La seguridad de las promesas inquebrantables de Dios

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De los fideicomisarios y el personal de la Fundación Urantia

Cuando compramos un electrodoméstico, un automóvil o un teléfono móvil con garantía, nos sentimos tranquilos. Las pólizas de seguro de hogar nos reconfortan al saber que se pagarán los daños. Los seguros de salud nos dan tranquilidad. Por desgracia, incluso las mejores garantías vienen con letra pequeña que define una cláusula de escape para la aseguradora. También caducan y expiran.

¿Qué les parece recibir promesas eternas con garantías inquebrantables? ¿Suena demasiado bueno para ser verdad? ¡Pues no lo es! El libro de Urantia está lleno de esas promesas. Estos compromisos vienen del corazón de la Primera Fuente y Centro y son implementados por nuestro Hijo Creador y el Espíritu Materno Creativo.

Maquiventa Melquisedec nos aseguró «el gran acuerdo urantiano entre la divinidad y la humanidad en virtud del cual Dios acepta hacerlo todo; el hombre solo acepta creer en las promesas de Dios y seguir sus instrucciones». 93:6.4 (1020.7)

En el incierto mundo de hoy, los lectores de El libro de Urantia tienen la seguridad de la presencia, la bondad, la compasión y la misericordia eterna del Padre. Jesús nos consuela y nos guía a través de su Espíritu de la Verdad. Nos emociona la promesa de que «¡La meta de la eternidad os espera! ¡La aventura del logro de la divinidad se extiende ante vosotros!» 32:5.8 (365.4)

Cinco generosos donantes han acordado contribuir con 215 000 $ que serán igualados dólar por dólar si recaudamos la misma cantidad antes del sábado 31 de diciembre. Su donación a la Fundación Urantia ayudará a transformar vidas, y con el tiempo el mundo, porque es nuestra misión (nuestra promesa para ustedes) sembrar El libro de Urantia y sus enseñanzas por todo el mundo.

Si ya han donado, ¡gracias! Si no, ayúdennos a alcanzar nuestro objetivo y contribuya a la campaña de igualación de invierno 2022.

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Que el amor de nuestro Padre celestial les llene a ustedes y a sus familias de lealtad valiente y esperanza imperecedera.