Documento 78 - La raza violeta después de los días de Adán

   
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El libro de Urantia

Documento 78

La raza violeta después de los días de Adán

78:0.1 (868.1) EL segundo Edén fue la cuna de la civilización durante casi treinta mil años. Ahí, en Mesopotamia, se mantuvieron los pueblos adánicos durante mucho tiempo y enviaron a su progenie hasta los confines del planeta. Más adelante, amalgamados con las tribus noditas y sangik, fueron conocidos como los anditas. De esta región salieron los hombres y mujeres que iniciaron el acontecer de los tiempos históricos y aceleraron tan enormemente el progreso cultural de Urantia.

78:0.2 (868.2) Este documento describe la historia planetaria de la raza violeta empezando poco después de la falta de Adán cerca del año 35 000 a. C., pasando por su amalgamación con las razas nodita y sangik hacia el 15 000 a. C. para formar los pueblos anditas, y de ahí hasta su desaparición final de la cuna mesopotámica en torno al 2000 a. C.

1. La distribución racial y cultural

78:1.1 (868.3) Aunque en el momento de la llegada de Adán el nivel mental y moral de las razas era bajo, su evolución física no se había visto afectada en absoluto por la crisis de la rebelión de Caligastia. La contribución de Adán al estatus biológico de las razas, a pesar del fracaso parcial de la empresa, supuso un enorme avance para las gentes de Urantia.

78:1.2 (868.4) Adán y Eva aportaron también muchas cosas de valor al progreso social, moral e intelectual de la humanidad; la presencia de su prole aceleró inmensamente la civilización. Pero hace treinta y cinco mil años el mundo en general poseía poca cultura. Aunque existían algunos centros dispersos de civilización, la mayor parte de Urantia languidecía en el salvajismo. La distribución racial y cultural era la siguiente:

78:1.3 (868.5) 1. La raza violeta: adanitas y adamsonitas. El centro principal de la cultura adanita estaba en el segundo jardín, ubicado en el triángulo de los ríos Tigris y Éufrates; esta fue realmente la cuna de las civilizaciones occidental e india. El centro secundario o norte de la raza violeta era la sede adamsonita, situada al este de la orilla sur del mar Caspio cerca de las montañas Kopet. A partir de estos dos centros se extendieron por las tierras circundantes la cultura y el plasma de vida que vivificaron de inmediato a todas sus razas.

78:1.4 (868.6) 2. Los presumerios y otros noditas. Había también en Mesopotamia, cerca de la desembocadura de los ríos, descendientes residuales de la antigua cultura de los días de Dalamatia. Con el paso de los milenios este grupo se mezcló del todo con los adanitas del norte, aunque nunca llegó a perder por completo sus tradiciones noditas. Otros grupos diversos de noditas que se habían asentado en el Levante fueron generalmente absorbidos por la raza violeta en su expansión posterior.

78:1.5 (869.1) 3. Los andonitas mantenían cinco o seis asentamientos bastante representativos al norte y este de la sede de Adamson. Estaban también dispersos por todo el Turquestán y persistían además en grupos aislados por toda Eurasia, especialmente en las regiones montañosas. Estos aborígenes seguían ocupando las tierras del norte del continente eurasiático junto con Islandia y Groenlandia, pero hacía mucho tiempo que habían sido expulsados de las llanuras de Europa por el hombre azul y de los valles de los ríos asiáticos más lejanos por la expansión de la raza amarilla.

78:1.6 (869.2) 4. El hombre rojo ocupaba las Américas después de haber sido expulsado de Asia más de cincuenta mil años antes de la llegada de Adán.

78:1.7 (869.3) 5. La raza amarilla. Los pueblos chinos se habían hecho con el control del este de Asia. Sus asentamientos más avanzados estaban situados al noroeste de la China moderna en regiones lindantes con el Tíbet.

78:1.8 (869.4) 6. La raza azul. Los hombres azules estaban dispersos por toda Europa, pero sus mejores centros de cultura estaban situados en los valles entonces fértiles de la cuenca mediterránea y en el noroeste de Europa. Aunque la absorción de los neandertales había retrasado considerablemente la cultura del hombre azul, seguía siendo el más agresivo, aventurero y explorador de todos los pueblos evolutivos de Eurasia.

78:1.9 (869.5) 7. La India predravídica. La compleja mezcla de razas de la India —que abarcaba todas las razas del planeta, y en especial la verde, la naranja y la negra— mantenía una cultura ligeramente superior a la de las regiones de su periferia.

78:1.10 (869.6) 8. La civilización sahariana. Los elementos superiores de la raza índigo tenían sus asentamientos más progresivos en lo que es ahora el gran desierto del Sahara. Este grupo índigo-negro portaba abundantes cepas de las sumergidas razas naranja y verde.

78:1.11 (869.7) 9. La cuenca mediterránea. La raza más mezclada de fuera de la India ocupaba lo que es ahora la cuenca mediterránea. Los hombres azules del norte y los saharianos del sur se encontraron ahí y se mezclaron con los noditas y adanitas del este.

78:1.12 (869.8) Este era el panorama del mundo antes de iniciarse las grandes expansiones de la raza violeta hace unos veinticinco mil años. La esperanza de civilización futura se encontraba entre los ríos de Mesopotamia, en el segundo jardín. Allí, en el suroeste de Asia, existía el potencial de una gran civilización, la posibilidad de difundir por el mundo las ideas y los ideales que habían sobrevivido desde los días de Dalamatia y los tiempos del Edén.

78:1.13 (869.9) Adán y Eva habían dejado tras de sí una progenie limitada pero poderosa, y los observadores celestiales destacados en Urantia estaban deseando comprobar cómo se desenvolverían esos descendientes del Hijo y la Hija Materiales fracasados.

2. Los adanitas del segundo Jardín

78:2.1 (869.10) Durante miles de años los hijos de Adán trabajaron con tesón a lo largo de los ríos de Mesopotamia para resolver sus problemas de riego y de control de las inundaciones en el sur, reforzar sus defensas en el norte e intentar preservar sus tradiciones de la gloria del primer Edén.

78:2.2 (869.11) El heroísmo que mostraron en la dirección del segundo jardín constituye una de las epopeyas admirables e inspiradoras de la historia de Urantia. Esas almas espléndidas nunca perdieron de vista por completo el objetivo de la misión adánica, y por eso rechazaron valientemente las influencias de las tribus inferiores circundantes, al tiempo que enviaban de buen grado a sus hijos e hijas más selectos en un flujo constante de emisarios para las razas del planeta. Algunas veces esta expansión agotaba la cultura natal, pero estos pueblos superiores se rehabilitaban siempre.

78:2.3 (870.1) La civilización, la sociedad y el estatus cultural de los adanitas estaban muy por encima del nivel general de las razas evolutivas de Urantia. Solo entre los antiguos asentamientos de Van y Amadon y de los adamsonitas había una civilización comparable en algún modo. Pero la civilización del segundo Edén era una estructura artificial —no era fruto de la evolución— y estaba condenada por lo tanto a deteriorarse hasta alcanzar un nivel evolutivo natural.

78:2.4 (870.2) Adán dejó tras de sí una gran cultura intelectual y espiritual pero poco avanzada en materia de dispositivos mecánicos, ya que toda civilización está limitada por los recursos naturales disponibles, el genio inherente y el tiempo libre suficiente para que la inventiva dé su fruto. La civilización de la raza violeta estaba basada en la presencia de Adán y las tradiciones del primer Edén. Tras la muerte de Adán y a medida que esas tradiciones se iban debilitando con el paso de los milenios, el nivel cultural de los adanitas fue decayendo ininterrumpidamente hasta que alcanzó un estado de equilibrio recíproco entre el estatus de los pueblos circundantes y la evolución natural de las capacidades culturales de la raza violeta.

78:2.5 (870.3) Hacia el año 19 000 a. C. los adanitas eran una verdadera nación de cuatro millones y medio de habitantes y habían esparcido ya a millones de descendientes de Adán entre los pueblos circundantes.

3. Las primeras expansiones de los adanitas

78:3.1 (870.4) La raza violeta conservó las tradiciones pacíficas del Edén durante muchos milenios, y eso explica su gran retraso en cuanto a conquistas territoriales. Cuando el exceso de población se hacía sentir, en vez de entablar guerras para ampliar su territorio, enviaban a su excedente de habitantes como maestros para las otras razas. El efecto cultural de esas primeras emigraciones no fue duradero, pero la absorción de los maestros, comerciantes y exploradores adanitas supuso un refuerzo biológico para los pueblos de los alrededores.

78:3.2 (870.5) Algunos adanitas viajaron pronto en dirección oeste hasta el valle del Nilo; otros fueron hacia el este y penetraron en Asia, pero eran una minoría. Más tarde se produjo un desplazamiento masivo orientado principalmente hacia el norte y de ahí hacia el oeste. En conjunto fue un empuje gradual e incesante en dirección norte; la mayor parte se abría camino hacia el norte y luego giraba hacia el oeste alrededor del mar Caspio para entrar en Europa.

78:3.3 (870.6) Hace unos veinticinco mil años muchos de los elementos más puros de los adanitas estaban ya de camino hacia el norte. A medida que avanzaban en esa dirección se iban haciendo cada vez menos adánicos hasta que, hacia la época en que ocuparon el Turquestán, se habían mezclado totalmente con las otras razas, sobre todo con los noditas. Fueron muy pocas las gentes violetas de línea pura que penetraron mucho en Europa o Asia.

78:3.4 (870.7) Más o menos desde el año 30 000 hasta el 10 000 a. C., hubo en todo el suroeste de Asia mezclas raciales que hicieron época. Los habitantes de las tierras altas del Turquestán eran un pueblo viril y vigoroso. En el noroeste de la India persistía gran parte de la cultura de los días de Van. Aun más al norte de estos asentamientos, se había conservado lo mejor de los primeros andonitas. Estas dos razas de cultura y carácter superiores fueron absorbidas por los adanitas en su tránsito hacia el norte. Esta amalgamación introdujo muchas ideas nuevas, favoreció el progreso de la civilización y supuso un gran avance en todos los aspectos del arte, la ciencia y la cultura social.

78:3.5 (871.1) Al finalizar el periodo de las primeras emigraciones adánicas alrededor del año 15 000 a. C., había ya más descendientes de Adán en Europa y Asia central que en cualquier otra parte del mundo, incluso más que en Mesopotamia. Se habían infiltrado abundantemente en las razas azules europeas. Las tierras hoy llamadas Rusia y el Turquestán estaban ocupadas en toda su franja sur por una gran reserva de adanitas mezclados con noditas, andonitas y sangik rojos y amarillos. El sur de Europa y la ribera del Mediterráneo estaban habitados por una mezcla racial de pueblos andonita y sangik —naranja, verde e índigo— con unas gotas de la estirpe adanita. Asia Menor y las tierras del centro-este de Europa estaban ocupadas por tribus predominantemente andonitas.

78:3.6 (871.2) Una raza de color mezclada, muy reforzada hacia esa época por llegadas de Mesopotamia, se mantenía en Egipto y se preparaba para sustituir a la cultura en vías de desaparición del valle del Éufrates. Los pueblos negros se desplazaban cada vez más hacia el sur de África y, al igual que la raza roja, estaban prácticamente aislados.

78:3.7 (871.3) La civilización sahariana había sido arruinada por la sequía, y la de la cuenca del Mediterráneo, por las inundaciones. Las razas azules no habían conseguido todavía desarrollar una cultura avanzada. Los andonitas seguían dispersos por las regiones árticas y por Asia central. Las razas verde y naranja habían sido exterminadas como razas. La raza índigo se estaba trasladando hacia el sur de África donde comenzaría su lento pero constante deterioro racial.

78:3.8 (871.4) Los pueblos de la India estaban estancados, su civilización no progresaba. El hombre amarillo consolidaba sus posesiones en Asia central. El hombre moreno aún no había iniciado su civilización en las islas cercanas del Pacífico.

78:3.9 (871.5) Estas distribuciones raciales, asociadas a importantes cambios climáticos, prepararon el escenario del mundo para la inauguración de la era andita de la civilización de Urantia. Estas primeras migraciones se prolongaron durante un periodo de diez mil años, desde el 25 000 hasta el 15 000 a. C. Las migraciones posteriores o anditas se prolongaron desde alrededor del 15 000 hasta el 6000 a. C.

78:3.10 (871.6) Las primeras oleadas de adanitas tardaron tanto en atravesar Eurasia que gran parte de su cultura se perdió por el camino. Solo los anditas más tardíos se trasladaron con la suficiente rapidez para conservar la cultura edénica a grandes distancias de Mesopotamia.

4. Los anditas

78:4.1 (871.7) Las razas anditas eran las mezclas primarias entre la raza violeta de línea pura y los noditas, con la adición de los pueblos evolutivos. Se puede considerar que los anditas tenían un porcentaje mucho mayor de sangre adánica que las razas modernas. El término andita se utiliza generalmente para designar a aquellos pueblos cuya herencia racial era entre una sexta y una octava parte violeta. Los urantianos modernos, incluidas las razas blancas del norte, contienen un porcentaje mucho menor de sangre de Adán.

78:4.2 (871.8) Los primeros pueblos anditas se originaron en las regiones adyacentes a Mesopotamia hace más de veinticinco mil años y estaban compuestos por una mezcla de adanitas y noditas. El segundo jardín estaba rodeado por círculos concéntricos de sangre violeta en disminución, y fue en la periferia de este crisol racial donde nació la raza andita. Más tarde, cuando los adanitas y los noditas en vías de emigración entraron en las entonces fértiles regiones del Turquestán, se mezclaron enseguida con los habitantes superiores, y la mezcla de razas resultante extendió el tipo andita hacia el norte.

78:4.3 (872.1) Los anditas fueron en todos los sentidos la mejor estirpe humana aparecida en Urantia desde los días de los pueblos violeta de línea pura. Englobaron a la mayoría de los tipos superiores de los restos supervivientes de las razas adanita y nodita, y más tarde a algunas de las mejores cepas de los hombres amarillos, azules y verdes.

78:4.4 (872.2) Estos primeros anditas no eran arios; eran prearios. No eran blancos; eran preblancos. No eran un pueblo oriental ni occidental. Pero es la herencia andita la que confiere a la mezcla políglota de las llamadas razas blancas su homogeneidad general denominada caucasoide.

78:4.5 (872.3) Las cepas más puras de la raza violeta habían conservado la tradición adánica de fomentar la paz, y eso explica por qué los primeros movimientos de la raza fueron más bien emigraciones de tipo pacífico. Pero a medida que los adanitas se fueron mezclando con las estirpes noditas, que ya entonces eran una raza belicosa, sus descendientes anditas se convirtieron, para su época, en los militaristas más hábiles y sagaces que hayan vivido jamás en Urantia. A partir de entonces los movimientos de los mesopotámicos se fueron militarizando gradualmente y convirtiendo en auténticas conquistas.

78:4.6 (872.4) Esos anditas eran aventureros; tenían tendencias itinerantes. El incremento de sangre sangik o andonita tendió a estabilizarlos, pero aun así, sus descendientes posteriores no pararon hasta circunnavegar el globo y descubrir el último continente remoto.

5. Las emigraciones anditas

78:5.1 (872.5) La cultura del segundo jardín perduró veinte mil años, pero fue declinando ininterrumpidamente hasta cerca del año 15 000 a. C., cuando la regeneración del sacerdocio setita y el liderazgo de Amosad inauguraron una era brillante. El gran renacimiento del Jardín fue resultado de la mezcla generalizada de los adanitas con los noditas mestizos de los alrededores para formar los anditas. De ahí surgieron inmediatamente las oleadas masivas de civilización que se extenderían más tarde por Eurasia.

78:5.2 (872.6) Estos anditas iniciaron nuevos avances por toda Eurasia y el norte de África. De Mesopotamia a todo el Sinkiang predominaba la cultura andita, y la emigración continua hacia Europa era constantemente compensada por nuevas llegadas desde Mesopotamia. Pero no es exacto considerar a los anditas como una raza propia de Mesopotamia hasta la época del comienzo de las emigraciones finales de los descendientes mestizos de Adán. Para entonces incluso las razas del segundo jardín se habían mezclado tanto que ya no se podían considerar adanitas.

78:5.3 (872.7) La civilización del Turquestán era constantemente reactivada y renovada por los recién llegados de Mesopotamia, y en especial por los jinetes anditas que llegaron después. La llamada lengua materna aria estaba en proceso de formación en las tierras altas del Turquestán; era una mezcla del dialecto andónico de esa región con el idioma de los adamsonitas y los anditas posteriores. Muchos idiomas modernos proceden de esa habla temprana de las tribus de Asia central que conquistaron Europa, la India y las franjas superiores de las llanuras mesopotámicas. Este antiguo idioma dio a las lenguas occidentales todas sus similitudes designadas como arias.

78:5.4 (872.8) Hacia el año 12 000 a. C. tres cuartas partes de la estirpe andita del mundo residían en el norte y este de Europa, y cuando más adelante se produjo el éxodo final desde Mesopotamia, el sesenta y cinco por ciento de esas últimas oleadas de emigración entraron en Europa.

78:5.5 (873.1) Los anditas no solo emigraron a Europa, sino también al norte de China y a la India, al tiempo que muchos grupos llegaban hasta los confines del planeta como misioneros, maestros y comerciantes. Hicieron una considerable contribución a los pueblos sangik del Sahara situados más al norte. Sin embargo solo unos pocos maestros y comerciantes llegaron a penetrar nunca en África más al sur de la cabecera del Nilo. Posteriormente hubo anditas mestizos y egipcios que siguieron a lo largo de las costas este y oeste de África hasta bastante más abajo del ecuador, aunque no llegaron a Madagascar.

78:5.6 (873.2) Estos anditas fueron los conquistadores llamados dravídicos, y más tarde arios, de la India, y su presencia en Asia central elevó considerablemente a los ancestros de los turanianos. Muchos de esta raza viajaron hasta China tanto a través de Sinkiang como del Tíbet y aportaron cualidades deseables a las estirpes chinas posteriores. De tiempo en tiempo, pequeños grupos se abrieron camino hasta Japón, Formosa, las Indias Orientales y el sur de China, aunque muy pocos entraron en el sur de China por la ruta costera.

78:5.7 (873.3) Ciento treinta y dos miembros de esta raza se embarcaron en una flota de pequeños barcos en Japón y acabaron llegando a América del Sur donde, mediante matrimonios mixtos con los nativos de los Andes, dieron origen a los antepasados de los dirigentes incas posteriores. Cruzaron el Pacífico en pequeñas etapas y se detuvieron en las muchas islas que encontraron por el camino. Las islas del grupo polinesio eran más grandes y numerosas que ahora, y estos marineros anditas, junto con algunos que los siguieron, modificaron biológicamente a los grupos indígenas a su paso. A raíz de la penetración andita se desarrollaron muchos centros florecientes de civilización en aquellas tierras hoy sumergidas. La Isla de Pascua fue durante mucho tiempo el centro religioso y administrativo de uno de esos grupos perdidos. Pero de los anditas que hace tanto tiempo navegaron por el Pacífico, solo los ciento treinta y dos alcanzaron el continente de las Américas.

78:5.8 (873.4) Las conquistas migratorias de los anditas continuaron hasta sus dispersiones finales entre los años 8000 y 6000 a. C. Con su salida en masa de Mesopotamia iban agotando sin cesar las reservas biológicas de sus tierras natales al tiempo que fortalecían notablemente a los pueblos circundantes. A todas las naciones adonde llegaron aportaron humor, arte, aventura, música y manufactura. Fueron hábiles domesticadores de animales y expertos agricultores. Su presencia solía mejorar, al menos temporalmente, las creencias religiosas y las prácticas morales de las razas más antiguas. Y así, la cultura de Mesopotamia se difundió sin hacer ruido por Europa, la India, China, el norte de África y las islas del Pacífico.

6. Las últimas dispersiones anditas

78:6.1 (873.5) Las tres últimas oleadas de anditas salieron en masa de Mesopotamia entre el 8000 y el 6000 a. C. Estas tres grandes oleadas de cultura se vieron forzadas a salir de Mesopotamia por la presión de las tribus de las colinas del este y el hostigamiento de los habitantes de las llanuras del oeste. Los habitantes del valle del Éufrates y los territorios adyacentes salieron en varias direcciones en su éxodo final.

78:6.2 (873.6) El sesenta y cinco por ciento entró en Europa por la ruta del mar Caspio para conquistar a las razas blancas recién aparecidas —resultado de la mezcla de los hombres azules con los primeros anditas— y amalgamarse con ellas.

78:6.3 (873.7) El diez por ciento, entre ellos un numeroso grupo de sacerdotes setitas, se trasladó hacia el este por las tierras altas elamitas hasta la meseta iraní y el Turquestán. Muchos de sus descendientes fueron empujados posteriormente a la India con sus hermanos arios de las regiones del norte.

78:6.4 (874.1) El diez por ciento de los mesopotámicos giró al este en su largo viaje hacia el norte y entró en Sinkiang donde se mezclaron con los habitantes amarillo-anditas. La mayoría de los aventajados descendientes de esta unión racial entraron más tarde en China y contribuyeron mucho a la mejora inmediata de la rama norte de la raza amarilla.

78:6.5 (874.2) El diez por ciento de estos anditas en fuga atravesó de Arabia y entró en Egipto.

78:6.6 (874.3) El cinco por ciento de los anditas, la cultura muy superior de la zona costera cercana a las desembocaduras del Tigris y el Éufrates que había evitado mezclarse con las tribus inferiores vecinas, se negó a abandonar sus hogares. Este grupo representaba la supervivencia de muchas cepas superiores noditas y adanitas.

78:6.7 (874.4) Para el 6000 a. C. los anditas habían evacuado casi por completo esta región, aunque sus descendientes, profundamente mezclados con las razas sangik circundantes y los andonitas de Asia Menor, estuvieron allí para presentar batalla a los invasores del norte y del este en una fecha muy posterior.

78:6.8 (874.5) La edad cultural del segundo jardín llegó a su fin por la infiltración creciente de las estirpes inferiores circundantes. La civilización se trasladó hacia el oeste hasta el Nilo y las islas del Mediterráneo, donde siguió prosperando y avanzando mucho después de que su fuente mesopotámica se hubiera deteriorado. Y esta afluencia sin obstáculos de pueblos inferiores preparó el camino para la conquista posterior de toda Mesopotamia por los bárbaros del norte que expulsaron a las cepas aventajadas que quedaban. Incluso años después, al residuo culto le seguía molestando la presencia de estos invasores burdos e ignorantes.

7. Las inundaciones de Mesopotamia

78:7.1 (874.6) Los habitantes ribereños estaban acostumbrados a que los ríos se desbordaran en ciertas estaciones; estas inundaciones periódicas eran acontecimientos anuales en sus vidas. Pero se estaban produciendo por el norte cambios geológicos progresivos que amenazaban al valle de Mesopotamia con nuevos peligros.

78:7.2 (874.7) Durante miles de años después del hundimiento del primer Edén bajo las aguas, las montañas de los alrededores de la costa este del Mediterráneo y las del noroeste y noreste de Mesopotamia siguieron elevándose. Esta elevación de las tierras altas se aceleró mucho hacia el 5000 a. C., y esto, unido a nevadas mucho más abundantes en las montañas del norte, produjo inundaciones sin precedentes cada primavera en todo el valle del Éufrates. Estas inundaciones primaverales fueron en aumento, de manera que los habitantes de las regiones fluviales terminaron por verse obligados a retirarse a las tierras altas del este. Durante casi mil años decenas de ciudades quedaron prácticamente abandonadas a consecuencia de esos grandes diluvios.

78:7.3 (874.8) Casi cinco mil años más tarde, los sacerdotes hebreos cautivos en Babilonia que intentaban remontar el origen del pueblo judío hasta Adán encontraron grandes dificultades para reconstruir la historia. Entonces uno de ellos renunció a intentarlo y se le ocurrió dejar que el mundo entero se ahogara en su maldad en tiempos de la inundación de Noé para estar así en mejor posición de remontar a Abraham directamente hasta uno de los tres hijos supervivientes de Noé.

78:7.4 (875.1) Las tradiciones sobre una época en que toda la superficie del planeta estaba bajo el agua son universales. Muchas razas conservan la historia de una inundación mundial en algún momento del pasado. La historia bíblica de Noé, el arca y el diluvio es una invención de los sacerdotes hebreos durante su cautiverio en Babilonia. Desde que se estableció la vida en Urantia no ha habido ninguna inundación universal. El único tiempo en que la superficie del planeta estuvo totalmente cubierta de agua fue durante las edades arqueozoicas, antes de que empezara a emerger la tierra firme.

78:7.5 (875.2) Pero Noé vivió realmente; era un viticultor de Aram, un asentamiento ribereño cercano a Erec. Llevaba una relación escrita de los días de crecida del río año a año. Muchos lo ridiculizaban porque recorría el valle del río insistiendo en que había que construir todas las casas de madera a modo de barcos y subir a bordo todas las noches los animales de la familia cuando se acercara la estación de las inundaciones. Todos los años iba a los asentamientos vecinos próximos al río para avisar de los días que faltaban para la llegada de las inundaciones. Al final hubo un año de lluvias excepcionalmente fuertes que provocaron inundaciones mucho mayores, y la crecida repentina de las aguas aniquiló la aldea entera. Solo Noé y su familia directa se salvaron en su casa flotante.

78:7.6 (875.3) Estas inundaciones terminaron de descomponer la civilización andita. Al final de este periodo de diluvios el segundo jardín ya no existía. Solo en el sur y entre los sumerios quedaba algún rastro de la gloria pasada.

78:7.7 (875.4) Los restos de esta civilización, una de las más antiguas, se pueden encontrar en estas zonas de Mesopotamia y al nordeste y noroeste de estas regiones. Pero bajo las aguas del golfo Pérsico hay vestigios aún más antiguos de los días de Dalamatia, y el primer Edén yace sumergido bajo el extremo este del mar Mediterráneo.

8. Los sumerios, los últimos anditas

78:8.1 (875.5) Cuando la última dispersión de los anditas quebró la espina dorsal biológica de la civilización mesopotámica, una pequeña minoría de esta raza superior permaneció en su tierra natal cerca de la desembocadura de los ríos. Eran los sumerios. Hacia el año 6000 a. C. la ascendencia de este pueblo era ya mayoritariamente andita, aunque el carácter de su cultura era casi exclusivamente nodita y se aferraban a las antiguas tradiciones de Dalamatia. En cualquier caso, estos sumerios de las regiones costeras eran los últimos anditas de Mesopotamia. Para esta fecha tardía las razas de Mesopotamia estaban ya totalmente mezcladas, como se evidencia en los tipos de cráneos encontrados en las tumbas de la época.

78:8.2 (875.6) Fue durante los tiempos de las inundaciones cuando Susa conoció su mayor prosperidad. Tras inundarse la primera ciudad situada en una cota más baja, fue sustituida por una segunda ciudad más alta como centro de las manufacturas características de aquella época. Con el tiempo fueron disminuyendo las inundaciones, y Ur se convirtió en el centro de la industria alfarera. Hace unos siete mil años Ur estaba en el golfo Pérsico; desde entonces los depósitos fluviales han ido acumulando tierra hasta sus límites de hoy. Estos asentamientos sufrieron menos las inundaciones gracias a mejores obras de protección y al ensanchamiento de las desembocaduras de los ríos.

78:8.3 (875.7) Los pacíficos cultivadores de cereales de los valles del Tigris y el Éufrates llevaban mucho tiempo hostigados por las incursiones de los bárbaros del Turquestán y la meseta iraní, y fue entonces cuando la creciente sequía de los pastos de las tierras altas provocó una invasión concertada del valle del Éufrates. Esta invasión fue tanto más arrolladora cuanto que esos pastores y cazadores de los alrededores tenían gran cantidad de caballos domados. La posesión de caballos les dio una enorme ventaja militar sobre sus vecinos ricos del sur. En poco tiempo invadieron toda Mesopotamia y expulsaron a las últimas oleadas de cultura que se extendieron por toda Europa, el oeste de Asia y el norte de África.

78:8.4 (876.1) Estos conquistadores de Mesopotamia portaban entre sus filas muchas de las mejores cepas anditas de las razas mestizas del norte del Turquestán y también algo de la estirpe adamsonita. Estas tribus del norte menos avanzadas pero más vigorosas asimilaron rápida y gustosamente los restos de la civilización de Mesopotamia y pronto constituyeron los pueblos mestizos asentados en el valle del Éufrates al comienzo de los tiempos históricos. Reactivaron rápidamente muchos aspectos de la civilización moribunda de Mesopotamia al adoptar las artes de las tribus del valle y gran parte de la cultura de los sumerios. Intentaron incluso construir una tercera torre de Babel y adoptaron más tarde ese nombre para designar a su nación.

78:8.5 (876.2) Cuando estos jinetes bárbaros procedentes del nordeste invadieron todo el valle del Éufrates, no lograron conquistar a los supervivientes anditas que vivían en torno a la desembocadura del río en el golfo Pérsico. Estos sumerios pudieron defenderse gracias a su inteligencia superior, sus mejores armas y su extenso sistema de canales militares, que complementaban su sistema de riego por estanques comunicantes. Eran un pueblo unido porque tenían una religión colectiva uniforme. Por eso consiguieron mantener su integridad racial y nacional hasta mucho después de que sus vecinos del noroeste se desintegraran en ciudades-Estado aisladas. Ninguno de esos grupos de ciudades pudo vencer a los sumerios unidos.

78:8.6 (876.3) Los invasores del norte aprendieron pronto a confiar en estos sumerios amantes de la paz y a apreciar sus aptitudes como maestros y administradores. Eran muy valorados y respetados como maestros de las artes y la industria, como directores comerciales y como dirigentes civiles por todos los pueblos del norte, y desde Egipto en el oeste hasta la India en el este.

78:8.7 (876.4) Tras la desintegración de la primera confederación sumeria, las ciudades-Estado posteriores fueron regidas por los descendientes apóstatas de los sacerdotes setitas. Estos sacerdotes solo se hacían llamar reyes cuando conquistaban las ciudades vecinas. Los reyes posteriores de las ciudades no lograron formar confederaciones fuertes hasta los tiempos de Sargón porque eran celosos de sus deidades. Cada ciudad creía que su dios municipal era superior a todos los demás dioses, y por eso se negaban a subordinarse a un líder común.

78:8.8 (876.5) Sargón, el sacerdote de Kish que se proclamó a sí mismo rey e inició la conquista de toda Mesopotamia y las tierras vecinas, puso fin a este largo periodo de gobiernos débiles de sacerdotes ciudadanos. Esto acabó temporalmente con las ciudades-Estado regidas por sacerdotes y dominadas por sacerdotes, cada cual con su propio dios municipal y sus propias prácticas ceremoniales.

78:8.9 (876.6) Tras la desintegración de esta confederación de Kish, sobrevino un largo periodo de guerras constantes entre estas ciudades del valle por la supremacía. La hegemonía alternó entre Sumer, Acad, Kish, Erec, Ur y Susa.

78:8.10 (876.7) En torno al año 2500 a. C. los sumerios sufrieron graves reveses a manos de los suítas y guiítas del norte. Cayó Lagash, la capital sumeria construida sobre montículos de aluvión. Erec resistió durante treinta años después de la caída de Acad. Cuando se estableció el gobierno de Hamurabi los sumerios ya habían sido absorbidos en la masa de los semitas del norte y los anditas mesopotámicos desaparecieron de las páginas de la historia.

78:8.11 (877.1) Entre el año 2500 y el 2000 a. C. los nómadas camparon a sus anchas del Atlántico al Pacífico devastándolo todo. Los neritas constituyeron la irrupción final del grupo del Caspio de los descendientes mesopotámicos de la mezcla racial andonita y andita. Lo que los bárbaros no hicieron para consumar la aniquilación de Mesopotamia se encargarían de hacerlo los cambios climáticos posteriores.

78:8.12 (877.2) Esta es la historia de la raza violeta tras los días de Adán y de la cuna de esta raza situada entre el Tigris y el Éufrates. Su antigua civilización terminó cayendo como consecuencia de la emigración de sus elementos superiores y la inmigración de sus vecinos inferiores. Pero mucho antes de que los jinetes bárbaros conquistaran el valle, gran parte de la cultura del Jardín se había extendido por Asia, África y Europa, donde produjo los fermentos que dieron lugar a la civilización del siglo veinte de Urantia.

78:8.13 (877.3) [Presentado por un arcángel de Nebadon.]

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