Documento 123 - Los comienzos de la niñez de Jesús

   
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El libro de Urantia

Documento 123

Los comienzos de la niñez de Jesús

123:0.1 (1355.1) EN VISTA DE las ansiedades e incertidumbres de su estancia en Belén, María no destetó al niño hasta que se encontraron seguros en Alejandría, donde la familia pudo llevar una vida normal. Vivieron en casa de unos parientes y José encontró trabajo al poco tiempo de su llegada para mantener a su familia. Estuvo empleado como carpintero durante varios meses y luego fue ascendido a capataz de un grupo grande de trabajadores empleados en la construcción de un edificio público. Esta nueva experiencia le dio la idea de convertirse en contratista y constructor a su vuelta a Nazaret.

123:0.2 (1355.2) Durante estos primeros años indefensos de la infancia de Jesús, María velaba constantemente por proteger a su hijo de todo lo que pudiera hacer peligrar su bienestar o interferir de alguna manera en su futura misión en la tierra. Ninguna madre ha estado nunca más entregada a su hijo. En la casa donde quiso el azar que viviera Jesús había otros dos niños más o menos de su edad, y otros seis en el vecindario de edades aceptables para ser sus compañeros de juego. Al principio María se propuso mantener a Jesús junto a ella porque temía que le pasara algo si le permitía ir a jugar al jardín con los demás niños, pero José, ayudado por sus parientes, logró convencerla de que eso privaría a Jesús de la experiencia tan necesaria de aprender a adaptarse a otros niños de su edad. Cuando María se dio cuenta de que una protección exagerada y anormal podría volver a Jesús tímido y algo egocéntrico, accedió finalmente a permitir que el hijo de la promesa creciera exactamente igual que cualquier otro niño, aunque estaba siempre pendiente de los pequeños cuando jugaban alrededor de la casa o en el jardín. Solo un amor de madre puede saber la carga de preocupación que llevó María en su corazón por la seguridad de su hijo durante su infancia y los primeros años de su niñez.

123:0.3 (1355.3) Durante los dos años de su estancia en Alejandría Jesús gozó de buena salud y siguió creciendo normalmente. Aparte de unos pocos amigos y parientes nadie sabía que Jesús era un «hijo de la promesa». Uno de los parientes de José se lo había revelado a unos pocos amigos de Menfis descendientes del lejano Akenatón y estos, con un pequeño grupo de creyentes de Alejandría, se reunieron en la suntuosa casa del pariente y benefactor de José poco antes de su vuelta a Palestina para presentar sus mejores deseos a la familia de Nazaret y sus respetos al niño. Los amigos reunidos para la ocasión regalaron a Jesús un ejemplar completo de las escrituras hebreas traducidas al griego. Pero no entregaron a José este ejemplar de los textos sagrados judíos hasta que tanto él como María declinaron definitivamente la invitación de sus amigos de Menfis y Alejandría a quedarse en Egipto. Estos creyentes insistían en que el niño del destino podría ejercer una influencia mundial mucho mayor residiendo en Alejandría que en cualquier lugar de Palestina. Estas consideraciones retrasaron algún tiempo su marcha a Palestina tras la noticia de la muerte de Herodes.

123:0.4 (1356.1) José y María salieron finalmente de Alejandría en un barco perteneciente a su amigo Ezraeon con rumbo a Jope y llegaron a ese puerto a finales de agosto del año 4 a. C. Fueron directamente a Belén y pasaron allí todo el mes de septiembre en conversaciones con sus amigos y parientes para decidir si debían quedarse ahí o volver a Nazaret.

123:0.5 (1356.2) María no había renunciado nunca del todo a la idea de que Jesús debía crecer en Belén, la ciudad de David. José no creía realmente que su hijo fuera a convertirse en un libertador regio de Israel. Además sabía que él mismo no era un auténtico descendiente de David y que solo figuraba en este linaje porque uno de sus antepasados había sido adoptado por descendientes de la línea davídica. María pensaba, por supuesto, que la ciudad de David era el lugar más adecuado para criar al nuevo candidato al trono de David, pero José prefería probar suerte con Herodes Antipas en vez de con su hermano Arquelao. Temía mucho por la seguridad del niño en Belén o en cualquier otra ciudad de Judea y le parecía más probable que Arquelao mantuviera la política amenazadora de su padre Herodes a que lo hiciera Antipas en Galilea. Por otra parte, José mostraba abiertamente su clara preferencia por Galilea como lugar mejor para criar y educar al niño, pero le costó tres semanas superar las objeciones de María.

123:0.6 (1356.3) Para el uno de octubre José había convencido a María y a todos sus amigos de que era mejor para ellos volver a Nazaret, de modo que a principios de octubre del año 4 a. C. salieron de Belén hacia Nazaret por el camino de Lida y Escitópolis. Salieron un domingo por la mañana temprano, María y el niño montados en la bestia de carga que acababan de comprar mientras que José y cinco parientes que los acompañaban iban a pie. La familia de José se había negado a dejarles viajar solos porque temían pasar por Jerusalén y el valle del Jordán de camino a Galilea, y las rutas occidentales no eran muy seguras para dos viajeros solitarios con un niño de corta edad.

1. De vuelta en Nazaret

123:1.1 (1356.4) Al cuarto día de viaje el grupo llegó sano y salvo a su destino. Aparecieron sin anunciarse en su casa de Nazaret donde llevaba más de tres años instalado un hermano casado de José que se sorprendió muchísimo al verlos. José y María lo habían hecho todo con tanta discreción que sus familias ni siquiera sabían que habían salido de Alejandría. Al día siguiente el hermano de José trasladó a su familia y, por primera vez desde el nacimiento de Jesús, María pudo disfrutar de su propia casa con su pequeña familia. José tardó menos de una semana en encontrar trabajo como carpintero, y fueron felicísimos.

123:1.2 (1356.5) Jesús tendría unos tres años y dos meses cuando volvieron a Nazaret. Había soportado muy bien todos estos viajes y era un niño muy sano. Estaba lleno de entusiasmo infantil y encantado de tener un lugar propio donde correr y jugar, pero echaba mucho de menos a sus compañeros de juego de Alejandría.

123:1.3 (1356.6) De camino a Nazaret José convenció a María de que sería imprudente divulgar entre sus amigos y parientes galileos la noticia de que Jesús era un hijo de la promesa. Acordaron no hablar de estas cosas con nadie y ambos fueron fieles a su palabra.

123:1.4 (1357.1) Durante todo su cuarto año Jesús tuvo un desarrollo físico normal y una actividad mental fuera de lo común. En ese tiempo se hizo muy amigo de un niño vecino de su edad llamado Jacobo. A Jesús y Jacobo les encantaba jugar juntos y llegarían a convertirse con el tiempo en grandes amigos y leales compañeros.

123:1.5 (1357.2) El siguiente acontecimiento importante en la vida de esta familia de Nazaret fue el nacimiento de su segundo hijo, Santiago, en la madrugada del 2 de abril del año 3 a. C. Jesús estaba feliz de tener un hermanito y pasaba largas horas observando las primeras actividades del bebé.

123:1.6 (1357.3) A mediados del verano de ese mismo año José construyó un pequeño taller cerca de la fuente del pueblo y del punto de parada de las caravanas. A partir de ahí hizo muy pocos trabajos de carpintería a domicilio. Tenía como empleados a dos de sus hermanos y a varios obreros más a quienes enviaba a trabajar mientras él se quedaba en el taller fabricando yugos, arados y otros objetos de madera. También trabajaba algo el cuero, la cuerda y la lona. A medida que Jesús iba creciendo repartía casi por igual su tiempo fuera de la escuela entre ayudar a su madre en las tareas de la casa y observar a su padre trabajar en el taller, donde escuchaba las conversaciones y los chismes de los conductores de las caravanas y de los viajeros procedentes de los cuatro rincones de la tierra.

123:1.7 (1357.4) En julio de ese año, un mes antes de que Jesús cumpliera los cuatro, hubo en Nazaret una epidemia de trastornos intestinales malignos por contagio con los viajeros de las caravanas. María se asustó tanto ante el riesgo de que Jesús pudiera contagiarse de esta enfermedad epidémica que preparó precipitadamente a sus dos hijos y huyó a casa de su hermano situada en el campo varios kilómetros al sur de Nazaret en la calzada de Meguido, cerca de Sarid. Tardaron más de dos meses en volver a Nazaret, y Jesús disfrutó mucho de su primera experiencia en una granja.

2. El quinto año (2 a. C.)

123:2.1 (1357.5) Poco más de un año después de volver a Nazaret Jesús niño llegó a la edad de su primera decisión moral plena y personal, y entonces vino a residir en él un Ajustador del Pensamiento. Este don divino del Padre del Paraíso había servido anteriormente con Maquiventa Melquisedec y obtenido así la experiencia de trabajar en otro caso de encarnación de un ser supramortal para vivir a imagen y semejanza de carne mortal. Este acontecimiento ocurrió el 11 de febrero del año 2 a. C. Jesús no fue más consciente de la llegada del Monitor divino que los millones y millones de otros niños que, antes y después de ese día, han recibido igualmente a estos Ajustadores del Pensamiento para morar dentro de sus mentes y trabajar para la espiritualización última de esas mentes y la supervivencia eterna de sus almas inmortales en vías de evolución.

123:2.2 (1357.6) Ese día de febrero terminó la supervisión directa y personal de los Regidores del Universo en cuanto a la integridad de la encarnación de Miguel como niño. A partir de ese momento y durante todo el desarrollo humano de la encarnación, la custodia de Jesús quedaría al cuidado de este Ajustador interior y de las guardianas seráficas asociadas, complementadas algunas veces por el ministerio de criaturas intermedias asignadas a ciertas tareas concretas según las instrucciones de sus superiores planetarios.

123:2.3 (1357.7) Jesús cumplió cinco años en agosto de este año y por ello nos referiremos a él como su quinto año de vida (de calendario). En este año 2 a. C., poco más de un mes antes del quinto aniversario de su nacimiento, a Jesús le hizo muy feliz la llegada de su hermana Miriam, que nació la noche del 11 de julio. Durante la tarde del día siguiente Jesús tuvo una larga conversación con su padre sobre la manera en que los diversos grupos de seres vivos vienen al mundo como individuos diferenciados. La parte más valiosa de su primera educación la obtuvo Jesús de sus padres en respuesta a sus meditadas y minuciosas preguntas. José no dejó nunca de cumplir plenamente con su deber de dedicar todo el tiempo y el esfuerzo que fuera necesario para responder a las numerosas preguntas de su hijo. Desde los cinco hasta los diez años Jesús fue una interrogación permanente. Aunque José y María no siempre podían contestar a sus preguntas, no dejaron nunca de comentarlas a fondo y de ayudarle de todas las maneras posibles en sus esfuerzos por encontrar soluciones satisfactorias a los problemas que su mente despierta le planteaba.

123:2.4 (1358.1) Desde su regreso a Nazaret habían tenido una intensa vida familiar, y José había estado extraordinariamente ocupado en construir su nuevo taller y volver a poner en marcha su negocio. Tan ocupado estaba que no había encontrado tiempo para construir una cuna para Santiago, aunque pudo hacerlo mucho antes del nacimiento de Miriam, así que ella tuvo una cuna muy cómoda donde acurrucarse mientras la familia la admiraba. El niño Jesús participaba con entusiasmo en todas estas experiencias normales y naturales de una familia; disfrutaba mucho con su hermanito y su hermanita y ayudaba mucho a María a cuidar de ellos.

123:2.5 (1358.2) En el mundo de los gentiles de entonces había pocos hogares que pudieran dar a un niño una formación intelectual, moral y religiosa mejor que la de los hogares judíos de Galilea. Estos judíos tenían un programa sistemático para criar y educar a sus hijos. Dividían la vida del niño en siete etapas:

123:2.6 (1358.3) 1. El niño recién nacido hasta el octavo día.

123:2.7 (1358.4) 2. El niño lactante.

123:2.8 (1358.5) 3. El niño destetado.

123:2.9 (1358.6) 4. El periodo de dependencia de la madre, que duraba hasta el final del quinto año.

123:2.10 (1358.7) 5. El comienzo de la independencia del niño. En el caso de los varones el padre asumía la responsabilidad de su educación.

123:2.11 (1358.8) 6. Los chicos y chicas adolescentes.

123:2.12 (1358.9) 7. Los hombres y mujeres jóvenes.

123:2.13 (1358.10) Entre los judíos de Galilea era costumbre que la madre tuviera la responsabilidad de la formación de los hijos hasta el quinto cumpleaños, y a partir de entonces, si el niño era varón, transferir esta responsabilidad al padre. Ese año Jesús entró en la quinta etapa de la carrera de un niño judío galileo y, conforme a la costumbre, el 21 de agosto del 2 a. C. María se lo entregó formalmente a José para que continuara con su educación.

123:2.14 (1358.11) Aunque José asumió la responsabilidad directa de la educación intelectual y religiosa de Jesús, su madre siguió interesándose por su educación hogareña. Le enseñó a conocer y cuidar las parras y las flores que crecían en las paredes del jardín que rodeaban por completo la parcela del domicilio. María dispuso también sobre el tejado de la casa (el dormitorio de verano) unos cajones de arena poco profundos donde Jesús dibujaba mapas y empezó a practicar la escritura del arameo, el griego y más tarde el hebreo. Con el tiempo aprendería a leer, escribir y hablar con soltura en los tres idiomas.

123:2.15 (1358.12) Jesús parecía ser un niño casi perfecto físicamente y su desarrollo mental y emocional progresaba normalmente. Hacia el final de este, su quinto año (de calendario), tuvo un trastorno digestivo ligero, su primera enfermedad leve.

123:2.16 (1359.1) Aunque José y María hablaban mucho sobre el futuro de su hijo mayor, si hubierais estado allí, solo habríais visto crecer a un niño normal de aquel tiempo y lugar, sano y libre de preocupaciones, aunque muy indagador.

3. Acontecimientos del sexto año (1 a. C.)

123:3.1 (1359.2) Con la ayuda de su madre Jesús dominaba ya el dialecto galileo de la lengua aramea, y ahora su padre empezó a enseñarle el griego. María hablaba poco griego, pero José hablaba bien tanto el griego como el arameo. El texto utilizado para estudiar la lengua griega fue la traducción de las Escrituras hebreas —una versión completa de la ley y de los profetas, incluidos los salmos— que les habían regalado al salir de Egipto. En Nazaret solo había dos ejemplares completos de las Escrituras en griego, y el hecho de que uno de ellos fuera propiedad de la familia del carpintero atraía a mucha gente hacia la casa de José. Esto hizo que Jesús creciera en contacto con una procesión casi interminable de estudiosos serios y buscadores sinceros de la verdad. El día de su sexto cumpleaños le dijeron que el libro sagrado se lo habían regalado a él los amigos y parientes de Alejandría, y antes del fin de año Jesús había asumido la custodia de este manuscrito inestimable. Al poco tiempo podía leerlo de corrido.

123:3.2 (1359.3) La primera gran conmoción de la joven vida de Jesús se produjo antes de cumplir los seis años con ocasión de un leve terremoto sin consecuencias. Para este niño indagador su padre —o al menos su padre y su madre juntos— lo sabían todo, y cuál no fue su sorpresa cuando al preguntar a su padre por la causa del terremoto, oyó decir a José: «Hijo mío, realmente no lo sé». Así empezó para Jesús una larga y desconcertante serie de desilusiones cuando descubrió que sus padres terrenales no lo sabían todo ni lo conocían todo.

123:3.3 (1359.4) El primer impulso de José había sido responder a Jesús que el terremoto lo había causado Dios, pero le bastó un instante de reflexión para comprender que esa respuesta provocaría inmediatamente nuevas preguntas aún más problemáticas. A pesar de su corta edad, era muy difícil contestar a las preguntas de Jesús sobre los fenómenos físicos o sociales diciéndole automáticamente que el responsable era Dios o el diablo. Conforme a la creencia imperante del pueblo judío, hacía tiempo que Jesús estaba dispuesto a aceptar la doctrina de los buenos y malos espíritus como posible explicación de los fenómenos mentales y espirituales, pero empezó a dudar muy pronto de que esas influencias invisibles fueran responsables de los acontecimientos físicos del mundo natural.

123:3.4 (1359.5) Antes de que Jesús cumpliera los seis años, a principios del verano del año 1 a. C., Zacarías e Isabel fueron a visitar a la familia de Nazaret con su hijo Juan. Esta fue la primera visita que Jesús y Juan pudieron recordar y disfrutaron mucho con ella. Aunque los visitantes solo se quedaron unos días, los padres hablaron de muchas cosas, incluyendo futuros planes para sus hijos. Mientras tanto los niños jugaban con trozos de madera en la arena de la cubierta de la casa y se divertían con todo tipo de juegos de chicos.

123:3.5 (1359.6) Después de conocer a Juan, que procedía de los alrededores de Jerusalén, Jesús empezó a mostrar un interés poco común por la historia de Israel y a indagar con todo detalle sobre el significado de los ritos del sabbat, los sermones de la sinagoga y las fiestas periódicas de conmemoración. Su padre le explicó el significado de todas estas celebraciones. La primera era la fiesta de la iluminación a mediados del invierno, que duraba ocho días; se empezaba con una vela la primera noche, y se encendía una más cada noche sucesiva para conmemorar la consagración del templo después de que Judas Macabeo restaurara los ritos mosaicos. Luego venía la celebración del Purim a principios de la primavera, la fiesta de Ester y de la liberación de Israel gracias a ella. Después llegaba la Pascua solemne, que los adultos celebraban en Jerusalén siempre que les era posible, mientras que en sus casas los niños debían recordar que había que comer pan sin levadura durante toda la semana. Venía después la fiesta de los primeros frutos, la recogida de la cosecha. Y por último la más solemne de todas, la fiesta del año nuevo, el día de la expiación. Aunque algunas de estas observancias y celebraciones eran difíciles de comprender para la joven mente de Jesús, él reflexionaba seriamente sobre ellas. Y luego se sumó con entusiasmo al regocijo de la fiesta de los tabernáculos, la temporada anual de vacaciones de todos los judíos, cuando acampaban en cabañas de ramas y se entregaban al placer y la alegría.

123:3.6 (1360.1) Durante este sexto año José y María estuvieron en desacuerdo con la forma de rezar de Jesús, que insistía en hablar con su Padre celestial igual que si hablara con José, su padre terrenal. Esta desviación de las formas más solemnes y reverentes de comunicación con la Deidad preocupaba a sus padres, sobre todo a su madre, pero no pudieron hacerle cambiar. Él recitaba sus oraciones tal como se las habían enseñado y después insistía en tener «una pequeña conversación con mi Padre del cielo».

123:3.7 (1360.2) En junio de ese año José traspasó a sus hermanos el taller de Nazaret e inauguró su negocio de constructor. Antes del fin de año los ingresos familiares se habían más que triplicado. La familia de Nazaret no volvió a pasar los apuros de la pobreza hasta después de la muerte de José. La familia, cada vez más numerosa, gastaba mucho dinero en educación y viajes, pero los crecientes ingresos de José se mantenían al ritmo de los gastos.

123:3.8 (1360.3) Durante los años siguientes José tuvo muchas obras en Caná, Belén (de Galilea), Magdala, Naín, Séforis, Cafarnaúm y Endor, además de construir mucho en Nazaret y sus alrededores. Como Santiago ya tenía edad para ayudar a su madre en el trabajo doméstico y en el cuidado de los niños más pequeños, Jesús acompañaba muchas veces a su padre en sus viajes a estas ciudades y pueblos de los alrededores. Jesús era un observador agudo y adquirió muchos conocimientos prácticos en estos viajes fuera de casa; iba acumulando asiduamente conocimientos sobre el hombre y su forma de vivir en la tierra.

123:3.9 (1360.4) Ese año Jesús aprendió mucho a adaptar sus sentimientos enérgicos y sus vigorosos impulsos a las exigencias de la cooperación familiar y la disciplina en casa. María era una madre cariñosa, pero imponía una disciplina bastante estricta. Sin embargo quien mejor controlaba a Jesús en muchos aspectos era José, porque solía sentarse con el muchacho y explicarle con todo detalle las verdaderas razones que hacían necesario supeditar los deseos personales al bienestar y la tranquilidad del conjunto de la familia. Cuando se le explicaba la situación Jesús cooperaba siempre inteligentemente y de buen grado con los deseos de sus padres y las normas familiares.

123:3.10 (1360.5) Cuando su madre no necesitaba su ayuda en la casa, Jesús dedicaba gran parte de su tiempo libre a estudiar las flores y las plantas durante el día y las estrellas por la noche. Tenía tendencia a tumbarse de espaldas y contemplar maravillado los cielos estrellados mucho después de su hora normal de acostarse, una costumbre que no encajaba con el buen orden de la casa de Nazaret.

4. El séptimo año (1 d. C.)

123:4.1 (1361.1) El séptimo año de la vida de Jesús estuvo lleno de acontecimientos. A principios de enero hubo una gran nevada en Galilea que dejó casi setenta centímetros de nieve; fue la mayor nevada de la vida de Jesús, y una de las más importantes que cayeron en cien años sobre Nazaret.

123:4.2 (1361.2) En tiempos de Jesús los juegos de los niños judíos estaban bastante limitados, por lo que jugaban demasiadas veces a las cosas más serias que observaban hacer a los adultos. Jugaban mucho a bodas y a funerales, ceremonias muy habituales para ellos y muy espectaculares. Bailaban y cantaban, pero tenían pocos juegos organizados como los que tanto gustan a los niños más modernos.

123:4.3 (1361.3) A Jesús le encantaba jugar con un chico vecino, y más tarde con su hermano Santiago, en el rincón más alejado del taller de carpintería de la familia donde se divertían mucho con las virutas y los trozos de madera. A Jesús le costó siempre comprender qué podían tener de malo ciertos juegos que estaban prohibidos durante el sabbat, aunque no dejó nunca de conformarse a los deseos de sus padres. Tenía una capacidad para el juego y el humor que encontró pocas oportunidades de expresarse en el entorno de su tiempo y generación, pero hasta los catorce años estaba casi siempre alegre y de buen humor.

123:4.4 (1361.4) María tenía un palomar encima del establo contiguo a la casa. La familia destinaba los beneficios de la venta de las palomas a un fondo especial de caridad que administraba Jesús después de deducir el diezmo y entregárselo al administrador de la sinagoga.

123:4.5 (1361.5) El único accidente real en la vida de Jesús hasta entonces fue una caída por las escaleras de piedra del patio trasero que conducían al dormitorio con techo de lona. Ocurrió en julio durante una inesperada tormenta de arena procedente del este. Los vientos cálidos con ráfagas de arena fina eran habituales durante la estación lluviosa, sobre todo en marzo y abril, pero no en julio. Cuando se desencadenó la tormenta Jesús estaba jugando en la parte superior de la casa, donde solía jugar durante la estación seca. Al bajar las escaleras quedó cegado por la arena y se cayó. Tras este accidente José instaló una barandilla a ambos lados de la escalera.

123:4.6 (1361.6) Este accidente no hubiera podido evitarse de ninguna manera. No fue una negligencia imputable a los intermedios guardianes temporales, uno primario y otro secundario, que tenían encomendado el cuidado del niño, ni tampoco imputable a su guardiana seráfica. Era sencillamente inevitable. Pero este accidente sin consecuencias, ocurrido mientras José estaba de viaje en Endor, provocó tal ansiedad en María que intentó de manera muy poco razonable mantener a Jesús pegado a ella durante varios meses.

123:4.7 (1361.7) Las personalidades celestiales no interfieren arbitrariamente en los accidentes materiales, que son incidencias corrientes de naturaleza física. En circunstancias normales solo las criaturas intermedias pueden alterar las condiciones materiales para salvaguardar las personas de los hombres y mujeres del destino, e incluso en situaciones especiales estos seres solo pueden hacerlo conforme a los mandatos específicos de sus superiores.

123:4.8 (1361.8) Pero este no fue más que el primero de una serie de accidentes menores que se sucederían durante el crecimiento de este joven intrépido y curioso. Si imagináis la niñez y la juventud normal de un chico activo, os haréis una idea bastante exacta de la carrera juvenil de Jesús y os podréis figurar cuántos desvelos causó a sus padres, sobre todo a su madre.

123:4.9 (1362.1) José, el cuarto hijo de la familia de Nazaret, nació la mañana del miércoles 16 de marzo del año 1 d. C.

5. Días de escuela en Nazaret

123:5.1 (1362.2) Jesús tenía ya siete años, la edad en que los niños judíos debían empezar su educación formal en las escuelas de las sinagogas. Y así, en agosto de ese año comenzó su intensa vida escolar en Nazaret. El muchacho ya leía, escribía y hablaba con soltura dos idiomas, el arameo y el griego; ahora le tocaba aprender a leer, escribir y hablar el hebreo. Afrontaba con verdadera ilusión la nueva vida escolar que le esperaba.

123:5.2 (1362.3) Durante tres años —hasta los diez— asistió a la escuela de enseñanza primaria de la sinagoga de Nazaret. Durante estos tres años estudió los rudimentos del Libro de la Ley tal como estaba redactado en lengua hebrea. Durante los tres años siguientes estudió en la escuela superior y memorizó, a base de repetirlas en voz alta, las enseñanzas más profundas de la ley sagrada. A los trece años se graduó en esta escuela de la sinagoga, y los dirigentes de la sinagoga se lo entregaron a sus padres como un «hijo del mandamiento» ya educado. A partir de ahí sería un ciudadano responsable de la comunidad de Israel y debería asistir a la Pascua en Jerusalén. Ese año asistió a su primera Pascua en compañía de su padre y de su madre.

123:5.3 (1362.4) En Nazaret los alumnos se sentaban en el suelo formando un semicírculo, y frente a ellos se sentaba su profesor, el jazán, un empleado de la sinagoga. Empezaban por el Libro del Levítico, luego estudiaban los demás libros de la ley y a continuación los Profetas y los Salmos. La sinagoga de Nazaret poseía un ejemplar completo de las escrituras en hebreo. Antes de los doce años no se estudiaba nada que no fueran las escrituras. Durante los meses de verano había muchas menos horas de clase.

123:5.4 (1362.5) Jesús no tardó en dominar el hebreo, y en los oficios regulares del sabbat cuando no se encontraba en Nazaret ningún visitante de categoría, solían pedir muchas veces al joven que leyera las escrituras hebreas a los fieles reunidos en la sinagoga.

123:5.5 (1362.6) Por supuesto, estas escuelas de la sinagoga no tenían libros de texto. El jazán enseñaba formulando frases que los alumnos repetían a coro. Cuando los alumnos tenían acceso a los libros escritos de la ley, aprendían su lección a base de leerla en voz alta y repetir hasta memorizarla.

123:5.6 (1362.7) Como complemento a sus estudios oficiales, Jesús empezó a tomar contacto con la naturaleza humana a través de los viajeros procedentes de los cuatro puntos cardinales de la tierra que pasaban por el taller de reparaciones de su padre. Cuando tuvo más edad se mezclaba libremente con las caravanas que se paraban a comer y descansar cerca de la fuente. Como hablaba muy bien el griego, le era fácil conversar con la mayoría de los viajeros y conductores de caravanas.

123:5.7 (1362.8) Nazaret era un cruce de caminos y punto de parada de caravanas. Gran parte de su población era gentil y tenía fama como centro de interpretación liberal de la ley tradicional judía. En Galilea los judíos se relacionaban más libremente con los gentiles que en Judea, y de todas las ciudades de Galilea, los judíos de Nazaret eran los más liberales en su interpretación de las restricciones sociales basadas en los miedos a contaminarse por contacto con los gentiles, de ahí este dicho muy habitual en Jerusalén: «¿Puede salir algo bueno de Nazaret?».

123:5.8 (1363.1) Jesús recibió su formación moral y su cultura espiritual principalmente de su propia familia. La mayor parte de su educación intelectual y teológica provino del jazán, pero su educación real —la preparación de la mente y el corazón para la prueba de lidiar con los difíciles problemas de la vida— fue fruto de sus relaciones con sus semejantes. Esta estrecha vinculación con sus semejantes, jóvenes y viejos, judíos y gentiles, fue la que le brindó la oportunidad de conocer a la raza humana. Jesús estaba muy bien educado en el sentido de que entendía a fondo a los hombres y los amaba entrañablemente.

123:5.9 (1363.2) Durante todos sus años en la sinagoga fue un estudiante brillante, con la gran ventaja de dominar tres idiomas. El día que terminó sus estudios en la escuela de Nazaret, el jazán comentó a José que «temía no haber sido capaz de enseñar al muchacho tanto como había aprendido con las agudas preguntas de Jesús».

123:5.10 (1363.3) Jesús aprendió mucho en el transcurso de sus estudios, y los sermones regulares del sabbat en la sinagoga fueron para él una gran fuente de inspiración. Era costumbre pedir a los visitantes distinguidos que pasaban el sabbat en Nazaret que hablaran en la sinagoga. Jesús escuchó durante su juventud las opiniones de muchos grandes pensadores de todo el mundo judío, y también las de muchos que no eran precisamente judíos ortodoxos, puesto que la sinagoga de Nazaret era un centro avanzado y liberal del pensamiento y la cultura hebreos.

123:5.11 (1363.4) Cuando se entraba en la escuela a los siete años (los judíos acababan de instaurar la educación obligatoria por aquella época) era costumbre que los alumnos eligieran su «texto de cumpleaños», una especie de regla de oro para guiarlos a lo largo de sus estudios, y sobre el cual muchas veces disertaban en su graduación a los trece años. El texto que Jesús eligió era del profeta Isaías: «El espíritu del Señor Dios está sobre mí, pues el Señor me ha ungido; me ha enviado a traer buenas nuevas a los mansos, a vendar las heridas de los desconsolados, a proclamar la libertad de los cautivos y a liberar a los prisioneros espirituales».

123:5.12 (1363.5) Nazaret era uno de los veinticuatro centros sacerdotales de la nación hebrea, pero los sacerdotes galileos eran más liberales en la interpretación de las leyes tradicionales que los escribas y rabinos de Judea, y además en Nazaret eran más liberales con respecto a la observancia del sabbat. Por eso José acostumbraba a llevar a Jesús a pasear las tardes del sabbat, y una de sus excursiones favoritas era subir a una gran colina cercana a su casa, desde donde divisaban toda Galilea. En un día claro podían ver hacia el noroeste la alargada cresta del monte Carmelo cayendo hacia el mar; y Jesús oyó muchas veces contar a su padre la historia de Elías, uno de los primeros de la larga línea de profetas hebreos que censuró a Acab y desenmascaró a los sacerdotes de Baal. Hacia el norte el monte Hermón alzaba su majestuoso pico nevado que monopolizaba el horizonte con casi 1000 metros de resplandecientes laderas cubiertas de nieve perpetua. Hacia el este podían distinguir a lo lejos el valle del Jordán, y mucho más allá las colinas rocosas de Moab. Hacia el sur y el este podían ver, cuando el sol brillaba sobre sus muros de mármol, las ciudades grecorromanas de la Decápolis, con sus anfiteatros y sus ostentosos templos. Y cuando se quedaban hasta la puesta del sol podían divisar al oeste los barcos de vela en el lejano Mediterráneo.

123:5.13 (1364.1) Jesús podía observar las filas de caravanas que entraban y salían de Nazaret en todas las direcciones, y hacia el sur dominaba la amplia y fértil llanura de Esdraelón que se extendía hacia el Monte Gilboa y Samaria.

123:5.14 (1364.2) Cuando no subían a las cimas para admirar las vistas daban un paseo por el campo y estudiaban la naturaleza en sus distintos estados según las estaciones. El primer aprendizaje de Jesús, aparte del de su entorno familiar, consistió en un contacto reverente y receptivo con la naturaleza.

123:5.15 (1364.3) Antes de cumplir los ocho años era conocido por todas las madres y las jóvenes de Nazaret, que solían verlo y hablar con él en la fuente cercana a su casa, uno de los centros sociales de contacto y cotilleo de la ciudad. Ese año Jesús aprendió a ordeñar la vaca de la familia y a cuidar de los otros animales. Ese mismo año y el siguiente aprendió también a hacer queso y a tejer. A los diez años era ya un experto tejedor. Hacia esta época Jesús y su vecino Jacobo se hicieron grandes amigos del alfarero que trabajaba cerca del manantial, y mientras observaban los hábiles dedos de Natán moldeando la arcilla en el torno, ambos tomaron muchas veces la determinación de ser alfareros de mayores. Natán tenía mucho cariño a los muchachos y les daba a menudo arcilla para jugar; buscaba estimular su imaginación creativa organizando competiciones de modelaje de objetos y animales.

6. Su octavo año (2 d. C.)

123:6.1 (1364.4) Fue un año interesante en la escuela. Aunque Jesús no era un estudiante excepcional, sí era un alumno aplicado y estaba en el tercio más adelantado de la clase. Hacía tan bien su trabajo que estaba exento de asistencia una semana al mes, y solía pasar esa semana o bien con su tío pescador en las orillas del mar de Galilea cerca de Magdala o bien en la granja de otro tío (hermano de su madre) ocho kilómetros al sur de Nazaret.

123:6.2 (1364.5) Aunque su madre se preocupaba exageradamente por su salud y su seguridad, se fue acostumbrando poco a poco a estas ausencias fuera de casa. Los tíos y las tías de Jesús le tenían mucho cariño y competían animadamente para que pasara con ellos sus semanas de asueto tanto ese año como los siguientes. En enero de ese año pasó una semana en la granja de su tío (por primera vez desde su infancia) y en el mes de mayo vivió su primera semana de experiencia como pescador en el mar de Galilea.

123:6.3 (1364.6) Hacia esta época Jesús conoció a un profesor de matemáticas de Damasco, y tras aprender algunas nuevas técnicas numéricas, dedicó mucho tiempo a las matemáticas durante varios años. Desarrolló un agudo sentido de los números, las distancias y las proporciones.

123:6.4 (1364.7) Jesús empezó a disfrutar mucho de la compañía de su hermano Santiago, y para el final de año había empezado a enseñarle el alfabeto.

123:6.5 (1364.8) Ese año Jesús organizó un trueque de productos lácteos a cambio de clases de arpa. Tenía una afición extraordinaria a todo lo musical y más adelante contribuiría mucho a promover la música vocal entre sus jóvenes compañeros. A los once años ya era un buen arpista y disfrutaba mucho entreteniendo a su familia y sus amigos con interpretaciones extraordinarias y excelentes improvisaciones.

123:6.6 (1365.1) Jesús seguía haciendo progresos envidiables en la escuela, pero ni sus padres ni sus profesores podían bajar nunca la guardia ante la sucesión interminable de preguntas incómodas relacionadas tanto con la ciencia como con la religión, y en particular sobre geografía y astronomía. Insistía especialmente en averiguar por qué había una estación seca y otra lluviosa en Palestina. Buscaba una y otra vez la explicación de la gran diferencia de temperatura existente entre Nazaret y el valle del Jordán. No paraba nunca de hacer preguntas inteligentes pero desconcertantes.

123:6.7 (1365.2) Simón, su tercer hermano varón, nació la tarde del viernes 14 de abril de este año 2 d. C.

123:6.8 (1365.3) En febrero uno de los profesores de una academia rabínica de Jerusalén llamado Nacor fue a Nazaret con intención de observar a Jesús. Había hecho lo mismo en casa de Zacarías, cerca de Jerusalén, y fue precisamente el padre de Juan quien le aconsejó que fuera a Nazaret. Aunque al principio le disgustó algo la franqueza de Jesús y su manera poco convencional de relacionarse con las cosas religiosas, lo atribuyó al alejamiento de Galilea de los centros hebraicos de cultura y enseñanza y aconsejó a José y María que le permitieran llevarse a Jesús a Jerusalén donde tendría la ventaja de formarse y educarse en el centro de la cultura judía. María estaba casi decidida a dar su consentimiento. Estaba convencida de que su hijo mayor iba a convertirse en el Mesías, el libertador de los judíos, pero José dudaba. Él también creía que Jesús llegaría a convertirse en un hombre del destino, y aunque nunca dudó de que su hijo cumpliría una gran misión en la tierra, no tenía ninguna seguridad sobre la naturaleza de ese destino. Cuanto más reflexionaba sobre la propuesta de Nacor, menos acertado le parecía que Jesús se fuera a vivir a Jerusalén.

123:6.9 (1365.4) Ante esta diferencia de opinión entre José y María, Nacor les pidió permiso para plantear el asunto directamente a Jesús. Jesús escuchó con atención y luego habló con José, con María y con un vecino, Jacobo el albañil, el padre de su compañero de juegos favorito. Dos días después explicó que, al haber tanta diferencia de opinión entre sus padres y consejeros, como no se sentía capaz de asumir la responsabilidad de una decisión tan importante ni tampoco tenía especial preferencia en un sentido ni en otro, había decidido por fin «hablar con mi Padre que está en el cielo»; y aunque no estaba perfectamente seguro de la respuesta, sentía más bien que debía quedarse en casa «con mi padre y mi madre». Y añadió: «ellos que me quieren tanto podrán hacer más por mí y guiarme con más seguridad que unos extraños que solo pueden ver mi cuerpo y observar mi mente, pero no pueden conocerme de verdad». Todos quedaron maravillados, y Nacor regresó a Jerusalén. Pasaron muchos años antes de que se volviera a considerar la posibilidad de que Jesús se fuera de casa.

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