Lo que El libro de Urantia significa para mí

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Zwelakhe Patrick Kubheka
Zwelakhe Patrick Kubheka, Fonta Vevona Kubheka, Ncumisa Kubheka
Zwelakhe Patrick Kubheka,
Fonta Vevona Kubheka,
Ncumisa Kubheka

De Zwelakhe Patrick Kubheka (Cabo Oriental, Sudáfrica)

Con gran placer comparto con ustedes, queridos compañeros urantianos, mi devoción hacia El libro de Urantia.

Pero antes, un poco de mis antecedentes: nací en 1974 en el seno de una familia zulú tradicional que creía (y practicaba con meticulosidad) una religión indígena africana que El libro de Urantia llama «culto a los antepasados». No la percibimos como culto a los muertos, pero ese es otro tema.

En 1986 mi madre se convirtió al cristianismo y nuestras vidas dieron un vuelco. Sobre 1990 tomé la decisión personal de «seguir a Jesús». El cristianismo y la espiritualidad africana fueron las únicas religiones que conocí hasta 1993, cuando abandoné mi ciudad natal (Newcastle, provincia de KwaZulu-Natal, Sudáfrica) para seguir con mis estudios en Durban. En esta ciudad costera comencé a expandir mis fronteras espirituales al exponerme a otras religiones a través de la lectura y la amistad con otras personas de diferentes entornos.

Estuve aún más expuesto a la religión cuando me concedieron una beca para estudiar en Tronoh (Malasia) de mayo de 2001 a agosto de 2007. Pasé mis años de estudiante en el sudeste asiático en una comunidad mayoritariamente musulmana, donde presencié en primera persona su dedicación impecable al islam. Me emocionaba en particular la práctica de la oración diaria cinco veces al día todos los días. Su fidelidad al ayuno durante el mes de Ramadán fue otra fuente de inspiración. Durante ese periodo recibí un regalo especial del Corán de un amigo musulmán, con el que disfruté de muchas conversaciones sobre varios temas de nuestras creencias.

Lo que hizo que mi experiencia en Malasia fuera única y significativa fue el hecho de que vivía una realidad malayo-musulmana todo el tiempo, rodeado completamente de su cultura y separado de mi familiaridad sudafricana. Además de estar expuesto al islam, conocí e hice amistades con muchos hermanos cristianos de Ipoh, a poca distancia de Tronoh. Esta extraordinaria oportunidad fue una plataforma para complementar mi comprensión y tolerancia hacia muchas religiones de Urantia.

En 2012 me encontré con El libro de Urantia en Internet. Sabía más allá de toda duda que cruzarme con esta revelación era la respuesta divina a mis ruegos en los momentos de depresión. En 2008 me habían diagnosticado una enfermedad crónica, que me llevó a uno de los capítulos más oscuros de mi vida. Durante años busqué un alivio duradero, lo que hizo que buscara en Internet. Más que la cura del cuerpo, necesitaba curar mi mente. Lo que anhelaba era la seguridad de que merecía la pena vivir la vida. Esa seguridad llegó en 2012 bajo la forma de los documentos Urantia.

Compré mi primer ejemplar en papel en 2014. La quinta revelación de época me ha traído una fuerza de carácter enormemente renovada para enfrentarme a los desafíos de la vida. He descubierto un sentido de identidad mucho más amplio como hijo por la fe en el largo camino al Paraíso; da mucho poder la conciencia de que soy un ciudadano cósmico valioso en este universo inconcebiblemente inmenso.

Casualmente, descubrir El libro de Urantia sació una sed persistente de verdad que no había saciado en mis experiencias cristianas y estudiando la Biblia. Mi búsqueda de la verdad incluyó cosas como los orígenes del universo, el origen de los Nefilim y de las razas de color; de dónde venía la esposa de Caín; cómo fueron los primeros años de Jesús; y cómo podría un Dios amante torturar a sus hijos descarriados con el fuego eterno del infierno.

Ya en 2003 planteé esas preguntas a un pastor de Malasia, donde fui miembro activo de una Iglesia cristiana. El pastor no me dio el tipo de respuesta que yo esperaba. Con una sonrisa compasiva, se limitó a aconsejarme que fuera paciente y siguiera mi búsqueda, y me aseguró que con el tiempo todas mis preguntas serían respondidas. De alguna manera sonó como si él supiera las respuestas (o al menos parte de ellas), pero sintió que yo no estaba preparado.

Después de leer El libro de Urantia y reflexionar sobre los patrones de pensamiento predominantes en 2003, comprendí por qué no me llevaron al libro entonces: habría rechazado enseguida y sin pensarlo algunas de sus enseñanzas sobre los orígenes de las razas, y este rechazo podría haber comprometido mi actitud hacia todo el texto. En verdad y aunque no estaba ni lo bastante listo ni lo bastante desesperado en 2003, mis circunstancias de 2012 eran las perfectas para recibir la verdad de todo corazón, pues «muchas verdades no se sienten realmente salvo en la adversidad». 48:7.18 (557.2)

Ahora vivo y trabajo en la provincia de Cabo Oriental. El libro de Urantia sigue desempeñando un papel vital en mi vida cotidiana como cristiano, padre, profesional y miembro de la comunidad. Se ha convertido literalmente en escrituras para mí, la segunda Biblia por así decir. Siempre que me encuentro en un conflicto intenso de toma interna de decisiones, busco la voluntad de Dios en la oración y leo las escrituras (la Biblia y la quinta revelación de época). ¡Nunca me decepciona!

No he conocido mejor fuente de inspiración y guía para mi vida diaria que El libro de Urantia. Me siento privilegiado de que mi esposa lo haya abrazado también, lo que nos permite alinear nuestros valores familiares con sus enseñanzas. Saber que nuestra experiencia como padres será considerada ante la comisión parental de Urantia en el primer mundo mansión nos parece un extra a medida que guiamos moralmente a nuestra descendencia a través del intrigante laberinto de la vida. Después de descubrir el valor eterno de la paternidad, oramos para tener otro hijo, y en agosto de 2016 fuimos bendecidos con una adorable niña. Como agradecimiento la llamamos Fonta Vevona Jubheka, como nuestra antepasada original, Fonta, y la jefa de las serafinas de las almas de la paz durante el reinado de Adán y Eva, Vevona.

Uno de mis pasatiempos favoritos es la astronomía de observación, y El libro de Urantia ha traído significados más profundos a esta afición. No tengo palabras que expresen la abrumadora emoción que provoca ver los cielos del sur entre las constelaciones de Sagitario y Escorpio, con la conciencia reconfortante de que estoy mirando en dirección al Paraíso, la residencia lejana de la Trinidad, a lo que se añade el misterio de que, aunque estoy mirando al espacio, el lejano Paraíso está fuera del tiempo y el espacio.

Espero con mucha ilusión la siguiente vida en el primer mundo mansión. Mientras tanto, aspiro a seguir sirviendo aquí en Urantia. Mi gente sudafricana se beneficiaría de las traducciones de la quinta revelación de época a las lenguas indígenas. El campo es grande y los trabajadores son pocos. Con la motivación que me da mi Monitor divino y las vidas victoriosas de héroes humanos como Amadón, me esforzaré por emularles en mi servicio.

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