Curar la ceguera en Etiopía

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Mo Siegel

Durante los dos últimos años he tenido la suerte de ayudar al Dr. Geoff Tabin, cofundador del Himalayan Cataract Project, cuando curaba la ceguera de cataratas en Etiopía. Durante la última semana de agosto de 2017 nuestro pequeño equipo...


De Mo Siegel, presidente de la Fundación Urantia (Colorado, Estados Unidos)

Durante los dos últimos años he tenido la suerte de ayudar al Dr. Geoff Tabin, cofundador del Himalayan Cataract Project, cuando curaba la ceguera de cataratas en Etiopía. Durante la última semana de agosto de 2017 nuestro pequeño equipo de cirugía de tres doctores experimentados y tres residentes realizó 1.100 operaciones de cataratas en mujeres, hombres y niños ciegos. Como se hacían muchas operaciones en un corto intervalo de tiempo, parecía una cadena de montaje en la que se daba luz a los que estaban perdidos en la oscuridad. Cuando se ve la desesperación que causa la ceguera se puede comprender fácilmente por qué el alma misericordiosa de Jesús se sintió impulsada a curar a los ciegos. Después de regresar a los Estados Unidos necesité varias semanas para pasar un día sin pensar en la experiencia, sin tener lágrimas en los ojos o sin soñar con esas almas que encontraron alivio en el escalpelo del Dr. Geoff.

Este año trabajamos en una pequeña clínica oftalmológica del sur de Etiopía. La clínica tenía dos agujeros en el suelo como retretes, una vieja unidad de corriente alterna que no funcionaba y carecía de agua corriente. La electricidad solía funcionar, pero se cortaba a menudo durante las operaciones. De siete y media de la mañana a ocho y media de la noche los pacientes ciegos, a menudo los más pobres de entre los pobres, entraban a raudales, de autobús en autobús. Para mí fue una prueba de resistencia que solo pude superar cuando recordé las palabras de Jesús: “Lo que hacéis por el más pequeño de mis hermanos me lo hacéis a mí”. Desde mi perspectiva americana privilegiada, muchas veces me sentí abrumado por los gérmenes, el sufrimiento y la interminable fila de pacientes. Entretejido entre los olores extraños de Etiopía hubo momentos de alegría, éxitos médicos y esperanza. Con solo mirar a Geoff cuando tenía los ojos fijos en el microscopio, me sentía humilde ante su decisión altruista e inquebrantable de terminar con la ceguera innecesaria. Desde el punto de vista de los pacientes y de sus familias, deben haber sentido amor, que se preocupaban de ellos y que su vida se había transformado totalmente.

Imagínense estar completamente ciego antes de la operación un lunes y el martes por la mañana, después de que les quitaran el vendaje, tuvieran una vista perfecta de nuevo. En un instante una persona ciega va de estar desvalido a ser independiente. La desesperación, unida a una depresión profunda, se convierte en una promesa de futuro. La persona ciega ya no sufre la maldición de ser percibida por su familia como “una boca más que alimentar” y los niños ciegos ya no tienen que aguantar las burlas de otros niños.

La tenacidad del Dr. Geoff es una gran lección de vida. Hace dos décadas Geoff estaba en el primer equipo de ascensión que hizo cumbre por la cara este del monte Everest, una ruta cuya escalada se consideraba imposible. Hoy Geoff ataca la ceguera como atacaba el hielo y las paredes rocosas de la cara este. Tuve el placer de hacer el trabajo de “corredor” en la sala de operaciones trabajando para Geoff y sus dos enfermeras sumamente competentes. Llevaba puesto mi Fitbit y registré 12.000 pasos al día poniendo vendas, trasladando pacientes, consiguiendo suministros y siendo las manos no estériles del equipo de operaciones. Geoff trabajó incansablemente, a menudo durante cinco horas seguidas sin comer, beber o ir al baño. Cada operación tardaba una media de ocho minutos y daba un porcentaje de éxito del 99%. Los que no tuvieron éxito tenían otras complicaciones oculares. Es como un perro con un hueso. Nada bloquea su impulso implacable de curar a los ciegos. Cuando la electricidad se cortaba operaba con una linterna. Cuando llegaba la comida del almuerzo, él era el último en comer. Cuando el reloj marcaba las 8 de la tarde y los últimos pacientes estaban listos para ser operados, en lugar de acabar rápido Geoff invitaba a los doctores residentes a que miraran para poder enseñarles.

Durante los últimos veintiún años los doctores del Himalayan Cataract Project (HCP) han operado a más de ciento cincuenta mil personas ciegas. Aún más extraordinario es el hecho de que los doctores capacitados por el HCP han curado a más de tres millones de personas ciegas. La determinación inagotable, la excelencia médica y una gran visión de curar la ceguera innecesaria impulsan a este equipo altruista.

Tres lecciones de oro que experimenté en Etiopía

1. Nací y me crie en varios ranchos de Colorado. Debido a una mezcla fortuita de genética y buena suerte, mis recuerdos de infancia eran cielos azules y cumbres altas. Pero por la gracia de Dios podría haber nacido ciego en Etiopía o algo peor: atrapado en la
The Kingdom's First Hospital by Russ Docken
filosofía existencialista espiritualmente ciega que asoló mis primeros años de adolescencia. La gratitud inunda mi ser. Nuestro Padre celestial me dio la vida más afortunada que podía esperar y más de lo que merezco. ¿Por qué yo? No tengo ni idea, pero estoy eternamente agradecido. Como dice mi amigo T.A. Barron: “Estar totalmente vivo es estar agradecido por cada aliento que tomamos, cada canción que cantamos, cada persona que amamos y cada día que descubrimos”.

2. Al final de la segunda parte de El libro de Urantia, un Mensajero Poderoso escribe: “El amor es el deseo de hacer el bien a los demás”. 56:10.21 (648.4) Esta frase me ha desafiado e inspirado durante décadas. He pasado toda una vida trabajando en instituciones donde los ejecutivos o los miembros de la junta directiva hacían el bien por los demás. Durante los nueve años que serví en la junta de un hospital, construimos un centro oncológico e hicimos el bien por los demás. Fue un trabajo ejecutivo necesario y valioso, pero las enfermeras que trabajaban en el centro oncológico llegaban realmente a la vida de los pacientes limpiando sus camas, tomándolos de la mano, comprobando sus medicinas, escuchándolos y haciendo una miríada de tareas necesarias para cuidar de ellos. Eran los pies en la tierra que hacían el bien a los demás. Jesús consoló a pacientes durante tres meses en un hospital-tienda de Betsaida. ¡Vaya una lección! Tocar los rostros de cientos de personas ciegas, sostenerlas, ponerles vendajes, animarlas y hacerles realmente el bien hizo un gran bien a mi alma.

Vivir plenamente significa liberarse del yo siguiendo al Espíritu de la Verdad por las avenidas del amor y el servicio. “La gran aventura universal del hombre consiste en la transición de su mente mortal entre la estabilidad de la estática mecánica y la divinidad de la dinámica espiritual”. 118:8.11 (1303.1) Amar es un verbo; actúa dinámicamente y satisface de este modo la voluntad de Dios. Cuando llegue el final de nuestros días y hayamos dado todo lo que tenemos a los demás, partiremos de este mundo sin lamentarnos por lo que podría haber sido y nos iremos con alegría debido a lo que fue. Mi oración para ustedes y para mí es que recordemos esta lección todos los días y hagamos lo que dijo la Madre Teresa: “Dad hasta que duela”. ¡El altruismo y el servicio son verdadera libertad y también mucha diversión!

3. Desde que regresé a casa he doblado mi compromiso para vivir y compartir las enseñanzas de El libro de Urantia. Este libro vino literalmente “caído del cielo”. Estas enseñanzas curan la ceguera espiritual. ¡Conocer a Dios y amar a los demás es la perla de gran valor que quiero para ustedes y para mí! Compartir la buena nueva de El libro de Urantia es la salvación para este mundo. Un milagro poderoso y grande ha descendido a nuestra vida pues, por algún golpe del destino, ustedes y yo hemos tenido la suerte de descubrir esta revelación durante los primeros días.

Si hubiera un solo mensaje que dejarles es que imaginen al Ajustador del Pensamiento de los demás y actúen incansablemente a partir de esa idea.

Jennifer Siegel
Jennifer Siegel

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