Documento 66 - El Príncipe Planetario de Urantia

   
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El libro de Urantia

Documento 66

El Príncipe Planetario de Urantia

66:0.1 (741.1) EL advenimiento de un Hijo Lanonandek a un mundo de tipo medio significa que la voluntad, la capacidad de elegir la senda de la supervivencia eterna, se ha desarrollado en la mente del hombre primitivo. Pero en Urantia el Príncipe Planetario llegó casi medio millón de años después de la aparición de la voluntad humana.

66:0.2 (741.2) Hace unos quinientos mil años y coincidiendo con la aparición de las seis razas de color o razas sangik, Caligastia, el Príncipe Planetario, llegó a Urantia. En el momento de la llegada del Príncipe había en el planeta casi quinientos millones de seres humanos primitivos muy diseminados por Europa, Asia y África. La sede del Príncipe se estableció en Mesopotamia, más o menos en el centro de la población mundial.

1. El Príncipe Caligastia

66:1.1 (741.3) Caligastia era un Hijo Lanonandek, el número 9344 del orden secundario. Tenía experiencia en la administración general de los asuntos del universo local y, en edades más recientes, en la gestión del sistema local de Satania en particular.

66:1.2 (741.4) Antes del reinado de Lucifer en Satania, Caligastia había sido adscrito al consejo de asesores de los Portadores de Vida de Jerusem. Lucifer le ascendió a un puesto en su equipo personal y Caligastia cumplió aceptablemente cinco misiones sucesivas de honor y confianza.

66:1.3 (741.5) Caligastia intentó desde muy pronto ser nombrado Príncipe Planetario y su solicitud se sometió reiteradamente a la aprobación de los consejos de la constelación, pero no lograba recibir el consentimiento de los Padres de la Constelación. Caligastia parecía especialmente deseoso de ser enviado como regidor planetario a un mundo decimal o de modificación de la vida. Su petición fue rechazada varias veces antes de ser asignado finalmente a Urantia.

66:1.4 (741.6) Caligastia salió de Jerusem para asumir su responsabilidad de gobernar un mundo con un envidiable historial de lealtad y dedicación al bienestar de su universo de origen y residencia, a pesar de cierta desazón característica unida a una tendencia a discrepar del orden establecido en ciertos asuntos menores.

66:1.5 (741.7) Yo estaba en Jerusem cuando el brillante Caligastia salió de la capital del sistema. Ningún príncipe de los planetas se había embarcado jamás en la carrera de gobierno de un mundo con una preparación tan rica en experiencia ni con mejores perspectivas que las de Caligastia aquel memorable día de hace medio millón de años. Una cosa es cierta: mientras cumplía mi cometido de difundir la narración de aquel acontecimiento por las transmisiones del universo local no se me ocurrió nunca ni remotamente la idea de que este noble Lanonandek pudiera traicionar tan pronto su sagrada responsabilidad de custodia planetaria y manchar tan horriblemente el buen nombre de su ensalzado orden de filiación del universo. Yo consideraba realmente que Urantia iba a estar entre los cinco o seis planetas más afortunados de Satania por tener al timón de los asuntos del mundo a una mente tan experimentada, brillante y original. No comprendía que Caligastia se estaba enamorando insidiosamente de sí mismo; no entendía entonces tan bien como ahora las sutilezas del orgullo de la personalidad.

2. El equipo del Príncipe

66:2.1 (742.1) El Príncipe Planetario de Urantia no fue enviado solo a su misión sino acompañado por el cuerpo habitual de asistentes y ayudantes administrativos.

66:2.2 (742.2) A la cabeza de este grupo estaba Daligastia, el asistente adjunto del Príncipe Planetario. Daligastia era también un Hijo Lanonandek secundario, el número 319 407 de ese orden. Tenía rango de asistente en el momento de su asignación como adjunto de Caligastia.

66:2.3 (742.3) El equipo planetario estaba compuesto por un gran número de cooperadores angélicos y una multitud de otros seres celestiales asignados al progreso de los intereses y a la promoción del bienestar de las razas humanas. Pero el grupo más interesante desde vuestro punto de vista era el de los miembros corpóreos del equipo del Príncipe, conocidos a veces como los cien de Caligastia.

66:2.4 (742.4) Caligastia eligió a estos cien miembros rematerializados del equipo del Príncipe de entre más de 785 000 ciudadanos ascendentes de Jerusem que se ofrecieron voluntarios para embarcarse en la aventura de Urantia. Cada uno de los cien elegidos era de un planeta diferente, y ninguno de ellos era de Urantia.

66:2.5 (742.5) Estos voluntarios jerusemitas fueron llevados directamente por transporte seráfico desde la capital del sistema hasta Urantia. A su llegada fueron mantenidos enserafinados hasta que se les pudo proporcionar unas formas de personalidad con la naturaleza dual propia del servicio planetario especial, auténticos cuerpos de carne y hueso que estaban además sintonizados con los circuitos de vida del sistema.

66:2.6 (742.6) Algún tiempo antes de la llegada de estos cien ciudadanos de Jerusem, los dos Portadores de Vida supervisores residentes en Urantia, después de haber perfeccionado sus planes, solicitaron la autorización de Jerusem y de Edentia para trasplantar el plasma de vida de cien supervivientes seleccionados de la estirpe de Andon y Fonta a los cuerpos materiales previstos para los miembros corpóreos del equipo del Príncipe. La petición fue concedida en Jerusem y aprobada en Edentia.

66:2.7 (742.7) Los Portadores de Vida seleccionaron a cincuenta varones y cincuenta mujeres de la descendencia de Andon y Fonta que representaban la supervivencia de las mejores cepas de aquella raza única. Con una o dos excepciones, esos andonitas que contribuyeron al avance de la raza no se conocían. Bajo la dirección de los Ajustadores del Pensamiento coordinada con las directrices seráficas, fueron llevados desde lugares muy distantes entre sí y reunidos en el umbral de la sede planetaria del Príncipe. Allí los cien sujetos humanos fueron puestos en manos de una comisión voluntaria de expertos altamente cualificados procedente de Avalon, que dirigió la extracción material de una porción del plasma de vida de esos descendientes de Andon. Este material vivo se transfirió después a los cuerpos materiales fabricados para ser utilizados por los cien jerusemitas del equipo del Príncipe. Mientras tanto, estos ciudadanos recién llegados de la capital del sistema fueron mantenidos en el sueño del transporte seráfico.

66:2.8 (742.8) Estas operaciones, junto con la creación literal de cuerpos especiales para los cien de Caligastia, dieron origen a numerosas leyendas, muchas de las cuales se confundieron después con tradiciones posteriores acerca de la instalación planetaria de Adán y Eva.

66:2.9 (743.1) Toda la operación de repersonalización, desde el momento de la llegada de los transportes seráficos con los cien voluntarios de Jerusem hasta que estos recuperaron la consciencia como seres triples de los mundos, duró exactamente diez días.

3. Dalamatia, la ciudad del Príncipe

66:3.1 (743.2) La sede del Príncipe Planetario estaba situada en la región del golfo Pérsico de entonces, en la zona correspondiente a la Mesopotamia de hoy.

66:3.2 (743.3) El clima y el paisaje de la Mesopotamia de aquellos tiempos eran favorables en todos los aspectos a las empresas del equipo del Príncipe y sus asistentes, y muy diferentes de las condiciones que han predominado algunas veces desde entonces. Ese clima tan favorable era el componente necesario de un entorno natural pensado para inducir a los urantianos primitivos a hacer ciertos avances iniciales en cultura y civilización. La primera gran tarea de aquellas edades fue la de transformar al hombre cazador en pastor, con la esperanza de que acabaría por convertirse en agricultor sedentario y amante de la paz.

66:3.3 (743.4) La sede del Príncipe Planetario de Urantia era un ejemplo típico de este tipo de instalaciones en una esfera joven y en vías de desarrollo. El núcleo del asentamiento del Príncipe era una ciudad muy sencilla pero hermosa, rodeada por una muralla de doce metros de altura. Este centro mundial de cultura se llamó Dalamatia en honor a Daligastia.

66:3.4 (743.5) La ciudad se dispuso en diez subdivisiones, con las mansiones sede de los diez consejos del equipo corpóreo situadas en el centro de cada una de estas subdivisiones. En el punto más céntrico de la ciudad estaba el templo del Padre invisible. La sede administrativa del Príncipe y sus asociados estaba organizada en doce cámaras agrupadas directamente alrededor del templo.

66:3.5 (743.6) Todos los edificios de Dalamatia tenían un piso excepto la sede del consejo, que tenía dos, y el templo central del Padre de todos, que era pequeño pero tenía tres pisos.

66:3.6 (743.7) La ciudad era un exponente de las mejores prácticas de aquellos días primitivos en material de construcción: el ladrillo. Se empleó muy poca piedra o madera. El ejemplo de Dalamatia elevó considerablemente el nivel de la construcción de viviendas y la arquitectura de las aldeas de los habitantes de los alrededores.

66:3.7 (743.8) Cerca de la sede del Príncipe habitaban seres humanos de todos los estratos y colores, y entre esas tribus vecinas fueron reclutados los primeros estudiantes de las escuelas del Príncipe. Aunque estas primeras escuelas de Dalamatia eran rudimentarias, proporcionaban todo lo que se podía hacer en beneficio de los hombres y mujeres de esa edad primitiva.

66:3.8 (743.9) El equipo corpóreo del Príncipe reunía continuamente a su alrededor a los individuos superiores de las tribus circundantes, y después de formar e inspirar a estos alumnos, los enviaban de vuelta como maestros y líderes de sus respectivos pueblos.

4. Los primeros días de los cien

66:4.1 (743.10) La llegada del equipo del Príncipe causó una profunda impresión, y aunque la noticia tardó casi mil años en difundirse por todas partes, las enseñanzas y la conducta de los cien nuevos residentes en Urantia ejercieron una profunda influencia sobre las tribus próximas a la sede mesopotámica. Gran parte de vuestra mitología posterior surgió de las confusas leyendas sobre aquellos primeros días en los que estos miembros del equipo del Príncipe fueron repersonalizados en Urantia como superhombres.

66:4.2 (744.1) La tendencia de los mortales a considerarlos como dioses obstaculiza seriamente la buena influencia de los maestros extraplanetarios, pero aparte de la técnica de su aparición en el planeta, los cien de Caligastia —cincuenta hombres y cincuenta mujeres— no recurrieron a métodos sobrenaturales ni a manipulaciones sobrehumanas.

66:4.3 (744.2) Sin embargo, el equipo corpóreo era sobrehumano. Empezaron su misión en Urantia como seres extraordinarios de naturaleza triple:

66:4.4 (744.3) 1. Eran corpóreos y relativamente humanos, pues incorporaban el auténtico plasma de vida de una de las razas humanas, el plasma de vida andónico de Urantia.

66:4.5 (744.4) Estos cien miembros del personal del Príncipe estaban divididos por igual en cuanto a sexo y según su estatus previo como mortales. Cada persona de este grupo era capaz de convertirse en coprogenitor de algún nuevo orden de seres físicos, pero habían recibido instrucciones expresas de recurrir a la paternidad solo en ciertas condiciones. El equipo corpóreo de un Príncipe Planetario acostumbra a procrear a sus sucesores algo antes de retirarse del servicio planetario especial. Esto suele ocurrir en el momento o poco después de la llegada del Adán y la Eva Planetarios.

66:4.6 (744.5) Por lo tanto, estos seres especiales tenían poca o ninguna idea del tipo de criatura material que resultaría de su unión sexual. Y nunca lo supieron, porque antes de que llegaran a esa etapa de su labor en el mundo la rebelión trastocó todo el régimen, y aquellos que más tarde desempeñarían el papel de padres habían sido aislados de las corrientes de vida del sistema.

66:4.7 (744.6) Estos miembros materializados del equipo de Caligastia tenían el idioma y el color de la piel de la raza andónica. Se alimentaban igual que los mortales de los mundos con una sola diferencia: los cuerpos recreados de este grupo se satisfacían plenamente con una dieta sin carne. Esta fue una de las consideraciones que determinaron su residencia en una región templada donde abundaban las frutas y las nueces. La práctica de subsistir con una dieta sin carne data de los tiempos de los cien de Caligastia, pues esta costumbre se propagó por todas partes y afectó a los hábitos alimenticios de muchas tribus circundantes, grupos descendientes de las razas evolutivas que en su día fueron exclusivamente carnívoras.

66:4.8 (744.7) 2. Los cien eran seres materiales pero sobrehumanos, reconstituidos en Urantia como hombres y mujeres únicos de un orden alto y especial.

66:4.9 (744.8) Los miembros de este grupo, aunque tenían la ciudadanía provisional de Jerusem, no se habían fusionado aún con sus Ajustadores del Pensamiento; cuando se ofrecieron voluntarios y fueron aceptados para el servicio planetario en enlace con los órdenes descendentes de filiación, sus Ajustadores se separaron de ellos. Pero estos jerusemitas eran seres sobrehumanos, poseían almas de crecimiento ascendente. Durante la vida mortal en la carne, el alma está en estado embrionario; nace (resucita) en la vida de la morontia y va creciendo a través de los sucesivos mundos de la morontia. Las almas de los cien de Caligastia se habían desarrollado de esa forma mediante las experiencias progresivas de los siete mundos mansión hasta alcanzar el estatus de ciudadanos de Jerusem.

66:4.10 (744.9) De conformidad con las instrucciones recibidas, los miembros del equipo no practicaron la reproducción sexual, aunque sí estudiaron minuciosamente su propia constitución personal y exploraron con atención todos los aspectos imaginables de enlace intelectual (de la mente) y de la morontia (del alma). Y fue durante el trigésimo tercer año de su estancia en Dalamatia, mucho antes de que la muralla estuviera terminada, cuando el número dos y el número siete del grupo danita descubrieron accidentalmente un fenómeno asociado al enlace de sus yoes de morontia (supuestamente no sexuales y no materiales). La consecuencia de esta aventura resultó ser la primera de las criaturas intermedias primarias. Este nuevo ser era perfectamente visible para el equipo planetario y sus asociados celestiales, pero no para los hombres y mujeres de las diversas tribus humanas. Con la autorización del Príncipe Planetario, todo el equipo corpóreo emprendió la procreación de seres similares siguiendo las instrucciones de la pareja danita pionera, y todos lo consiguieron. Así fue como el equipo del Príncipe acabó trayendo a la existencia al cuerpo original de los 50 000 intermedios primarios.

66:4.11 (745.1) Estas criaturas de tipo intermedio fueron de gran ayuda para llevar adelante los asuntos de la sede del mundo. Eran invisibles para los seres humanos, pero a los residentes primitivos de Dalamatia se les enseñó que existían estos semiespíritus invisibles, y constituyeron durante mucho tiempo la totalidad del mundo del espíritu para esos mortales en evolución.

66:4.12 (745.2) 3. Los cien de Caligastia eran personalmente inmortales, o imperecederos. Circulaban por sus formas materiales los complementos antidotales de las corrientes de vida del sistema, y si no hubieran perdido el contacto con los circuitos de vida como consecuencia de la rebelión, habrían seguido viviendo indefinidamente hasta la llegada de un Hijo de Dios posterior o hasta el momento de ser liberados de sus funciones para reanudar su interrumpido viaje hacia Havona y el Paraíso.

66:4.13 (745.3) Esos complementos antidotales de las corrientes de vida de Satania provenían del fruto del árbol de la vida, un arbusto de Edentia que los Altísimos de Norlatiadek enviaron a Urantia en el momento de la llegada de Caligastia. En los días de Dalamatia este árbol crecía en el patio central del templo del Padre invisible, y era el fruto de este árbol de la vida lo que hacía que los seres materiales, por lo demás mortales, del equipo del Príncipe pudieran vivir indefinidamente mientras tuvieran acceso a él.

66:4.14 (745.4) Este supersustento, aunque carecía de valor para las razas evolutivas, era más que suficiente para conferir vida continuada a los cien de Caligastia y también a los cien andonitas modificados que estaban vinculados a ellos.

66:4.15 (745.5) Conviene explicar a este respecto que, en el momento en que los cien andonitas aportaron su plasma germen humano a los miembros del equipo del Príncipe, los Portadores de Vida introdujeron en sus cuerpos mortales el complemento de los circuitos del sistema, y así pudieron desafiar a la muerte física y seguir viviendo siglo tras siglo con el equipo.

66:4.16 (745.6) Al final los cien andonitas fueron informados sobre de su contribución a las nuevas formas de sus superiores, y estos mismos cien hijos de las tribus de Andon fueron mantenidos en la sede como acompañantes personales del equipo corpóreo del Príncipe.

5. La organización de los cien

66:5.1 (745.7) Los cien estaban organizados para el servicio en diez consejos autónomos de diez miembros cada uno. Cuando dos o más de estos diez consejos se reunían en sesión conjunta, esas reuniones de enlace eran presididas por Daligastia. Estos diez grupos se constituyeron como sigue:

66:5.2 (745.8) 1. El consejo de alimentación y bienestar material. Bajo la presidencia de Ang, este grupo de expertos fomentó la alimentación, el agua, el vestido y el avance material de la especie humana. Enseñaron a excavar pozos, controlar los manantiales y regar. A los que procedían del norte o de las zonas más altas les enseñaron mejores métodos de tratar las pieles para su uso como vestimenta, y los maestros de las artes y las ciencias introdujeron posteriormente la tejeduría.

66:5.3 (746.1) Se hicieron grandes avances en los métodos de almacenamiento de alimentos. El hombre aprendió a conservar comida cocinada, desecada y ahumada, que se convirtió en la primera forma de propiedad. Se le enseñó así a prevenirse contra las hambrunas que diezmaban periódicamente el mundo.

66:5.4 (746.2) 2. La junta de domesticación y utilización de animales. Este consejo se dedicó a la tarea de seleccionar y criar los animales mejor adaptados para llevar cargas y transportar a los seres humanos, para proporcionarles alimento y, más adelante, para ayudarlos a cultivar la tierra. Este eficaz cuerpo estaba dirigido por Bon.

66:5.5 (746.3) Se domesticaron varios tipos de animales útiles, hoy extinguidos, junto con otros que han seguido siendo animales domésticos hasta nuestros días. El hombre llevaba mucho tiempo viviendo con el perro, y el hombre azul ya había logrado domar al elefante. La vaca había mejorado tanto gracias a una esmerada cría que se convirtió en una valiosa fuente de alimento; la mantequilla y el queso pasaron a formar parte habitual de la dieta humana. Se enseñó a los hombres a utilizar bueyes para llevar cargas, pero el caballo no se domesticó hasta una fecha posterior. Los miembros de este cuerpo fueron los primeros que enseñaron a los hombres a utilizar la rueda para facilitar la tracción.

66:5.6 (746.4) Por esos días se empezaron a utilizar palomas mensajeras, que servían para enviar mensajes o pedir auxilio en los viajes largos. El grupo de Bon consiguió adiestrar a los grandes fándores como aves de pasajeros, pero se extinguieron hace más de treinta mil años.

66:5.7 (746.5) 3. Los asesores en materia de defensa contra animales depredadores. Además de intentar domesticar ciertos animales, el hombre primitivo necesitaba aprender a protegerse de la destrucción que podía causar el resto del mundo animal hostil. Este grupo estaba capitaneado por Dan.

66:5.8 (746.6) Las murallas de las ciudades antiguas servían para protegerlas de los animales feroces e impedir ataques por sorpresa de humanos hostiles. Los que vivían sin murallas o en el bosque tenían que recurrir a las viviendas arbóreas, las cabañas de piedra y las fogatas nocturnas. Por eso era muy natural que estos educadores dedicaran mucho tiempo a instruir a sus alumnos en la mejora de la vivienda humana. Se hicieron grandes progresos en el sometimiento de los animales gracias al empleo de mejores técnicas y la utilización de trampas.

66:5.9 (746.7) 4. El cuerpo docente para la diseminación y conservación del conocimiento. Este grupo organizó y dirigió los esfuerzos puramente educativos de aquellas primeras edades. Estaba presidido por Fad. El procedimiento educativo de Fad consistía en enseñar mejores métodos de trabajo y supervisar al mismo tiempo su aplicación. Fad formuló el primer alfabeto e introdujo un sistema de escritura. Su alfabeto contenía veinticinco caracteres. Esos primeros pueblos utilizaban como material de escritura, cortezas de árbol, tablas de arcilla, losas de piedra, un tipo de pergamino hecho de pieles machacadas y una especie de papel rudimentario fabricado con nidos de avispa. La biblioteca de Dalamatia, destruida poco después de la deslealtad de Caligastia, constaba de más de dos millones de documentos distintos y era conocida como la «casa de Fad».

66:5.10 (746.8) El hombre azul tenía predilección por la escritura alfabética y fue el que hizo los mayores progresos en esa dirección. El hombre rojo prefería la escritura pictórica, mientras que las razas amarillas derivaron hacia el uso de símbolos muy semejantes a los que emplean ahora para las palabras e ideas. Pero el alfabeto y muchas cosas más se perdieron después para el mundo durante la confusión que acompañó a la rebelión. La defección de Caligastia destruyó la esperanza de una lengua universal para el mundo, al menos durante edades incalculables.

66:5.11 (747.1) 5. La comisión de industria y comercio. El cometido de este consejo era fomentar la industria dentro de las tribus y promover el comercio entre los diversos grupos pacíficos. Su líder fue Nod. Este cuerpo estimuló todas las formas de manufactura primitiva. Contribuyeron directamente a elevar el nivel de vida con muchas mercancías nuevas pensadas para atraer a los hombres primitivos. Ampliaron considerablemente el comercio de una sal de mejor calidad producida por el consejo de las ciencias y las artes.

66:5.12 (747.2) Fue entre estos grupos más ilustrados, educados en las escuelas de Dalamatia, donde se practicó por primera vez el crédito comercial. Una bolsa central de canje de créditos proporcionaba fichas que eran aceptadas en lugar de los propios objetos de trueque. Durante cientos de miles de años, el mundo no pudo mejorar estos métodos comerciales.

66:5.13 (747.3) 6. La escuela de la religión revelada. Este cuerpo fue de funcionamiento lento. La civilización de Urantia se forjó literalmente entre el yunque de la necesidad y los martillos del miedo. Sin embargo, este grupo había hecho progresos considerables en su intento de sustituir el miedo a la criatura (el culto a los fantasmas) por el miedo al Creador, antes de que sus trabajos fueran interrumpidos por la confusión resultante del levantamiento secesionista. Este consejo estaba encabezado por Hap.

66:5.14 (747.4) Ningún miembro del equipo del Príncipe quiso presentar una revelación que pudiera complicar la evolución; solo presentaban la revelación como su punto culminante tras haber agotado las fuerzas de la evolución. Pero Hap cedió al deseo de los habitantes de la ciudad de establecer alguna forma de servicio religioso. Su grupo proporcionó a los dalamatianos los siete cánticos de adoración y les dio también la frase de alabanza cotidiana. Finalmente les enseñó «la oración del Padre», que decía:

66:5.15 (747.5) «Padre de todos, a cuyo Hijo honramos, míranos con favor. Líbranos del miedo a todo salvo a ti. Haz que seamos una satisfacción para nuestros maestros divinos y pon la verdad en nuestros labios por siempre. Líbranos de la violencia y de la ira; danos respeto por nuestros ancianos y por lo que pertenece a nuestro prójimo. Danos esta temporada pastos verdes y rebaños fructíferos que llenen de alegría nuestros corazones. Rezamos para que llegue pronto el elevador prometido y queremos hacer tu voluntad en este mundo como otros la hacen en mundos más lejanos.»

66:5.16 (747.6) Aunque el equipo del Príncipe estaba limitado a los medios naturales y métodos ordinarios de mejora de las razas, prometieron el don adánico de una raza nueva como meta del crecimiento evolutivo posterior, cuando se hubiera alcanzado la cima del desarrollo biológico.

66:5.17 (747.7) 7. Los guardianes de la salud y la vida. Este consejo, dirigido por Lut, estaba encargado de introducir las condiciones de salubridad y promover la higiene primitiva.

66:5.18 (747.8) Sus miembros enseñaron muchas cosas que se perdieron durante la confusión de las edades posteriores y no se volvieron a descubrir hasta el siglo veinte. Enseñaron a la humanidad que cocer, hervir y asar eran medios de evitar enfermedades; y también que cocinar así los alimentos reducía considerablemente la mortalidad infantil y favorecía el destete temprano.

66:5.19 (747.9) Muchas de las primeras enseñanzas de los guardianes de la salud de Lut persistieron entre las tribus del planeta hasta los días de Moisés, aunque tergiversadas y muy modificadas.

66:5.20 (748.1) El gran obstáculo a la promoción de la higiene entre esos pueblos ignorantes radicaba en el hecho de que las causas reales de muchas enfermedades eran demasiado pequeñas para poderlas ver a simple vista, unido al respeto supersticioso que todos ellos sentían por el fuego. Se necesitaron miles de años para persuadirlos de quemar los residuos. Mientras tanto, se les insistía que enterraran su basura en descomposición. El gran avance sanitario de esta época se debió a la divulgación de conocimientos sobre los beneficios de la luz solar para la salud y su papel en la lucha contra la enfermedad.

66:5.21 (748.2) Antes de la llegada del Príncipe el baño había sido un ceremonial exclusivamente religioso. Era realmente muy difícil persuadir a los hombres primitivos de que se lavaran el cuerpo como práctica de salud. Lut indujo finalmente a los maestros religiosos a que incluyeran abluciones en las ceremonias de purificación que se practicaban una vez por semana durante las devociones del mediodía en adoración al Padre de todos.

66:5.22 (748.3) Estos guardianes de la salud intentaron también enseñarles a darse la mano en vez de intercambiar saliva o beberse la sangre como sello de amistad personal y símbolo de lealtad al grupo. Pero cuando no se sentían apremiados por la presión de las enseñanzas de sus líderes superiores, estos pueblos primitivos no tardaban en volver a sus antiguas prácticas ignorantes y supersticiosas, que atentaban contra la salud y fomentaban las enfermedades.

66:5.23 (748.4) 8. El consejo planetario de las artes y las ciencias. Este cuerpo hizo mucho por mejorar las técnicas industriales de los primeros hombres y por elevar sus conceptos de la belleza. Su líder fue Mek.

66:5.24 (748.5) El nivel de las artes y las ciencias era muy bajo en todo el mundo, pero los dalamatianos fueron instruidos en los rudimentos de la física y la química. La alfarería avanzó, todas las artes decorativas mejoraron y los ideales de la belleza humana se realzaron considerablemente. En cambio no hubo casi progreso musical hasta la llegada de la raza violeta.

66:5.25 (748.6) A pesar de la reiterada insistencia de sus maestros, aquellos hombres primitivos no consintieron en experimentar con la fuerza del vapor; no pudieron superar nunca su terror a la fuerza explosiva del vapor confinado. En cambio se les pudo convencer a la larga de que trabajaran con los metales al fuego, aunque un trozo de metal al rojo vivo era un objeto aterrador para los primeros hombres.

66:5.26 (748.7) Mek contribuyó mucho al avance de la cultura de los andonitas y al mejoramiento del arte del hombre azul. Una mezcla del hombre azul con la estirpe de Andon generó un tipo artísticamente dotado, y muchos de ellos se convirtieron en escultores maestros. No trabajaban la piedra ni el mármol, pero sus obras de arcilla endurecida al horno adornaban los jardines de Dalamatia.

66:5.27 (748.8) Se hicieron grandes progresos en las artes del hogar, que en su mayoría se perdieron durante las largas y oscuras edades de la rebelión y no se volvieron a descubrir hasta los tiempos modernos.

66:5.28 (748.9) 9. Los gobernadores de las relaciones tribales avanzadas. Este grupo era el encargado de elevar la sociedad humana al nivel de Estado. Su jefe era Tut.

66:5.29 (748.10) Estos líderes promovieron mucho los matrimonios intertribales. Recomendaban un periodo de cortejo para casarse tras la debida deliberación y habiendo tenido plena oportunidad de conocerse. Las danzas guerreras puramente militares se refinaron y pusieron al servicio de fines sociales valiosos. Se introdujeron muchos juegos competitivos, pero esos pueblos antiguos eran serios; el humor era prácticamente desconocido entre aquellas primeras tribus. Pocas de esas prácticas sobrevivieron a la desintegración provocada posteriormente por la insurrección planetaria.

66:5.30 (749.1) Tut y sus compañeros trabajaron para promover asociaciones grupales de naturaleza pacífica, regular y humanizar la guerra, coordinar las relaciones entre tribus y mejorar los gobiernos tribales. En las inmediaciones de Dalamatia se desarrolló una cultura más avanzada, y esta mejora de las relaciones sociales contribuyó a propagar su influencia hasta tribus más alejadas. Pero el patrón de civilización que prevalecía en la sede del Príncipe era muy distinto de la sociedad bárbara que evolucionaba en otras partes, igual que en Ciudad del Cabo (Sudáfrica) la sociedad del siglo veinte no se parece nada a la cultura rudimentaria de los diminutos bosquimanos del norte.

66:5.31 (749.2) 10. La corte suprema de coordinación tribal y cooperación racial. Este consejo supremo, dirigido por Van, era la corte de apelación para las otras nueve comisiones especiales encargadas de la supervisión de los asuntos humanos. Este consejo tenía funciones muy amplias, pues le competían todos los asuntos de interés terrenal no específicamente asignados a los otros grupos. Este cuerpo escogido había sido aprobado por los Padres de la Constelación de Edentia antes de ser autorizado a asumir las funciones de corte suprema de Urantia.

6. El reinado del Príncipe

66:6.1 (749.3) El grado de cultura de un mundo se mide por el patrimonio social de sus seres nativos, y el ritmo de expansión cultural está enteramente determinado por la capacidad de sus habitantes de comprender ideas nuevas y avanzadas.

66:6.2 (749.4) La esclavitud a la tradición produce estabilidad y cooperación al enlazar sentimentalmente el pasado con el presente, pero ahoga al mismo tiempo la iniciativa y esclaviza los poderes creativos de la personalidad. El mundo entero estaba atrapado en el estancamiento de las costumbres atadas a la tradición cuando llegaron los cien de Caligastia y empezaron a proclamar el nuevo evangelio de la iniciativa individual dentro del marco de los grupos sociales de entonces. Pero ese gobierno benefactor se vio interrumpido tan pronto que las razas nunca han llegado a liberarse del todo de la esclavitud de la costumbre; el hábito sigue imperando indebidamente en Urantia.

66:6.3 (749.5) Los cien de Caligastia —graduados de los mundos mansión de Satania—conocían bien las artes y la cultura de Jerusem, pero esos conocimientos son prácticamente inútiles en un planeta bárbaro poblado de humanos primitivos. Aquellos seres sabios sabían que no convenía intentar una transformación repentina o una elevación masiva de las razas primitivas de entonces. Comprendían bien la lenta evolución de la especie humana, y se abstuvieron prudentemente de todo intento radical de modificar el modo de vida del hombre en el planeta.

66:6.4 (749.6) Cada una de las diez comisiones planetarias abordó de manera lenta y natural los asuntos que se le habían encomendado. Su plan consistía en atraer a las mejores mentes de las tribus circundantes y una vez formadas, enviarlas de vuelta a sus respectivos pueblos como emisarias de la elevación social.

66:6.5 (749.7) Nunca se enviaron emisarios extranjeros a ninguna raza a no ser que el pueblo en cuestión lo solicitara expresamente. Los que trabajaban para la elevación y el avance de una tribu o raza en concreto eran siempre nativos de esa tribu o raza. Los cien no deseaban imponer a una tribu los hábitos y las costumbres de otra raza, aunque fuera superior. Trabajaron siempre pacientemente para elevar y hacer avanzar las costumbres probadas por el tiempo de cada raza. Las gentes sencillas de Urantia trajeron consigo sus costumbres sociales a Dalamatia, no para cambiarlas por prácticas nuevas y mejores, sino para hacer que se elevaran por contacto con una cultura más alta y por asociación con mentes superiores. El proceso fue lento pero muy efectivo.

66:6.6 (750.1) Los maestros de Dalamatia intentaron añadir una selección social consciente a la selección puramente natural de la evolución biológica. No trastornaron la sociedad humana, pero sí aceleraron notablemente su evolución normal y natural. Su móvil fue el progreso por evolución y no la revolución por revelación. La raza humana había tardado edades en adquirir la poca religión y la poca moralidad que tenía, y aquellos superhombres, sabedores de la confusión y consternación que se producen siempre cuando seres ilustrados y superiores intentan elevar a las razas atrasadas con un exceso de enseñanza e ilustración, se guardaron de robar a la humanidad sus pequeños progresos.

66:6.7 (750.2) Cuando los misioneros cristianos van al corazón de África, donde es costumbre que los hijos permanezcan bajo el control y la dirección de sus padres mientras estos vivan, solo consiguen provocar confusión y el colapso de toda autoridad cuando intentan, en una sola generación, suplantar esta práctica enseñando que los hijos deben quedar libres de toda sujeción paterna al cumplir los veintiún años.

7. La vida en Dalamatia

66:7.1 (750.3) La sede del Príncipe, de exquisita belleza y concebida para infundir respeto reverencial al hombre primitivo de aquella edad, era en realidad modesta. Los edificios no eran especialmente grandes, dado que el objetivo de estos maestros importados era estimular el desarrollo a largo plazo de la agricultura mediante la introducción de la ganadería. Las murallas de la ciudad contenían una reserva de tierra suficiente para sostener con pastos y horticultura a una población de unos veinte mil habitantes.

66:7.2 (750.4) Los interiores del templo central de adoración y de las diez mansiones de los consejos de los grupos de superhombres supervisores eran auténticas y hermosas obras de arte. Y aunque los edificios residenciales eran modelos de pulcritud y limpieza, todo era muy sencillo y totalmente primitivo en comparación con los desarrollos de tiempos posteriores. En esta sede de la cultura no se emplearon métodos que no pertenecieran al orden natural de Urantia.

66:7.3 (750.5) El equipo corpóreo del Príncipe ocupaba moradas sencillas y ejemplares que mantenían como hogares destinados a inspirar e impresionar favorablemente a los estudiantes observadores que residían temporalmente en el centro social y sede educativa del mundo.

66:7.4 (750.6) El orden definido de vida familiar y la agrupación de una familia en una residencia de ubicación relativamente estable datan de estos tiempos de Dalamatia y se debe principalmente al ejemplo y las enseñanzas de los cien y sus alumnos. El hogar como unidad social no encontró aceptación hasta que los superhombres y supermujeres de Dalamatia condujeron al género humano a amar a sus nietos y a los hijos de sus nietos, y a hacer planes para ellos. El hombre salvaje ama a su hijo, pero el hombre civilizado ama también a su nieto.

66:7.5 (750.7) Los miembros del equipo del Príncipe vivían juntos como padres y madres. Es cierto que no tenían hijos propios, pero los cincuenta hogares patrón de Dalamatia no albergaron nunca a menos de quinientos pequeños adoptados recogidos de las familias superiores de las razas andónicas y sangik, muchos de ellos huérfanos. Se beneficiaban de la disciplina y las enseñanzas de sus superpadres y luego, después de tres años en las escuelas del Príncipe (desde los trece hasta los quince), eran candidatos para el matrimonio y para ser destinados como emisarios del Príncipe ante las necesitadas tribus de sus respectivas razas.

66:7.6 (751.1) Fad patrocinó el plan de enseñanza de Dalamatia, que se llevó a cabo como escuela industrial en la que los alumnos aprendían por la práctica y se abrían camino realizando diariamente tareas útiles. Este plan de educación no desatendía el pensamiento y el sentimiento en el desarrollo del carácter, pero daba prioridad a la capacitación manual. La instrucción era individual y colectiva. Impartían la enseñanza tanto hombres como mujeres conjuntamente y por separado. La mitad de esta instrucción colectiva estaba segregada por sexos, la otra mitad era mixta. La destreza manual se enseñaba individualmente y se socializaba a los alumnos en grupos o en promociones. Se les enseñaba a fraternizar con grupos más jóvenes, con grupos de más edad y con adultos, y a trabajar en equipo con los de su misma edad. También se les familiarizaba con asociaciones como grupos familiares, equipos de juego y promociones de escuela.

66:7.7 (751.2) Entre los últimos alumnos formados en Mesopotamia para trabajar con sus razas respectivas estaban los andonitas de las tierras altas de la India occidental junto con representantes del hombre rojo y del hombre azul. Más tarde aún, se acogió también a un pequeño número de la raza amarilla.

66:7.8 (751.3) Hap presentó a las primeras razas una ley moral. Este código era conocido como «el Camino del Padre» y se componía de los siete mandamientos siguientes:

66:7.9 (751.4) 1. No temerás ni servirás a ningún Dios que no sea el Padre de todos.

66:7.10 (751.5) 2. No desobedecerás al Hijo del Padre, el regidor del mundo, ni faltarás al respeto a sus asociados sobrehumanos.

66:7.11 (751.6) 3. No mentirás cuando seas convocado ante los jueces del pueblo.

66:7.12 (751.7) 4. No matarás a hombres, mujeres o niños.

66:7.13 (751.8) 5. No robarás los bienes ni el ganado de tu prójimo.

66:7.14 (751.9) 6. No tocarás a la esposa de tu amigo.

66:7.15 (751.10) 7. No faltarás al respeto a tus padres ni a los ancianos de la tribu.

66:7.16 (751.11) Esta fue la ley de Dalamatia durante casi trescientos mil años, y muchas de las piedras sobre las que se inscribió yacen ahora bajo las aguas de las costas de Persia y de Mesopotamia. Se convirtió en costumbre tener presente uno de estos mandamientos cada día de la semana, y emplearlo como saludo y como acción de gracias a la hora de comer.

66:7.17 (751.12) La medida del tiempo en esa época era el mes lunar, un periodo que se consideraba de veintiocho días. Esa fue, con la excepción del día y la noche, la única unidad de tiempo conocida por los primeros pueblos. La semana de siete días fue introducida por los maestros de Dalamatia por el mero hecho de que siete es la cuarta parte de veintiocho. La importancia del número siete en el superuniverso les ofreció sin duda la oportunidad de introducir un recordatorio espiritual en el cálculo común del tiempo. Pero el periodo semanal no tiene un origen natural.

66:7.18 (751.13) El territorio que rodeaba la ciudad estaba bastante bien colonizado en un radio de ciento sesenta kilómetros. En las inmediaciones de la ciudad cientos de graduados de las escuelas del Príncipe se dedicaban a la cría de ganado o ponían en práctica las diversas instrucciones que habían recibido del equipo del Príncipe y de sus numerosos ayudantes humanos. Unos cuantos se dedicaban a la agricultura y la horticultura.

66:7.19 (751.14) El género humano no fue relegado al duro trabajo agrícola como castigo de un supuesto pecado. «Comerás el fruto de los campos con el sudor de tu frente» no fue la condena por la participación del hombre en las insensateces de la rebelión de Lucifer bajo el liderazgo del traidor Caligastia. El cultivo de la tierra es inherente al establecimiento de una civilización progresiva en los mundos evolutivos, y este mandato fue el núcleo de todas las enseñanzas del Príncipe Planetario y su equipo a lo largo de los trescientos mil años que mediaron entre su llegada a Urantia y los días trágicos en que Caligastia unió su suerte a la del rebelde Lucifer. Trabajar la tierra no es una maldición; es más bien la más alta bendición de todos aquellos a quienes se permite así dedicarse a la más humana de todas las actividades humanas.

66:7.20 (752.1) Al estallar la rebelión Dalamatia tenía una población residente de casi seis mil habitantes. Esta cifra incluye a los estudiantes regulares, pero no abarca a los visitantes y observadores, que ascendían siempre a más de mil. Sin embargo, no podéis haceros una idea de los magníficos progresos de aquellos tiempos lejanos. Prácticamente todos los maravillosos beneficios humanos de aquellos días fueron aniquilados por la horrible confusión y la abyecta oscuridad espiritual que siguieron a la catástrofe de engaño y sedición de Caligastia.

8. Los infortunios de Caligastia

66:8.1 (752.2) Cuando reflexionamos sobre la larga carrera de Caligastia, encontramos en su conducta un solo rasgo destacado que podría haber llamado la atención: era ultraindividualista. Tendía a ponerse a favor de casi todos los grupos de protesta y solía simpatizar con quienes expresaban críticas implícitas en tono moderado. Detectamos una inclinación temprana a impacientarse ante la autoridad y a resentir levemente toda supervisión. A pesar de sentirse ligeramente molesto ante los consejos de sus superiores y algo intranquilo ante la autoridad superior, cada vez que le llegaba una prueba se mostraba siempre leal a los regidores del universo y obediente a los mandatos de los Padres de la Constelación. Jamás se encontró en él falta real alguna hasta el momento de su vergonzosa traición a Urantia.

66:8.2 (752.3) Cabe señalar que tanto Lucifer como Caligastia habían sido pacientemente informados y amorosamente advertidos sobre su tendencia a la crítica y el desarrollo sutil de su orgullo con la correspondiente exageración del sentimiento de su propia importancia. Pero todos esos intentos de ayuda habían sido malinterpretados como críticas infundadas e intromisiones injustificadas en sus libertades personales. Tanto Caligastia como Lucifer estimaban que sus bienintencionados consejeros actuaban por los mismos motivos reprensibles que estaban empezando a deformar sus propios pensamientos y descarriar sus planes. Juzgaban a sus desinteresados asesores según la evolución de su propio egoísmo.

66:8.3 (752.4) A partir de la llegada del príncipe Caligastia, la civilización planetaria progresó con bastante normalidad durante casi trescientos mil años. Aparte de ser una esfera de modificación de la vida y sujeta por lo tanto a numerosas irregularidades y episodios no habituales en la fluctuación evolutiva, Urantia progresó muy satisfactoriamente en su carrera planetaria hasta los tiempos de la rebelión de Lucifer y la traición simultánea de Caligastia. Toda su historia posterior se vio irremediablemente modificada por este error catastrófico, unido al fracaso posterior de Adán y Eva en el cumplimiento de su misión en el planeta.

66:8.4 (752.5) El Príncipe de Urantia entró en la oscuridad en el momento de la rebelión de Lucifer y provocó así la larga confusión del planeta. Posteriormente fue privado de su autoridad soberana por la acción equivalente de los regidores de la constelación y otras autoridades del universo. Compartió las inevitables vicisitudes de la Urantia aislada hasta el momento de la estancia de Adán en el planeta y contribuyó al fracaso del plan concebido para elevar las razas mortales mediante la infusión vital de la sangre de la nueva raza violeta, los descendientes de Adán y Eva.

66:8.5 (753.1) La encarnación como mortal de Maquiventa Melquisedec en los días de Abraham redujo enormemente la capacidad del Príncipe caído de perturbar los asuntos humanos. Más adelante, durante la vida de Miguel en la carne, este Príncipe traidor fue despojado por fin de toda autoridad sobre Urantia.

66:8.6 (753.2) La doctrina de la existencia de un demonio personal en Urantia, aunque tenía algún fundamento en la presencia del traidor e inicuo Caligastia en el planeta, fue totalmente ficticia en cuanto a que enseñaba que ese «demonio» podía influir en la mente humana normal en contra de su elección libre y natural. Incluso antes del otorgamiento de Miguel en Urantia, ni Caligastia ni Daligastia tuvieron nunca la capacidad para oprimir a los mortales ni para obligar a ningún individuo normal a hacer nada en contra de la voluntad humana. El libre albedrío del hombre es supremo en los asuntos morales. Incluso el Ajustador del Pensamiento que mora en el interior del hombre se niega a forzarlo a tener un solo pensamiento o realizar un solo acto en contra de la elección de su propia voluntad.

66:8.7 (753.3) Y ahora este rebelde del planeta, despojado de todo poder de perjudicar a sus antiguos súbditos, espera el fallo final de los Ancianos de los Días de Uversa para todos los que participaron en la rebelión de Lucifer.

66:8.8 (753.4) [Presentado por un Melquisedec de Nebadon.]

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