Documento 99 - Los problemas sociales de la religión

   
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El libro de Urantia

Documento 99

Los problemas sociales de la religión

99:0.1 (1086.1) CUANDO la religión tiene una conexión mínima con las instituciones seculares de la sociedad es cuando ejerce su más alto ministerio social. En edades pasadas, dado que la mayor parte de las reformas sociales estaban confinadas al terreno moral, la religión no se veía obligada a adaptarse a grandes cambios en los sistemas políticos y económicos. La preocupación principal de la religión era esforzarse por sustituir el mal por el bien dentro del orden social de la cultura política y económica existente. La religión ha tendido así indirectamente a perpetuar el orden establecido de la sociedad, a fomentar el mantenimiento del tipo de civilización existente.

99:0.2 (1086.2) Pero la religión no debería ocuparse directamente de crear nuevos órdenes sociales ni de preservar los antiguos. La verdadera religión se opone a la violencia como método de evolución social, pero no se opone a los esfuerzos inteligentes de la sociedad por adaptar sus usos y ajustar sus instituciones a nuevas condiciones económicas y exigencias culturales.

99:0.3 (1086.3) La religión aprobó las reformas sociales ocasionales de los siglos pasados, pero en el siglo veinte está llamada necesariamente a ajustarse a una reconstrucción social continua y generalizada. Las condiciones de vida cambian con tal rapidez que las modificaciones institucionales se ven enormemente aceleradas, y la religión debe agilizar en consecuencia su adaptación a este nuevo orden social en cambio permanente.

1. La religión y la reconstrucción social

99:1.1 (1086.4) Las invenciones mecánicas y la diseminación del conocimiento están modificando la civilización. Ciertos cambios sociales y ajustes económicos son imperativos si se ha de evitar el desastre cultural. El nuevo orden social que viene tardará un milenio en asentarse de modo satisfactorio. La raza humana debe resignarse a un desfile de cambios, ajustes y reajustes. La humanidad está en marcha hacia un nuevo destino planetario no revelado.

99:1.2 (1086.5) La religión debe convertirse en un poderoso factor de estabilidad moral y progreso espiritual que actúe de forma dinámica en esas condiciones de cambio permanente y ajustes económicos sin fin.

99:1.3 (1086.6) La sociedad de Urantia no puede esperar asentarse como en edades pasadas. El navío social ha zarpado de las bahías resguardadas de la tradición establecida y ha empezado a navegar por la mar abierta del destino evolutivo. Como nunca antes en la historia del mundo, el alma del hombre necesita examinar a fondo sus mapas de moralidad y observar con atención la brújula de la guía religiosa. La misión suprema de la religión como influencia social es estabilizar los ideales de la humanidad durante estos peligrosos tiempos de transición de una fase de civilización a otra, de un nivel de cultura a otro.

99:1.4 (1087.1) La religión no tiene deberes nuevos que cumplir, pero está llamada a actuar urgentemente como guía sabia y consejera experimentada en la rápida transformación de todas estas nuevas situaciones humanas. La sociedad se está haciendo más mecánica, más compacta, más compleja y extremadamente interdependiente. La acción de la religión debe impedir que estas nuevas interasociaciones íntimas se vuelvan mutuamente regresivas e incluso destructivas. La religión debe actuar como una sal cósmica que impida que los fermentos de la progresión destruyan el sabor cultural de la civilización. Estas nuevas relaciones sociales y conmociones económicas solo pueden desembocar en una hermandad duradera mediante el ministerio de la religión.

99:1.5 (1087.2) Humanamente hablando, un humanitarismo sin dios es un gesto noble, pero la verdadera religión es el único poder que puede aumentar de forma duradera la receptividad de un grupo social a las necesidades y sufrimientos de otros grupos. En el pasado la religión institucional podía permanecer pasiva mientras los estratos más altos de la sociedad hacían oídos sordos a los sufrimientos y la opresión de las indefensas clases inferiores, pero en los tiempos modernos esos órdenes sociales más bajos ya no son tan abyectamente ignorantes ni están tan políticamente indefensos.

99:1.6 (1087.3) La religión no debe implicarse orgánicamente en el trabajo secular de reorganización económica y reconstrucción social. Sin embargo, debe seguir activamente el ritmo de todos esos avances de la civilización reafirmándose de manera categórica e inequívoca en sus mandatos morales y sus preceptos espirituales, en su filosofía progresiva del vivir humano y de la supervivencia trascendente. El espíritu de la religión es eterno, pero la forma en que se expresa debe ser puesta al día cada vez que se revisa el diccionario del lenguaje humano.

2. La debilidad de la religión institucional

99:2.1 (1087.4) La religión institucional no puede ofrecer inspiración ni aportar liderazgo en esta inminente reconstrucción social y reorganización económica a escala mundial, porque se ha convertido por desgracia en parte más o menos orgánica del orden social y del sistema económico que está destinado a ser reconstruido. Solo la religión real de la experiencia espiritual personal puede ejercer una función útil y creativa en la presente crisis de la civilización.

99:2.2 (1087.5) La religión institucional está atrapada en un círculo vicioso: no puede reconstruir la sociedad sin reconstruirse primero a sí misma, pero al ser parte tan integrante del orden establecido, no puede reconstruirse a sí misma hasta que la sociedad haya sido radicalmente reconstruida.

99:2.3 (1087.6) Las personas religiosas deben actuar en la sociedad, en la industria y en la política como individuos, no como grupos, partidos o instituciones. Un grupo religioso que pretenda funcionar como tal fuera de sus actividades religiosas se convertirá inmediatamente en partido político, organización económica o institución social. El colectivismo religioso debe limitar sus esfuerzos a la promoción de causas religiosas.

99:2.4 (1087.7) Las personas religiosas no tienen más valor en las tareas de reconstrucción social que las no religiosas excepto en la medida en que su religión les confiere una capacidad más amplia de previsión cósmica y las dota de la sabiduría social superior que nace del deseo sincero de amar a Dios sobre todas las cosas y de amar a cada hombre como a un hermano en el reino celestial. El orden social ideal es aquel en que cada hombre ama a su prójimo como se ama a sí mismo.

99:2.5 (1087.8) La Iglesia institucionalizada parece haber servido en el pasado a la sociedad glorificando el orden político y económico establecido, pero debe dejar de hacerlo cuanto antes si ha de sobrevivir. La única actitud que le corresponde consiste en enseñar la no violencia, la doctrina de la evolución pacífica en lugar de la revolución violenta: paz en la tierra y buena voluntad entre todos los hombres.

99:2.6 (1088.1) La religión moderna encuentra difícil adaptar su actitud a los rápidos cambios sociales solo por el alto grado de tradicionalismo, dogmatismo e institucionalización que la aquejan. La religión de la experiencia viva no encuentra dificultad alguna en mantenerse por delante de todos esos desarrollos sociales y agitaciones económicas, y ejercer constantemente su papel de estabilizador moral, guía social y piloto espiritual. La verdadera religión transfiere de una edad a otra la cultura valiosa y la sabiduría que nace de la experiencia de conocer a Dios y esforzarse en ser como él.

3. La religión y la persona religiosa

99:3.1 (1088.2) El primer cristianismo estaba enteramente libre de enredos civiles, compromisos sociales y alianzas económicas. Solo el cristianismo institucionalizado posterior se convirtió en parte orgánica de la estructura política y social de la civilización occidental.

99:3.2 (1088.3) El reino de los cielos no es ni un orden social ni un orden económico; es una hermandad exclusivamente espiritual de individuos conocedores de Dios. Es cierto que esa hermandad es en sí misma un fenómeno social nuevo y asombroso de impresionantes repercusiones políticas y económicas.

99:3.3 (1088.4) La persona religiosa no es indiferente al sufrimiento social o a la injusticia civil, ni está aislada del pensamiento económico ni es insensible a la tiranía política. La religión influye directamente en la reconstrucción social porque espiritualiza e idealiza a cada ciudadano individual. La civilización cultural se ve influida indirectamente por la actitud de cada una de esas personas religiosas a medida que se convierten en miembros activos e influyentes de los diversos grupos sociales, morales, económicos y políticos.

99:3.4 (1088.5) Para lograr una alta civilización cultural se necesita en primer lugar el tipo ideal de ciudadano, y después, los mecanismos sociales ideales y adecuados para que esta ciudadanía pueda controlar las instituciones económicas y políticas de esa sociedad humana avanzada.

99:3.5 (1088.6) Por un exceso de falso sentimentalismo, la Iglesia lleva mucho tiempo socorriendo a los menesterosos y desfavorecidos, y todo eso ha estado bien, pero este mismo sentimentalismo ha conducido a una perpetuación imprudente de estirpes racialmente degradadas que han retrasado enormemente el progreso de la civilización.

99:3.6 (1088.7) Aunque muchos reconstructores sociales individuales rechazan con vehemencia la religión institucionalizada, no dejan de propagar sus reformas sociales con auténtico celo religioso. Y resulta así que esa motivación religiosa, personal y más o menos no reconocida, está desempeñando un papel importante en el programa de reconstrucción social de hoy en día.

99:3.7 (1088.8) La gran debilidad de este tipo de actividades religiosas no reconocidas e inconscientes reside en su incapacidad de sacar partido a una crítica religiosa abierta y obtener por ese medio niveles provechosos de autocorrección. Está demostrado que la religión no crece a menos que esté disciplinada por la crítica constructiva, ampliada por la filosofía, purificada por la ciencia y nutrida por un compañerismo leal.

99:3.8 (1088.9) Existe siempre el gran peligro de que la religión se deforme y pervierta tras objetivos falsos, como ocurre en tiempos de guerra cuando cada nación contendiente prostituye su religión convirtiéndola en propaganda militar. El celo sin amor siempre es perjudicial para la religión, mientras que las persecuciones desvían las actividades de la religión en pos de alguna campaña sociológica o teológica.

99:3.9 (1089.1) La religión solo puede mantenerse libre de alianzas seculares profanas mediante:

99:3.10 (1089.2) 1. Una filosofía críticamente correctiva.

99:3.11 (1089.3) 2. La independencia de toda alianza social, económica y política.

99:3.12 (1089.4) 3. Comunidades creativas, acogedoras y que irradien amor.

99:3.13 (1089.5) 4. Un aumento progresivo de la visión interior espiritual y de la apreciación de los valores cósmicos.

99:3.14 (1089.6) 5. La prevención del fanatismo mediante las compensaciones que aporta una actitud mental científica.

99:3.15 (1089.7) Las personas religiosas, como grupo, no deben ocuparse nunca de nada que no sea la religión, sin embargo, cada una de esas personas religiosas se puede convertir a título individual en líder destacado de algún movimiento de reconstrucción social, política o económica.

99:3.16 (1089.8) Corresponde a la religión crear, sostener e inspirar en cada ciudadano individual una lealtad cósmica que lo impulse a contribuir al progreso de todos esos difíciles pero deseables servicios sociales.

4. Las dificultades de la transición

99:4.1 (1089.9) La religión auténtica confiere fragancia social a la persona religiosa y crea una comprensión mejor de la camaradería humana. Pero la formalización de los grupos religiosos destruye muchas veces los mismos valores para cuya promoción se organizó el grupo. La amistad humana y la religión divina se ayudan mutuamente y se iluminan de forma significativa si crecen en equilibrio y armonía. La religión da un nuevo sentido a todas las asociaciones de grupo: familias, escuelas y clubes. Aporta nuevos valores al juego y exalta el verdadero humor.

99:4.2 (1089.10) El liderazgo social se transforma gracias a la visión interior espiritual; la religión impide que todos los movimientos colectivos pierdan de vista sus verdaderos objetivos. La religión, junto con los niños, es la gran unificadora de la vida de familia, siempre y cuando sea una fe viva y creciente. No se puede tener vida de familia sin niños; se puede vivir en familia sin religión, pero su carencia multiplica enormemente las dificultades de esta íntima asociación humana. Durante las primeras décadas del siglo veinte la vida de familia, seguida de la experiencia religiosa personal, es la que más sufre la decadencia resultante de la transición entre las antiguas lealtades religiosas y los nuevos significados y valores emergentes.

99:4.3 (1089.11) La verdadera religión es una forma de vivir con sentido encarando dinámicamente las realidades corrientes de la vida de cada día. Pero si la religión ha de estimular el desarrollo individual del carácter y aumentar la integración de la personalidad, no puede estar uniformizada. Si ha de estimular la apreciación de la experiencia e incentivar los valores no puede estar estereotipada. Si la religión ha de promover lealtades supremas no puede estar formalizada.

99:4.4 (1089.12) Sean cuales fueren las convulsiones que acompañen al crecimiento social y económico de la civilización, la religión es auténtica y valiosa si fomenta en el individuo una experiencia en la que prevalezca la soberanía de la verdad, la belleza y la bondad, pues ese es el verdadero concepto espiritual de la realidad suprema. Y a través del amor y la adoración cobra sentido como camaradería con el hombre y filiación con Dios.

99:4.5 (1090.1) Al fin y al cabo, lo que determina la conducta y domina las actuaciones personales es más lo que uno cree que lo que uno sabe. El conocimiento puramente fáctico ejerce muy poca influencia sobre el hombre medio, a menos que se active emocionalmente. Pero la activación de la religión es supraemocional y unifica toda la experiencia humana en niveles trascendentes al tomar contacto con las energías espirituales de la vida mortal y liberarlas.

99:4.6 (1090.2) Durante los tiempos psicológicamente inestables del siglo veinte, entre las convulsiones económicas, las contracorrientes morales y las marejadas sociológicas propias de las transiciones ciclónicas de una era científica, miles y miles de hombres y mujeres se han desubicado humanamente; están ansiosos, agitados, temerosos, inseguros e inestables. Necesitan, más que nunca en la historia del mundo, el consuelo y la estabilidad de una religión sólida. Frente a logros científicos y desarrollos mecánicos sin precedentes, reina el estancamiento espiritual y el caos filosófico.

99:4.7 (1090.3) El hecho de que la religión se esté haciendo cada vez más privada —una experiencia personal— no implica riesgo alguno siempre que no pierda su motivación de servicio social desinteresado y amoroso. La religión ha sufrido muchas influencias secundarias: la mezcla repentina de culturas, el cruce de credos, la disminución de la autoridad eclesiástica, los cambios en la vida familiar, junto con la urbanización y la mecanización.

99:4.8 (1090.4) El mayor peligro espiritual del hombre es el progreso parcial, el conflicto de un crecimiento a medias: abandonar las religiones evolutivas del miedo sin acogerse inmediatamente a la religión revelada del amor. La ciencia moderna, sobre todo la psicología, solo ha debilitado las religiones que dependen básicamente del miedo, la superstición y la emoción.

99:4.9 (1090.5) Toda transición supone confusión, y no habrá tranquilidad en el mundo religioso hasta que se supere el gran enfrentamiento entre las tres filosofías de la religión:

99:4.10 (1090.6) 1. La creencia espiritualista (en una Deidad providencial) de muchas religiones.

99:4.11 (1090.7) 2. Las creencias humanistas e idealistas de muchas filosofías.

99:4.12 (1090.8) 3. Las concepciones mecanicistas y naturalistas de muchas ciencias.

99:4.13 (1090.9) Estos tres planteamientos parciales de la realidad del cosmos deberán armonizarse a la larga mediante una exposición reveladora de la religión, la filosofía y la cosmología que describa la existencia trina de espíritu, mente y energía procedentes de la Trinidad del Paraíso unificados en el espacio-tiempo dentro de la Deidad del Supremo.

5. Los aspectos sociales de la religión

99:5.1 (1090.10) Aunque la religión es una experiencia espiritual exclusivamente personal —conocer a Dios como Padre—, el corolario de esta experiencia —conocer al hombre como hermano— implica el ajuste del yo a otros yoes, y eso constituye el aspecto social o colectivo de la vida religiosa. La religión es primero un ajuste interno o personal y se convierte luego en una cuestión de servicio social o ajuste al grupo. El gregarismo del hombre determina forzosamente la aparición de grupos religiosos. El porvenir de esos grupos religiosos dependerá muchísimo de la inteligencia de sus líderes. En la sociedad primitiva el grupo religioso no suele ser muy distinto de los grupos económicos o políticos. La religión ha sido siempre conservadora de la moral y estabilizadora de la sociedad, y esto sigue siendo verdad en contra de las enseñanzas de muchos socialistas y humanistas modernos.

99:5.2 (1091.1) No olvidéis nunca que la verdadera religión es conocer a Dios como vuestro Padre y al hombre como vuestro hermano. La religión no es creer servilmente en amenazas de castigos ni en promesas mágicas de recompensas místicas futuras.

99:5.3 (1091.2) La religión de Jesús es la influencia más dinámica que haya movilizado jamás a la raza humana. Jesús hizo añicos la tradición, destruyó el dogma y llamó a la humanidad a alcanzar sus ideales más altos en el tiempo y en la eternidad: a ser perfecta como el Padre del cielo es perfecto.

99:5.4 (1091.3) La religión tiene pocas oportunidades de ejercer su función hasta que el grupo religioso se separa de todos los demás grupos y forma la asociación social de los miembros espirituales del reino de los cielos.

99:5.5 (1091.4) La doctrina de la depravación total del hombre destruyó gran parte del potencial de la religión de ejercer una función social elevadora e inspiradora. Jesús quiso restablecer la dignidad del hombre cuando declaró que todos los hombres son hijos de Dios.

99:5.6 (1091.5) Toda creencia religiosa que consiga espiritualizar al creyente no puede dejar de repercutir poderosamente en la vida social de esa persona religiosa. La experiencia religiosa produce indefectiblemente los «frutos del espíritu» en la vida diaria del mortal guiado por el espíritu.

99:5.7 (1091.6) Es tan cierto que los hombres comparten sus creencias religiosas como que crean grupos religiosos de algún tipo que acaban persiguiendo objetivos comunes. Algún día las personas religiosas se juntarán y se pondrán a cooperar sobre la base de la unidad de ideales y objetivos, en lugar de intentar hacerlo sobre la base de opiniones psicológicas y creencias teológicas. Las metas más que los credos deberían unificar a las personas religiosas. Puesto que la verdadera religión pertenece al ámbito de la experiencia espiritual personal, es inevitable que cada persona religiosa tenga su propia interpretación personal de la realización de esa experiencia espiritual. Dejad que la palabra «fe» signifique la relación del individuo con Dios y no una formulación de creencias que algún grupo de mortales haya acordado como actitud religiosa común. «¿Tenéis fe? Tenedla entonces para vosotros mismos.»

99:5.8 (1091.7) Que la fe se ocupa solo de captar valores ideales se demuestra en la definición del Nuevo Testamento que declara que la fe es la sustancia de las cosas esperadas y la prueba de las cosas no vistas.

99:5.9 (1091.8) El hombre primitivo se esforzó poco por poner sus convicciones religiosas en palabras. Su religión era más bailada que pensada. El hombre moderno ha elaborado muchos credos y establecido muchas pruebas de fe religiosa. En el futuro las personas religiosas deberán vivir su religión, dedicarse al servicio entusiasta de la hermandad del hombre. Ya va siendo hora de que el hombre tenga una experiencia religiosa tan personal y tan sublime que solo se pueda comprender y expresar mediante «sentimientos demasiado profundos como para encerrarlos en palabras».

99:5.10 (1091.9) Jesús no exigía a sus seguidores que se reunieran periódicamente para recitar un formulario de palabras como exponente de sus creencias comunes. Solo les ordenó que se congregaran para hacer algo en concreto: compartir la cena común en recuerdo de su vida de otorgamiento en Urantia.

99:5.11 (1091.10) Qué gran error cometen los cristianos cuando, al presentar a Cristo como ideal supremo de liderazgo espiritual, se atreven a exigir a los hombres y mujeres conscientes de Dios que rechacen el liderazgo histórico de aquellos hombres conocedores de Dios que han contribuido a iluminar a su propia raza o nación en edades pasadas.

6. La religión institucional

99:6.1 (1092.1) El sectarismo es una enfermedad de la religión institucional, y el dogmatismo es una esclavización de la naturaleza espiritual. Es mucho mejor tener una religión sin Iglesia que una Iglesia sin religión. El desorden religioso del siglo veinte no es, en y de por sí, síntoma de decadencia espiritual. La confusión precede al crecimiento igual que a la destrucción.

99:6.2 (1092.2) La socialización de la religión tiene un objetivo real. Las actividades religiosas colectivas tienen como finalidad escenificar las lealtades de la religión; magnificar los alicientes de la verdad, la belleza y la bondad; resaltar el atractivo de los valores supremos; impulsar el servicio altruista al prójimo; glorificar los potenciales de la vida de familia; promover la educación religiosa; dar buen consejo y orientación espiritual; y estimular el culto en común. Todas las religiones vivas fomentan la amistad humana, preservan la moralidad, promueven el bienestar de la vecindad y facilitan la difusión del evangelio esencial de sus respectivos mensajes de salvación eterna.

99:6.3 (1092.3) Pero a medida que la religión se institucionaliza, disminuye su capacidad de hacer el bien mientras que las posibilidades de hacer el mal se multiplican considerablemente. Los peligros de una religión formalizada son los siguientes: fija las creencias y cristaliza los sentimientos; acumula intereses creados con un aumento de la secularización; tiende a uniformizar y fosilizar la verdad; desvía la religión del servicio a Dios al servicio a la Iglesia; inclina a sus líderes a convertirse en administradores en vez de ministradores; tiende a formar sectas y divisiones competitivas; establece una autoridad eclesiástica opresiva; crea una actitud aristocrática de «pueblo elegido»; fomenta ideas falsas y exageradas de lo sagrado; convierte la religión en rutina y petrifica el culto; tiende a venerar el pasado al tiempo que ignora las demandas del presente; es incapaz de hacer interpretaciones puestas al día de la religión; se enreda con las funciones de las instituciones seculares; crea la discriminación perversa de las castas religiosas; se convierte en juez intolerante de la ortodoxia; no logra captar el interés de la juventud aventurera y va perdiendo gradualmente el mensaje salvador del evangelio de eterna salvación.

99:6.4 (1092.4) La religión formal reprime a los hombres en sus actividades espirituales personales en vez de liberarlos para un mayor servicio como constructores del reino.

7. La contribución de la religión

99:7.1 (1092.5) Aunque las Iglesias y todos los demás grupos religiosos deberían mantenerse apartados de todas las actividades seculares, la religión no debe hacer nada que entorpezca ni retrase la coordinación social de las instituciones humanas. La vida debe seguir adquiriendo cada vez más sentido; el hombre debe seguir reformando la filosofía y clarificando la religión.

99:7.2 (1092.6) La ciencia política debe llevar a cabo la reconstrucción de la economía y la industria mediante las técnicas que aprende de las ciencias sociales y mediante las percepciones y motivaciones que aporta el vivir religioso. En toda reconstrucción social la lealtad de la religión a un fin trascendente es un factor de estabilidad, una meta equilibrante más allá y por encima del objetivo inmediato y temporal. En medio de la confusión generada por los rápidos cambios de su entorno el hombre mortal necesita el sustento de una amplia perspectiva cósmica.

99:7.3 (1093.1) La religión inspira al hombre a vivir valiente y alegremente sobre la faz de la tierra. Aúna la paciencia con la pasión, la visión interior con el celo, la compasión con el poder y los ideales con la energía.

99:7.4 (1093.2) El hombre no puede tomar decisiones sabias sobre asuntos temporales ni trascender el egoísmo del propio interés a menos que medite en presencia de la soberanía de Dios y tenga en cuenta las realidades de los significados divinos y los valores espirituales.

99:7.5 (1093.3) La interdependencia económica y la fraternidad social terminarán conduciendo a la hermandad. El hombre es un soñador por naturaleza, pero la ciencia lo está serenando, y eso reduce mucho el riesgo de reacciones fanáticas cuando la religión lo active. Las necesidades económicas atan al hombre a la realidad, y la experiencia religiosa personal pone a ese mismo hombre cara a cara con las realidades eternas de una ciudadanía cósmica en constante progreso y expansión.

99:7.6 (1093.4) [Presentado por un Melquisedec de Nebadon.]

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