Documento 7 - La relación del Hijo Eterno con el universo

   
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El libro de Urantia

Documento 7

La relación del Hijo Eterno con el universo

7:0.1 (81.1) EL Hijo Original está siempre pendiente de ejecutar los aspectos espirituales del propósito eterno del Padre a medida que este propósito se despliega progresivamente en los fenómenos de los universos en vías de evolución con sus múltiples grupos de seres vivos. Nosotros no comprendemos plenamente este plan eterno, pero es indudable que el Hijo del Paraíso lo comprende.

7:0.2 (81.2) El Hijo es semejante al Padre en que busca otorgar todo lo posible de sí mismo a sus Hijos de igual rango y a los Hijos de menor rango de estos. Y el Hijo comparte la naturaleza autodistributiva del Padre en el otorgamiento sin límites de sí mismo al Espíritu Infinito, el ejecutivo conjunto de ambos.

7:0.3 (81.3) Como sustentadora de las realidades de espíritu, la Segunda Fuente y Centro es el contrapeso eterno de la Isla del Paraíso que tan magníficamente sostiene todas las cosas materiales. La Primera Fuente y Centro se revela así perpetuamente en la belleza material de los exquisitos patrones de la Isla central y en los valores espirituales de la personalidad superna del Hijo Eterno.

7:0.4 (81.4) El Hijo Eterno es el sustentador de hecho de la vasta creación de realidades de espíritu y de seres espirituales. El mundo del espíritu es el hábito, la conducta personal, del Hijo, y las realidades impersonales con naturaleza de espíritu responden siempre a la voluntad y al propósito de la personalidad perfecta del Hijo Absoluto.

7:0.5 (81.5) Sin embargo, el Hijo no es personalmente responsable de la conducta de todas las personalidades de espíritu. La voluntad de la criatura personal es relativamente libre y, por consiguiente, determina las acciones de dichos seres volitivos. Por lo tanto, el mundo de libre albedrío del espíritu no es siempre verdaderamente representativo del carácter del Hijo Eterno igual que la naturaleza de Urantia no es verdaderamente reveladora de la perfección e inmutabilidad del Paraíso y de la Deidad. Pero sin importar lo que pueda caracterizar la acción de libre albedrío del hombre o del ángel, el dominio eterno del Hijo sobre el control de la gravedad universal de todas las realidades de espíritu sigue siendo absoluto.

1. El circuito de gravedad de espíritu

7:1.1 (81.6) Todo lo enseñado sobre la inmanencia de Dios, su omnipresencia, omnipotencia y omnisciencia es igualmente cierto del Hijo en los dominios espirituales. La gravedad de espíritu pura y universal de toda la creación, ese circuito exclusivamente espiritual, conduce directamente a la persona de la Segunda Fuente y Centro en el Paraíso. Él preside el control y el funcionamiento de esa sujeción espiritual permanente e infalible de todos los verdaderos valores de espíritu. El Hijo Eterno ejerce así una soberanía espiritual absoluta; tiene literalmente todas las realidades de espíritu y todos los valores espiritualizados, por así decirlo, en el hueco de su mano. El control de la gravedad espiritual universal es soberanía espiritual universal.

7:1.2 (82.1) Este control gravitatorio de las cosas espirituales opera independientemente del tiempo y el espacio, por eso, la energía de espíritu no se debilita en la transmisión. La gravedad de espíritu no sufre nunca retrasos en el tiempo ni disminuciones en el espacio. No decrece en proporción al cuadrado de la distancia de su transmisión. A los circuitos de poder del espíritu puro no los retarda la masa de la creación material. Y esta trascendencia del tiempo y el espacio por parte de las energías de espíritu puro es inherente a la absolutidad del Hijo. No es debida a la interposición de las fuerzas antigravedad de la Tercera Fuente y Centro.

7:1.3 (82.2) Las realidades de espíritu responden al poder de atracción del centro de gravedad espiritual según su valor cualitativo, su grado fáctico de naturaleza de espíritu. La sustancia del espíritu (la calidad) responde a la gravedad de espíritu de igual modo que la energía organizada de la materia física (la cantidad) responde a la gravedad física. Los valores espirituales y las fuerzas del espíritu son reales. Desde el punto de vista de la personalidad el espíritu es el alma de la creación. La materia es el borroso cuerpo físico.

7:1.4 (82.3) Las reacciones y fluctuaciones de la gravedad de espíritu son siempre fieles al contenido de los valores espirituales, al estatus espiritual cualitativo de un individuo o de un mundo. Este poder de atracción responde instantáneamente a los valores inter e intraespíritu de cualquier situación del universo o de cualquier condición planetaria. Cada vez que una realidad espiritual se actualiza en los universos, ese cambio necesita el reajuste inmediato e instantáneo de la gravedad de espíritu. Este nuevo espíritu es de hecho una parte de la Segunda Fuente y Centro y alcanzará, con la misma certeza con que el hombre mortal se convierte en un ser espiritualizado, al Hijo espiritual, el centro y la fuente de la gravedad de espíritu.

7:1.5 (82.4) El poder de atracción espiritual del Hijo es inherente en menor grado a muchos órdenes paradisiacos de filiación, ya que dentro del circuito absoluto de gravedad de espíritu existen sistemas locales de atracción espiritual que funcionan en las unidades menores de la creación. Dichas focalizaciones subabsolutas de la gravedad de espíritu forman parte de la divinidad de las personalidades Creadoras del tiempo y el espacio, y están correlacionadas con el sobrecontrol experiencial emergente del Ser Supremo.

7:1.6 (82.5) La fuerza de la gravedad de espíritu y la respuesta a esta no solo operan como un todo en el universo, sino también entre los individuos y los grupos de individuos. Hay una cohesión espiritual entre las personalidades espirituales y espiritualizadas de todo mundo, raza, nación o grupo de personas creyentes. Hay una atracción directa de naturaleza de espíritu entre personas de mentalidad espiritual con iguales gustos y anhelos. La expresión espíritus afines no es simplemente una figura retórica.

7:1.7 (82.6) Al igual que la gravedad material del Paraíso, la gravedad espiritual del Hijo eterno es absoluta. El pecado y la rebelión pueden interferir en el funcionamiento de los circuitos de los universos locales, pero nada puede suspender la gravedad de espíritu del Hijo Eterno. La rebelión de Lucifer produjo muchos cambios en vuestro sistema de mundos habitados y en Urantia, pero no observamos que la cuarentena espiritual que acarreó sobre vuestro planeta haya afectado en lo más mínimo a la presencia y función ni del espíritu omnipresente del Hijo Eterno ni del circuito asociado de gravedad de espíritu.

7:1.8 (82.7) Todas las reacciones del circuito de gravedad de espíritu del gran universo son predecibles. Reconocemos todas las acciones y reacciones del espíritu omnipresente del Hijo Eterno y las encontramos fiables. Conforme a leyes bien conocidas, podemos medir y medimos la gravedad espiritual exactamente igual que el hombre intenta calcular los efectos de la gravedad física finita. Hay una respuesta invariable del espíritu del Hijo a todas las cosas, seres y personas de espíritu, y esta respuesta corresponde siempre al grado de actualidad (el grado cualitativo de realidad) de todos esos valores espirituales.

7:1.9 (83.1) Pero junto a esta función muy fiable y predecible de la presencia espiritual del Hijo Eterno, aparecen fenómenos no tan predecibles en sus reacciones. Tales fenómenos denotan probablemente la acción de igual categoría del Absoluto de Deidad en los dominios de los potenciales espirituales emergentes. Sabemos que la presencia de espíritu del Hijo Eterno es la influencia de una personalidad majestuosa e infinita, pero no podemos considerar como personales las reacciones asociadas a las conjeturadas actuaciones del Absoluto de Deidad.

7:1.10 (83.2) Contemplados desde el punto de vista de la personalidad y por personas, el Hijo Eterno y el Absoluto de Deidad parecen estar relacionados de la siguiente manera: el Hijo Eterno domina el ámbito de los valores espirituales actuales, mientras que el Absoluto de Deidad parece permear el vasto dominio de los valores potenciales de espíritu. Todo valor actual de naturaleza de espíritu encuentra cabida en la atracción de gravedad del Hijo Eterno, pero si es potencial, parece encontrarla en la presencia del Absoluto de Deidad.

7:1.11 (83.3) El espíritu parece emerger de los potenciales del Absoluto de Deidad. El espíritu en evolución encuentra correlación en las sujeciones experienciales e incompletas del Supremo y del Último. El espíritu encuentra a la larga su destino final en la sujeción absoluta de la gravedad espiritual del Hijo Eterno. Este parece ser el ciclo del espíritu experiencial, pero el espíritu existencial es inherente a la infinitud de la Segunda Fuente y Centro.

2. La administración del Hijo Eterno

7:2.1 (83.4) En el Paraíso la presencia y la actividad personal del Hijo Original es profunda, absoluta en el sentido espiritual. A medida que salimos al exterior desde el Paraíso y a través de Havona, y entramos en los dominios de los siete superuniversos, detectamos cada vez menos la actividad personal del Hijo Eterno. En los universos posteriores a Havona la presencia del Hijo Eterno está personalizada en los Hijos del Paraíso, condicionada por las realidades experienciales del Supremo y del Último y coordinada con el potencial ilimitado de espíritu del Absoluto de Deidad.

7:2.2 (83.5) En el universo central la actividad personal del Hijo Original se puede percibir en la exquisita armonía espiritual de la creación eterna. Havona es tan maravillosamente perfecto que el estatus espiritual y los estados de energía de este universo patrón están en equilibrio perfecto y perpetuo.

7:2.3 (83.6) El Hijo no está personalmente presente en los superuniversos ni reside en ellos; solo mantiene una representación superpersonal en estas creaciones. Estas manifestaciones de espíritu del Hijo no son personales, no están en el circuito de personalidad del Padre Universal. No conocemos mejor término para designarlas que el de superpersonalidades; y son seres finitos, no son ni absonitos ni absolutos.

7:2.4 (83.7) La administración del Hijo Eterno en los superuniversos, al ser exclusivamente espiritual y superpersonal, no es perceptible por las personalidades criatura. Sin embargo, el impulso espiritual de la influencia personal del Hijo lo permea todo y se encuentra en todas las fases de las actividades de todos los sectores de los dominios de los Ancianos de los Días. Por otra parte, observamos en los universos locales la presencia personal del Hijo Eterno en las personas de los Hijos del Paraíso. Aquí, el Hijo infinito actúa espiritual y creativamente en las personas del majestuoso cuerpo de los Hijos Creadores de igual rango.

3. La relación del Hijo Eterno con el individuo

7:3.1 (84.1) En su ascenso en el universo local, los mortales del tiempo consideran al Hijo Creador como el representante personal del Hijo Eterno. Pero cuando empiezan a ascender en el régimen de formación del superuniverso, los peregrinos del tiempo detectan cada vez más la presencia superna del espíritu inspirador del Hijo Eterno y pueden sacar partido a este ministerio de obtención de energía espiritual. En Havona los seres ascendentes se vuelven aún más conscientes del abrazo amoroso del espíritu del Hijo Original que todo lo permea. El espíritu del Hijo Eterno no mora en el interior de la mente ni del alma del peregrino del tiempo en ninguna etapa de la ascensión del mortal, pero su beneficencia está cerca en todo momento y se ocupa siempre del bienestar y la seguridad espiritual de los hijos del tiempo en su progresar.

7:3.2 (84.2) La atracción de la gravedad espiritual del Hijo Eterno constituye el secreto inherente a la ascensión al Paraíso de las almas humanas supervivientes. Todos los verdaderos valores del espíritu y todos los individuos auténticamente espiritualizados se mantienen dentro del alcance indefectible de la gravedad espiritual del Hijo Eterno. La mente del mortal, por ejemplo, inicia su carrera como mecanismo material y es incorporada finalmente al Cuerpo de la Finalización como una existencia de espíritu casi perfeccionada. Durante toda esta experiencia va estando cada vez menos sujeta a la gravedad material y va haciéndose cada vez más sensible al impulso hacia dentro de la gravedad de espíritu. El circuito de gravedad de espíritu tira literalmente del alma del hombre hacia el Paraíso.

7:3.3 (84.3) El circuito de gravedad de espíritu es el canal básico para transmitir las oraciones auténticas del corazón humano creyente desde el nivel de la consciencia humana hasta la consciencia propiamente dicha de la Deidad. Todo lo que tenga verdadero valor espiritual en vuestras peticiones será recogido por el circuito universal de gravedad de espíritu y pasará inmediata y simultáneamente a todas las personalidades divinas interesadas. Cada una de ellas se ocupará de lo que corresponde a su competencia personal. Por lo tanto, en vuestra experiencia religiosa práctica es irrelevante que al dirigir vuestras súplicas visualicéis al Hijo Creador de vuestro universo local o al Hijo Eterno que está en el centro de todas las cosas.

7:3.4 (84.4) El funcionamiento discriminatorio del circuito de gravedad de espíritu podría compararse con las funciones de los circuitos neuronales del cuerpo humano material. Las sensaciones viajan hacia dentro por los caminos neuronales. Algunas son detenidas por la reacción de los centros espinales inferiores automáticos. Otras pasan hasta los centros del cerebro inferior menos automáticos pero capacitados por el hábito, mientras que los mensajes entrantes más vitales e importantes pasan en un destello por estos centros de menor rango y se registran inmediatamente en los niveles más altos de la consciencia humana.

7:3.5 (84.5) ¡Pero cuánto más perfecta es la técnica espléndida del mundo espiritual! Si algo dotado de valor espiritual supremo se origina en vuestra consciencia, una vez que lo hayáis expresado ningún poder del universo podrá impedir que sea transmitido rápida y directamente a la Personalidad del Espíritu Absoluto de toda la creación.

7:3.6 (84.6) En cambio, si vuestras súplicas son puramente materiales y totalmente egocéntricas, no existe plan alguno que pueda dar cabida a tales oraciones indignas en el circuito de espíritu del Hijo Eterno. El contenido de toda petición que no esté «dictada por el espíritu» no puede encontrar lugar en el circuito espiritual universal. Dichas peticiones puramente egoístas y materiales caen muertas, no ascienden a los circuitos de los verdaderos valores del espíritu. Sus palabras son como «bronce que resuena y címbalo que retiñe».

7:3.7 (85.1) El pensamiento motivador, el contenido espiritual es lo que valida la súplica del mortal. Las palabras no tienen valor.

4. Los planes de perfección divina

7:4.1 (85.2) El Hijo Eterno está en enlace sempiterno con el Padre para llevar a cabo con éxito el plan divino de progreso: el plan universal para la creación, evolución, ascensión y perfección de las criaturas con voluntad. Y el Hijo es el eterno igual al Padre en fidelidad divina.

7:4.2 (85.3) El Padre y su Hijo son como uno en la acción de formular y llevar a cabo este gigantesco plan de logro para hacer avanzar a los seres materiales del tiempo hasta la perfección de la eternidad. Este proyecto de elevación espiritual de las almas ascendentes del espacio es una creación conjunta del Padre y el Hijo, que se dedican a ejecutar asociativamente su propósito divino con la cooperación del Espíritu Infinito.

7:4.3 (85.4) Este plan divino de logro de la perfección abarca tres empresas únicas, aunque maravillosamente correlacionadas, de aventura universal:

7:4.4 (85.5) 1. El plan de logro progresivo. Es el plan del Padre Universal de ascensión evolutiva, un programa aceptado sin reservas por el Hijo Eterno cuando estuvo de acuerdo con la propuesta del Padre: «Hagamos a las criaturas mortales a nuestra propia imagen». Esta provisión para la elevación de las criaturas del tiempo implica que el Padre otorga los Ajustadores del Pensamiento y dota a las criaturas materiales de las prerrogativas de la personalidad.

7:4.5 (85.6) 2. El plan de otorgamiento. El siguiente plan universal es la gran empresa de revelar al Padre por parte del Hijo Eterno y de sus Hijos de igual rango. Es la propuesta del Hijo Eterno, y consiste en su otorgamiento de los Hijos de Dios a las creaciones evolutivas para allí personalizar y factualizar, encarnar y hacer real, el amor del Padre y la misericordia del Hijo a las criaturas de todos los universos. Inherente al plan de otorgamiento, y como rasgo provisional de esta ministración de amor, los Hijos del Paraíso actúan como rehabilitadores de lo que la voluntad desviada de las criaturas ha puesto en peligro espiritual. Si el funcionamiento del plan de logro se viera retrasado en cualquier tiempo y lugar, si ocurriera que una rebelión malogra o complica esta empresa, se activan en el acto las provisiones de emergencia del plan de otorgamiento. Los Hijos del Paraíso se mantienen comprometidos y dispuestos a actuar como rescatadores, a ir a los dominios mismos de la rebelión y restaurar allí el estatus espiritual de las esferas. Y tal servicio heroico lo realizó en Urantia un Hijo Creador de igual rango en conexión con su carrera de otorgamiento experiencial para la adquisición de la soberanía.

7:4.6 (85.7) 3. El plan del ministerio de misericordia. Una vez que el plan de logro y el plan de otorgamiento fueron formulados y proclamados, el Espíritu Infinito, solo y por sí mismo, proyectó y puso en marcha la formidable empresa universal de ministrar misericordia. Este es un servicio indispensable para el funcionamiento práctico y efectivo tanto de la empresa de logro como de la de otorgamiento, y todas las personalidades espirituales de la Tercera Fuente y Centro comparten el espíritu del ministerio de misericordia, que es en tan gran medida parte de la naturaleza de la Tercera Persona de la Deidad. No solo en la creación, sino también en la administración, el Espíritu Infinito actúa verdadera y literalmente como el ejecutivo conjunto del Padre y del Hijo.

7:4.7 (86.1) El Hijo Eterno es el fideicomisario personal, el custodio divino, del plan universal del Padre de ascensión de las criaturas. Tras haber promulgado el mandato universal «Sed perfectos como yo soy perfecto», el Padre encomendó la ejecución de esta formidable empresa al Hijo Eterno. Y el Hijo Eterno comparte el fomento de esta empresa superna con su igual divino y en rango, el Espíritu Infinito. Las Deidades cooperan así eficazmente en el trabajo de creación, control, evolución, revelación y ministración, y en caso necesario, en el de restauración y rehabilitación.

5. El espíritu de otorgamiento

7:5.1 (86.2) El Hijo Eterno se unió sin reservas al Padre Universal en la difusión a toda la creación del formidable precepto: «Sed perfectos como vuestro Padre en Havona es perfecto». Y desde entonces este mandato e invitación ha motivado todos los planes de supervivencia y todos los proyectos de otorgamiento del Hijo Eterno y de su vasta familia de Hijos de igual rango y asociados suyos. Y en esos mismos otorgamientos los Hijos de Dios se han convertido para todas las criaturas evolutivas en «el camino, la verdad y la vida».

7:5.2 (86.3) El Hijo Eterno no puede entrar en contacto directo con los seres humanos como lo hace el Padre a través del don de los Ajustadores del Pensamiento prepersonales, pero el Hijo Eterno sí se acerca a las personalidades creadas mediante una serie de gradaciones descendentes de filiación divina hasta que le es posible estar en presencia del hombre, y a veces como hombre mismo.

7:5.3 (86.4) La naturaleza puramente personal del Hijo Eterno es incapaz de fragmentación. El Hijo Eterno ministra como influencia espiritual o como persona, nunca de otro modo. Al Hijo le resulta imposible hacerse parte de la experiencia de la criatura en el sentido en que el Ajustador-Padre participa en ella, pero el Hijo Eterno compensa esta limitación mediante la técnica del otorgamiento. Lo que la experiencia de las entidades fragmentadas significa para el Padre Universal, significan para el Hijo Eterno las experiencias de encarnación de los Hijos del Paraíso.

7:5.4 (86.5) El Hijo Eterno no viene al hombre mortal como la voluntad divina, como el Ajustador del Pensamiento que mora en el interior de la mente humana, pero el Hijo Eterno sí vino al hombre mortal de Urantia cuando la personalidad divina de su hijo, Miguel de Nebadon, se encarnó en la naturaleza humana de Jesús de Nazaret. Para compartir la experiencia de las personalidades creadas, los Hijos de Dios del Paraíso deben asumir la naturaleza misma de tales criaturas y encarnar sus personalidades divinas como criaturas propiamente dichas. La encarnación, el secreto de Sonarington, es la técnica del Hijo para escapar de lo que, de otra forma, serían las cadenas del absolutismo de la personalidad que todo lo abarcan.

7:5.5 (86.6) Hace muchísimo tiempo, el Hijo Eterno se otorgó en cada uno de los circuitos de la creación central para iluminar y hacer avanzar a todos los habitantes y peregrinos de Havona, incluyendo a los peregrinos ascendentes del tiempo. En ninguno de estos siete otorgamientos actuó como ascendente ni como havonita. Existió como él mismo. Su experiencia fue única: no fue con un humano ni como un humano u otro peregrino, sino de alguna forma asociativa en el sentido superpersonal.

7:5.6 (86.7) Tampoco pasó por el reposo que media entre el circuito interior de Havona y las orillas del Paraíso. No es posible para él, un ser absoluto, suspender la consciencia de la personalidad, pues en él se centran todas las líneas de la gravedad espiritual. Y durante las épocas de estos otorgamientos, el alojamiento paradisiaco central de luminosidad espiritual no se oscureció, ni disminuyó el control del Hijo sobre la gravedad universal del espíritu.

7:5.7 (87.1) Los otorgamientos del Hijo Eterno en Havona no están dentro del alcance de la imaginación humana. Fueron trascendentales. Él amplió la experiencia de todo Havona para entonces y para más adelante, pero no sabemos si amplió la supuesta capacidad experiencial de su naturaleza existencial. Eso caería dentro del misterio de los otorgamientos de los Hijos del Paraíso. Lo que sí creemos es que todo lo que el Hijo adquirió en esas misiones de otorgamiento lo ha retenido desde entonces, aunque no sabemos lo que es.

7:5.8 (87.2) Por mucho que nos cueste comprender los otorgamientos de la Segunda Persona de la Deidad, sí comprendemos el otorgamiento en Havona de un Hijo del Hijo Eterno, que pasó literalmente por los circuitos del universo central y compartió de hecho las experiencias que constituyen la preparación del ascendente para el logro de la Deidad. Este fue el Miguel original, el Hijo Creador primogénito, que pasó por las experiencias de vida de los peregrinos ascendentes de circuito en circuito y viajó personalmente con ellos por una etapa de cada círculo en tiempos de Grandfanda, el primero de todos los mortales en llegar a Havona.

7:5.9 (87.3) Con independencia de cualquier otra revelación suya, este Miguel original hizo que el otorgamiento trascendente del Hijo Madre Original fuera real a los ojos de las criaturas de Havona. Tan real que, por siempre jamás, cada peregrino del tiempo que se esfuerza en la aventura de alcanzar los circuitos de Havona se siente alentado y fortalecido por el conocimiento cierto de que el Hijo Eterno de Dios abdicó siete veces del poder y de la gloria del Paraíso para participar en las experiencias de los peregrinos del espacio-tiempo en los siete circuitos de logro progresivo de Havona.

7:5.10 (87.4) El Hijo Eterno es inspiración ejemplar para todos los Hijos de Dios en sus ministraciones de otorgamiento en todos los universos del tiempo y el espacio. Los Hijos Creadores de igual rango y los Hijos Magistrados asociados, junto con otros órdenes no revelados de filiación, comparten esta maravillosa disposición de otorgarse a los diversos órdenes de vida de criatura y a modo de esas mismas criaturas. Por lo tanto, en espíritu y debido al parentesco en naturaleza y al hecho de su origen, resulta cierto que en el otorgamiento de cada Hijo de Dios a los mundos del espacio y mediante estos otorgamientos, el Hijo Eterno se ha otorgado a las criaturas inteligentes con voluntad de los universos.

7:5.11 (87.5) En espíritu y en naturaleza, si no en todos los atributos, cada Hijo del Paraíso es un retrato divinamente perfecto del Hijo Original. Es literalmente cierto que todo aquel que ha visto a un Hijo del Paraíso, ha visto al Hijo Eterno de Dios.

6. Los Hijos de Dios del Paraíso

7:6.1 (87.6) La falta de conocimiento sobre los múltiples Hijos de Dios es fuente de gran confusión en Urantia. Y esta ignorancia persiste ante declaraciones como la siguiente referencia a un cónclave de estas divinas personalidades: «Cuando los Hijos de Dios proclamaban la alegría y todas las Estrellas Matutinas cantaban juntas». Cada milenio del tiempo estándar del sector, los diversos órdenes de los Hijos divinos se congregan para celebrar sus cónclaves periódicos.

7:6.2 (87.7) El Hijo Eterno es la fuente personal de los atributos adorables de misericordia y servicio que caracterizan tan abundantemente a todos los órdenes descendentes de Hijos de Dios cuando actúan en toda la creación. El Hijo Eterno transmite indefectiblemente toda la naturaleza divina, si no toda la infinidad de atributos, a los Hijos del Paraíso que salen de la Isla eterna para revelar su carácter divino al universo de universos.

7:6.3 (88.1) El Hijo Original y Eterno es la persona-vástago producto del «primer» pensamiento completo e infinito del Padre Universal. Cada vez que el Padre Universal y el Hijo Eterno proyectan conjuntamente un pensamiento personal nuevo, original, idéntico, único y absoluto, en ese mismo instante, esta idea creativa se personaliza perfecta y definitivamente en el ser y la personalidad de un Hijo Creador nuevo y original. En naturaleza de espíritu, sabiduría divina y poder creativo equivalente, estos Hijos Creadores son potencialmente iguales a Dios Padre y a Dios Hijo.

7:6.4 (88.2) Los Hijos Creadores salen del Paraíso a los universos del tiempo y, con la cooperación de los agentes controladores y creativos de la Tercera Fuente y Centro, completan la organización de los universos locales de evolución progresiva. Estos Hijos no están adscritos a los controles centrales y universales de la materia, la mente y el espíritu ni se ocupan de ellos. De ahí que estén limitados en sus actos creativos por la preexistencia, la prioridad y la primacía de la Primera Fuente y Centro y sus Absolutos del mismo rango. Estos Hijos solo pueden administrar lo que traen a la existencia. La administración absoluta es inherente a la prioridad en la existencia y es inseparable de la eternidad en la presencia. El Padre permanece primordial en los universos.

7:6.5 (88.3) Al igual que los Hijos Creadores son personalizados por el Padre y el Hijo, los Hijos Magistrados son personalizados por el Hijo y el Espíritu. Estos son los Hijos que, en sus experiencias de encarnación como criaturas, se ganan el derecho a servir como jueces de la supervivencia en las creaciones del tiempo y el espacio.

7:6.6 (88.4) El Padre, el Hijo y el Espíritu se unen también para personalizar a los polifacéticos Maestros Hijos de la Trinidad, que recorren el gran universo como maestros elevados de todas las personalidades humanas y divinas. Y existen además otros numerosos órdenes de filiación paradisiaca de los que no se ha informado a los mortales de Urantia.

7:6.7 (88.5) Entre el Hijo Madre Original y estas huestes de Hijos del Paraíso dispersas por toda la creación hay un canal de comunicación directo y exclusivo, un canal cuyo funcionamiento es inherente a la cualidad de parentesco espiritual que los une con vínculos de asociación espiritual casi absoluta. Este circuito interfilial es totalmente distinto del circuito universal de gravedad de espíritu, que se centra también en la persona de la Segunda Fuente y Centro. Todos los Hijos de Dios que tienen su origen en las personas de las Deidades del Paraíso están en comunicación constante y directa con el Hijo Madre Eterno. Y dicha comunicación es instantánea; es independiente del tiempo aunque algunas veces esté condicionada por el espacio.

7:6.8 (88.6) El Hijo Eterno no solo conoce perfectamente en todo momento el estatus, los pensamientos y las múltiples actividades de todos los órdenes de filiación paradisiaca, sino que también conoce a la perfección en todo momento todo lo que hay de valor espiritual en los corazones de todas las criaturas de la creación primaria y central de la eternidad y de las creaciones secundarias del tiempo de los Hijos Creadores de igual rango.

7. La revelación suprema del Padre

7:7.1 (88.7) El Hijo Eterno es una revelación completa, exclusiva, universal y final del espíritu y de la personalidad del Padre Universal. Todo conocimiento y toda información acerca del Padre deben venir del Hijo Eterno y de sus Hijos del Paraíso. El Hijo Eterno procede de la eternidad y es totalmente uno con el Padre sin restricción espiritual alguna. En personalidad divina tienen el mismo rango, en naturaleza espiritual son iguales, en divinidad son idénticos.

7:7.2 (89.1) El carácter de Dios de ninguna manera podría mejorar intrínsecamente en la persona del Hijo, pues el Padre divino es infinitamente perfecto, pero al despojarse de lo no personal y de lo no espiritual, ese carácter y esa personalidad se amplifican para revelarse a los seres criatura. La Primera Fuente y Centro es mucho más que una personalidad, pero todas las cualidades de espíritu de la personalidad de padre de la Primera Fuente y Centro están espiritualmente presentes en la personalidad absoluta del Hijo Eterno.

7:7.3 (89.2) El Hijo primario y sus Hijos están dedicados a hacer una revelación universal de la naturaleza espiritual y personal del Padre a toda la creación. En el universo central, los superuniversos, los universos locales o en los planetas habitados es un Hijo del Paraíso quien revela al Padre Universal a hombres y ángeles. El Hijo Eterno y sus Hijos revelan la vía de acceso de la criatura al Padre Universal. E incluso nosotros, los de origen alto, entendemos al Padre mucho más plenamente cuando estudiamos la revelación de su carácter y de su personalidad en el Hijo Eterno y en los Hijos del Hijo Eterno.

7:7.4 (89.3) El Padre solo baja a vosotros como personalidad a través de los Hijos divinos del Hijo Eterno. Y vosotros alcanzáis al Padre por ese mismo camino vivo; ascendéis al Padre guiados por este grupo de Hijos divinos. Y esto sigue siendo cierto a pesar de que vuestra personalidad misma es un otorgamiento directo del Padre Universal.

7:7.5 (89.4) En la inmensa extensión de todas las actividades de la vasta administración espiritual del Hijo Eterno, no olvidéis que el Hijo es una persona de hecho tan ciertamente como lo es el Padre. Para los seres que anteriormente fueron del orden humano será sin duda más fácil acceder al Hijo Eterno que al Padre Universal. En el progreso de los peregrinos del tiempo por los circuitos de Havona, estaréis capacitados para alcanzar al Hijo mucho antes de que estéis preparados para percibir al Padre.

7:7.6 (89.5) Comprenderéis más cosas sobre el carácter y la naturaleza misericordiosa del Hijo Eterno de misericordia a medida que meditéis sobre la revelación de estos atributos divinos hecha como servicio de amor por vuestro propio Hijo Creador, que fue una vez Hijo del Hombre en la tierra y es ahora el excelso soberano de vuestro universo local: Hijo del Hombre e Hijo de Dios.

7:7.7 (89.6) [Redactado por un Consejero Divino encargado de formular esta exposición que describe al Hijo Eterno del Paraíso.]

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