarnación como ser material, pero pasó siete veces por la experiencia de ascenso de la criatura espiritual en los siete circuitos de Havona y fue progresando desde las esferas exteriores hasta el circuito más interior de la creación central. El orden de Miguel conoce el gran universo de un extremo a otro; no existe ninguna experiencia esencial de ninguno de los hijos del tiempo y el espacio en la que los Migueles no hayan participado personalmente. Comparten de hecho no solo la naturaleza divina sino también vuestra naturaleza, es decir, todas las naturalezas desde la más alta hasta la más baja.

21:0.5 (234.5) El Miguel original ostenta la presidencia de los Hijos primarios del Paraíso cuando se reúnen a conferenciar en el centro de todas las cosas. No hace mucho, registramos en Uversa la difusión universal de un cónclave extraordinario celebrado en la Isla eterna que reunió a ciento cincuenta mil Hijos Creadores en presencia de sus padres para deliberar sobre el progreso de la unificación y estabilización del universo de universos. Fue este un grupo selecto de Migueles Soberanos, Hijos de otorgamiento séptuplo.

1. El origen y la naturaleza de los Hijos Creadores

21:1.1 (234.6) Cuando la plenitud de la ideación espiritual absoluta del Hijo Eterno se encuentra con la plenitud del concepto absoluto de personalidad del Padre Universal, cuando se logra final y plenamente esa unión creativa, cuando se produce esa identidad absoluta de espíritu y esa unicidad infinita del concepto de la personalidad, ahí y entonces, sin pérdida alguna de personalidad ni de prerrogativas para ninguna de las dos Deidades infinitas, destella a la existencia como ser totalmente desarrollado un Hijo Creador nuevo y original, el Hijo unigénito del ideal perfecto y la idea poderosa cuya unión da origen a esta nueva personalidad creadora dotada de poder y perfección.

21:1.2 (235.1) Cada Hijo Creador es el vástago unigénito y uniengendrable de la unión perfecta de los conceptos originales de las dos mentes infinitas y eternas y perfectas de los Creadores siempre existentes del universo de universos. No podrá haber nunca otro Hijo como ese, porque cada Hijo Creador es la expresión y la personificación no cualificadas pero acabadas y finales de todas y cada una de las fases de cada característica de cada posibilidad de cada realidad divina que podría nunca, en toda la eternidad, encontrarse en, expresarse por, o evolucionar de esos potenciales creativos divinos que se unieron para traer a ese Hijo Miguel a la existencia. Cada Hijo Creador es el absoluto de los conceptos unidos de deidad que constituyen su origen divino.

21:1.3 (235.2) En principio, la naturaleza divina de estos Hijos Creadores proviene por igual de los atributos de ambos padres paradisiacos. Todos comparten la plenitud de la naturaleza divina del Padre Universal y las prerrogativas creativas del Hijo Eterno, pero al observar la puesta en práctica de las funciones de los Migueles en los universos percibimos diferencias patentes. Algunos Hijos Creadores parecen ser más como Dios Padre, otros más como Dios Hijo. Por ejemplo, la tendencia de la administración en el universo de Nebadon sugiere que su Hijo Creador y regidor se parece más en naturaleza y carácter al Hijo Madre Eterno. Conviene añadir que algunos universos están presididos por Migueles del Paraíso que parecen asemejarse por igual a Dios Padre y a Dios Hijo. Y estas observaciones no implican crítica alguna, son simplemente la constatación de un hecho.

21:1.4 (235.3) No conozco el número exacto de Hijos Creadores que existen, pero tengo buenas razones para creer que hay más de setecientos mil. Ahora bien, sabemos que hay exactamente setecientos mil Uniones de los Días y que no se van a crear más. Observamos también que los planes establecidos para la presente edad del universo parecen indicar que se va a emplazar un Unión de los Días en cada universo local como embajador consejero de la Trinidad. Observamos por otra parte que el número de Hijos Creadores crece constantemente y excede ya el número estacionario de los Uniones de los Días. Pero no se nos ha informado nunca sobre el destino de los Migueles que sobrepasan los setecientos mil.

2. Los creadores de los universos locales

21:2.1 (235.4) Los Hijos del Paraíso del orden primario son los diseñadores, creadores, constructores y administradores de sus respectivos dominios, los universos locales del tiempo y el espacio, las unidades creativas básicas de los siete superuniversos evolutivos. A un Hijo Creador se le permite elegir el emplazamiento espacial de su actividad cósmica futura, pero antes de poder empezar siquiera la organización física de su universo debe pasar un largo periodo de observación dedicado al estudio de los esfuerzos de sus hermanos mayores en varias creaciones ubicadas en el superuniverso en el que proyecta actuar. Y antes de todo esto el Hijo Miguel habrá completado su larga experiencia única de observación en el Paraíso y de formación en Havona.

21:2.2 (235.5) Cuando un Hijo Creador sale del Paraíso para embarcarse en la aventura de hacer un universo, para convertirse en el cabeza —prácticamente el Dios— del universo local que él mismo va a organizar, se ve a sí mismo por primera vez en contacto íntimo con la Tercera Fuente y Centro y dependiente de ella en muchos aspectos. El Espíritu Infinito, aunque mora con el Padre y con el Hijo en el centro de todas las cosas, está destinado a obrar como ayudante propiamente dicho y efectivo de cada Hijo Creador. Por eso cada Hijo Creador está acompañado por una Hija Creativa del Espíritu Infinito, el ser que está destinado a convertirse en la Ministra Divina, el Espíritu Madre del nuevo universo local.

21:2.3 (236.1) Con ocasión de la partida de un Hijo Miguel, sus prerrogativas creadoras se liberan para siempre de las Fuentes y Centros del Paraíso y quedan sujetas solo a ciertas limitaciones inherentes a la preexistencia de estas Fuentes y Centros y a ciertos otros poderes y presencias antecedentes. Entre estas limitaciones a las prerrogativas creadoras, por otra parte todopoderosas, del Padre de un universo local, están las siguientes:

21:2.4 (236.2) 1. La materia-energía está dominada por el Espíritu Infinito. Antes de que puedan crearse nuevas formas de cosas, grandes o pequeñas, antes de que pueda intentarse ninguna nueva transformación de la materia-energía, un Hijo Creador debe obtener el consentimiento y la cooperación activa del Espíritu Infinito.

21:2.5 (236.3) 2. Los tipos y diseños de las criaturas están controlados por el Hijo Eterno. Antes de que un Hijo Creador pueda dedicarse a la creación de ningún tipo nuevo de ser, de ningún diseño nuevo de criatura, debe obtener el consentimiento del Hijo Madre Original y Eterno.

21:2.6 (236.4) 3. La personalidad está diseñada y es otorgada por el Padre Universal.

21:2.7 (236.5) Los tipos y patrones de la mente están determinados por los factores precriatura del ser. Después de asociarse estos para constituir una criatura (personal u otra), la mente es dotación de la Tercera Fuente y Centro, la fuente universal del ministerio de mente para todos los seres que están por debajo del nivel de los Creadores del Paraíso.

21:2.8 (236.6) El control de los diseños y de los tipos de espíritu depende del nivel de su manifestación. En último término, el diseño espiritual está controlado por la Trinidad o por las dotaciones de espíritu anteriores a la Trinidad de las personalidades de la Trinidad: el Padre, el Hijo y el Espíritu.

21:2.9 (236.7) Cuando ese Hijo perfecto y divino ha tomado posesión del emplazamiento espacial del universo que ha elegido, cuando se han resuelto los problemas iniciales de materialización del universo y del equilibrio general, cuando ha formado una unión de trabajo eficaz y cooperativa con la Hija del Espíritu Infinito complementaria, este Hijo de Universo y este Espíritu de Universo inician el enlace que está destinado a dar origen a las innumerables huestes de sus hijos del universo local. En conexión con este acontecimiento, el Espíritu Creativo, focalización del Espíritu Infinito del Paraíso, cambia de naturaleza y adquiere las cualidades personales de Espíritu Madre de un universo local.

21:2.10 (236.8) A pesar de que todos los Hijos Creadores son semejantes de manera divina a sus padres paradisiacos, ninguno se parece exactamente a otro; cada uno es único, diverso, exclusivo y original tanto en naturaleza como en personalidad. Y puesto que son los arquitectos y hacedores de los planes de vida de sus universos respectivos, esta misma diversidad asegura que sus dominios sean también diversos en todas las formas y fases de existencia viva proveniente del Miguel, ya creadas en ellos o de evolución posterior. En consecuencia, los órdenes de criaturas nativas de los universos locales son muy variados. No hay dos de estos universos administrados o habitados por seres nativos de origen dual que sean idénticos en todos los aspectos. Dentro de cualquier superuniverso, la mitad de sus atributos inherentes son muy parecidos porque provienen de los Espíritus Creativos uniformes; la otra mitad varía porque provienen de los Hijos Creadores diversificados. Sin embargo, esta diversidad no caracteriza a las criaturas que tienen origen exclusivo en el Espíritu Creativo ni a los seres importados que son nativos del universo central o de los superuniversos.

21:2.11 (237.1) Cuando un Hijo Miguel está ausente de su universo, su gobierno está dirigido por el ser nativo primogénito, la Radiante Estrella Matutina, el jefe ejecutivo del universo local. En esos momentos el asesoramiento y consejo del Unión de los Días tiene un valor inestimable. Durante estas ausencias un Hijo Creador puede conferir al Espíritu Madre compañero el sobrecontrol de su presencia espiritual en los mundos habitados y en el corazón de sus hijos mortales. Y el Espíritu Madre de un universo local permanece siempre en su sede desde donde extiende sus cuidados protectores y su ministerio espiritual hasta las zonas más lejanas de ese dominio evolutivo.

21:2.12 (237.2) En una creación material establecida no es necesaria la presencia personal de un Hijo Creador en su universo local para el buen funcionamiento de las cosas. Estos Hijos pueden viajar al Paraíso, y aun así sus universos seguirán desplazándose a través del espacio. Pueden dejar de lado sus líneas de poder para encarnarse como hijos del tiempo, y aun así sus dominios seguirán girando alrededor de sus centros respectivos. Ninguna organización material es independiente de la sujeción de la gravedad absoluta del Paraíso ni del sobrecontrol cósmico inherente a la presencia en el espacio del Absoluto No Cualificado.

3. La soberanía de un universo local

21:3.1 (237.3) A un Hijo Creador se le da el ámbito de un universo por consentimiento de la Trinidad del Paraíso y con la confirmación del Espíritu Maestro supervisor del superuniverso en cuestión. Esta acción constituye un título de posesión física, un arrendamiento cósmico. Pero la elevación de un Hijo Miguel desde esta etapa de regencia inicial y autolimitada hasta la supremacía experiencial de la soberanía ganada por él mismo llega como resultado de sus propias experiencias personales en la labor de creación de un universo y de otorgamiento encarnado. Hasta que logra la soberanía ganada mediante otorgamientos, rige como representante del Padre Universal.

21:3.2 (237.4) Un Hijo Creador podría hacer valer la plena soberanía sobre su creación personal en cualquier momento, pero elige sabiamente no hacerlo. Si antes de pasar por los otorgamientos como criatura asumiera una soberanía suprema no ganada, las personalidades paradisiacas residentes en su universo local se retirarían. Pero esto no ha sucedido nunca en ninguna de las creaciones del tiempo y el espacio.

21:3.3 (237.5) El hecho de tener la condición de creador implica la soberanía plena, pero los Migueles eligen ganarla experiencialmente, y conservan así la cooperación plena de todas las personalidades paradisiacas adscritas a la administración del universo local. No conocemos a ningún Miguel que haya actuado nunca de otra manera, aunque todos ellos podrían hacerlo. Son en verdad Hijos con libre albedrío.

21:3.4 (237.6) La soberanía de un Hijo Creador en un universo local pasa por seis, quizás siete, etapas de manifestación experiencial. Estas aparecen en el orden siguiente:

21:3.5 (237.7) 1. Soberanía inicial como representante: la autoridad provisional solitaria que ejerce un Hijo Creador antes de que el Espíritu Creativo compañero adquiera las cualidades de la personalidad.

21:3.6 (237.8) 2. Soberanía conjunta como representante: el gobierno conjunto del par paradisiaco tras la consecución de la personalidad por el Espíritu Madre del Universo.

21:3.7 (238.1) 3. Soberanía en aumento como representante: la autoridad creciente de un Hijo Creador durante el periodo de sus siete otorgamientos como criatura.

21:3.8 (238.2) 4. Soberanía suprema: la autoridad asentada que sigue a la compleción del séptimo otorgamiento. En Nebadon la soberanía suprema data de la compleción del otorgamiento de Miguel en Urantia. Ha existido un poco más de mil novecientos años de vuestro tiempo planetario.

21:3.9 (238.3) 5. Soberanía suprema en aumento: la relación avanzada que surge del asentamiento en luz y vida de una mayoría de los dominios de las criaturas. Esta etapa pertenece al futuro aún no conseguido de vuestro universo local.

21:3.10 (238.4) 6. Soberanía trinitaria: ejercida tras el asentamiento de todo el universo local en luz y vida.

21:3.11 (238.5) 7. Soberanía no revelada: las relaciones desconocidas de una edad futura del universo.

21:3.12 (238.6) Al aceptar como representante la soberanía inicial de un universo local proyectado, un Miguel Creador presta ante la Trinidad el juramento de no asumir la soberanía suprema hasta que los siete otorgamientos como criatura no hayan sido consumados y certificados por los gobernantes del superuniverso. Pero si un Hijo Miguel no pudiera hacer valer a voluntad esa soberanía no ganada, no tendría sentido prestar el juramento de no hacerlo.

21:3.13 (238.7) Incluso en las edades anteriores a los otorgamientos, un Hijo Creador rige su dominio de modo casi supremo cuando no hay disensión en ninguna de sus partes. Si la soberanía no fuera desafiada nunca, la limitación de la regencia no se pondría de manifiesto. La soberanía ejercida por un Hijo Creador antes de los otorgamientos en un universo sin rebelión no es mayor que en un universo con rebelión, pero en el primer caso las limitaciones de la soberanía no son patentes y en el segundo sí.

21:3.14 (238.8) Si en algún momento se desafía, ataca o pone en peligro la autoridad o la administración de un Hijo Creador, este se ha comprometido eternamente a sostener, proteger, defender y, si fuera necesario, recuperar su creación personal. A estos Hijos solo les pueden molestar o acosar las criaturas que ellos mismos han hecho o seres más altos que ellos mismos han elegido. Se podría inferir que no es probable que «seres más altos» con origen en niveles superiores al de un universo local molesten a un Hijo Creador, y es cierto. Pero podrían si así lo eligieran. La virtud es volitiva en la personalidad; la rectitud no es automática en las criaturas con libre albedrío.

21:3.15 (238.9) Antes de completar la carrera de otorgamientos un Hijo Creador gobierna con ciertas limitaciones autoimpuestas de soberanía, pero tras finalizar su servicio de otorgamientos gobierna en virtud de su experiencia vivida bajo la forma y la semejanza de sus múltiples criaturas. Cuando un Creador ha residido siete veces entre sus criaturas, cuando finaliza la carrera de otorgamientos, es asentado supremamente en la autoridad del universo. Se ha convertido en un Hijo Maestro, un gobernante soberano y supremo.

21:3.16 (238.10) El proceso de conseguir la soberanía suprema de un universo local implica los siete pasos experienciales siguientes:

21:3.17 (238.11) 1. Adentrarse experiencialmente en siete niveles de existencia de criatura mediante la técnica del otorgamiento encarnado a semejanza misma de las criaturas del nivel en cuestión.

21:3.18 (238.12) 2. Consagrarse experiencialmente a cada fase de la voluntad séptupla de la Deidad del Paraíso tal como se personifica en los siete Espíritus Maestros.

21:3.19 (239.1) 3. Atravesar cada una de las siete experiencias en los niveles de criatura y ejecutar simultáneamente una de las siete consagraciones a la voluntad de la Deidad del Paraíso.

21:3.20 (239.2) 4. En cada nivel de criatura, describir experiencialmente la cima de la vida de criatura a la Deidad del Paraíso y a todas las inteligencias del universo.

21:3.21 (239.3) 5. En cada nivel de criatura, revelar experiencialmente una fase de la voluntad séptupla de la Deidad al nivel en el que se hace el otorgamiento y a todo el universo.

21:3.22 (239.4) 6. Unificar experiencialmente la experiencia séptupla de criatura con la experiencia séptupla de consagrarse a la revelación de la naturaleza y la voluntad de la Deidad.

21:3.23 (239.5) 7. Conseguir una relación nueva y más alta con el Ser Supremo. La repercusión de la totalidad de esta experiencia de Creador-criatura aumenta la realidad de Dios Supremo en los superuniversos y la soberanía del Supremo Todopoderoso en el espacio-tiempo. Y factualiza además la soberanía suprema de un Miguel del Paraíso en el universo local.

21:3.24 (239.6) Al resolver la cuestión de la soberanía de un universo local, el Hijo Creador no solo demuestra su propia idoneidad para gobernar, sino que revela además la naturaleza y describe la actitud séptupla de las Deidades del Paraíso. La comprensión finita y la apreciación de la primacía del Padre por las criaturas es parte de la aventura de un Hijo Creador cuando se digna asumir la forma y las experiencias de sus criaturas. Estos Hijos primarios del Paraíso son los reveladores reales de la naturaleza amorosa y la autoridad benefactora del Padre, del mismo Padre que, en asociación con el Hijo y el Espíritu, es la cabeza universal de todo poder, personalidad y gobierno en todos los dominios universales.

4. Los otorgamientos de los Migueles

21:4.1 (239.7) Hay siete grupos de Hijos Creadores de otorgamiento y están clasificados así según el número de veces que se han otorgado a las criaturas de sus dominios. Parten de la experiencia inicial y van pasando por cinco esferas adicionales de otorgamientos progresivos hasta que alcanzan el episodio séptimo y final de la experiencia Creador-criatura.

21:4.2 (239.8) Los otorgamientos de los Avonales son siempre a semejanza de carne mortal, pero los siete otorgamientos de un Hijo Creador implican su aparición en siete niveles de existencia de criatura y conciernen a la revelación de las siete expresiones primarias de la voluntad y la naturaleza de la Deidad. Todos los Hijos Creadores sin excepción pasan por este darse siete veces a los hijos que han creado antes de asumir la jurisdicción asentada y suprema del universo de su propia creación.

21:4.3 (239.9) Aunque estos siete otorgamientos varían en los diferentes sectores y universos, llevan siempre consigo la aventura de otorgamiento como mortal. En el otorgamiento final un Hijo Creador aparece como miembro de una de las razas mortales superiores de algún mundo habitado, habitualmente como miembro del grupo racial que contiene el mayor legado hereditario de la estirpe adánica importada previamente para elevar el estatus físico de los pueblos de origen animal. En su carrera séptupla como Hijo de otorgamiento, un Miguel del Paraíso solo nace una vez de mujer tal como consta en vuestro relato sobre el bebé de Belén. Solo una vez vive y muere como miembro del orden más bajo de criaturas evolutivas con voluntad.

21:4.4 (239.10) Después de cada uno de sus otorgamientos, un Hijo Creador se dirige a «la derecha del Padre» para obtener allí la aceptación del otorgamiento por parte del Padre y recibir instrucciones preparatorias para el siguiente episodio de servicio universal. Tras el otorgamiento séptimo y final, un Hijo Creador recibe del Padre Universal la suprema autoridad y jurisdicción sobre su universo.

21:4.5 (240.1) Hay constancia de que el último Hijo divino que apareció en vuestro planeta fue un Hijo Creador del Paraíso que había completado seis fases de su carrera de otorgamientos. Por consiguiente, cuando abandonó el dominio consciente de la vida encarnada en Urantia pudo decir y dijo con verdad: «Se ha terminado». Literalmente había terminado. Su muerte en Urantia completó su carrera de otorgamientos; fue el último paso en el cumplimiento del juramento sagrado de un Hijo Creador del Paraíso. Y cuando han adquirido esta experiencia, dichos Hijos son soberanos supremos de su universo. Ya no rigen como representantes del Padre sino en su propio nombre y derecho como «Rey de Reyes y Señor de Señores». Con ciertas excepciones ya expuestas, estos Hijos de otorgamiento séptuplo son supremos sin restricciones en los universos donde moran. En cuanto a su universo local, se legó a este Hijo Maestro triunfante y entronizado «todo el poder del cielo y de la tierra».

21:4.6 (240.2) Tras completar sus carreras de otorgamientos, los Hijos Creadores son tenidos en cuenta como un orden separado, los Hijos Maestros séptuplos. Los Hijos Maestros son idénticos a los Hijos Creadores en su persona, pero se han sometido a una experiencia de otorgamientos tan única que suelen ser considerados como un orden distinto. Cuando un Creador se digna llevar a cabo un otorgamiento está destinado a producirse un cambio real y permanente. Es verdad que el Hijo de otorgamiento sigue siendo nada menos que un Creador, pero ha añadido a su naturaleza la experiencia de una criatura y eso lo saca para siempre del nivel divino de Hijo Creador y lo eleva al plano experiencial de Hijo Maestro, alguien que se ha ganado plenamente el derecho a regir un universo y administrar sus mundos. Tales seres personifican todo lo que se puede obtener del linaje divino y abarcan todo lo que puede provenir de una experiencia de criatura perfeccionada. ¡¿Por qué tendría que lamentarse el hombre de su origen humilde y de su forzosa carrera evolutiva cuando los Dioses mismos tienen que pasar por una experiencia equivalente antes de ser considerados experiencialmente dignos y competentes para regir plena y definitivamente sus dominios del universo?!

5. La relación de los Hijos Maestros con el universo

21:5.1 (240.3) El poder de un Miguel Maestro es ilimitado porque proviene de la vinculación experimentada con la Trinidad del Paraíso, es incuestionable porque proviene de su experiencia de hecho en su condición de criatura sometida a esa autoridad. La naturaleza de la soberanía de un Hijo Creador séptuplo es suprema porque:

21:5.2 (240.4) 1. Abarca el punto de vista séptuplo de la Deidad del Paraíso.

21:5.3 (240.5) 2. Personifica una actitud séptupla de las criaturas del espacio-tiempo.

21:5.4 (240.6) 3. Sintetiza perfectamente la actitud paradisiaca y el punto de vista de la criatura.

21:5.5 (240.7) Esta soberanía experiencial incluye así toda la divinidad de Dios Séptuplo que culmina en el Ser Supremo. Y la soberanía personal de un Hijo séptuplo es como la soberanía futura del Ser Supremo que estará completo en su día. Dicha soberanía abarca de hecho el contenido más pleno posible de poder y autoridad de la Trinidad del Paraíso manifestable dentro de los límites correspondientes del espacio-tiempo.

21:5.6 (240.8) Con la consecución de la soberanía suprema sobre el universo local, un Hijo Miguel deja de tener el poder y la oportunidad de crear tipos enteramente nuevos de seres criaturas durante la presente edad del universo. Pero la pérdida del poder de un Hijo Maestro de originar órdenes enteramente nuevos de seres no interfiere en modo alguno con su tarea de elaboración de la vida ya establecida y en proceso de desarrollo; este vasto programa de evolución del universo continúa sin interrupción ni restricciones. La adquisición por un Hijo Maestro de la soberanía suprema implica la responsabilidad de dedicarse personalmente a fomentar y administrar lo que ya ha sido diseñado y creado, y lo que será producido posteriormente por aquellos que han sido diseñados y creados de esta forma. Con el tiempo se puede desarrollar una evolución casi sin fin de seres diversos, pero a partir de este momento, ningún patrón o tipo enteramente nuevo de criatura inteligente tendrá origen directo en un Hijo Maestro. Este es el primer paso, el comienzo, de una administración asentada en cualquier universo local.

21:5.7 (241.1) La elevación de un Hijo de otorgamiento séptuplo a la soberanía indiscutida de su universo significa el principio del fin de largos siglos de incertidumbre y confusión relativa. Tras este acontecimiento, aquello que no pueda espiritualizarse en algún momento será finalmente desorganizado y aquello que no pueda coordinarse en algún momento con la realidad cósmica será finalmente destruido. Cuando las disposiciones de una paciencia indecible y una misericordia sin fin se hayan agotado en su esfuerzo por ganarse la lealtad y la devoción de todas las criaturas con voluntad de los mundos, prevalecerán la justicia y la rectitud. Aquello que la misericordia no pueda rehabilitar acabará siendo aniquilado por la justicia.

21:5.8 (241.2) Una vez que han sido instalados como gobernantes soberanos, los Migueles Maestros son supremos en sus propios universos locales. Las pocas limitaciones a su gobierno son las inherentes a la preexistencia cósmica de ciertas fuerzas y personalidades. Por lo demás, estos Hijos Maestros son supremos en autoridad, responsabilidad y poder administrativo en sus respectivos universos. Como Creadores y Dioses, son supremos en prácticamente todas las cosas. No hay penetración más allá de su sabiduría en lo que respecta al funcionamiento de un universo dado.

21:5.9 (241.3) Tras su elevación a la soberanía asentada de un universo local, un Miguel del Paraíso tiene pleno control sobre todos los demás Hijos de Dios que actúan en su dominio y puede gobernar libremente según su concepto de las necesidades de sus mundos. Un Hijo Maestro puede variar a voluntad el orden del enjuiciamiento espiritual y del ajuste evolutivo de los planetas habitados. Estos Hijos elaboran y ejecutan los planes de su propia elección en todo lo referente a las necesidades planetarias especiales, de modo particular en lo que respecta a los mundos donde han residido como criaturas y aún más en lo que concierne al mundo del otorgamiento final, el planeta de su encarnación a semejanza de carne mortal.

21:5.10 (241.4) Los Hijos Maestros parecen estar en comunicación perfecta con sus mundos de otorgamiento, no solo con los mundos donde residieron personalmente sino con todos los mundos en los que se ha otorgado un Hijo Magistrado. Este contacto se mantiene por su propia presencia espiritual, el Espíritu de la Verdad, que tienen la facultad de «derramar sobre toda carne». Estos Hijos Maestros mantienen también una conexión ininterrumpida con el Hijo Madre Eterno que está en el centro de todas las cosas. Su alcance de simpatía se extiende desde el Padre Universal en las alturas hasta las razas humildes de vida planetaria en los mundos del tiempo.

6. El destino de los Migueles Maestros

21:6.1 (241.5) Nadie puede atreverse a hablar con autoridad final ni de la naturaleza ni del destino de los Soberanos Maestros séptuplos de los universos locales, aunque todos especulamos mucho sobre estas materias. Se nos enseña, y así lo creemos, que cada Miguel del Paraíso es el absoluto de los conceptos de deidad dual en los que tuvo su origen y personifica por consiguiente fases propiamente dichas de la infinitud del Padre Universal y del Hijo Eterno. Los Migueles tienen que ser parciales en relación con la infinitud total, aunque son probablemente absolutos en relación con la parte de la infinitud que está involucrada en su origen. Pero al observar su trabajo en la presente edad del universo no detectamos ninguna acción que sea más que finita; cualquier capacidad suprafinita que se pueda conjeturar debe de estar autocontenida y aún no revelada.

21:6.2 (242.1) La compleción de las carreras de otorgamiento como criaturas y la elevación a la soberanía suprema de un universo tienen que significar la liberación completa de las capacidades de acción finita de un Miguel acompañada por la aparición de una capacidad de servicio más que finito. A este respecto observamos efectivamente que estos Hijos Maestros quedan restringidos en cuanto a la generación de nuevos tipos de seres criatura, una restricción que la liberación de sus potenciales suprafinitos hace sin duda necesaria.

21:6.3 (242.2) Es muy probable que estos poderes creadores no desvelados permanezcan autocontenidos durante toda la presente edad del universo. Pero creemos que en algún momento del futuro distante, en los universos del espacio exterior ahora en movilización, el enlace entre un Hijo Maestro séptuplo y un Espíritu Creativo de séptima etapa podría alcanzar niveles absonitos de servicio acompañados por la aparición de nuevas cosas, significados y valores en niveles trascendentales de importancia última en el universo.

21:6.4 (242.3) Igual que la Deidad del Supremo se está actualizando en virtud del servicio experiencial, los Hijos Creadores están logrando la realización personal de los potenciales de divinidad paradisiaca que están encerrados en sus naturalezas insondables. Estando en Urantia Cristo Miguel dijo una vez: «Yo soy el camino, la verdad y la vida». Y creemos que en la eternidad los Migueles están destinados literalmente a ser «el camino, la verdad y la vida» y harán resplandecer en todo momento para todas las personalidades del universo la senda que conduce desde la divinidad suprema, pasando por la absonidad última, hasta la condición final y eterna de deidad.

21:6.5 (242.4) [Presentado por un Perfeccionador de la Sabiduría de Uversa.]

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