Documento 131 - Las religiones del mundo

   
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El libro de Urantia

Documento 131

Las religiones del mundo

131:0.1 (1442.1) DURANTE la estancia de Jesús, Gonod y Ganid en Alejandría, el joven dedicó mucho tiempo y una importante suma del dinero de su padre a hacer una recopilación de las enseñanzas de las religiones del mundo sobre Dios y sus relaciones con el hombre mortal. Ganid empleó a más de sesenta traductores eruditos para hacer este resumen de las doctrinas religiosas del mundo sobre las Deidades. Y debe quedar muy claro en el presente relato que todas esas enseñanzas de carácter monoteísta provenían en gran medida, directa o indirectamente, de las predicaciones de los misioneros de Maquiventa Melquisedec que salieron de su sede en Salem para propagar la doctrina de un Dios único —el Altísimo— hasta los confines de la tierra.

131:0.2 (1442.2) Presentamos aquí un resumen del manuscrito redactado por Ganid en Alejandría y en Roma, y que se conservó en la India durante cientos de años después de su muerte. Organizó su recopilación bajo los diez encabezamientos que siguen.

1. El cinismo

131:1.1 (1442.3) Donde mejor se conservaron las enseñanzas residuales de los discípulos de Melquisedec, aparte de las que persistieron en la religión judía, fue en las doctrinas de los cínicos. Ganid seleccionó los extractos siguientes:

131:1.2 (1442.4) «Dios es supremo, es el Altísimo del cielo y de la tierra. Dios es el círculo perfeccionado de la eternidad y rige el universo de universos. Es el único hacedor de los cielos y de la tierra. Cuando decreta una cosa, esa cosa es. Nuestro Dios es un Dios único, y es compasivo y misericordioso. Todo lo que es elevado, santo, verdadero y bello es semejante a nuestro Dios. El Altísimo es la luz del cielo y de la tierra, es el Dios del este, del oeste, del norte y del sur.

131:1.3 (1442.5) «Aunque la tierra desapareciera, el rostro resplandeciente del Supremo permanecería en gloria y majestad. El Altísimo es el primero y el último, el principio y el fin de todas las cosas. No hay más que este Dios único y su nombre es Verdad. Dios existe en sí mismo y no hay en él cólera ni enemistad. Es inmortal e infinito. Nuestro Dios es omnipotente y generoso. Aunque tiene muchas manifestaciones, adoramos solo a Dios mismo. Dios lo sabe todo, lo que proclamamos y lo que guardamos en secreto; sabe también lo que cada uno de nosotros merece. Su poder está a la altura de todas las cosas.

131:1.4 (1442.6) «Dios es un dador de paz y un protector fiel de todos los que le temen y confían en él. Da la salvación a todos los que le sirven. Toda la creación existe por el poder del Altísimo. Su amor divino brota de la santidad de su poder, y su afecto nace del poder de su grandeza. El Altísimo ha decretado la unión del cuerpo y el alma y ha dotado al hombre de su propio espíritu. Lo que hace el hombre tiene un final, pero lo que hace el Creador dura para siempre. En la experiencia humana encontramos conocimientos, pero en la contemplación del Altísimo encontramos sabiduría.

131:1.5 (1443.1) «Dios derrama la lluvia sobre la tierra, hace brillar el sol sobre el grano que brota, nos da la abundante cosecha de las cosas buenas de esta vida y la salvación eterna en el mundo venidero. Nuestro Dios ejerce gran autoridad; su nombre es Excelente y su naturaleza es insondable. Cuando estáis enfermos es el Altísimo quien os sana. Dios está lleno de bondad hacia todos los hombres; el Altísimo es nuestro mejor amigo. Su misericordia llena todos los lugares y su bondad se extiende a todas las almas. El Altísimo es inmutable y nos ayuda en todas nuestras necesidades. Allí donde volváis los ojos para orar, encontraréis el rostro del Altísimo y el oído atento de nuestro Dios. Podéis esconderos de los hombres pero no de Dios. Dios no está muy lejos de nosotros, es omnipresente. Dios llena todos los lugares y vive en el corazón del hombre que teme su santo nombre. La creación está en el Creador y el Creador en su creación. Buscamos al Altísimo y lo encontramos en nuestro corazón. Vais en busca de un amigo querido y lo descubrís dentro de vuestra alma.

131:1.6 (1443.2) «Para el hombre que conoce a Dios todos los hombres son sus iguales, sus hermanos. Los egoístas, los que se desentienden de sus hermanos en la carne, solo encuentran hastío como recompensa. Los que aman a sus semejantes y tienen un corazón puro verán a Dios. Dios no olvida nunca la sinceridad. Guiará a los sinceros de corazón hasta la verdad porque Dios es la verdad.

131:1.7 (1443.3) «Rechazad el error y venced al mal en vuestra vida con el amor de la verdad viva. En todas vuestras relaciones con los hombres devolved bien por mal. El Señor Dios es amante y misericordioso; es indulgente. Amemos a Dios, pues él nos amó primero. Por el amor de Dios y a través de su misericordia seremos salvados. Los pobres y los ricos son hermanos. Dios es su Padre. El mal que no queréis que os hagan, no lo hagáis a los demás.

131:1.8 (1443.4) «Invocad su nombre en todo momento, y en la medida en que creáis en su nombre, vuestra oración será escuchada. ¡Qué gran honor es adorar al Altísimo! Todos los mundos y todos los universos adoran al Altísimo. En todas vuestras oraciones dad gracias, elevaos hasta la adoración. La adoración orante evita el mal e impide el pecado. Alabemos en todo momento el nombre del Altísimo. El hombre que se refugia en el Altísimo oculta sus defectos al universo. Cuando os presentáis ante Dios con un corazón puro, ya no tenéis miedo a nada en toda la creación. El Altísimo es amoroso como un padre y una madre; nos ama realmente a nosotros, sus hijos de la tierra. Nuestro Dios nos perdonará y guiará nuestros pasos por los caminos de la salvación. Nos tomará de la mano y nos conducirá hasta él. Dios salva a los que confían en él; no obliga al hombre a servir su nombre.

131:1.9 (1443.5) «Si la fe del Altísimo ha entrado en vuestro corazón, viviréis libres de temor todos los días de vuestra vida. No os inquietéis por la prosperidad de los impíos, no temáis a los que traman el mal, dejad que el alma se aparte del pecado y poned toda vuestra confianza en el Dios de la salvación. El alma cansada del mortal errante encuentra descanso eterno en los brazos del Altísimo. El hombre sabio está sediento del abrazo divino. El hijo de la tierra anhela la seguridad de los brazos del Padre Universal. El hombre noble busca el estado superior donde el alma del mortal se mezcla con el espíritu del Supremo. Dios es justo: el fruto de nuestra siembra que no cosechamos en este mundo lo recibiremos en el siguiente.»

2. El judaísmo

131:2.1 (1444.1) Los kenitas de Palestina rescataron muchas de las enseñanzas de Melquisedec. Entre esos textos, preservados y modificados por los judíos, Jesús y Ganid eligieron los siguientes:

131:2.2 (1444.2) «En el principio Dios creó los cielos y la tierra y todas las cosas que hay en ellos. Y he aquí que todo lo que había creado era muy bueno. El Señor es Dios; no hay nadie fuera de él, ni arriba en el cielo ni abajo en la tierra. Por eso amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas. Al igual que las aguas cubren el mar, la tierra se llenará con el saber del Señor. Los cielos proclaman la gloria de Dios y el firmamento muestra la obra de sus manos. Los días anuncian su palabra uno tras otro, y las noches una tras otra muestran su saber. No hay habla ni idioma en los que no se oiga su voz. La obra del Señor es grande y ha hecho todas las cosas con sabiduría. La grandeza del Señor es inescrutable. Conoce el número de las estrellas y las llama a todas por su nombre.

131:2.3 (1444.3) «El poder del Señor es grande y su entendimiento es infinito. Dice el Señor: ‘Como los cielos son más altos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos y mis pensamientos más altos que vuestros pensamientos’. Dios revela las cosas profundas y secretas porque la luz mora en él. El Señor es misericordioso y clemente; es paciente y rico en bondad y en verdad. El Señor es bueno y recto; guiará a los mansos en el juicio. ¡Probad y ved cuán bueno es el Señor! Bendito es el hombre que confía en Dios. Dios es nuestro refugio y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones.

131:2.4 (1444.4) «La misericordia del Señor es desde la eternidad hasta la eternidad para los que le temen, y su rectitud llega hasta los hijos de nuestros hijos. El Señor es clemente y está lleno de compasión. El Señor es bueno con todos, y sus tiernas misericordias se extienden sobre toda su creación; cura a los desconsolados y venda sus heridas. ¿A dónde iré para alejarme del espíritu de Dios? ¿A dónde podré escapar de la presencia divina? Dice así el Alto y Sublime que habita la eternidad y cuyo nombre es Santo: ‘¡Moro en el lugar alto y sagrado, y también con aquel que tiene el corazón contrito y el espíritu humilde!’ Nadie puede esconderse de nuestro Dios, pues llena el cielo y la tierra. Que los cielos se alegren y que la tierra se regocije. Que todas las naciones digan: ¡el Señor reina! Dad gracias a Dios porque su misericordia perdura para siempre.

131:2.5 (1444.5) «Los cielos anuncian la rectitud de Dios, y han visto su gloria todos los pueblos. Es Dios quien nos ha hecho, y no nosotros mismos. Somos su pueblo, las ovejas de sus pastos. Su misericordia es perpetua y su verdad perdura por todas las generaciones. Nuestro Dios gobierna entre las naciones. ¡Que la tierra se llene de su gloria! ¡Que los hombres alaben al Señor por su bondad y por sus dones maravillosos a los hijos de los hombres!

131:2.6 (1444.6) «Dios ha hecho al hombre un poco menos que divino y lo ha coronado de amor y de misericordia. El Señor conoce el camino de los justos pero la vía de los impíos perecerá. El temor del Señor es el principio de la sabiduría, y el conocimiento del Supremo es inteligencia. Dice el Dios Todopoderoso: ‘Camina delante de mí y sé perfecto’. No olvidéis que la soberbia precede a la destrucción y la altivez de espíritu a la caída. El que controla su propio espíritu es más poderoso que el que conquista una ciudad. Dice el Señor Dios, el Santo: ‘Al volver a tu descanso espiritual serás salvado; en la quietud y en la confianza estará tu fuerza’. Los que esperan en el Señor renovarán sus fuerzas, se elevarán con alas como las águilas. Correrán y no se cansarán, caminarán y no se fatigarán. El Señor sosegará vuestros miedos. Dice el Señor: ‘No temas, porque estoy contigo. No te desalientes, porque yo soy tu Dios. Te fortaleceré y te ayudaré, sí, te sostendré con la diestra de mi justicia’.

131:2.7 (1445.1) «Dios es nuestro Padre; el Señor es nuestro redentor. Dios ha creado las huestes universales y las preserva a todas. Su rectitud es como las montañas y su juicio como el profundo abismo. Nos hace beber en el río de sus placeres, y en su luz veremos la luz. Es bueno dar gracias al Señor y cantar alabanzas al Altísimo, mostrar su bondad amorosa por las mañanas y su fidelidad divina por las noches. El reino de Dios es un reino perpetuo, y su dominio perdura a través de todas las generaciones. El Señor es mi pastor, nada me faltará. En verdes pastos me hace descansar, me conduce a aguas tranquilas. Él restaura mi alma. Me guía por senderos de justicia. Aunque pase por el valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno porque Dios está conmigo. El bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, y en la casa del Señor moraré para siempre.

131:2.8 (1445.2) «Yahvé es el Dios de mi salvación, por eso pondré mi confianza en el nombre divino. Confiaré en el Señor con todo mi corazón; no me apoyaré en mi propio entendimiento. En todos mis caminos lo reconoceré, y él dirigirá mis pasos. El Señor es fiel, mantiene su palabra con los que le sirven. El justo vivirá por su fe. Si no hacéis el bien es porque el pecado está en la puerta. Los hombres recogen el mal que plantan y el pecado que siembran. No os inquietéis por la culpa de los que hacen el mal. Si consentís la iniquidad en vuestro corazón, el Señor no os escuchará; si pecáis contra Dios haréis daño a vuestra propia alma. Dios llevará a juicio la obra de cada hombre con todos sus secretos, buenos o malos. Tal como piensa en su corazón, así es el hombre.

131:2.9 (1445.3) «El Señor está cerca de todos los que lo invocan con verdad y sinceridad. El llanto puede durar una noche pero el júbilo llega con la mañana. Un corazón alegre cura como una medicina. Dios no negará ninguna cosa buena a los que caminan con rectitud. Temed a Dios y guardad sus mandamientos, pues ese es el único deber del hombre. Esto dice el Señor que creó los cielos y formó la tierra: ‘No hay más Dios que yo, un Dios justo y salvador. Confiad en mí desde todos los confines de la tierra y seréis salvados. Todo el que me busque me encontrará si me busca de todo corazón’. Los mansos heredarán la tierra y se deleitarán en la abundancia de la paz. Todo el que siembre iniquidades cosechará calamidades, todo el que siembre vientos recogerá tempestades.

131:2.10 (1445.4) «‘Venid ahora y razonemos’, dice el Señor: ‘aunque vuestros pecados sean como la grana, serán emblanquecidos como la nieve; aunque sean rojos como el carmesí, quedarán como la lana’. Pero no hay paz para los malvados. Son vuestros propios pecados los que han apartado de vosotros las cosas buenas. Dios es la salud de mi semblante y el júbilo de mi alma. El Dios eterno es mi fuerza. Él es nuestra morada, y debajo están los brazos eternos. El Señor está cerca de los desconsolados. Él salva a todos los que son como niños en espíritu. Muchas son las aflicciones del justo pero de todas ellas lo libra el Señor. Encomienda al Señor tu camino, confía en él, y él actuará. El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Omnipotente.

131:2.11 (1445.5) «Ama a tu prójimo como a ti mismo; no guardes rencor a ningún hombre. No hagas a nadie lo que es odioso para ti. Ama a tu hermano, pues el Señor ha dicho: ‘Amaré a mis hijos a manos llenas’. La senda del justo es como una luz resplandeciente que brilla cada vez más hasta el día perfecto. Los que son sabios tendrán el resplandor del firmamento y los que conducen a muchos hacia el camino recto brillarán como las estrellas por siempre jamás. Que el malvado abandone su mal camino y el inicuo sus pensamientos rebeldes. Dice el Señor: ‘Que vuelvan a mí, y yo tendré misericordia de ellos; perdonaré en abundancia’.

131:2.12 (1446.1) «Dice Dios, el creador del cielo y de la tierra: ‘Mucha paz tienen los que aman mi ley. Mis mandamientos son: Me amarás con todo tu corazón; no tendrás otros dioses delante de mí; no tomarás mi nombre en vano; recuerda el día del sabbat para santificarlo; honra a tu padre y a tu madre; no matarás; no cometerás adulterio; no robarás; no levantarás falso testimonio; no codiciarás’.

131:2.13 (1446.2) «Y a todos los que aman al Señor sobre todas las cosas y a su prójimo como a sí mismos, el Dios del cielo les dice: ‘Os rescataré de la tumba y os redimiré de la muerte. Seré misericordioso con vuestros hijos y también justo. ¿Acaso no he dicho de mis criaturas de la tierra: vosotros sois los hijos del Dios vivo? ¿Y no os he amado con amor perpetuo? ¿No os he invitado a que os hagáis como yo y a moréis conmigo por siempre en el Paraíso?’.»

3. El budismo

131:3.1 (1446.3) A Ganid le sorprendió descubrir lo cerca que estuvo el budismo de ser una hermosa y gran religión sin Dios, sin una Deidad personal y universal. Por otra parte, encontró en algunos textos restos de creencias más antiguas influidas por las enseñanzas de los misioneros de Melquisedec que llevaron a cabo su labor en la India hasta los tiempos de Buda. Jesús y Ganid recopilaron las siguientes declaraciones de la literatura budista:

131:3.2 (1446.4) «De un corazón puro brotará la alegría hacia el Infinito. Todo mi ser estará en paz con este regocijo supramortal. Mi alma está llena de contento y mi corazón rebosa de dicha tranquila y confiada. No tengo miedo, estoy libre de ansiedad. Habito en la seguridad y mis enemigos no pueden inquietarme. Estoy satisfecho con los frutos de mi confianza. He encontrado que es fácil acercarse al Inmortal. Rezo para que la fe me sostenga durante el largo viaje y sé que no me faltará la fe que proviene del más allá. Sé que mis hermanos prosperarán si se imbuyen de la fe del Inmortal, la fe que crea modestia, rectitud, sabiduría, valor, conocimiento y perseverancia. Abandonemos la tristeza y repudiemos el miedo. Obtengamos por la fe la rectitud verdadera y la auténtica hombría. Aprendamos a meditar sobre la justicia y la misericordia. La fe es la verdadera riqueza del hombre; es la dotación de virtud y de gloria.

131:3.3 (1446.5) «La injusticia es deleznable y el pecado, despreciable. El mal es degradante tanto de pensamiento como de obra. El dolor y el pesar siguen la senda del mal como el polvo sigue al viento. La tranquilidad y la felicidad siguen al pensamiento puro y a la vida virtuosa como la sombra sigue a la sustancia de las cosas materiales. El mal es el fruto de un pensamiento mal dirigido. Tan malo es ver un pecado donde no lo hay como no verlo donde lo hay. El mal es la senda de las falsas doctrinas. Los que ven las cosas tal como son evitan el mal y se llenan de alegría porque abrazan la verdad. Odiad el pecado y pondréis fin a vuestra miseria. Cuando elevéis vuestra mirada hacia el Noble apartaos del pecado de todo corazón. No disculpéis el mal, no busquéis excusas para el pecado. Con vuestros esfuerzos por enmendar los pecados del pasado os fortalecéis para resistir la tendencia a pecar en el futuro. La resistencia al mal nace del arrepentimiento. No dejéis de confesar ninguna falta al Noble.

131:3.4 (1447.1) «La alegría y el gozo son las recompensas de las buenas obras hechas para gloria del Inmortal. Nadie puede robaros la libertad de vuestra propia mente. Cuando la fe de vuestra religión haya emancipado vuestro corazón, cuando la mente esté asentada y sea inamovible como una montaña, la paz del alma fluirá tranquilamente como las aguas de un río. Los que están seguros de la salvación están para siempre libres de la lujuria, la envidia, el odio y las falsas ilusiones de las riquezas. La fe es la energía de una vida mejor, pero debéis elaborar vuestra propia salvación con perseverancia. Si queréis tener la certeza de vuestra salvación final, buscad sinceramente hacer todo lo que es recto. Cultivad la seguridad que nace dentro del corazón y gozaréis así del éxtasis de la salvación eterna.

131:3.5 (1447.2) «Ninguna persona religiosa puede aspirar a la iluminación de la sabiduría inmortal si persiste en ser perezosa, indolente, débil, ociosa, sinvergüenza y egoísta. Pero todo el que sea prudente, considerado, reflexivo, fervoroso y serio puede —incluso mientras vive aún en la tierra— alcanzar la iluminación suprema de la sabiduría divina en paz y libertad. No olvidéis que todo acto tendrá su retribución. El mal produce pesar y el pecado termina en dolor. El júbilo y la felicidad son el resultado de una vida buena. Incluso el malvado se beneficia de un periodo de gracia antes de que terminen de madurar sus malas acciones, pero llegará el día inevitable de la plena cosecha de su maldad. Que nadie se tome el pecado a la ligera ni se diga en su corazón: ‘No habrá castigo para mis malas obras’. Todo lo que hagáis os será hecho en el juicio de la sabiduría. Las injusticias que cometáis con vuestros semejantes se volverán contra vosotros. La criatura no puede escapar del destino de sus actos.

131:3.6 (1447.3) «El insensato se dice a sí mismo: ‘El mal no me alcanzará’, pero solo se encuentra la seguridad cuando el alma desea ser corregida y la mente busca la sabiduría. El hombre sabio es un alma noble que sabe ser amigable en medio de sus enemigos, tranquila entre los turbulentos y generosa entre los codiciosos. El amor a uno mismo es como la cizaña en un buen sembrado. El egoísmo conduce a la tristeza, la preocupación continua mata. Una mente domada produce felicidad. El guerrero más grande es aquel que se vence y somete a sí mismo. La contención en todas las cosas es buena. Solo es superior la persona que aprecia la virtud y cumple su obligación. No dejéis que la cólera y el odio os dominen. No habléis de nadie con dureza. El contento es la mayor de las riquezas. Lo que se da con prudencia está bien ahorrado. No hagáis a los demás lo que no queréis que os hagan a vosotros. Devolved bien por mal; venced el mal con el bien.

131:3.7 (1447.4) «Un alma recta es más deseable que la soberanía de toda la tierra. La inmortalidad es la meta de la sinceridad, la muerte, el fin de una vida desconsiderada. Los considerados no mueren, los desconsiderados ya están muertos. Benditos aquellos que comprenden el estado de inmortalidad. Los que torturan a los vivos no encontrarán felicidad después de la muerte. Los generosos van al cielo donde se regocijan con la dicha de una liberalidad infinita y siguen creciendo en noble generosidad. Todo mortal que piense rectamente, hable noblemente y actúe desinteresadamente no solo disfrutará de la virtud aquí en esta breve vida, sino que seguirá disfrutando también, tras la disolución del cuerpo, de las delicias del cielo.»

4. El hinduismo

131:4.1 (1447.5) Los misioneros de Melquisedec llevaron consigo las enseñanzas del Dios único en todos sus viajes. Gran parte de esta doctrina monoteísta, unida a otros conceptos anteriores, se incorporaría más adelante a las enseñanzas del hinduismo. Jesús y Ganid recopilaron los siguientes extractos:

131:4.2 (1448.1) «Él es el gran Dios, supremo en todos los sentidos. Él es el Señor que abarca todas las cosas. Él es el Creador y controlador del universo de universos. Dios es un Dios único, está solo y existe por sí mismo. Él es el único. Y este Dios único es nuestro Hacedor y el destino último del alma. El brillo del Supremo es indescriptible. Él es la Luz de Luces, la luz divina que ilumina todos los corazones y todos los mundos. Dios es nuestro protector —permanece al lado de sus criaturas— y los que aprenden a conocerlo se hacen inmortales. Dios es la gran fuente de energía, es la Gran Alma. Ejerce una soberanía universal sobre todo. Este Dios único es amoroso, glorioso y digno de adoración. Nuestro Dios tiene un poder supremo y habita en la morada suprema. Esta Persona verdadera es eterna y divina, es el Señor primordial del cielo. Todos los profetas lo han saludado, y él se nos ha revelado. Lo adoramos. ¡Oh Persona Suprema, origen de los seres, Señor de la creación y soberano del universo, revélanos a nosotros, tus criaturas, el poder por el que permaneces inmanente! Dios ha hecho el Sol y las estrellas. Él es resplandeciente, puro y existe por sí mismo. Su conocimiento eterno es divinamente sabio. El mal no puede penetrar en el Eterno. Puesto que el universo surgió de Dios, él lo gobierna como corresponde. Él es la causa de la creación, por eso todas las cosas están establecidas en él.

131:4.3 (1448.2) «Dios es el refugio seguro de todos los hombres buenos cuando están necesitados. El Inmortal cuida de toda la humanidad. La salvación de Dios es firme y su bondad es amable. Es un protector amoroso y un defensor bendito. Dice el Señor: ‘Moro dentro de sus propias almas como una lámpara de sabiduría. Soy el esplendor de los espléndidos y la bondad de los buenos. Donde dos o tres se reúnen, allí estoy yo también’. La criatura no puede escapar de la presencia del Creador. El Señor cuenta incluso el pestañeo incesante de los ojos de cada uno de los mortales, y adoramos a este Ser divino como nuestro compañero inseparable. Prevalece sobre todo, es munificente, omnipresente e infinitamente bondadoso. El Señor es nuestro soberano, nuestro cobijo y nuestro controlador supremo, y su espíritu primigenio mora dentro del alma del mortal. El Testigo Eterno del vicio y de la virtud mora dentro del corazón del hombre. Meditemos largamente sobre el Vivificador adorable y divino, dejemos que su espíritu dirija por completo nuestros pensamientos. ¡De este mundo irreal condúcenos al real! ¡De la oscuridad llévanos a la luz! ¡De la muerte guíanos a la inmortalidad!

131:4.4 (1448.3) «Habiendo desterrado el odio de nuestros corazones, adoremos al Eterno. Nuestro Dios es el Señor de la oración, él escucha el llanto de sus hijos. Que todos los hombres sometan su voluntad al Resoluto. Gocemos de la liberalidad del Señor de la oración. Haced de la oración vuestra amiga más íntima y de la adoración el sostén de vuestra alma. ‘Solo tenéis que adorarme en el amor’, dice el Eterno, ‘y yo os daré sabiduría para alcanzarme, porque la virtud común a todas las criaturas es adorarme’. Dios ilumina a los ensombrecidos y da fuerzas a los que desfallecen. Ya nada tememos porque Dios es nuestro amigo poderoso. Alabamos el nombre del Conquistador nunca conquistado. Adoramos a Dios porque es el ayudante fiel y eterno del hombre, es nuestro conductor seguro y nuestro guía infalible. Es el gran autor del cielo y de la tierra. Su energía es ilimitada y su sabiduría, infinita; su esplendor es sublime y su belleza, divina. Es el refugio supremo del universo y el guardián inmutable de la ley sempiterna. Nuestro Dios es el Señor de la vida y el Confortador de todos los hombres, es el amante de la humanidad y la ayuda de los afligidos. Él es quien nos da la vida y el Buen Pastor de los rebaños humanos. Dios es nuestro padre, hermano y amigo. Anhelamos conocer a este Dios en lo más profundo de nuestro ser.

131:4.5 (1448.4) «Por el anhelo de nuestro corazón hemos aprendido a alcanzar la fe, refrenando nuestros sentidos hemos logrado la sabiduría y mediante la sabiduría hemos experimentado la paz en el Supremo. Quien está lleno de fe adora de verdad cuando su yo interior está absorto en Dios. Nuestro Dios lleva los cielos como manto y habita también los otros seis extensos universos. Es supremo en todo y sobre todo. Imploramos el perdón del Señor por todas nuestras ofensas a nuestros semejantes y olvidaremos el mal que nos ha hecho nuestro amigo. Nuestro espíritu aborrece todo mal; por eso, oh Señor, líbranos de toda mancha de pecado. Rezamos a Dios como consolador, protector y salvador, como a alguien que nos ama.

131:4.6 (1449.1) «El espíritu del Guardián del Universo entra en el alma de las criaturas sencillas. El hombre que adora al Dios Único es sabio. Los que se esfuerzan por llegar a la perfección deben conocer sin duda al Señor Supremo. Quien conoce la seguridad bienaventurada del Supremo nunca tiene miedo, pues el Supremo dice a los que le sirven: ‘No temáis, porque yo estoy con vosotros’. El Dios de providencia es nuestro Padre. Dios es verdad. Y es deseo de Dios que sus criaturas lo comprendan, que lleguen a conocer plenamente la verdad. La verdad es eterna; sostiene el universo. Nuestro deseo supremo será la unión con el Supremo. El Gran Controlador es el generador de todas las cosas y todo evoluciona a partir de él. He aquí la síntesis del deber: que ningún hombre haga a otro lo que le repugnaría que le hicieran a él; no abriguéis ninguna maldad, no golpeéis a quien os golpea, conquistad la ira con la misericordia y venced el odio con la benevolencia. Todo esto deberíamos hacerlo porque Dios es un amigo bondadoso y un padre clemente que nos perdona todas las ofensas que cometemos en la tierra.

131:4.7 (1449.2) «Dios es nuestro Padre, la tierra nuestra madre y el universo nuestro lugar de nacimiento. Sin Dios el alma está prisionera. Conocer a Dios libera el alma. Mediante la meditación sobre Dios, mediante la unión con él, llega la liberación de las ilusiones del mal y la salvación última de todas las cadenas materiales. Cuando el hombre enrolle el espacio como un pedazo de cuero, llegará el fin del mal porque el hombre habrá encontrado a Dios. ¡Oh Dios, sálvanos de la triple ruina del infierno: la lujuria, la ira y la avaricia! ¡Oh alma, cíñete para la lucha espiritual de la inmortalidad! Cuando llegue el fin de la vida mortal, no dudes en cambiar este cuerpo por una forma más hermosa y apropiada y despertarte en los dominios del Supremo y del Inmortal donde no hay miedo ni pesar, ni hambre ni sed ni muerte. Conocer a Dios es cortar las ataduras de la muerte. El alma que conoce a Dios se eleva en el universo como la nata aparece en la superficie de la leche. Adoramos a Dios, el hacedor de todo, la Gran Alma, que reside siempre en el corazón de sus criaturas. Y los que saben que Dios está entronizado en el corazón humano están destinados a ser inmortales como él. El mal ha de quedarse atrás en este mundo pero la virtud acompaña al alma hasta el cielo.

131:4.8 (1449.3) «Dicen los malvados: El universo no tiene ni verdad ni gobernante, solo sirve para satisfacer nuestras apetencias. Esas almas están engañadas por la mezquindad de su intelecto. Se entregan al disfrute de sus apetitos y privan a sus almas de las alegrías de la virtud y de los placeres de la rectitud. ¿Puede haber mejor experiencia que la salvación del pecado? El hombre que ha visto al Supremo es inmortal. Los amigos del hombre en la carne no pueden sobrevivir a la muerte. Solo la virtud camina junto al hombre en su progresar continuo hacia los campos alegres y soleados del Paraíso.»

5. El zoroastrismo

131:5.1 (1449.4) Zoroastro tuvo contacto personal con los descendientes de los primeros misioneros de Melquisedec, difusores de la doctrina del Dios único, y esta doctrina se convirtió en la enseñanza central de la religión que fundó en Persia. Fuera del judaísmo, ninguna religión de la época contenía más enseñanzas procedentes de Salem. Ganid hizo el siguiente resumen de los escritos de esta religión:

131:5.2 (1450.1) «Todas las cosas vienen del Dios Único y le pertenecen. Él es omnisciente, bueno, justo, santo, resplandeciente y glorioso. Nuestro Dios es la fuente de toda luminosidad. Es el Creador, el Dios de todos los buenos propósitos y el protector de la justicia del universo. El sabio vive su vida conforme al espíritu de la verdad. Dios lo ve todo y contempla tanto las malas acciones del malvado como las buenas obras del justo; nuestro Dios observa todas las cosas con mirada centelleante. Su toque es el toque de la curación. El Señor es un benefactor todopoderoso. Dios tiende su mano benéfica tanto a los justos como a los malvados. Dios estableció el mundo y ordenó la retribución del bien y del mal. El Dios omnisciente ha prometido la inmortalidad a las almas piadosas que piensan con pureza y actúan con rectitud. Tal como sea tu deseo supremo, así serás. La luz del sol es como la sabiduría para aquellos que perciben a Dios en el universo.

131:5.3 (1450.2) «Alabad a Dios buscando complacer al Sabio. Adorad al Dios de la luz caminando alegremente por las sendas que ordena su religión revelada. No hay más que un Dios Supremo, el Señor de las Luces. Adoramos a aquel que hizo las aguas, las plantas, los animales, la tierra y los cielos. Nuestro Dios es el Señor, el más benéfico. Adoramos al más hermoso, al Inmortal munificente dotado de la luz eterna. Dios es lo más lejano a nosotros y al mismo tiempo lo más cercano porque mora dentro de nuestra alma. Nuestro Dios es el divino y santísimo Espíritu del Paraíso, y sin embargo es más amable con el hombre que la más amable de todas las criaturas. Dios es nuestra mayor ayuda en nuestra principal empresa: llegar a conocerlo. Dios es nuestro amigo más justo y adorable; es nuestra sabiduría, nuestra vida y el vigor de nuestra alma y de nuestro cuerpo. En virtud de nuestros buenos pensamientos, el sabio Creador nos permitirá hacer su voluntad y lograr así la realización de todo lo que es divinamente perfecto.

131:5.4 (1450.3) «Señor, enséñanos a vivir esta vida en la carne mientras nos preparamos para la próxima vida del espíritu. Háblanos, Señor, y haremos lo que nos pidas. Muéstranos los buenos senderos y caminaremos con rectitud. Haz que podamos lograr la unión contigo. Sabemos que una religión es buena cuando conduce a la unión con la rectitud. Dios es nuestra naturaleza sabia, nuestro mejor pensamiento y nuestro acto recto. ¡Que Dios nos conceda la unidad con el espíritu divino y la inmortalidad en él!

131:5.5 (1450.4) «Esta religión del Sabio purifica al creyente de todo mal pensamiento y acto pecaminoso. Me inclino ante el Dios del cielo arrepintiéndome si he ofendido de pensamiento, palabra u obra —con intención o sin ella— y ofrezco oraciones por la misericordia y alabanzas por el perdón. Si al confesarme me propongo no volver a hacer el mal, sé que el pecado será eliminado de mi alma. Sé que el perdón deshace las ataduras del pecado. Los que hacen el mal recibirán su castigo, pero los que siguen la verdad gozarán de la dicha de una salvación eterna. Toma posesión de nosotros por la gracia y dispensa a nuestra alma el poder salvador. Imploramos misericordia porque aspiramos a la perfección; quisiéramos ser como Dios.»

6. El suduanismo (jainismo)

131:6.1 (1450.5) El tercer grupo de creyentes religiosos que mantuvo la doctrina de un Dios único en la India —como supervivencia de las enseñanzas de Melquisedec— fueron los suduanistas. Estos creyentes fueron conocidos más tarde como los seguidores del jainismo. Enseñaban que:

131:6.2 (1450.6) «El Señor del Cielo es supremo. Los que pecan no ascenderán a lo alto, pero los que caminan por las sendas de la rectitud encontrarán un lugar en el cielo. Tenemos asegurada la vida en el más allá si conocemos la verdad. El alma del hombre puede subir hasta el cielo más alto para desarrollar allí su verdadera naturaleza espiritual, para alcanzar la perfección. El estado del cielo libera al hombre de la esclavitud del pecado y lo conduce a las bienaventuranzas finales. El hombre recto ya tiene la experiencia de haber puesto fin al pecado con todas las miserias que lo acompañan. El yo es el enemigo invencible del hombre y se manifiesta como las cuatro grandes pasiones humanas: la ira, el orgullo, el engaño y la codicia. La victoria más grande del hombre es la conquista de sí mismo. Cuando el hombre se vuelve hacia Dios para ser perdonado, y cuando se atreve a tomarse esa libertad, queda liberado del miedo. El hombre debe pasar por la vida tratando a sus semejantes como a él le gustaría ser tratado.»

7. El sintoísmo

131:7.1 (1451.1) Hacía poco tiempo que los manuscritos de esta religión del Lejano Oriente habían sido depositados en la biblioteca de Alejandría. Era la única religión del mundo de la que Ganid no había oído hablar nunca. Esta creencia también contenía restos de las primeras enseñanzas de Melquisedec como muestran los extractos siguientes:

131:7.2 (1451.2) «Dice el Señor: ‘Todos sois receptores de mi poder divino; todos los hombres se benefician de mi ministerio de misericordia. Me complace mucho que los justos se multipliquen por todas las tierras. Tanto en las bellezas de la naturaleza como en las virtudes de los hombres busca revelarse el Príncipe del Cielo y mostrar la rectitud de su naturaleza. Puesto que los pueblos antiguos no conocían mi nombre, me manifesté naciendo con existencia visible en el mundo, y me rebajé de ese modo para que el hombre no olvidara mi nombre. Soy el hacedor del cielo y de la tierra; el sol, la luna y todas las estrellas obedecen a mi voluntad. Soy el soberano de todas las criaturas que hay sobre la tierra y en los cuatro mares. Aunque soy grande y supremo, tengo oídos para la oración del más humilde de los hombres. Si una criatura quiere adorarme, escucharé su oración y le concederé el deseo de su corazón’.

131:7.3 (1451.3) «‘Cada vez que el hombre cede a la ansiedad, se aleja un paso de la dirección que le indica el espíritu de su corazón.’ El orgullo oculta a Dios. Si queréis obtener la ayuda celestial apartad vuestro orgullo, porque cualquier indicio de orgullo intercepta la luz salvadora como si fuera una gran nube. Si no sois rectos por dentro, es inútil que recéis por lo que está fuera. ‘Si escucho tus oraciones es porque te presentas ante mí con un corazón limpio, libre de hipocresía y falsedad, con un alma que refleja la verdad como un espejo. Si quieres obtener la inmortalidad, renuncia al mundo y ven a mí.’»

8. El taoísmo

131:8.1 (1451.4) Los mensajeros de Melquisedec llevaron la doctrina del Dios único hasta el corazón de China. El monoteísmo se incorporó a las primeras enseñanzas de varias religiones chinas entre ellas el taoísmo, que contenía más verdad monoteísta que las demás y perduró más que ninguna. Ganid recopiló así las enseñanzas de su fundador:

131:8.2 (1451.5) «¡Qué puro y sereno es el Supremo y a la vez qué fuerte y poderoso, qué profundo e insondable! Este Dios del cielo es el venerado antecesor de todas las cosas. Si conocéis al Eterno sois esclarecidos y sabios. Si no conocéis al Eterno, esa ignorancia se manifiesta como mal y surgen así las pasiones del pecado. Este Ser maravilloso existía antes que los cielos y la tierra. Es verdaderamente espiritual, está solo y no cambia. Es en verdad la madre del mundo, y toda la creación gira en torno a él. Este Gran Único se da a los hombres para que puedan superarse y sobrevivir, e incluso los que tienen pocos conocimientos pueden caminar por los senderos del Supremo, pueden cumplir la voluntad del cielo.

131:8.3 (1452.1) «Todas las buenas obras de servicio verdadero vienen del Supremo. Todas las cosas dependen de la Gran Fuente para tener vida. El Gran Supremo no busca ser honrado por sus otorgamientos. Su poder es supremo, y sin embargo permanece oculto a nuestros ojos. Transmuta constantemente sus atributos al tiempo que perfecciona a sus criaturas. La Razón celestial es lenta y paciente en sus designios pero segura en sus logros. El Supremo recubre el universo y lo sostiene en su totalidad. ¡Qué grande es su influencia desbordante y qué poderosa su fuerza de atracción! La verdadera bondad es como el agua que todo lo bendice y a nada perjudica. Al igual que el agua, la verdadera bondad busca los lugares más bajos, incluso los niveles que los demás evitan, y lo hace así porque tiene afinidad con el Supremo. El Supremo crea todas las cosas, las alimenta en su naturaleza y las perfecciona en su espíritu. De manera misteriosa, el Supremo promueve, protege y perfecciona a las criaturas sin obligarlas. Guía y dirige pero no se impone. Favorece el progreso pero no domina.

131:8.4 (1452.2) «El sabio universaliza su corazón. Tener un poco de conocimiento es peligroso. Los que aspiran a la grandeza deben aprender a humillarse. En la creación el Supremo se convirtió en la madre del mundo. Conocer a nuestra madre es reconocer nuestra filiación. El sabio considera todas las partes desde el punto de vista del todo. Relaciónate con cada hombre como si estuvieras en su lugar. Recompensa el agravio con bondad. Si amas a las personas, se sentirán atraídas hacia ti y no te costará nada ponerlas de tu lado.

131:8.5 (1452.3) «El Gran Supremo lo permea todo. Está a la izquierda y a la derecha, sostiene toda la creación y mora en el interior de todos los seres sinceros. No podéis encontrar al Supremo ni tampoco podéis ir a un lugar donde no esté. Si un hombre reconoce la maldad de sus acciones y se arrepiente de corazón de sus pecados, puede buscar el perdón, puede librarse del castigo y transformar la calamidad en bendición. El Supremo es el refugio seguro de toda la creación, es el guardián y salvador de la humanidad. Si lo buscáis a diario lo encontraréis. Él es verdaderamente valioso para todos los hombres porque puede perdonar los pecados. Recordad siempre que Dios no recompensa al hombre por lo que hace sino por lo que es, por eso debéis ayudar a vuestros semejantes sin esperar recompensa. Haced el bien sin pensar en vuestro propio beneficio.

131:8.6 (1452.4) «Los que conocen las leyes del Eterno son sabios. La ignorancia de la ley divina es desastre y sufrimiento. Los que conocen las leyes de Dios son liberales de pensamiento. Si conocéis al Eterno, aun cuando vuestro cuerpo perezca, vuestra alma sobrevivirá y estará al servicio del espíritu. Sois verdaderamente sabios cuando reconocéis vuestra insignificancia. Si moráis en la luz del Eterno, gozaréis de la iluminación del Supremo. Los que dedican su persona al servicio del Supremo son felices en su búsqueda del Eterno. Cuando el hombre muere, el espíritu despega en su largo vuelo de regreso al hogar.»

9. El confucianismo

131:9.1 (1452.5) Entre las grandes religiones del mundo, incluso la que menos reconocía a Dios aceptó el monoteísmo de los misioneros de Melquisedec y sus perseverantes sucesores. Así resumió Ganid el confucianismo:

131:9.2 (1452.6) «Lo que el Cielo dispone está libre de error. La verdad es real y divina. Todas las cosas se originan en el Cielo, y el Gran Cielo no se puede equivocar. El Cielo ha designado a numerosos subordinados para que ayuden a instruir y elevar a las criaturas inferiores. Grande, muy grande, es el Dios Único que gobierna al hombre desde lo alto. El poder de Dios es majestuoso y terrible su juicio. Pero este Gran Dios ha conferido también un sentido moral a muchas gentes inferiores. La munificencia del Cielo nunca cesa. La benevolencia es el regalo más preciado del Cielo a los hombres. El Cielo ha otorgado su nobleza al alma del hombre, y las virtudes del hombre son el fruto de este otorgamiento de la nobleza del Cielo. El Gran Cielo todo lo percibe y acompaña al hombre en todas sus acciones. Hacemos bien en llamar al Gran Cielo nuestro Padre y nuestra Madre, y así podemos rezar al Cielo con confianza pues somos los servidores de nuestros ancestros divinos. En todo momento y en todas las cosas contemplemos sobrecogidos la majestad del Cielo. Reconocemos, oh Dios, Altísimo y soberano Potentado, que el juicio está en tus manos y que toda misericordia procede del corazón divino.

131:9.3 (1453.1) «Dios está con nosotros, por eso no hay miedo en nuestro corazón. Si hay alguna virtud en mí, es la manifestación del Cielo que habita conmigo. Pero este Cielo que está en mí plantea muchas veces duras exigencias a mi fe. Si Dios está conmigo, estoy decidido a desterrar cualquier duda de mi corazón. La fe tiene que estar muy cerca de la verdad de las cosas, y no veo cómo puede vivir un hombre sin esa fe buena. El bien y el mal no acaecen a los hombres sin causa. El Cielo atiende al alma del hombre según su propósito. Cuando te des cuenta de que has obrado mal, no dudes en confesar tu error y apresúrate a enmendarlo.

131:9.4 (1453.2) «El sabio se dedica a buscar la verdad, no se limita a ganarse la vida. La meta del hombre es lograr la perfección del Cielo. El hombre superior es capaz de autoajustarse y está libre de miedo y ansiedad. Dios está con vosotros, no lo dudéis en vuestro corazón. Toda buena acción tiene su recompensa. El hombre superior no murmura contra el Cielo ni guarda rencor a los hombres. No hagáis a los demás lo que no os gusta que os hagan. Que la compasión forme parte de todo castigo. Esforzaos de todas las maneras posibles por transformar el castigo en bendición, pues así obra el Gran Cielo. Aunque todas las criaturas tienen que morir y volver a la tierra, el espíritu del hombre noble surge para desplegarse en lo alto y ascender a la luz gloriosa del resplandor final.»

10. «Nuestra religión»

131:10.1 (1453.3) Cuando hubo terminado la ardua tarea de recopilar las enseñanzas de las religiones del mundo sobre el Padre del Paraíso, Ganid decidió formular sus propias conclusiones sobre la creencia en Dios que había alcanzado gracias a las enseñanzas de Jesús. El joven indio solía referirse a estas creencias como «nuestra religión» y las resumió así:

131:10.2 (1453.4) «El Señor nuestro Dios es el único Señor, y deberíais amarlo con todo vuestro corazón y toda vuestra mente mientras hacéis todo lo posible por amar a todos sus hijos como os amáis a vosotros mismos. Este Dios único es nuestro Padre celestial, en quien consisten todas las cosas y que mora mediante su espíritu en toda alma humana sincera. Nosotros, que somos los hijos de Dios, deberíamos aprender a confiarle la custodia de nuestra alma como a nuestro fiel Creador. Con nuestro Padre celestial todas las cosas son posibles, y no puede ser de otra manera puesto que él es el Creador que ha hecho todas las cosas y todos los seres. Aunque no podemos ver a Dios podemos conocerlo, y podemos revelarlo a nuestros semejantes viviendo diariamente la voluntad del Padre del cielo.

131:10.3 (1453.5) «Las riquezas divinas del carácter de Dios tienen que ser infinitamente profundas y eternamente sabias. No podemos descubrir a Dios mediante el conocimiento, pero podemos conocerlo en nuestro corazón por experiencia personal. Aunque su justicia sobrepase nuestra comprensión, su misericordia llega hasta el ser más humilde de la tierra. El Padre llena el universo, pero también vive dentro de nuestro corazón. La mente del hombre es humana, mortal, pero el espíritu del hombre es divino, inmortal. Dios no es solo omnipotente sino también omnisciente. Si nuestros padres terrenales inclinados al mal saben amar a sus hijos y darles cosas buenas, cuánto mejor sabrá el buen Padre del cielo amar sabiamente a sus hijos de la tierra y darles las bendiciones que les convienen.

131:10.4 (1454.1) «El Padre del cielo no permitirá que perezca uno solo de sus hijos de la tierra si ese hijo desea encontrar al Padre y anhela de verdad ser como él. Nuestro Padre ama incluso a los malvados y siempre es amable con los ingratos. Solo con que más seres humanos pudieran conocer la bondad de Dios, se arrepentirían sin duda de sus maldades y renunciarían a todo pecado conocido. Todas las cosas buenas provienen del Padre de la luz en quien no hay posibilidad de variación ni sombra de cambio. El espíritu del Dios verdadero está en el corazón del hombre. La intención de Dios es que todos los hombres sean hermanos. Cuando los hombres empiezan a sentir el anhelo de Dios, eso significa que Dios los ha encontrado y que ellos están buscando conocerlo. Vivimos en Dios y Dios mora en nosotros.

131:10.5 (1454.2) «Ya no me conformo con creer que Dios es el Padre de todo mi pueblo; a partir de ahora creeré que también es mi Padre. Procuraré siempre adorar a Dios con la ayuda del Espíritu de la Verdad, que es mi ayudante desde que he llegado realmente a conocer a Dios. Pero antes que nada me propongo adorar a Dios aprendiendo a hacer su voluntad en la tierra, es decir, voy a hacer todo lo posible por tratar a cada uno de mis compañeros mortales como creo que a Dios le gustaría que lo tratara. Cuando vivimos así en la carne podemos pedir muchas cosas a Dios, y él nos concederá los deseos de nuestro corazón para que estemos mejor preparados para servir a nuestros semejantes. Y todo este servicio de amor a los hijos de Dios aumenta nuestra capacidad de recibir y experimentar las alegrías del cielo, los placeres superiores del ministerio del espíritu del cielo.

131:10.6 (1454.3) «Daré gracias a Dios todos los días por sus dádivas inefables, lo alabaré por sus obras maravillosas para los hijos de los hombres. Para mí es el Todopoderoso, el Creador, el Poder y la Misericordia, pero por encima de todo es mi Padre en el espíritu y, como su hijo en la tierra, iré hacia él para verlo algún día. Mi tutor me ha dicho que al buscarlo me iré haciendo como él. Mediante la fe en Dios he logrado la paz con él. Esta nueva religión nuestra está llena de alegría y genera una felicidad duradera. Confío en que seré fiel hasta la muerte y estoy seguro de que recibiré la corona de la vida eterna.

131:10.7 (1454.4) «Estoy aprendiendo a comprobar todas las cosas y a adherirme a lo que es bueno. Haré a mis semejantes todo lo que quisiera que me hicieran a mí. Sé por esta nueva fe que el hombre puede convertirse en hijo de Dios, aunque a veces me aterra pararme a pensar que todos los hombres son mis hermanos. Y sin embargo debe ser verdad. No veo cómo podría regocijarme en la paternidad de Dios y negarme a aceptar la hermandad del hombre. Todo el que invoque el nombre del Señor será salvado, y si esto es verdad, todos los hombres deben ser mis hermanos.

131:10.8 (1454.5) «A partir de ahora haré mis buenas obras en secreto y oraré casi siempre a solas. No juzgaré, porque no quiero ser injusto con mis semejantes. Voy a aprender a amar a mis enemigos aunque todavía no domino bien esta forma de parecerme a Dios. Veo también a Dios en las otras religiones, pero lo encuentro más bello, más amoroso, más misericordioso, más personal y más positivo en ‘nuestra religión’. Lo mejor de todo es que este Ser grande y glorioso es mi Padre espiritual y yo soy su hijo. Solo por mi deseo sincero de ser como él terminaré por encontrarlo y le serviré eternamente. Por fin tengo una religión con un Dios, un Dios maravilloso que es un Dios de salvación eterna.»

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