Documento 81 - El desarrollo de la civilización moderna

   
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El libro de Urantia

Documento 81

El desarrollo de la civilización moderna

81:0.1 (900.1) A PESAR de los altibajos que trajo consigo el malogro de los planes de mejoramiento del mundo proyectados en las misiones de Caligastia y de Adán, la evolución orgánica básica de la especie humana siguió llevando a las razas hacia adelante en la escala del progreso humano y del desarrollo racial. Es posible retrasar la evolución, pero no detenerla.

81:0.2 (900.2) La influencia de la raza violeta, aunque menos numerosa de lo planeado, produjo un avance en la civilización desde los días de Adán muy superior al progreso realizado por la humanidad en toda su existencia anterior de casi un millón de años.

1. La cuna de la civilización

81:1.1 (900.3) Durante unos treinta y cinco mil años después de los días de Adán la cuna de la civilización estuvo en el sudoeste de Asia. Se extendía desde el valle del Nilo hacia el este y ligeramente hacia el norte a través del norte de Arabia, pasaba por Mesopotamia e incluía el Turquestán. El clima fue el factor decisivo para el establecimiento de la civilización en esa zona.

81:1.2 (900.4) Fueron los grandes cambios climáticos y geológicos del norte de África y el oeste de Asia los que pusieron fin a las primeras emigraciones de los adanitas, pues la expansión del Mediterráneo les bloqueó el paso hacia Europa y desvió la corriente migratoria hacia el norte y el este hasta el Turquestán. Estas elevaciones de tierra y los cambios climáticos asociados concluyeron hacia el año 15 000 a. C., y para entonces la civilización languidecía en un punto muerto mundial salvo en lo que respecta a los fermentos culturales y las reservas biológicas de los anditas. Pero estos seguían confinados al este por las montañas de Asia y al oeste por la expansión de los bosques en Europa.

81:1.3 (900.5) La evolución climática estaba a punto de lograr lo que ningún otro factor había conseguido hasta entonces: obligar al hombre eurasiático a abandonar la caza por actividades agrícolas y ganaderas más avanzadas. La evolución podrá ser lenta, pero es enormemente efectiva.

81:1.4 (900.6) El hecho muy frecuente de que los primeros agricultores emplearan esclavos hizo que el labrador fuera menospreciado en su día por cazadores y pastores. La agricultura se consideró durante mucho tiempo como una actividad inferior, de ahí la idea de que el trabajo de la tierra es una maldición cuando es la más grande de todas las bendiciones. Incluso en tiempos de Caín y Abel los sacrificios de ganado se tenían en mayor estima que las ofrendas de la agricultura.

81:1.5 (900.7) La evolución del hombre de cazador a agricultor se produce normalmente tras una etapa de transición como pastor. Esto ocurría también entre los anditas, aunque en muchos casos la exigencia evolutiva de la necesidad climática hizo que tribus enteras pasaran directamente de cazadores a prósperos agricultores. Pero este fenómeno de transición directa de la caza al cultivo de la tierra solo se dio en las regiones donde la mezcla racial contenía una importante proporción de sangre violeta.

81:1.6 (901.1) Al observar la germinación de semillas humedecidas accidentalmente o puestas en las tumbas como alimento para los difuntos, los pueblos evolutivos (en especial los chinos) aprendieron pronto a plantar semillas y cosechar sus frutos. Pero por todo el suroeste de Asia, en los fértiles lechos fluviales y las llanuras adyacentes, los anditas estaban aplicando las técnicas agrícolas perfeccionadas que habían heredado de sus antepasados, dedicados en su día a la agricultura y la horticultura dentro de los límites del segundo jardín.

81:1.7 (901.2) Durante miles de años los descendientes de Adán habían cultivado en todas las tierras altas de la frontera superior de Mesopotamia las variedades de trigo y cebada tal como habían sido mejoradas en el Jardín. Allí se encontraban, comerciaban y se relacionaban socialmente los descendientes de Adán y de Adamson.

81:1.8 (901.3) Como consecuencia de estos cambios forzosos de las condiciones de vida, una parte importante de la raza humana adoptó un régimen de alimentación omnívoro. La dieta combinada de trigo, arroz y hortalizas con la carne de los rebaños marcó un gran paso hacia adelante en la salud y el vigor de esos pueblos antiguos.

2. Los instrumentos de civilización

81:2.1 (901.4) El crecimiento de la cultura se basa en el desarrollo de los instrumentos de civilización. Los instrumentos que el hombre utilizó en su ascenso desde el salvajismo fueron efectivos en la medida exacta en que liberaron las capacidades humanas de llevar a cabo tareas más elevadas.

81:2.2 (901.5) Vosotros que vivís ahora en un entorno de cultura en ciernes y de progreso incipiente en materia social, que incluso tenéis algo de tiempo libre para pensar sobre la sociedad y la civilización, no debéis perder de vista que vuestros antepasados primitivos tenían poco o ningún tiempo de ocio que dedicar a la reflexión seria y al pensar social.

81:2.3 (901.6) Los cuatro primeros grandes avances de la civilización humana fueron:

81:2.4 (901.7) 1. El dominio del fuego.

81:2.5 (901.8) 2. La domesticación de los animales.

81:2.6 (901.9) 3. La esclavización de los cautivos.

81:2.7 (901.10) 4. La propiedad privada.

81:2.8 (901.11) Aunque el fuego, el primer gran descubrimiento, acabaría por abrir las puertas del mundo científico, tuvo poco valor en ese sentido para el hombre primitivo que se negaba a aceptar la existencia de causas naturales para los fenómenos ordinarios.

81:2.9 (901.12) Al preguntarse de dónde venía el fuego, la sencilla historia de Andon y el pedernal pronto fue sustituida por la leyenda de que un tal Prometeo lo había robado del cielo. Los antiguos buscaban una explicación sobrenatural para todos los fenómenos naturales que superaran el alcance de su comprensión personal, y muchos modernos siguen haciendo lo mismo. La despersonalización de los llamados fenómenos naturales ha costado muchos siglos y aún no ha terminado. Pero la búsqueda decidida, sincera y audaz de las verdaderas causas dio origen a la ciencia moderna: transformó la astrología en astronomía, la alquimia en química y la magia en medicina.

81:2.10 (901.13) En la edad premecánica el único modo que tenía el hombre de hacer un trabajo sin ejecutarlo personalmente era utilizar un animal. La domesticación de animales puso en sus manos herramientas vivas cuyo uso inteligente preparó el camino tanto para la agricultura como para el transporte. Sin estos animales el hombre no se hubiera podido elevar desde su estado primitivo hasta los niveles de la civilización posterior.

81:2.11 (902.1) La mayoría de los animales más aptos para la domesticación se encontraban en Asia, sobre todo en las regiones del centro y el suroeste. Esta fue una de las razones de que la civilización progresara más rápidamente allí que en otras partes del mundo. Muchos de esos animales habían sido domesticados ya dos veces con anterioridad y volvieron a ser domados en la edad andita. En cambio el perro llevaba con los cazadores desde que fuera adoptado muchísimo antes por el hombre azul.

81:2.12 (902.2) Los anditas del Turquestán fueron los primeros en domesticar grandes cantidades de caballos, y esta es otra de las causas del largo predominio de su cultura. Hacia el año 5000 a. C. los campesinos de Mesopotamia, el Turquestán y China habían empezado a criar ovejas, cabras, vacas, camellos, caballos, aves de corral y elefantes. Empleaban como bestias de carga el buey, el camello, el caballo y el yak. El hombre mismo fue bestia de carga en su día. Un jefe de la raza azul llegó a tener una colonia de porteadores de cargas de cien mil hombres.

81:2.13 (902.3) Las instituciones de la esclavitud y la propiedad privada de la tierra aparecieron con la agricultura. La esclavitud elevó el nivel de vida del amo y le proporcionó más tiempo libre para la cultura social.

81:2.14 (902.4) El salvaje es esclavo de la naturaleza, pero la civilización científica está confiriendo poco a poco una mayor libertad a la humanidad. Gracias a los animales, el fuego, el viento, el agua, la electricidad y otras fuentes de energía no descubiertas, el hombre se ha liberado y seguirá liberándose de la necesidad de trabajar sin descanso. A pesar de las dificultades transitorias asociadas a la prolífica invención de maquinaria, los beneficios últimos que se derivarán de esos inventos mecánicos son inestimables. La civilización no puede florecer nunca, ni mucho menos establecerse, hasta que el hombre no llega a tener tiempo libre para pensar, planear e imaginar maneras nuevas y mejores de hacer las cosas.

81:2.15 (902.5) Al principio el hombre se apropiaba simplemente de su refugio, vivía bajo cornisas de roca o se alojaba en cuevas. Luego adaptó materiales naturales como la madera y la piedra para fabricar sus cabañas familiares. Por último entró en la etapa creativa de la construcción de casas, aprendió a fabricar ladrillos y otros materiales de construcción.

81:2.16 (902.6) Entre las razas más modernas, los habitantes de las tierras altas del Turquestán fueron los primeros en construir viviendas de madera no muy distintas de las primeras cabañas de troncos de los pioneros norteamericanos. En todas las planicies las viviendas humanas eran de adobe, y más tarde de ladrillo cocido.

81:2.17 (902.7) Las razas fluviales más antiguas fabricaban sus cabañas clavando un círculo de palosaltos en el suelo; luego juntaban los extremos superiores para formar el armazón de la cabaña y lo entrelazaban con juncos transversales, de modo que el conjunto parecía a una enorme cesta invertida. Esta estructura se podía recubrir de arcilla, y una vez secada al sol, constituía una vivienda muy funcional a prueba de la intemperie.

81:2.18 (902.8) A partir estas primeras cabañas surgirían de forma independiente todos los diseños posteriores de cestería. La idea de hacer cerámica se originó cuando uno de estos grupos observó los efectos de recubrir de arcilla húmeda los armazones de palos. La práctica de endurecer la cerámica al calor se descubrió cuando una de esas cabañas primitivas recubiertas de arcilla ardió por accidente. Las artes de antaño provenían muchas veces de acontecimientos fortuitos en el día a día de los primeros pueblos. Esto se puede afirmar con casi total certeza sobre el progreso evolutivo de la humanidad al menos hasta la llegada de Adán.

81:2.19 (903.1) Hace aproximadamente medio millón de años el equipo del Príncipe introdujo la alfarería, aunque luego los recipientes de arcilla dejaron de fabricarse casi por completo durante un periodo de más de ciento cincuenta mil años. Los únicos que siguieron fabricándolos fueron los noditas presumerios de la costa del golfo. El arte de la alfarería revivió durante los tiempos de Adán. La difusión de este arte coincidió con la ampliación de las zonas desérticas de África, Arabia y Asia central, y se propagó en oleadas sucesivas desde Mesopotamia a todo el hemisferio oriental con técnicas cada vez más perfeccionadas.

81:2.20 (903.2) No siempre se puede seguir el rastro de estas civilizaciones de la edad andita por las etapas de su alfarería o de sus otras artes. Los regímenes tanto de Dalamatia como del Edén complicaron enormemente el transcurso uniforme de la evolución humana. Se observa con frecuencia que las vasijas y utensilios más recientes son inferiores a los primeros productos de los pueblos anditas más puros.

3. Las ciudades, la manufactura y el comercio

81:3.1 (903.3) En torno al año 12 000 a. C. se inició la fase de destrucción climática de las ricas praderas abiertas de caza y pasto del Turquestán que obligó a los hombres de esas regiones a recurrir a nuevas formas de producción y desarrollar manufacturas rudimentarias. Algunos se dedicaron a la cría de rebaños domesticados, otros se hicieron agricultores o recolectores de alimentos del medio acuático, pero los anditas de tipo intelectual superior decidieron aventurarse en el comercio y la manufactura. Se hizo incluso costumbre que tribus enteras se dedicaran al desarrollo de una única industria. Desde el valle del Nilo hasta el Hindú Kush y desde el Ganges hasta el río Amarillo, el cultivo del suelo se convirtió en la ocupación principal de las tribus superiores, con el comercio como actividad complementaria.

81:3.2 (903.4) El auge del mercadeo y de las manufacturas transformadoras de materias primas en diversos productos comerciales jugó un papel decisivo en la aparición de las primeras comunidades semipacíficas que tanto contribuyeron a la difusión de la cultura y las artes de la civilización. Antes de la generalización del comercio a nivel mundial las comunidades sociales eran tribales, es decir, grupos familiares ampliados. Gracias a los intercambios comerciales los distintos tipos de seres humanos empezaron a fraternizar, lo que aceleró la interacción vitalizadora entre culturas.

81:3.3 (903.5) La era de las ciudades independientes empezó a alborear hace unos doce mil años. Esas ciudades primitivas comerciantes y manufactureras estaban siempre rodeadas de zonas agrícolas y ganaderas. Si bien es cierto que la elevación del nivel de vida promovió la industria, no os llaméis a engaño sobre los refinamientos de la primera vida urbana. Las primeras razas no eran precisamente limpias ni aseadas, de modo que el suelo de una comunidad primitiva media solía elevarse en torno al medio metro cada veinticinco años por mera acumulación de basura y suciedad. Algunas de esas ciudades de antaño se elevaban también muy pronto por encima del terreno circundante porque las cabañas de barro no cocido duraban poco y solían construir las nuevas viviendas directamente sobre las ruinas de las viejas.

81:3.4 (903.6) El uso generalizado de los metales fue característico de esta era de las primeras ciudades industriales y comerciales. Ya habéis descubierto en el Turquestán una cultura del bronce anterior al año 9000 a. C., y los anditas aprendieron pronto a trabajar el hierro, el oro y el cobre. Pero lejos de los centros de civilización más avanzados las condiciones eran muy distintas. Las edades de Piedra, del Bronce y del Hierro no fueron periodos bien diferenciados sino que coexistieron en las diversas localidades.

81:3.5 (904.1) El oro fue el primer metal que buscó el hombre; era fácil de trabajar y al principio se utilizaba solo como adorno. Luego se empezó a utilizar el cobre, aunque su uso no se generalizó hasta que se mezcló con el estaño y se obtuvo un metal más duro: el bronce. El descubrimiento de la aleación de cobre y estaño para hacer bronce se debe a un adamsonita del Turquestán cuya mina de cobre de las tierras altas estaba casualmente junto a un yacimiento de estaño.

81:3.6 (904.2) Con la aparición de una industria incipiente y una manufactura rudimentaria, el comercio se convirtió pronto en el principal medio de difusión de la civilización cultural. La apertura de rutas comerciales tanto terrestres como marítimas facilitó enormemente los viajes, la mezcla de culturas y la fusión de civilizaciones. Hacia el año 5000 a. C. el caballo era de uso común en todas las tierras civilizadas y semicivilizadas. Estas razas más recientes no solo tenían caballos domesticados sino también varios tipos de carros y carretas. La rueda se llevaba utilizando desde mucho tiempo atrás, pero fue entonces cuando se generalizó el empleo de vehículos de ruedas tanto para el comercio como para la guerra.

81:3.7 (904.3) El comerciante viajero y el explorador itinerante hicieron más por el avance de la civilización histórica que todas las demás influencias juntas. Las conquistas militares, la colonización y las empresas misioneras promovidas por las religiones posteriores fueron también factores de difusión de la cultura, pero todos menos eficaces que las relaciones comerciales cada vez más impulsadas por el rápido desarrollo de las artes y ciencias de la industria.

81:3.8 (904.4) La inyección de la estirpe adánica en las razas humanas no solo aceleró la marcha de la civilización sino que estimuló en gran manera su tendencia a la aventura y la exploración. Este afán impulsó a los prolíficos descendientes mestizos de los anditas a ocupar rápidamente la mayor parte de Eurasia y del norte de África.

4. Las razas mestizas

81:4.1 (904.5) En los albores de los tiempos históricos toda Eurasia, el norte de África y las islas del Pacífico están pobladas por las razas compuestas de la humanidad. Estas razas de hoy provienen de la mezcla y remezcla de las cinco estirpes humanas básicas de Urantia.

81:4.2 (904.6) Cada una de las razas de Urantia se identificaba por ciertas características físicas distintivas. Los adanitas y los noditas tenían la cabeza alargada; los andonitas eran de cabeza ancha. Las razas sangik tenían cabezas medianas, aunque los hombres amarillos y azules tendían a ser de cabeza ancha. Las cabezas anchas eran características de la mezcla de las razas azules con la estirpe andonita. Los sangik secundarios tenían cabezas entre medianas y alargadas.

81:4.3 (904.7) Aunque estas dimensiones del cráneo son útiles para descifrar los orígenes raciales, el esqueleto completo es mucho más fiable. En el desarrollo inicial de las razas de Urantia había originalmente cinco tipos de estructura esquelética bien diferenciados:

81:4.4 (904.8) 1. Andónico, los aborígenes de Urantia.

81:4.5 (904.9) 2. Sangik primario, rojo, amarillo y azul.

81:4.6 (904.10) 3. Sangik secundario, naranja, verde e índigo.

81:4.7 (904.11) 4. Noditas, los descendientes de los dalamatianos.

81:4.8 (904.12) 5. Adanitas, la raza violeta.

81:4.9 (904.13) Estos cinco grandes grupos raciales se entremezclaron a fondo, y en ese proceso de mezcla continua el tipo andonita se vio eclipsado por la herencia sangik dominante. Los lapones y los esquimales son mezclas de la raza andonita con la sangik azul. Su estructura esquelética es la que conserva mejor el tipo andónico aborigen. En cambio los adanitas y los noditas se han mezclado tanto con las otras razas que solo se pueden detectar como un tipo caucasoide generalizado.

81:4.10 (905.1) Por eso, al desenterrar los restos humanos de los últimos veinte mil años, será generalmente imposible distinguir con claridad los cinco tipos originales. El estudio de las estructuras esqueléticas mostrará que la humanidad está ahora dividida más o menos en tres clases:

81:4.11 (905.2) 1. La caucasoide: la mezcla andita de las estirpes nodita y adanita, modificada además por un aporte de la sangik primaria (y algo de la secundaria) y por un cruce andónico considerable. Se incluyen en este grupo las razas blancas occidentales junto con algunos pueblos hindúes y turanianos. El factor unificador de esta división es la proporción mayor o menor de herencia andita.

81:4.12 (905.3) 2. La mongoloide: el tipo sangik primario que incluye las razas originales roja, amarilla y azul. Los chinos y los amerindios pertenecen a este grupo. En Europa el tipo mongoloide ha sido modificado por la mezcla con el sangik secundario y el andónico, y todavía más por un aporte andita. Se incluyen en esta clasificación los malayos y otros pueblos indonesios, aunque contienen un alto porcentaje de sangre sangik secundaria.

81:4.13 (905.4) 3. La negroide: el tipo sangik secundario que incluía originalmente las razas naranja, verde e índigo. El negro es el mejor ejemplo de este tipo y se encuentra en África, la India e Indonesia en todos los lugares donde se establecieron las razas sangik secundarias.

81:4.14 (905.5) En el norte de China hay cierta mezcla de los tipos caucasoide y mongoloide; en el Levante los caucasoides y los negroides se han entremezclado; en la India, así como en América del Sur, están representados los tres tipos. Las características esqueléticas de los tres tipos supervivientes persisten aún y ayudan a identificar la ascendencia más reciente de las razas humanas de hoy en día.

5. La sociedad cultural

81:5.1 (905.6) La evolución biológica y la civilización cultural no están necesariamente correlacionadas; en cualquier edad la evolución orgánica puede progresar sin obstáculos en plena decadencia cultural. Pero al examinar periodos largos de la historia humana se observa que la evolución y la cultura acaban relacionándose como causa y efecto. Aunque la evolución podría avanzar sin cultura, la civilización cultural no florece sin un trasfondo adecuado de progresión racial antecedente. Adán y Eva no introdujeron ningún arte de la civilización ajeno al progreso de la sociedad humana, pero la sangre adánica aumentó sin duda la aptitud inherente de las razas y aceleró el ritmo del desarrollo económico y el progreso industrial. El otorgamiento de Adán mejoró la capacidad cerebral de las razas y activó con ello considerablemente los procesos de la evolución natural.

81:5.2 (905.7) Gracias a la agricultura, la domesticación de animales y los progresos en arquitectura, la humanidad se fue liberando de los peores aspectos de la incesante lucha por la vida y empezó a buscar la manera de endulzar el proceso de vivir. A partir de entonces empezó a esforzarse por conseguir niveles cada vez más altos de bienestar material. Gracias a la industria y la manufactura, el hombre está aumentando gradualmente el contenido placentero de su vida mortal.

81:5.3 (906.1) Pero la sociedad cultural no es un gran club benéfico de privilegios heredados al que todos los hombres pertenecen por nacimiento de forma igualitaria y gratuita. Es más bien un gremio ilustre de trabajadores terrenales en progresión permanente que solo admite en sus filas a los más nobles y esforzados de los que luchan por hacer del mundo un lugar mejor donde sus hijos y los hijos de sus hijos puedan vivir y avanzar en el futuro. Este gremio de civilización cobra cuotas de admisión muy altas, exige una disciplina estricta y rigurosa e impone fuertes penas a los disidentes y los no conformistas. Por otra parte, confiere pocas licencias o privilegios personales salvo los derivados de una mayor seguridad contra los riesgos comunes y los peligros raciales.

81:5.4 (906.2) Los seres humanos han aprendido que la vinculación social es un seguro de supervivencia provechoso, por eso la mayoría de los individuos están dispuestos a pagar las primas de autosacrificio y restricción de la libertad personal que la sociedad exige a sus miembros a cambio de esa mayor protección colectiva. En resumen, el mecanismo social de hoy en día es un plan de seguro diseñado a base de ensayo y error para proporcionar cierto grado de seguridad y protección contra un retorno a las terribles condiciones antisociales que caracterizaron las primeras experiencias de la raza humana.

81:5.5 (906.3) La sociedad se convierte así en un sistema cooperativo que tiene por objeto asegurar la libertad civil a través de las instituciones, la libertad económica a través del capital y la invención, la libertad social a través de la cultura y la protección contra la violencia a través de las regulaciones policiales.

81:5.6 (906.4) La fuerza no da la razón, pero hace respetar los derechos generalmente reconocidos de cada generación sucesiva. La misión principal del gobierno es definir lo que es justo, regular las diferencias de clase con justicia y equidad y aplicar la igualdad de oportunidades bajo el imperio de la ley. Todo derecho humano está asociado a un deber social; el privilegio colectivo es un mecanismo de seguro que exige indefectiblemente el pago completo de las rigurosas primas de servicio al grupo. Y los derechos colectivos, igual que los del individuo, deben ser protegidos, incluso la regulación de la tendencia sexual.

81:5.7 (906.5) La libertad sometida a la regulación colectiva es la meta legítima de la evolución social. La libertad sin restricciones es el sueño vano y descabellado de mentes humanas insensatas e inestables.

6. El mantenimiento de la civilización

81:6.1 (906.6) La evolución biológica ha seguido siempre un progreso ascendente, en cambio la evolución cultural procede en su mayor parte del valle del Éufrates de donde salió en oleadas que se fueron debilitando sucesivamente con el paso del tiempo hasta que al final toda la posteridad adánica de línea pura se hubo marchado a enriquecer las civilizaciones de Asia y Europa. Aunque las razas no se mezclaron del todo, sus civilizaciones lo hicieron en gran medida, y la cultura se diseminó lentamente por todo el mundo. Hay que mantener y fomentar esta civilización, pues hoy ya no existen fuentes nuevas de cultura ni anditas que vigoricen y estimulen el lento progreso evolutivo de la civilización.

81:6.2 (906.7) La civilización que está evolucionando ahora en Urantia tuvo su origen y está basada en los factores siguientes:

81:6.3 (906.8) 1. Las circunstancias naturales. La naturaleza y el alcance de una civilización material están determinados en gran medida por los recursos naturales disponibles. El clima, la meteorología y numerosas condiciones físicas son factores que intervienen en la evolución de la cultura.

81:6.4 (907.1) Al comienzo de la era andita había solo dos zonas abiertas de caza extensas y fértiles en el mundo. Una estaba en América del Norte totalmente ocupada por los amerindios; la otra estaba al norte del Turquestán parcialmente ocupada por una raza amarillo-andónica. Los factores decisivos para la evolución de una cultura superior en el suroeste de Asia fueron la raza y el clima. Los anditas eran un gran pueblo, pero el factor crucial que determinó el curso de su civilización fue la creciente aridez de Irán, el Turquestán y Sinkiang que los obligó a inventar y adoptar métodos nuevos y avanzados de extraer el sustento de sus tierras cada vez menos fértiles.

81:6.5 (907.2) La configuración de los continentes y otras circunstancias geográficas influyen mucho a la hora de determinar situaciones de paz o de guerra. Muy pocos urantianos han tenido tantas oportunidades de desarrollo continuo y sin interferencias como los pueblos de América del Norte, casi enteramente protegidos por vastos océanos.

81:6.6 (907.3) 2. Los bienes de capital. La cultura no se desarrolla nunca en condiciones de pobreza; el tiempo libre es esencial para el progreso de la civilización. Un individuo carente de bienes materiales se puede formar un carácter rico en valores morales y espirituales, pero una civilización cultural solo se puede desarrollar en condiciones de prosperidad material que fomenten el ocio sumado a la ambición.

81:6.7 (907.4) La vida en Urantia en los tiempos primitivos era dura y áspera, y para escapar de los rigores de ese trabajo interminable y esa lucha permanente la humanidad tendió siempre a desplazarse hacia los climas salubres de los trópicos. Vivir en zonas más cálidas suavizaba algo la intensa lucha por la existencia, pero las razas y tribus que buscaron así la comodidad pocas veces utilizaron su tiempo de ocio no ganado para hacer avanzar la civilización. El progreso social ha sido fruto invariable de las ideas y proyectos de las razas que aprendieron a fuerza de trabajo inteligente a extraer su sustento de la tierra con menos esfuerzo y jornadas más cortas, para disponer así de un merecido y provechoso margen de tiempo libre.

81:6.8 (907.5) 3. Los conocimientos científicos. Los aspectos materiales de la civilización han de esperar siempre a la acumulación de datos científicos. Tras el descubrimiento del arco y la flecha y de la tracción animal pasó mucho tiempo hasta que el hombre aprendió a aprovechar el viento y el agua, y posteriormente el vapor y la electricidad. Poco a poco fueron mejorando las herramientas de civilización. La tejeduría, la alfarería, la domesticación de animales y la metalurgia fueron seguidas por una edad de escritura y de imprenta.

81:6.9 (907.6) El conocimiento es poder. Los inventos preceden siempre a una aceleración del desarrollo cultural a escala mundial. La ciencia y la invención han sido las más beneficiadas por la imprenta, y la interacción de todas estas actividades culturales e inventivas ha acelerado enormemente el ritmo del avance cultural.

81:6.10 (907.7) La ciencia enseña al hombre a hablar el nuevo lenguaje de las matemáticas y le exige pensar con rigurosa precisión. La ciencia estabiliza también la filosofía mediante la eliminación de errores y purifica la religión mediante la destrucción de supersticiones.

81:6.11 (907.8) 4. Los recursos humanos. El esfuerzo de las personas es indispensable para propagar la civilización. En igualdad de condiciones un pueblo numeroso dominará la civilización de una raza más pequeña, por eso la nación que no se multiplica hasta el punto necesario no alcanza la realización plena de su destino nacional. Sin embargo, llega un punto a partir del cual el crecimiento adicional de la población es suicida. La multiplicación de los habitantes por encima de la proporción óptima normal tierra-hombre o bien supone una disminución del nivel de vida o bien una expansión inmediata de los límites territoriales mediante penetración pacífica o conquista militar, es decir, ocupación por la fuerza.

81:6.12 (908.1) Os sentís a veces horrorizados por los estragos de la guerra, pero deberíais reconocer la necesidad de generar un gran número de mortales para ofrecer así abundantes oportunidades al desarrollo social y moral. Sin embargo, esa fecundidad planetaria acarrea pronto el grave problema de la superpoblación. La mayor parte de los mundos habitados son pequeños. Urantia está en la media, quizá un poquito por debajo. La estabilización óptima de la población nacional mejora la cultura e impide la guerra. Sabia es la nación que sabe cuándo dejar de crecer.

81:6.13 (908.2) Pero el continente más rico en depósitos naturales y el más avanzado en equipamiento poco puede progresar si la inteligencia de sus gentes está en decadencia. El conocimiento se puede alcanzar mediante la educación, pero la sabiduría, que es indispensable para la verdadera cultura, solo la pueden adquirir por experiencia hombres y mujeres de inteligencia innata. Esas personas capaces de aprender de la experiencia se pueden convertir en verdaderamente sabias.

81:6.14 (908.3) 5. La efectividad de los recursos materiales. Muchas cosas dependen de una sabia utilización de los recursos naturales, del conocimiento científico, de los bienes de capital y de los potenciales humanos. El factor principal de la primera civilización fue la fuerza ejercida por sabios guías sociales; al hombre primitivo le imponían literalmente la civilización sus contemporáneos superiores. Este mundo ha estado regido en gran medida por minorías superiores y bien organizadas.

81:6.15 (908.4) La fuerza no da la razón, pero la fuerza sí da lugar a todo lo que ocurre y ha ocurrido en la historia. Hace muy poco que Urantia alcanzó el punto en el que la sociedad está dispuesta a debatir sobre la ética de la fuerza y de la razón.

81:6.16 (908.5) 6. La efectividad del idioma. La civilización depende del idioma para su propagación. Las lenguas vivas y en vías de crecimiento aseguran la expansión de ideas y planes civilizados. Durante las primeras edades se hicieron avances importantes en el idioma. Hoy hay una gran necesidad de nuevos desarrollos lingüísticos para facilitar la expresión del pensamiento que evoluciona.

81:6.17 (908.6) El idioma se originó en las asociaciones grupales, y cada grupo local desarrolló su propio sistema de intercambio de palabras. El idioma evolucionó a partir de los gestos, los signos, los gritos, los sonidos imitativos, la entonación y el acento, hasta llegar a la vocalización de los alfabetos posteriores. El idioma es el mejor instrumento de pensar que posee el hombre y el más útil, pero no pudo florecer hasta que grupos sociales consiguieron tener algo de tiempo libre. La tendencia a jugar con el idioma desarrolla palabras nuevas: las jergas. Si la mayoría adopta una jerga, el uso la convierte en idioma. El origen de los dialectos queda ilustrado por la costumbre de «hablar en bebé» dentro del grupo familiar.

81:6.18 (908.7) La variedad de lenguas ha sido siempre el gran obstáculo a la difusión de la paz. La superación de los dialectos precede necesariamente a la propagación de la cultura en toda una raza, en un continente o en un mundo entero. Un idioma universal promueve la paz, asegura la cultura y aumenta la felicidad. Incluso cuando las lenguas de un mundo se reducen a unas pocas, el hecho de que sus gentes más cultas las dominen influye poderosamente en la instauración de la paz y la prosperidad mundial.

81:6.19 (908.8) Aunque Urantia ha progresado muy poco en el desarrollo de un idioma internacional, se han logrado muchas cosas gracias a los intercambios comerciales a nivel internacional. Todas esas relaciones internacionales deben fomentarse, ya sea en el campo del idioma, el comercio, el arte, la ciencia, el juego competitivo o la religión.

81:6.20 (909.1) 7. La efectividad de los dispositivos mecánicos. El progreso de la civilización está relacionado directamente con el desarrollo y la posesión de herramientas, máquinas y canales de distribución. Herramientas mejores, máquinas más ingeniosas y eficientes, determinan la supervivencia de los grupos contrincantes en la arena de la civilización que progresa.

81:6.21 (909.2) En los primeros tiempos la única energía aplicada al cultivo de la tierra era la fuerza humana. La sustitución de los hombres por bueyes solo se impuso tras largos conflictos porque generaba desempleo. Últimamente las máquinas han empezado a desplazar al hombre, y cada uno de esos avances contribuye directamente al progreso de la sociedad al liberar la energía humana para la realización de tareas más valiosas.

81:6.22 (909.3) La ciencia guiada por la sabiduría puede convertirse en la gran liberadora social del hombre. Una edad mecánica solo puede resultar desastrosa cuando el nivel intelectual de una nación es demasiado bajo para descubrir métodos inteligentes y técnicas sensatas de ajuste satisfactorio a las dificultades de transición provocadas por el desempleo masivo y repentino que acarrea la invención demasiado rápida de nuevos tipos de maquinaria ahorradora de trabajo.

81:6.23 (909.4) 8. El carácter de los portadores de la antorcha. La herencia social permite al hombre alzarse sobre los hombros de todos los que lo han precedido y han contribuido en algo a la suma de la cultura y el conocimiento. En esta tarea de pasar la antorcha cultural a la siguiente generación, la institución básica será siempre el hogar. Le siguen el juego y la vida social, con la escuela en última posición pero igualmente indispensable en una sociedad compleja y bien organizada.

81:6.24 (909.5) Los insectos nacen plenamente educados y preparados para su vida muy limitada y puramente instintiva. El niño humano nace sin educar. Por eso el hombre, que controla la formación educativa de la generación siguiente, posee el poder de modificar considerablemente el curso evolutivo de la civilización.

81:6.25 (909.6) Las influencias que más contribuyen al fomento de la civilización y al avance de la cultura en el siglo veinte son el notable aumento de los viajes por el mundo y las mejoras sin precedentes de los medios de comunicación. En cambio la educación no ha mejorado al ritmo expansivo de la estructura social; tampoco la apreciación moderna de la ética se ha desarrollado de manera acorde con el crecimiento más puramente científico e intelectual. Por otra parte, la civilización moderna se encuentra en un punto muerto en lo que respecta al desarrollo espiritual y a la salvaguardia de la institución del hogar.

81:6.26 (909.7) 9. Los ideales raciales. Los ideales de una generación labran los canales del destino para la posteridad inmediata. La calidad de los portadores de la antorcha social determinará si la civilización avanza o retrocede. Los hogares, las iglesias y las escuelas de una generación predeterminan las tendencias de carácter de la generación siguiente. El impulso moral y espiritual de una raza o una nación determina en gran medida la velocidad cultural de esa civilización.

81:6.27 (909.8) Los ideales elevan la fuente de la corriente social. Ninguna corriente puede estar nunca por encima de su fuente por muchos procedimientos de presión o de control direccional que se intenten aplicar. La fuerza impulsora de una civilización cultural, incluso de sus aspectos más materiales, reside en la consecución menos material de la sociedad. La inteligencia podrá controlar el mecanismo de la civilización, la sabiduría podrá dirigirlo, pero la energía que eleva y hace avanzar realmente la cultura humana de un nivel de logro al siguiente es el idealismo espiritual.

81:6.28 (910.1) Al principio vivir era luchar por la existencia; hoy, por un nivel de vida; mañana será por la calidad del pensamiento, la próxima meta terrenal de la existencia humana.

81:6.29 (910.2) 10. La coordinación de los especialistas. La división inicial del trabajo y su corolario posterior de la especialización impulsaron enormemente el avance de la civilización. Ahora la civilización depende de la coordinación efectiva de los especialistas. La creciente expansión de la sociedad hace necesario encontrar algún método de aunar a los diversos especialistas.

81:6.30 (910.3) Los especialistas sociales, artísticos, técnicos e industriales se seguirán multiplicando y serán cada vez más hábiles y competentes. Esta diversificación de las aptitudes y las diferencias en su aplicación acabarán por debilitar y desintegrar la sociedad humana si no se desarrollan medios efectivos de coordinación y cooperación. Pero unas inteligencias tan bien dotadas para la inventiva y la especialización deberían ser perfectamente capaces de idear métodos para controlar y regular todos los problemas derivados del rápido crecimiento de la invención y de la aceleración de la expansión cultural.

81:6.31 (910.4) 11. Los mecanismos de búsqueda de empleo. La próxima edad de desarrollo social se caracterizará por una cooperación y coordinación mejor y más eficaz entre las crecientes especializaciones en vías de expansión. A medida que vaya aumentando la diversificación de la mano de obra, habrá que idear algún procedimiento para orientar a los individuos hacia un empleo adecuado. La maquinaria no es la única causa de desempleo entre los pueblos civilizados de Urantia. La complejidad económica y el aumento continuo de las especialidades industriales y profesionales acrecientan los problemas de ubicación en el mercado laboral.

81:6.32 (910.5) No basta con capacitar a los hombres para el trabajo; una sociedad compleja debe proporcionar también métodos eficaces de encontrar trabajo. Antes de capacitar a los ciudadanos en sistemas muy especializadas de ganarse la vida, habría que enseñarles uno o más métodos de trabajo común, oficios u ocupaciones a los que recurrir en caso de desempleo temporal en su trabajo especializado. Ninguna civilización puede sobrevivir al hecho de mantener durante mucho tiempo a grandes grupos de parados. Vivir a costa del tesoro público llega a deformar y desmoralizar a la larga incluso a los mejores ciudadanos. Hasta la caridad privada se vuelve nociva cuando sustenta a ciudadanos sanos durante mucho tiempo.

81:6.33 (910.6) Una sociedad altamente especializada no verá con buenos ojos las antiguas prácticas comunales y feudales de las gentes de antaño. Es verdad que muchos servicios comunes pueden ser socializados de forma aceptable y provechosa, pero los seres humanos muy capacitados y ultraespecializados se rigen mejor mediante sistemas de cooperación inteligente. Una coordinación modernizada y una reglamentación fraternal generarán una cooperación más sólida y duradera que los viejos métodos primitivos del comunismo o las instituciones reguladoras dictatoriales basadas en la fuerza.

81:6.34 (910.7) 12. La voluntad de cooperar. Uno de los grandes obstáculos para el progreso de la sociedad humana es el conflicto entre los intereses y el bienestar de los grupos humanos más grandes y socializados, y los de las asociaciones humanas más pequeñas y asociales que adoptan siempre actitudes a la contra, por no mencionar a los individuos aislados de mentalidad antisocial.

81:6.35 (910.8) Ninguna civilización nacional se sostiene mucho tiempo a menos que sus métodos educativos y sus ideales religiosos inspiren un patriotismo inteligente y una lealtad nacional de altas miras. Cuando carecen de este patriotismo inteligente y esta solidaridad cultural, todas las naciones tienden a desintegrarse por obra de las envidias provincianas y los intereses locales.

81:6.36 (911.1) Para que una civilización mundial perdure los seres humanos tienen que aprender a vivir juntos en paz y fraternidad. Sin una coordinación eficaz la civilización industrial está amenazada por los riesgos de la ultraespecialización: la monotonía, la estrechez de miras y la tendencia a la desconfianza y a la envidia.

81:6.37 (911.2) 13. Un liderazgo sabio y efectivo. El espíritu de tirar del carro con entusiasmo y eficacia es fundamental para el desarrollo de la civilización. Para levantar un gran peso diez hombres valen poco más que uno, a menos que lo levanten juntos y a la vez. Este trabajo en equipo —esta cooperación social— depende del liderazgo. Las civilizaciones culturales del pasado y del presente se han basado en la cooperación inteligente de la ciudadanía con líderes sabios y progresivos, y la civilización seguirá dependiendo de un liderazgo sabio y vigoroso mientras dure la evolución del hombre hasta niveles más altos.

81:6.38 (911.3) Las altas civilizaciones son fruto de una correlación sagaz entre riqueza material, grandeza intelectual, valía moral, ingenio social y visión interior cósmica.

81:6.39 (911.4) 14. Los cambios sociales. La sociedad no es una institución divina sino un fenómeno de la evolución progresiva. El avance de una civilización se ve siempre retrasado cuando sus líderes tardan en introducir en la organización social los cambios esenciales para mantener el ritmo de los desarrollos científicos de esa edad. Esto no quiere decir que haya que desdeñar las cosas solo por ser viejas ni abrazar incondicionalmente las ideas solo por ser nuevas y originales.

81:6.40 (911.5) El hombre no debe tener miedo a experimentar con los mecanismos de la sociedad. Sin embargo, esas aventuras de adaptación cultural deben estar siempre controladas por quienes conocen a fondo la historia de la evolución social, y esos innovadores deben estar siempre asesorados por la sabiduría de personas con experiencia práctica en los campos de los experimentos sociales o económicos proyectados. No se debe intentar ningún gran cambio social o económico repentino. El tiempo es esencial para todo tipo de ajuste humano: físico, social o económico. Solo los ajustes morales y espirituales se pueden hacer de improviso, e incluso estos requieren tiempo para el pleno desarrollo de sus repercusiones sociales y materiales. Los ideales de la raza son el mejor seguro y el principal apoyo durante los periodos críticos de tránsito de la civilización de un nivel a otro.

81:6.41 (911.6) 15. La prevención de colapsos durante la transición. La sociedad es fruto de una larga sucesión de edades de ensayo y error. Es lo que ha sobrevivido a los ajustes y reajustes selectivos que caracterizaron las etapas sucesivas del ascenso multisecular de la humanidad desde niveles animales hasta niveles humanos de estatus planetario. El gran peligro de toda civilización —en cualquier momento— es la amenaza de colapso durante la transición entre los métodos establecidos del pasado y los procedimientos nuevos y mejores, pero aún por experimentar, del futuro.

81:6.42 (911.7) El liderazgo es vital para el progreso. La sabiduría, la comprensión clara y la previsión son indispensables para la pervivencia de las naciones. La civilización nunca está realmente en peligro hasta que empiezan a faltarle líderes capaces, y el porcentaje de esos líderes sabios no ha superado nunca el uno por ciento de la población.

81:6.43 (911.8) Por estos peldaños de la escala evolutiva subió la civilización hasta alcanzar el nivel donde se pudieron iniciar las poderosas influencias que han culminado en la cultura en rápida expansión del siglo veinte. Y solo mediante la observancia de estos principios fundamentales puede el hombre de hoy esperar mantener sus civilizaciones al tiempo que asegura su desarrollo continuo y su supervivencia cierta.

81:6.44 (912.1) Esta es la esencia de la larguísima lucha de los pueblos del planeta por establecer la civilización desde los tiempos de Adán. La cultura de hoy en día es el resultado neto de esta ardua evolución. Antes del descubrimiento de la imprenta el progreso era relativamente lento porque una generación no podía beneficiarse tan pronto de los logros de las anteriores. Pero ahora la sociedad humana se lanza hacia adelante impulsada por la fuerza acumulada de todas esas edades de lucha de la civilización.

81:6.45 (912.2) [Patrocinado por un arcángel de Nebadon.]

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