Documento 63 - La primera familia humana

   
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El libro de Urantia

Documento 63

La primera familia humana

63:0.1 (711.1) URANTIA fue registrado como mundo habitado cuando los dos primeros seres humanos —los gemelos— tenían once años, y antes de que se hubieran convertido en padres del primogénito de la segunda generación de auténticos seres humanos. El mensaje enviado desde Salvington por el arcángel con ocasión del reconocimiento planetario formal terminaba con estas palabras:

63:0.2 (711.2) «La mente del hombre ha aparecido en el 606 de Satania, y estos padres de la raza nueva se llamarán Andon y Fonta. Todos los arcángeles rogamos que estas criaturas pronto sean dotadas con la presencia personal interior del don del espíritu del Padre Universal.»

63:0.3 (711.3) Andon significa en Nebadon «la primera criatura semejante al Padre que muestra hambre de perfección humana». Fonta significa «la primera criatura semejante al Hijo que muestra hambre de perfección humana». Andon y Fonta nunca conocieron esos nombres hasta que les fueron atribuidos en el momento de fusionarse con sus Ajustadores del Pensamiento. Durante toda su estancia como mortales en Urantia se llamaron el uno al otro Sonta-an y Sonta-en. Sonta-an significa «amado por la madre» y Sonta-en «amada por el padre». Ellos mismos se dieron estos nombres, y su significado es un claro exponente de su mutuo afecto y consideración.

1. Andon y Fonta

63:1.1 (711.4) En muchos aspectos Andon y Fonta fueron la pareja más extraordinaria de seres humanos que ha vivido nunca sobre la faz de la tierra. Estos dos seres maravillosos, los verdaderos padres de todo el género humano, fueron superiores en todos los sentidos a muchos de sus descendientes directos y radicalmente distintos de todos sus antepasados tanto directos como lejanos.

63:1.2 (711.5) Los padres de esta primera pareja humana no parecían muy diferentes al promedio de su tribu, aunque estaban entre sus miembros más inteligentes, los primeros que aprendieron a lanzar piedras y manejar garrotes en la lucha. También utilizaban puntas afiladas de piedra, pedernal y hueso.

63:1.3 (711.6) Mientras vivía aún con sus padres Andon había atado con tendones de animales un trozo de pedernal afilado a la punta de un garrote, y esta arma le sirvió para salvar por lo menos doce veces tanto su vida como la de su hermana, tan curiosa y aventurera como él, que le acompañaba en todas sus exploraciones.

63:1.4 (711.7) La decisión de Andon y Fonta de huir de las tribus de los primates implica una calidad de mente muy superior a la inteligencia más baja que caracterizó a muchos de sus descendientes que se rebajarían más adelante a aparearse con sus atrasados parientes de las tribus simias. Ellos, en cambio, sentían vagamente que eran algo más que meros animales porque poseían personalidad, y esta sensación se vio acrecentada por la presencia de los Ajustadores del Pensamiento en su interior.

2. La huida de los gemelos

63:2.1 (712.1) Una vez tomada su decisión de huir hacia el norte, el miedo se apoderó de Andon y Fonta durante un tiempo, sobre todo el miedo a disgustar a su padre y a su familia directa. Temían ser atacados por parientes hostiles y no descartaban la posibilidad de morir a manos de los ya envidiosos miembros de su tribu. De pequeños, los gemelos solían pasar casi todo el tiempo juntos y por ese motivo nunca fueron demasiado populares entre sus primos animales de la tribu de los primates. Tampoco se ganaron las simpatías de la tribu cuando se construyeron una vivienda aparte y muy superior en lo alto de un árbol.

63:2.2 (712.2) Y fue en este nuevo hogar en lo alto de los árboles donde, despertados una noche por una violenta tormenta y abrazados con temeroso cariño, tomaron la decisión firme y definitiva de huir del hogar arborícola y el hábitat de su tribu.

63:2.3 (712.3) Tenían ya preparado un tosco refugio en la copa de un árbol a una media jornada de camino hacia el norte. Ese fue su escondite seguro y secreto para el primer día que pasaron fuera de sus bosques de origen. A pesar de compartir el terror de los primates a estar en el suelo durante la noche, se pusieron en camino hacia el norte poco antes del anochecer. Este viaje nocturno, incluso con luna llena, fue un acto de valor excepcional, pero calcularon acertadamente que así era menos probable que los miembros de la tribu y sus parientes notaran su ausencia y los persiguieran. Poco después de medianoche llegaron sanos y salvos al refugio que habían preparado de antemano.

63:2.4 (712.4) En su viaje hacia el norte descubrieron un depósito de pedernal a cielo abierto donde encontraron muchas piedras con formas adecuadas para usos diversos que recogieron para el futuro. Al intentar astillar estos pedernales para adecuarlos a ciertos propósitos, Andon descubrió que producían chispas y concibió la idea de hacer fuego, aunque no le prestó mucha atención en ese momento porque el clima era aún benigno y había poca necesidad de fuego.

63:2.5 (712.5) Pero el sol del otoño estaba cada vez más bajo en el cielo y las noches se iban haciendo más frías a medida que viajaban hacia el norte. Ya se habían visto obligados a utilizar pieles de animales para calentarse. Aún no llevaban una luna fuera del hogar familiar cuando Andon comentó con su pareja que pensaba que podía hacer fuego con el pedernal. Intentaron durante dos meses utilizar la chispa del pedernal para encender un fuego; día tras día la pareja golpeaba los pedernales y se esforzaba en vano por prender la madera. Por fin, una tarde al caer el sol, descubrieron el secreto de la técnica cuando a Fonta se le ocurrió subirse a un árbol cercano en busca de un nido de pájaro abandonado. El nido seco era muy inflamable y estalló en una llamarada en cuanto la chispa cayó sobre él. Fue tal su sorpresa y sobresalto que estuvieron a punto de perder el fuego, pero lo salvaron echándole el combustible adecuado. Entonces los padres del género humano se pusieron a buscar leña por primera vez.

63:2.6 (712.6) Fue una de las mayores alegrías de su corta pero intensa vida. Pasaron toda la noche en vela viendo arder su fuego, comprendiendo vagamente que su descubrimiento les daba la posibilidad de desafiar al clima y ser así independientes para siempre de sus parientes animales de las tierras del sur. Después de descansar y disfrutar del fuego durante tres días, siguieron viaje.

63:2.7 (712.7) Los ancestros primates de Andon sabían conservar encendido el fuego provocado por rayos, pero ninguna criatura del planeta había poseído hasta entonces un método para iniciar el fuego a voluntad. Pasaría mucho tiempo antes de que los gemelos se dieran cuenta de que el musgo seco y otros materiales servían igual de bien que los nidos de pájaros para prender el fuego.

3. La familia de Andon

63:3.1 (713.1) Casi dos años después de la noche de la huida de los gemelos nació su primer hijo. Lo llamaron Sontad, y fue la primera criatura nacida en Urantia en ser arropada con coberturas protectoras al nacer. Era el comienzo de la raza humana, y con esta nueva evolución apareció el instinto de cuidar debidamente a los pequeños que nacían cada vez más frágiles; este instinto había de caracterizar el desarrollo progresivo de la mente de orden intelectual, en contraste con el tipo más puramente animal.

63:3.2 (713.2) Andon y Fonta tuvieron en total diecinueve hijos y llegaron a disfrutar de la compañía de casi medio centenar de nietos y media docena de bisnietos. La familia residía en cuatro refugios rocosos contiguos, o semicavernas, tres de los cuales se comunicaban mediante galerías excavadas en la caliza blanda con herramientas de pedernal ideadas por los hijos de Andon.

63:3.3 (713.3) Aquellos primeros andonitas mostraron un espíritu de clan muy marcado; cazaban en grupos y nunca se alejaban mucho de su lugar de residencia. Parecían darse cuenta de que eran un grupo único y aislado de seres vivos y debían por lo tanto evitar separarse. Este sentimiento de estrecho parentesco fue fruto indudable de la intensificación del ministerio de mente de los espíritus adjutores.

63:3.4 (713.4) Andon y Fonta trabajaron sin descanso para alimentar y hacer progresar a su clan. Vivieron hasta los cuarenta y dos años y murieron durante un terremoto al caer sobre ellos una roca que sobresalía. Con ellos perecieron cinco de sus hijos y once de sus nietos, y casi una veintena de sus descendientes sufrieron heridas graves.

63:3.5 (713.5) A la muerte de sus padres, Sontad, a pesar de tener un pie malherido, asumió inmediatamente el liderazgo del clan con la ayuda eficaz de su esposa, la mayor de sus hermanas. Su primera tarea fue traer piedras rodando para sepultar debidamente a sus padres, hermanos, hermanas e hijos fallecidos. No se debe dar excesiva importancia a este acto de enterramiento. Sus ideas sobre la supervivencia después de la muerte eran muy vagas e indefinidas y procedían principalmente de su fantástica y profusa vida onírica.

63:3.6 (713.6) La familia de Andon y Fonta se mantuvo unida hasta la vigésima generación. Entonces la lucha por el alimento y las fricciones sociales provocaron el comienzo de la dispersión.

4. Los clanes andónicos

63:4.1 (713.7) Los hombres primitivos —los andonitas— tenían los ojos negros y la tez morena; eran como un cruce entre amarillo y rojo. La melanina es una sustancia colorante que se encuentra en la piel de todos los seres humanos. Es el pigmento original de la piel andónica. Por su aspecto general y el color de su piel esos primeros andonitas se parecían más a los esquimales de hoy en día que a ningún otro tipo de ser humano vivo. Fueron las primeras criaturas que utilizaron pieles de animales para protegerse del frío; no tenían mucho más pelo en el cuerpo que los humanos de hoy.

63:4.2 (713.8) La vida tribal de los ancestros animales de los primeros hombres había prefigurado los comienzos de numerosas convenciones sociales. El despliegue de las emociones y el aumento de la capacidad cerebral de estos seres trajo consigo un desarrollo inmediato de la organización social y una nueva división del trabajo en el clan. Eran extremadamente imitativos, pero su instinto lúdico estaba muy poco desarrollado y carecían casi por completo de sentido del humor. El hombre primitivo sonreía alguna que otra vez, pero nunca se permitía reír a carcajadas. El humor fue un legado de la raza adánica posterior. Los primeros seres humanos no eran tan sensibles al dolor ni tan reactivos a las situaciones desagradables como muchos de los mortales posteriores en vías de evolución. El parto no fue una experiencia dolorosa o angustiosa para Fonta y su progenie directa.

63:4.3 (714.1) Fueron una tribu maravillosa. Los machos peleaban heroicamente por la seguridad de sus parejas y de su prole; las hembras se dedicaban cariñosamente a sus hijos. Pero su patriotismo se limitaba estrictamente a su clan inmediato. Eran muy leales a sus familias; habrían muerto sin dudar en defensa de sus hijos, pero no eran capaces de concebir la idea de intentar hacer del mundo un lugar mejor para sus nietos. El altruismo no había nacido aún en el corazón humano, aunque todas las emociones esenciales para el nacimiento de la religión existían ya en aquellos aborígenes de Urantia.

63:4.4 (714.2) Esos primeros hombres sentían un afecto conmovedor por sus camaradas y tenían sin duda una idea real, aunque rudimentaria, de la amistad. En las constantes batallas de las épocas siguientes era habitual ver a uno de esos hombres primitivos luchar valientemente con una mano mientras intentaba proteger y salvar a un compañero de combate herido con la otra. Muchos de los rasgos más nobles y más humanos del desarrollo evolutivo posterior estaban prefigurados de forma conmovedora en estos pueblos primitivos.

63:4.5 (714.3) El clan andónico original mantuvo una línea ininterrumpida de liderazgo hasta la vigésimo séptima generación, cuando, al no aparecer ningún varón entre los descendientes directos de Sontad, dos miembros rivales del clan se pusieron a luchar por la supremacía.

63:4.6 (714.4) Antes de la gran dispersión de los clanes andónicos se había ido formando un lenguaje bien desarrollado a partir de sus primeros esfuerzos por comunicarse entre sí. Este lenguaje siguió enriqueciéndose y recibía aportaciones casi diarias procedentes de las nuevas invenciones y adaptaciones al entorno de este pueblo activo, incansable y curioso. Este lenguaje se convirtió en la palabra de Urantia, la lengua de la familia humana primitiva hasta la aparición posterior de las razas de color.

63:4.7 (714.5) Con el paso del tiempo los clanes andónicos se multiplicaron, y el contacto entre familias en expansión creó roces y malentendidos. La mente de estos pueblos terminó centrada en dos únicos objetivos: cazar para obtener comida y combatir para vengarse de insultos o injusticias, reales o supuestos, cometidos por las tribus vecinas.

63:4.8 (714.6) Las contiendas familiares fueron en aumento, estallaron guerras tribales y hubo graves pérdidas entre los mejores individuos de los grupos más capaces y avanzados. Algunas de esas pérdidas fueron irreparables; algunas de las cepas más valiosas de aptitud e inteligencia se perdieron por siempre para el mundo. Esta primera raza y su civilización primitiva se vieron amenazadas de extinción por la guerra incesante entre clanes.

63:4.9 (714.7) Es imposible lograr que unos seres tan primitivos convivan en paz por mucho tiempo. El hombre desciende de animales luchadores, y cuando las gentes incultas se encuentran en estrecha relación, se irritan y ofenden mutuamente. Los Portadores de Vida conocen esta tendencia de las criaturas evolutivas y, en consecuencia, terminan por dividir a los seres humanos en vías de desarrollo en al menos tres, y más a menudo seis, razas distintas y separadas.

5. La dispersión de los andonitas

63:5.1 (715.1) Las primeras razas de Andon no se adentraron mucho en Asia y al principio no llegaron a África. La geografía de aquellos tiempos las orientaba hacia el norte, así que esos pueblos se fueron dirigiendo cada vez más hacia el norte hasta que los detuvo el lento avance del tercer glaciar.

63:5.2 (715.2) Antes de que esta extensa capa de hielo alcanzara Francia y las islas británicas, los descendientes de Andon y Fonta habían seguido avanzando hacia el oeste por Europa y habían establecido más de mil asentamientos diferentes a lo largo de los grandes ríos que desembocaban en las entonces cálidas aguas del mar del Norte.

63:5.3 (715.3) Estas tribus andónicas fueron los primeros moradores de los ríos de Francia; vivieron a lo largo del río Somme durante decenas de miles de años. El Somme es el único río que los glaciares no cambiaron, y corría en aquellos días hacia el mar de forma muy parecida a la de hoy. Eso explica la existencia de tantos indicios de los descendientes andónicos a lo largo del valle de este río.

63:5.4 (715.4) Esos aborígenes de Urantia no vivían en los árboles, aunque seguían subiéndose a las copas en caso de emergencia. Solían instalarse al abrigo de los riscos salientes que bordeaban los ríos y en grutas de las laderas que les proporcionaban buenas vistas de los accesos y protección contra los elementos. Podían disfrutar así de la comodidad de sus fuegos sin que el humo les molestara demasiado. Tampoco eran realmente cavernícolas, aunque el avance hacia el sur de las últimas capas de hielo empujaría a sus descendientes hacia las cuevas. Ellos preferían acampar en las lindes de los bosques a orillas de un riachuelo.

63:5.5 (715.5) Aprendieron muy pronto a camuflar sus viviendas parcialmente resguardadas y se convirtieron en hábiles constructores de cabañas de piedra en forma de bóveda que utilizaban para dormir. Por la noche entraban a gatas en estos dormitorios y los cerraban haciendo rodar una gran piedra delante de la entrada. Esa piedra la habían colocado dentro para este fin antes de poner las del techo en su sitio.

63:5.6 (715.6) Los andonitas eran cazadores expertos y audaces que vivían exclusivamente de carne, con excepción de algunas bayas silvestres y las frutas de ciertos árboles. Así como Andon había inventado el hacha de piedra, sus descendientes no tardaron en descubrir y utilizar eficazmente la lanza y el arpón. Por fin una mente capaz de crear herramientas actuaba en conjunción con una mano capaz de manejar instrumentos, y esos primeros humanos llegaron a ser muy diestros en la creación de herramientas de pedernal. Hacían largos viajes en busca de pedernal, igual que los humanos de hoy en día viajan hasta los confines del planeta en pos de oro, platino y diamantes.

63:5.7 (715.7) Estas tribus andónicas manifestaron en muchos otros aspectos un grado de inteligencia que sus descendientes retrógrados no alcanzaron en medio millón de años, aunque volvieran a descubrir una y otra vez diversos métodos de hacer fuego.

6. Onagar, el primer maestro de la verdad

63:6.1 (715.8) Con la creciente dispersión de los andonitas fue retrocediendo el nivel cultural y espiritual de los clanes durante cerca de diez mil años hasta que Onagar asumió el liderazgo de estas tribus, instauró la paz entre ellas y las condujo a todas por primera vez a adorar a «Aquel que da el Aliento a los hombres y los animales».

63:6.2 (716.1) La filosofía de Andon había sido muy confusa. Estuvo a punto de convertirse en adorador del fuego por la gran comodidad que supuso su descubrimiento accidental. Sin embargo la razón lo encaminó desde su propio descubrimiento hacia el sol como fuente superior y más imponente de luz y calor, pero estaba demasiado lejana y no llegó a convertirse en adorador del sol.

63:6.3 (716.2) Los andonitas empezaron pronto a temer a los elementos: el trueno, el relámpago, la lluvia, la nieve, el granizo y el hielo. Pero el hambre era el impulso recurrente de aquellos primeros tiempos, y puesto que subsistían principalmente de animales, evolucionaron a la larga hacia una forma de adoración a los animales. Para Andon los animales comestibles más grandes eran símbolos de fuerza creativa y poder sustentador. Adquirieron la costumbre de designar de tiempo en tiempo a alguno de esos animales mayores como objeto de adoración. Cuando estaba en boga un animal determinado dibujaban toscamente sus contornos en las paredes de las cavernas, y con el progreso posterior de las artes ese dios animal era grabado en diversos ornamentos.

63:6.4 (716.3) Los pueblos andónicos adquirieron muy pronto el hábito de abstenerse de comer la carne del animal que se veneraba en la tribu. Para causar más impresión sobre la mente de los jóvenes, instauraron pronto una ceremonia de reverencia que realizaban alrededor del cuerpo de uno de aquellos animales venerados. Esas celebraciones primitivas se transformarían con el tiempo en las ceremonias sacrificiales más elaboradas de sus descendientes. Este es el origen de la introducción de los sacrificios en el culto. Moisés desarrolló esta idea en el ritual hebreo, y el apóstol Pablo conservó sus principios en la doctrina de la expiación de los pecados mediante el «derramamiento de sangre».

63:6.5 (716.4) El alimento era lo más importante en la vida de los seres humanos primitivos, como queda reflejado en la oración que su gran maestro Onagar enseñó a aquellas gentes sencillas. Decía así:

63:6.6 (716.5) «Oh Aliento de Vida, danos en este día nuestro alimento diario, líbranos de la maldición del hielo, sálvanos de nuestros enemigos del bosque y recíbenos con misericordia en el Gran Más Allá».

63:6.7 (716.6) Onagar tenía su sede en un asentamiento llamado Oban en la ribera norte del antiguo Mediterráneo ocupada ahora por el mar Caspio. Era el punto de receso situado en el lugar donde la ruta hacia el norte desde la tierra mesopotámica del sur giraba al oeste. Desde Oban envió maestros a los asentamientos remotos para difundir sus nuevas doctrinas sobre una Deidad y su concepto de la otra vida, que él llamaba el Gran Más Allá. Esos emisarios de Onagar fueron los primeros misioneros del mundo. Fueron también los primeros seres humanos que cocinaron la carne, los primeros que utilizaron el fuego con regularidad para preparar la comida. Cocinaban la carne en las puntas de los palos y también sobre piedras calientes; más tarde asaron trozos grandes al fuego, pero prácticamente todos sus descendientes volvieron a comer carne cruda.

63:6.8 (716.7) Onagar nació hace 983 323 años (remontándonos desde 1934 d. C.) y vivió hasta la edad de sesenta y nueve años. La historia de las realizaciones de esta mente maestra y líder espiritual de los tiempos anteriores al Príncipe Planetario constituye el relato fascinante de la organización de esos pueblos primitivos en una sociedad real. Instauró un gobierno tribal eficiente que no lograrían igualar en muchos milenios las generaciones posteriores. Hasta la llegada del Príncipe Planetario no volvió a haber en el planeta una civilización espiritual tan elevada. Esas gentes sencillas tenían una religión real aunque primitiva, pero sus descendientes fueron cayendo en el deterioro y acabaron por perderla.

63:6.9 (717.1) Aunque Andon y Fonta, como muchos de sus descendientes, habían recibido Ajustadores del Pensamiento, hasta los tiempos de Onagar no llegó a Urantia un número importante de Ajustadores y serafines guardianas. Esa fue realmente la edad de oro del hombre primitivo.

7. La supervivencia de Andon y Fonta

63:7.1 (717.2) Andon y Fonta, los admirables fundadores de la raza humana, recibieron su reconocimiento en el juicio celebrado en Urantia con la llegada del Príncipe Planetario y emergieron a su debido tiempo del régimen de los mundos mansión con el estatus de ciudadanos de Jerusem. Aunque no se les ha permitido nunca volver a Urantia, están al corriente de la historia de la raza que fundaron. Se afligieron con la traición de Caligastia y les dolió el fracaso de Adán, pero la noticia de que Miguel había seleccionado su mundo como escenario de su otorgamiento final les produjo una inmensa alegría.

63:7.2 (717.3) Andon y Fonta se fusionaron en Jerusem con sus Ajustadores del Pensamiento como lo hicieron varios de sus hijos, entre ellos Sontad. Pero la mayoría de sus descendientes, incluso directos, solo lograron la fusión con el Espíritu.

63:7.3 (717.4) Poco después de llegar a Jerusem, Andon y Fonta fueron autorizados por el Soberano del Sistema a volver al primer mundo mansión para servir con las personalidades de la morontia que acogen a los peregrinos del tiempo procedentes de Urantia a su llegada a las esferas celestiales. Han sido asignados a esa labor por un tiempo indefinido. Con ocasión de estas revelaciones quisieron enviar saludos a Urantia, pero su petición fue sabiamente denegada.

63:7.4 (717.5) Y aquí termina el capítulo más heroico y fascinante de toda la historia de Urantia, el relato de la evolución, la lucha por la vida, la muerte y la supervivencia eterna de los padres admirables de todo el género humano.

63:7.5 (717.6) [Presentado por un Portador de Vida residente en Urantia.]

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