Documento 79 - La expansión andita en Oriente

   
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El libro de Urantia

Documento 79

La expansión andita en Oriente

79:0.1 (878.1) ASIA es la tierra natal de la raza humana. Fue en una península al sur de este continente donde nacieron Andon y Fonta; en las tierras altas de lo que hoy es Afganistán, su descendiente Badonan fundó un centro primitivo de cultura que perduró durante más de medio millón de años. En ese foco oriental de la raza humana los pueblos sangik se diferenciaron de la estirpe andónica, y Asia fue su primer hogar, su primer territorio de caza, su primer campo de batalla. El sudoeste de Asia fue testigo de las civilizaciones sucesivas de dalamatianos, noditas, adanitas y anditas, y desde estas regiones se extendieron al mundo los potenciales de la civilización moderna.

1. Los anditas del Turquestán

79:1.1 (878.2) Durante más de veinticinco mil años hasta cerca del 2000 a. C., el corazón de Eurasia fue predominantemente andita aunque de forma decreciente. En las tierras bajas del Turquestán los anditas giraban hacia el oeste alrededor de los lagos interiores para dirigirse a Europa, al tiempo que se infiltraban hacia el este desde las tierras altas de esta región. El Turquestán oriental (Sinkiang) y, en menor medida, el Tíbet fueron las antiguas puertas por las que estos pueblos de Mesopotamia penetraron en las montañas hacia las tierras norteñas de los hombres amarillos. La infiltración andita en la India partió de las tierras altas del Turquestán hasta entrar en el Punyab y de los pastizales iraníes a través del Beluchistán. Estas primeras migraciones no eran conquistas en ningún sentido, sino la deriva continua de las tribus anditas hacia el oeste de la India y hacia China.

79:1.2 (878.3) Durante casi quince mil años hubo centros de cultura andita mestiza en Sinkiang a lo largo de la cuenca del río Tarim y hacia el sur en las tierras altas del Tíbet, donde los anditas y los andonitas se habían mezclado ampliamente. El valle del Tarim fue el puesto más avanzado hacia el este de la auténtica cultura andita. Allí construyeron sus asentamientos y establecieron relaciones comerciales con los chinos más progresistas hacia el este y con los andonitas hacia el norte. En aquellos días la región del Tarim era una tierra fértil de abundantes lluvias. Hacia el este el Gobi era un pastizal abierto donde los pastores se iban convirtiendo gradualmente en agricultores. Esta civilización, que rivalizó en su día con la de la propia Mesopotamia, pereció cuando cambiaron los vientos y se llevaron las lluvias al sudeste.

79:1.3 (878.4) Hacia el año 8000 a. C. el agravamiento lento pero constante de la aridez en las tierras altas de Asia central empezó a empujar a los anditas hacia las zonas bajas de los ríos y las orillas del mar. Esta sequía creciente no solo los desplazó hacia los valles de los ríos Nilo, Éufrates, Indo y Amarillo, sino que produjo un nuevo desarrollo de la civilización andita. Hizo su aparición una nueva clase cada vez más numerosa: los comerciantes.

79:1.4 (879.1) Cuando las condiciones climáticas hicieron la caza improductiva, los migrantes anditas no siguieron la trayectoria evolutiva de las razas más antiguas que los habría llevado a convertirse en pastores. Hicieron su aparición el comercio y la vida urbana. Desde Egipto hasta los ríos de China y de la India, pasando por Mesopotamia y el Turquestán, las tribus con mayor grado de civilización empezaron a reunirse en ciudades dedicadas al comercio y la manufactura. Adonia, ubicada cerca de lo que es hoy la ciudad de Ashjabad, se convirtió en la metrópolis comercial de Asia central. El comercio de piedras, metales, maderas y alfarería experimentó un gran impulso, tanto por vía terrestre como acuática.

79:1.5 (879.2) Pero el constante aumento de la sequía fue provocando gradualmente el gran éxodo andita desde las tierras situadas al sur y al este del mar Caspio. La dirección del flujo migratorio hacia el norte empezó a invertirse hacia el sur, y los jinetes babilónicos empezaron a presionar para entrar en Mesopotamia.

79:1.6 (879.3) La creciente aridez de Asia central provocó además un descenso de la población y moderó la belicosidad de estos pueblos. Cuando la escasez de lluvias en el norte empujó a los nómadas andonitas hacia el sur, hubo un éxodo masivo de anditas desde el Turquestán. Esta fue la penetración final de los llamados arios en el Levante y la India y culminó la larga dispersión de los descendientes mestizos de Adán, durante la cual estas razas superiores mejoraron en cierta medida a todos los pueblos asiáticos y a la mayoría de los de las islas del Pacífico.

79:1.7 (879.4) Así, mientras se dispersaban por el hemisferio este, los anditas fueron desposeídos de sus tierras natales de Mesopotamia y el Turquestán por el gran desplazamiento de los andonitas hacia el sur que diluyó a los anditas de Asia central y los puso al borde de la desaparición.

79:1.8 (879.5) Pero incluso en el siglo veinte después de Cristo hay rastros de sangre andita entre los pueblos turanianos y tibetanos, como pone de manifiesto la presencia ocasional de tipos rubios en esas regiones. Los primeros anales chinos recogen la existencia de nómadas pelirrojos al norte de los pacíficos asentamientos del río Amarillo, y aún siguen quedando pinturas que reflejan fielmente la presencia en otros tiempos tanto del tipo rubio andita como del moreno mongol en la cuenca del Tarim.

79:1.9 (879.6) La última gran manifestación del genio militar sumergido de los anditas de Asia central se produjo el año 1200 d. C. cuando los mongoles empezaron a conquistar la mayor parte del continente asiático liderados por Gengis Kan. Y al igual que los anditas de antaño, estos guerreros proclamaron la existencia de «un solo Dios en el cielo». El desmembramiento prematuro de su Imperio retrasó durante mucho tiempo el intercambio cultural entre Oriente y Occidente y obstaculizó considerablememente el desarrollo del concepto monoteísta en Asia.

2. La conquista andita de la India

79:2.1 (879.7) La India es el único lugar donde se mezclaron todas las razas de Urantia, y la invasión andita agregó la última estirpe. Las razas sangik se originaron en las tierras altas del noroeste de la India. En sus primeros días penetraron en el subcontinente indio miembros de todas y cada una de ellas dejando a su paso la mezcla de razas más heterogénea que haya existido jamás en Urantia. La India antigua hizo de trampa embudo para las razas migrantes. La base de la península era entonces algo más estrecha que ahora, pues gran parte de los deltas del Ganges y del Indo se han formado durante los últimos cincuenta mil años.

79:2.2 (879.8) La primera mezcla racial que hubo en la India fue una fusión de las razas migrantes roja y amarilla con los aborígenes andonitas. Este grupo se debilitó más tarde tras absorber a la mayor parte de los extintos pueblos verdes del este y a una gran porción de la raza naranja; por otra parte, se vio ligeramente beneficiado por una incorporación limitada de hombres azules y sumamente deteriorado por la asimilación de un importante contingente de la raza índigo. Los llamados aborígenes de la India no son representativos de estos primeros pueblos; conforman más bien la franja inferior del sur y del este que nunca fue plenamente absorbida ni por los primeros anditas ni por sus primos arios que aparecerían más tarde.

79:2.3 (880.1) Hacia el año 20 000 a. C. la población del oeste de la India ya se había teñido con sangre adánica, y ningún otro pueblo ha combinado nunca tantas razas diferentes en la historia de Urantia. Pero por desgracia predominaban las cepas sangik secundarias, y fue una auténtica calamidad que los hombres azules y rojos fueran tan escasos en aquel remoto crisol racial. Un número mayor de cepas sangik primarias habría contribuido mucho a impulsar una civilización que podría haber sido aún más grande. Tal como se desarrollaron las cosas, el hombre rojo se destruía a sí mismo en las Américas, el hombre azul retozaba por Europa y los primeros descendientes de Adán (igual que la mayoría de los posteriores) mostraban pocos deseos de mezclarse con gentes de color más oscuro, ya fuera en la India, en África o en otros lugares.

79:2.4 (880.2) Hacia el año 15 000 a. C. la creciente presión demográfica en toda la zona de Irán y el Turquestán provocó el primer gran desplazamiento andita hacia la India. Durante más de quince siglos estas gentes superiores afluyeron a través de las tierras altas de Beluchistán, se extendieron por los valles del Ganges y el Indo y fueron avanzando lentamente en dirección sur hacia el Decán. Esta presión andita procedende del noroeste empujó a muchos de los pobladores inferiores del sur y el este hacia Birmania y el sur de China, aunque no lo suficiente como para salvar a los invasores de la obliteración racial.

79:2.5 (880.3) Si la India no logró la hegemonía de Eurasia fue en gran medida por una cuestión de topografía. La presión de la población procedente del norte se limitó a empujar a la mayoría de los habitantes hacia el sur y aglomerarlos en el territorio del Decán, cada vez más estrecho y rodeado de mar. Si hubiera habido tierras adyacentes para emigrar, los inferiores habrían sido expulsados en todas las direcciones y las estirpes superiores habrían alcanzado un grado más alto de civilización.

79:2.6 (880.4) Lo cierto es que aquellos primeros conquistadores anditas hicieron un esfuerzo desesperado por preservar su identidad y contener la marea de sepultamiento racial mediante restricciones rígidas sobre los matrimonios mixtos. A pesar de ello los anditas estaban ya sumergidos en el año 10 000 a. C., pero la masa total de la población había mejorado notablemente gracias a esa absorción.

79:2.7 (880.5) La mezcla de razas siempre es ventajosa porque favorece la versatilidad de la cultura y contribuye al progreso de la civilización, pero si predominan los elementos inferiores de las estirpes raciales esos logros serán pasajeros. Solo se puede mantener una cultura políglota si las estirpes superiores se reproducen con un margen de seguridad sobre las inferiores. Una multiplicación incontrolada de los inferiores unida a una reproducción decreciente de los superiores acarrea indefectiblemente el suicidio de la civilización cultural.

79:2.8 (880.6) Si el número de conquistadores anditas hubiera sido tres veces mayor o si hubieran expulsado o destruido al tercio menos deseable de la mezcla de habitantes naranja, verde e índigo, la India se habría convertido en uno de los principales centros mundiales de civilización cultural y habría atraído sin duda a una mayor porción de las oleadas posteriores de mesopotámicos que afluyeron hacia el Turquestán y desde allí en dirección norte hacia Europa.

3. La India dravídica

79:3.1 (881.1) La mezcla de los conquistadores anditas de la India con la estirpe nativa acabó constituyendo el pueblo mestizo denominado dravídico. Los dravídicos iniciales y más puros poseían grandes aptitudes culturales, pero esta cualidad se fue debilitando gradualmente a medida que se iba atenuando su herencia andita. Y eso fue lo que truncó el brote de civilización de la India hace casi doce mil años. Sin embargo, bastó con una pequeña inyección de la sangre de Adán para producir una aceleración notable del desarrollo social. Esta estirpe compuesta construyó inmediatamente la civilización más polifacética que había entonces en el planeta.

79:3.2 (881.2) Poco después de conquistar la India, los anditas dravídicos perdieron su contacto racial y cultural con Mesopotamia, pero la apertura posterior de vías marítimas y de rutas de caravanas restableció estas conexiones. En los últimos diez mil años la India no ha estado nunca enteramente desconectada de Mesopotamia por el oeste y de China por el este, aunque las barreras montañosas favorecían mucho más las relaciones con el oeste.

79:3.3 (881.3) La cultura superior y las inclinaciones religiosas de los pueblos de la India datan de los primeros tiempos de la hegemonía dravídica y se deben en parte al gran número de sacerdotes setitas que entraron en la India, primero con las invasiones anditas y más tarde con las invasiones arias. El hilo monoteísta que recorre la historia religiosa de la India proviene así de las enseñanzas de los adanitas del segundo jardín.

79:3.4 (881.4) Ya en el año 16 000 a. C. un grupo de cien sacerdotes setitas entró en la India y estuvo a punto de lograr la conquista religiosa de la mitad occidental de este pueblo políglota. Pero su religión no perduró. A los cinco mil años sus doctrinas sobre la Trinidad del Paraíso habían degenerado en el símbolo trino del dios del fuego.

79:3.5 (881.5) Sin embargo, durante más de siete mil años, hasta el final de las emigraciones anditas, el nivel religioso de los habitantes de la India estuvo muy por encima del del mundo en general. En esa época la India prometía desarrollar la principal civilización cultural, religiosa, filosófica y comercial del mundo, y es probable que este destino se hubiera cumplido si los pueblos del sur no hubieran sumergido totalmente a los anditas.

79:3.6 (881.6) Los centros de cultura dravídicos estaban ubicados en los valles de los ríos, sobre todo del Ganges y el Indo, y en el Decán a lo largo de los tres grandes ríos que discurren por los Ghates orientales hacia el mar. Los asentamientos situados a lo largo del litoral de los Ghates occidentales debían su prominencia a las relaciones marítimas con Sumeria.

79:3.7 (881.7) El pueblo dravídico fue uno de los primeros que construyó ciudades y se dedicó al comercio de importación y exportación a gran escala tanto por tierra como por mar. En el año 7000 a. C. las caravanas de camellos hacían viajes regulares a la lejana Mesopotamia; los barcos dravídicos costeaban el mar Arábigo hasta las ciudades sumerias del golfo Pérsico y se aventuraban en las aguas del golfo de Bengala hasta las Indias Orientales. Esos marinos y mercaderes importaron de Sumeria un alfabeto y el arte de escribir.

79:3.8 (881.8) Estas relaciones comerciales contribuyeron a diversificar aún más una cultura ya de por sí cosmopolita y provocar la temprana aparición de muchos de los refinamientos e incluso lujos de la vida urbana. Cuando posteriormente entraron los arios en la India, no pudieron reconocer en los dravídicos a sus primos anditas sumergidos en las razas sangik, pero sí encontraron una civilización muy avanzada. A pesar de sus limitaciones biológicas, los dravídicos fundaron una civilización superior que se difundió por toda la India y ha sobrevivido en el Decán hasta los tiempos modernos.

4. La invasión aria de la India

79:4.1 (882.1) La segunda penetración andita en la India fue la invasión aria durante un periodo de casi quinientos años a mediados del tercer milenio antes de Cristo. Esta emigración marcó el éxodo final de los anditas desde sus tierras natales del Turquestán.

79:4.2 (882.2) Los primeros centros arios estuvieron esparcidos por la mitad norte de la India, sobre todo en el noroeste. Estos invasores no terminaron nunca de conquistar el país, y fue esta negligencia lo que acarreó su perdición porque su inferioridad numérica los hizo vulnerables a la absorción por los dravídicos del sur que invadirían posteriormente toda la península excepto las provincias himalayas.

79:4.3 (882.3) Los arios dejaron muy poca huella racial en la India excepto en las provincias del norte. En el Decán su influencia fue más cultural y religiosa que racial. La mayor persistencia de la llamada sangre aria en el norte de la India se debe no solo a su presencia más numerosa en estas regiones, sino también a que fueron reforzados por conquistadores, comerciantes y misioneros posteriores. Hasta el siglo primero antes de Cristo hubo una infiltración continua de sangre aria en la región del Punyab; la última afluencia se produjo a raíz de las campañas de los pueblos helénicos.

79:4.4 (882.4) En la llanura del Ganges los arios y los dravídicos acabaron mezclándose y crearon una elevada cultura; este centro fue reforzado más tarde con aportaciones del nordeste procedentes de China.

79:4.5 (882.5) En la India florecieron cada cierto tiempo muchos tipos de organizaciones sociales, desde los sistemas semidemocráticos de los arios hasta formas de gobierno despóticas y monárquicas. Pero el rasgo más característico de esta sociedad fue la persistencia de las grandes castas sociales instituidas por los arios en un esfuerzo por perpetuar su identidad racial. Este elaborado sistema de castas se ha conservado hasta los tiempos presentes.

79:4.6 (882.6) De las cuatro grandes castas, todas menos la primera se establecieron en el inútil empeño de impedir la amalgamación de los conquistadores arios con sus súbditos inferiores. En cambio la casta principal, la de los sacerdotes maestros, proviene de los setitas. Los brahmanes del siglo veinte después de Cristo son los descendientes culturales en línea directa de los sacerdotes del segundo jardín, aunque sus enseñanzas difieren enormemente de las de sus ilustres predecesores.

79:4.7 (882.7) Cuando los arios entraron en la India trajeron consigo sus conceptos de la Deidad tal como se habían conservado en las tradiciones supervivientes de la religión del segundo jardín. Pero los sacerdotes brahmanes no fueron capaces de resistir el impulso pagano surgido del contacto repentino con las religiones inferiores del Decán tras la obliteración racial de los arios. La inmensa mayoría de la población cayó en la esclavitud de las supersticiones de las religiones inferiores, y así fue como la India no pudo llegar a producir la alta civilización prefigurada en los primeros tiempos.

79:4.8 (882.8) El despertar espiritual del siglo sexto antes de Cristo no perduró en la India, se extinguió incluso antes de la invasión mahometana. Pero algún día puede surgir un Gautama más grande que conduzca a toda la India a la búsqueda del Dios vivo, y entonces el mundo contemplará el florecimiento de las potencialidades culturales de este pueblo multifacético que lleva tanto tiempo en estado de coma bajo la influencia entumecedora de una visión espiritual no progresiva.

79:4.9 (883.1) La cultura descansa sobre un fundamento biológico, pero las castas por sí solas no podían perpetuar la cultura aria, porque la religión, la verdadera religión, es la fuente indispensable de aquella energía más alta que impulsa a los hombres a establecer una civilización superior basada en la hermandad humana.

5. El hombre rojo y el hombre amarillo

79:5.1 (883.2) Mientras que la historia de la India es el relato de la conquista andita y su absorción final por los pueblos evolutivos más antiguos, la narración sobre Asia oriental versa más bien sobre los sangik primarios, en particular el hombre rojo y el hombre amarillo. Estas dos razas se libraron casi por completo de mezclarse con la degradada cepa neandertal que tanto retrasó al hombre azul en Europa y conservaron así el potencial superior del tipo sangik primario.

79:5.2 (883.3) Aunque los primeros neandertales estaban extendidos por todo el ancho de Eurasia, su rama oriental era la más contaminada por cepas animales degradadas. Estos tipos subhumanos fueron empujados hacia el sur por el quinto glaciar, la misma capa de hielo que bloqueó durante tanto tiempo la emigración sangik hacia el este de Asia. Cuando el hombre rojo se desplazó hacia el nordeste rodeando las tierras altas de la India, encontró el nordeste de Asia libre de estos tipos subhumanos. La organización tribal de las razas rojas se formó antes que la de ningún otro pueblo, y fueron los primeros en emigrar desde el foco sangik de Asia central. Las cepas neandertales inferiores fueron aniquiladas o expulsadas del continente por las tribus amarillas que migraron más tarde. Pero antes de que llegaran las tribus amarillas, el hombre rojo había imperado en el este de Asia durante casi cien mil años.

79:5.3 (883.4) Hace más de trescientos mil años el grueso de la raza amarilla entró en China por el sur como inmigrantes costeros. Cada milenio se iban adentrando más en el continente, pero no entablaron contacto con sus hermanos inmigrantes tibetanos hasta tiempos relativamente recientes.

79:5.4 (883.5) El aumento de la presión demográfica hizo que la raza amarilla en su desplazamiento hacia el norte empezara a meterse en los territorios de caza del hombre rojo. Esta intrusión, unida al natural antagonismo racial, culminó en hostilidades crecientes y así empezó la lucha decisiva por las tierras fértiles del Asia más lejana.

79:5.5 (883.6) El relato de esta contienda multisecular entre la raza roja y la amarilla es una epopeya de la historia de Urantia. Durante más de doscientos mil años estas dos razas superiores libraron una guerra sin tregua ni cuartel. Los hombres rojos solían ganar los primeros asaltos, y sus incursiones sembraban la devastación en los asentamientos amarillos. Pero el hombre amarillo era un alumno aventajado en el arte de la guerra y mostró desde muy pronto una marcada aptitud para vivir pacíficamente con sus compatriotas. Los chinos fueron los primeros en aprender que la unión hace la fuerza. Las tribus rojas siguieron aniquilándose mutuamente y empezaron enseguida a sufrir repetidas derrotas a manos de los agresivos e implacables chinos en su marcha inexorable hacia el norte.

79:5.6 (883.7) Hace cien mil años las tribus diezmadas de la raza roja luchaban arrinconadas contra el hielo en retroceso del último glaciar, y cuando el corredor terrestre que cruzaba el istmo de Bering hacia el Oeste se hizo transitable, estas tribus no tardaron en abandonar las inhóspitas tierras del continente asiático. Han transcurrido ochenta y cinco mil años desde que el último hombre rojo puro salió de Asia, pero la larga lucha dejó su huella genética en la raza amarilla victoriosa. Los pueblos del norte de China, así como los siberianos andonitas, asimilaron muchos elementos de la estirpe roja que les aportaron un beneficio considerable.

79:5.7 (884.1) Los indios norteamericanos no llegaron nunca a entrar en contacto ni siquiera con la descendencia andita de Adán y Eva, ya que fueron desposeídos de sus tierras natales asiáticas unos cincuenta mil años antes de la llegada de Adán. Durante la edad de las emigraciones anditas las cepas rojas puras se iban extendiendo por América del Norte como tribus nómadas de cazadores con cierta actividad agrícola. Estas razas y grupos culturales permanecieron aislados casi por completo del resto del mundo desde su llegada a las Américas hasta el final del primer milenio de la era cristiana, cuando fueron descubiertos por las razas blancas de Europa. Hasta ese momento los esquimales eran lo más cercano al hombre blanco que las tribus norteñas de hombres rojos habían visto nunca.

79:5.8 (884.2) Las razas roja y amarilla son las únicas estirpes humanas que consiguieron alguna vez un alto grado de civilización fuera de la influencia de los anditas. La cultura amerindia más antigua fue el centro de Onamonalonton en California, pero desapareció mucho antes del año 35 000 a. C. En México, América Central y las montañas de América del Sur las civilizaciones posteriores y más duraderas fueron fundadas por una raza predominantemente roja, aunque con una importante adición de sangre amarilla, naranja y azul.

79:5.9 (884.3) Estas civilizaciones fueron productos evolutivos de los sangik, a pesar de que algunos rastros de sangre andita llegaron hasta Perú. A excepción de los esquimales en América del Norte y de unos pocos anditas polinesios en América del Sur, los pueblos del hemisferio oeste no tuvieron contacto con el resto del mundo hasta el final del primer milenio después de Cristo. En el plan original de los Melquisedec para mejorar las razas de Urantia estaba previsto que un millón de descendientes de Adán de línea pura irían a elevar a los hombres rojos de las Américas.

6. Los albores de la civilización china

79:6.1 (884.4) Algún tiempo después de haber expulsado al hombre rojo hacia América del Norte, la expansión china vació de andonitas los valles de los ríos del este de Asia y los empujó hacia el norte a Siberia y hacia el oeste al Turquestán, donde pronto entrarían en contacto con la cultura superior de los anditas.

79:6.2 (884.5) En Birmania y la península de Indochina las culturas de China y de la India se fusionaron para crear las civilizaciones sucesivas de estas regiones. En esta parte del mundo la desaparecida raza verde ha perdurado en mayor proporción que en ninguna otra.

79:6.3 (884.6) Muchas razas diferentes ocuparon las islas del Pacífico. Las islas del sur, entonces más extensas, fueron ocupadas en general por gentes que portaban un porcentaje importante de sangre verde e índigo. Las islas del norte estaban dominadas por andonitas y más tarde por razas que contenían grandes proporciones de las estirpes roja y amarilla. Los ancestros del pueblo japonés no fueron expulsados del continente hasta el año 12 000 a. C., cuando los desplazó el poderoso empuje de las tribus chinas del norte hacia el sur por la costa. Su éxodo final no se debió tanto a la presión demográfica como a la iniciativa de un cacique a quien llegaron a considerar como divino.

79:6.4 (885.1) Al igual que los pueblos de la India y del Levante, las tribus victoriosas del hombre amarillo establecieron sus primeros centros a lo largo de las costas y aguas arriba de los ríos. Los asentamientos costeros no prosperaron con el tiempo, ya que el aumento de las inundaciones y el curso cambiante de los ríos hicieron inviables las ciudades de las tierras bajas.

79:6.5 (885.2) Hace veinte mil años los ancestros de los chinos habían construido doce sólidos centros de cultura y enseñanza primitivas, muchos de ellos a lo largo de los ríos Amarillo y Yangtsé. Estos centros se vieron pronto reforzados por la llegada de una corriente continua de pueblos superiores mixtos procedentes de Sinkiang y del Tíbet. La emigración desde el Tíbet hacia el valle del Yangtsé no fue tan amplia como en el norte, ni tampoco los centros tibetanos eran tan avanzados como los de la cuenca del Tarim. Pero ambos movimientos llevaron cierta cantidad de sangre andita en dirección este hasta los asentamientos de los ríos.

79:6.6 (885.3) La superioridad de la antigua raza amarilla se debió a cuatro grandes factores:

79:6.7 (885.4) 1. Genético. A diferencia de sus primos azules de Europa, tanto la raza roja como la amarilla se habían librado casi por completo de mezclarse con estirpes humanas degradadas. Los chinos del norte, ya fortalecidos con pequeñas aportaciones de las cepas superiores roja y andonita, iban a beneficiarse pronto de una importante afluencia de sangre andita. A los chinos del sur no les fue tan bien en este aspecto. Llevaban mucho tiempo sufriendo las consecuencias de haber absorbido a la raza verde y se debilitarían más aún por la infiltración posterior de multitud de pueblos inferiores expulsados de la India por la invasión andito-dravídica. Hoy en día se aprecia en China una clara diferencia entre las razas del norte y las del sur.

79:6.8 (885.5) 2. Social. La raza amarilla aprendió muy pronto el valor de la paz interna. Esta actitud pacífica hacia su propia raza contribuyó tanto a aumentar la población que su civilización se expandió entre muchos millones de personas. Entre los años 25 000 y 5000 a. C. la civilización más masiva de Urantia estaba en el centro y norte de China. El hombre amarillo fue el primero en conseguir una solidaridad racial, el primero en alcanzar una civilización cultural, social y política a gran escala.

79:6.9 (885.6) Los chinos del año 15 000 a. C. eran militaristas agresivos. No se habían debilitado aún por un exceso de veneración hacia el pasado y formaban un conjunto compacto cercano a los doce millones de personas con un idioma común. Durante esta edad construyeron una verdadera nación mucho más unida y homogénea que sus uniones políticas de los tiempos históricos.

79:6.10 (885.7) 3. Espiritual. Durante la edad de las emigraciones anditas los chinos estaban entre los pueblos más espirituales del planeta. Su larga observancia del culto a la Verdad Única proclamada por Singlangton los mantuvo por delante de casi todas las demás razas. En muchos casos el estímulo de una religión progresiva y avanzada es un factor decisivo para el desarrollo cultural. Mientras la India languidecía, China tomaba la delantera bajo el vigorizante estímulo de una religión que consagraba la verdad como Deidad suprema.

79:6.11 (885.8) Este culto a la verdad estimulaba la investigación y la exploración audaz de las leyes de la naturaleza y los potenciales de la humanidad. Los chinos de hace incluso seis mil años seguían siendo estudiantes entusiastas y buscaban la verdad con ahínco.

79:6.12 (885.9) 4. Geográfico. China está protegida al oeste por las montañas y al este por el Pacífico. Solo es vulnerable por el norte, y desde los días del hombre rojo hasta la llegada de los últimos descendientes de los anditas, el norte no estuvo ocupado por ninguna raza agresiva.

79:6.13 (886.1) De no haber sido por las barreras montañosas y el declive posterior de su cultura espiritual, la raza amarilla habría atraído sin duda a la mayor parte de las emigraciones anditas procedentes del Turquestán y es indiscutible que habría dominado rápidamente la civilización del mundo.

7. Los anditas entran en China

79:7.1 (886.2) Hace unos quince mil años importantes contingentes de anditas atravesaban el paso de Ti Tao y se diseminaban por la parte alta del valle del río Amarillo entre los asentamientos chinos de Gansu. Pronto penetraron en dirección este hasta Henan, donde se situaron los asentamientos más progresivos. Esta infiltración procedente del oeste fue mitad andita y mitad andonita casi a partes iguales.

79:7.2 (886.3) Los centros de cultura del norte ubicados a lo largo del río Amarillo habían sido siempre más progresivos que los asentamientos meridionales del Yangtsé. Pocos miles de años después de la llegada de un pequeño número de estos mortales superiores, los asentamientos que bordeaban el río Amarillo habían adelantado a las aldeas del Yangtsé, y esta posición avanzada sobre sus hermanos del sur se ha mantenido desde entonces.

79:7.3 (886.4) No es que hubiera tantos anditas, ni que su cultura fuera tan superior, sino que la amalgamación con ellos produjo una estirpe más polifacética. Los chinos del norte recibieron justo lo suficiente de la cepa andita como para estimular algo la capacidad innata de sus mentes, pero no lo suficiente como para prender en ellos la inquieta curiosidad exploratoria tan característica de las razas blancas del norte. Esta inyección más limitada de herencia andita fue menos perturbadora para la estabilidad innata del tipo sangik.

79:7.4 (886.5) Las oleadas posteriores de anditas aportaron algunos de los avances culturales de Mesopotamia; esto es especialmente cierto en el caso de las últimas oleadas migratorias procedentes del oeste. Gracias a ellas las prácticas económicas y educativas de los chinos del norte mejoraron considerablemente, y aunque su influencia sobre la cultura religiosa de la raza amarilla fue efímera, sus descendientes más tardíos contribuyeron mucho a que se produjera un despertar espiritual ulterior. Por otra parte, las tradiciones anditas de la belleza del Edén y de Dalamatia influyeron efectivamente en las tradiciones chinas; las primeras leyendas chinas sitúan «la tierra de los dioses» en el oeste.

79:7.5 (886.6) El pueblo chino no comenzó a construir ciudades e iniciarse en la manufactura hasta después del año 10 000 a. C., tras los cambios climáticos del Turquestán y la llegada de los inmigrantes anditas posteriores. La inyección de esta sangre nueva no aportó gran cosa a la civilización del hombre amarillo, aunque sí estimuló un nuevo y rápido desarrollo de las tendencias latentes en las estirpes chinas superiores. Desde Henan hasta Shanxi, los potenciales de una civilización avanzada empezaban a dar su fruto. La metalurgia y todas las artes de la manufactura datan de aquellos días.

79:7.6 (886.7) Las similitudes entre algunos de los primeros métodos chinos y mesopotámicos de cálculo del tiempo, de astronomía y de administración gubernamental se debieron a las relaciones comerciales entre estos dos centros tan alejados entre sí. Incluso en tiempos de los sumerios, los mercaderes chinos viajaban por las rutas terrestres que atravesaban el Turquestán hasta Mesopotamia. Este intercambio no fue unilateral; benefició considerablemente al valle del Éufrates igual que a los pueblos de la llanura del Ganges. Sin embargo, los cambios climáticos y las invasiones nómadas del tercer milenio antes de Cristo redujeron mucho el volumen de comercio por las pistas de caravanas de Asia central.

8. La civilización china posterior

79:8.1 (887.1) Así como el hombre rojo se vio perjudicado por su excesiva belicosidad, no está de más observar que el dominio total de los chinos sobre Asia retrasó el desarrollo del Estado. Tenían un gran potencial de solidaridad racial, pero no llegó a desarrollarse debidamente porque les faltaba el estímulo impulsor que supone el peligro permanente de una agresión exterior.

79:8.2 (887.2) Una vez terminada la conquista del este de Asia, el antiguo Estado militar se fue desintegrando gradualmente y se olvidaron las guerras pasadas. De la épica lucha con la raza roja solo subsistió la vaga tradición de una antigua contienda con los pueblos arqueros. Los chinos se volcaron pronto en el trabajo de la tierra, lo que acentuó más sus tendencias pacíficas, y el hecho de que su población estuviera muy por debajo de la ratio hombre-tierra para una sociedad agrícola contribuyó aún más al creciente carácter pacífico del país.

79:8.3 (887.3) La consciencia de los logros del pasado (algo atenuada en el presente), el conservadurismo de un pueblo abrumadoramente agrícola y una vida familiar bien desarrollada dieron nacimiento a la veneración de los ancestros, que culminó en la costumbre de honrar a los hombres del pasado hasta rayar en la adoración. Una actitud muy similar prevaleció entre las razas blancas de Europa durante unos quinientos años tras la desintegración de la civilización grecorromana.

79:8.4 (887.4) La creencia en la «Verdad Única» y la adoración de esa verdad, tal como enseñó Singlangton, no murieron nunca del todo, pero a medida que pasaba el tiempo, la búsqueda de verdades nuevas y más elevadas fue eclipsada por una tendencia creciente a venerar lo que estaba ya establecido. Lentamente, el genio de la raza amarilla se fue desviando de la búsqueda de lo desconocido a la conservación de lo conocido. Y por este motivo se estancó la civilización que había protagonizado el progreso más rápido del mundo.

79:8.5 (887.5) La reunificación política de la raza amarilla se consumó entre los años 4000 y 500 a. C., aunque ya se había efectuado antes la unión cultural de los centros del Yangtsé y el río Amarillo. Esta reunificación política de los grupos tribales más tardíos no se produjo sin conflictos, pero la opinión pública seguía siendo contraria a la guerra. El culto a los ancestros, la proliferación de dialectos y la ausencia de reclutamientos militares durante miles y miles de años habían generado un pueblo ultrapacífico.

79:8.6 (887.6) Aunque el desarrollo precoz de un Estado avanzado que parecía prometer la raza amarilla no llegó a producirse, esta raza avanzó progresivamente en la realización de las artes de la civilización, sobre todo en los campos de la agricultura y la horticultura. Los agricultores de Shanxi y Henan necesitaban cooperar colectivamente para solucionar sus problemas hidráulicos. Esas dificultades relacionadas con el riego y la conservación del suelo favorecieron considerablemente el desarrollo de la interdependencia con la consiguiente promoción de la paz entre grupos agrícolas.

79:8.7 (887.7) El desarrollo de la escritura unido al establecimiento de escuelas contribuyeron pronto a la difusión del conocimiento a escala desconocida hasta entonces. Sin embargo, la complicación del sistema de escritura ideográfica limitó en número a las clases cultas a pesar de la aparición temprana de la imprenta. Por su parte, el proceso de normalización social y dogmatización filosófico-religiosa siguió avanzando a buen ritmo por encima de todo lo demás. El desarrollo religioso de la veneración a los ancestros se complicó más con la incorporación de un torrente de supersticiones relacionadas con la adoración de la naturaleza, pero en el culto imperial a Shangdi se seguían conservando vestigios de un verdadero concepto de Dios.

79:8.8 (888.1) El punto débil de la veneración a los ancestros es que promueve una filosofía orientada hacia atrás. Por sensato que pueda ser cosechar la sabiduría del pasado, es un desatino considerar que el pasado es la fuente exclusiva de la verdad. La verdad es relativa y está en expansión; vive siempre en el presente y consigue una expresión nueva en cada generación de hombres, incluso en cada vida humana.

79:8.9 (888.2) El punto fuerte de la veneración a los ancestros es el valor que esta actitud atribuye a la familia. La asombrosa persistencia y estabilidad de la cultura china son consecuencia de la posición primordial conferida a la familia, pues la civilización depende directamente del funcionamiento efectivo de esta institución. En China la familia alcanzó una importancia social e incluso un significado religioso que muy pocos pueblos han podido emular.

79:8.10 (888.3) La devoción filial y la lealtad familiar exigidas por el culto creciente a los ancestros aseguró el establecimiento de relaciones familiares superiores y grupos familiares duraderos que favorecieron el desarrollo de los siguientes factores preservadores de la civilización:

79:8.11 (888.4) 1. La conservación de la propiedad y la riqueza.

79:8.12 (888.5) 2. La puesta en común de la experiencia de más de una generación.

79:8.13 (888.6) 3. La educación eficiente de los niños en las artes y ciencias del pasado.

79:8.14 (888.7) 4. El desarrollo de un fuerte sentido del deber, el mejoramiento de la moralidad y el aumento de la sensibilidad ética.

79:8.15 (888.8) El periodo formativo de la civilización china, iniciado con la llegada de los anditas, se extiende hasta el gran despertar ético, moral y semirreligioso del siglo sexto antes de Cristo. La tradición china conserva de forma difusa la historia del pasado evolutivo: la transición de la familia matriarcal a la patriarcal, el establecimiento de la agricultura, el desarrollo de la arquitectura, el inicio de la industria; y todo ello narrado de forma sucesiva. Esta historia presenta con mayor precisión que cualquier otro relato similar la imagen del ascenso magnífico de un pueblo superior desde los niveles de la barbarie. Durante ese tiempo pasaron de una sociedad agrícola primitiva a una organización social más alta con ciudades, manufactura, metalurgia, comercio, gobierno, escritura, matemáticas, arte, ciencias e imprenta.

79:8.16 (888.9) Y así ha perdurado a través de los siglos la antigua civilización de la raza amarilla. Han transcurrido casi cuarenta mil años desde que se produjeron los primeros avances importantes en la cultura china, y aunque ha habido muchos retrocesos, la civilización de los hijos de Han es la que más cerca está de presentar un cuadro ininterrumpido de progresión continua hasta los tiempos del siglo veinte. Las razas blancas han alcanzado un alto grado de desarrollo mecánico y religioso, pero no han superado nunca a los chinos en lealtad a la familia, ética de grupo ni moralidad personal.

79:8.17 (888.10) Esta antigua cultura ha contribuido mucho a la felicidad humana. Millones de seres humanos han vivido y han muerto bendecidos por sus logros. Esta gran civilización ha descansado durante siglos sobre los laureles del pasado, pero está volviendo a despertar en este mismo momento para plantearse de nuevo las metas trascendentes de la existencia mortal, para hacer suya una vez más la lucha sin tregua por un progreso sin fin.

79:8.18 (888.11) [Presentado por un arcángel de Nebadon.]

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