¿Quién soy? ¿Qué es la personalidad?

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El libro de Urantia está lleno de personalidad; es una palabra que se emplea cientos de veces, y es uno de los temas más importantes. Las citas de más abajo darán al lector una idea mínima del alcance de la personalidad, y haciendo clic en los enlaces tendrán una ampliación de cada idea.

Parte de la revelación de El libro de Urantia es una discusión detallada de la personalidad de Dios. Es en sí mismo un tema amplio, y puede encontrar las secciones completas yendo a:

La personalidad del Padre Universal
El Dios de la personalidad
La personalidad del Hijo Eterno
La personalidad del Espíritu Infinito

Finalmente, puede disfrutar de un estudio completo de la personalidad de Urantia y de la supervivencia de la personalidad.

Dios - El autor de la personalidad

Dios es mucho más que una personalidad, tal como la mente humana entiende la personalidad; él es incluso mucho más que cualquier concepto posible de una superpersonalidad. Pero es totalmente fútil discutir estos conceptos incomprensibles de la personalidad divina con las mentes de las criaturas materiales cuyo máximo concepto de la realidad del ser consiste en la idea e ideal de la personalidad. El concepto más elevado posible del Creador Universal a que tiene acceso la criatura material está contenido dentro de los ideales espirituales de la idea exaltada de la personalidad divina. Por tanto, aunque vosotros podáis saber que Dios debe ser mucho más que el concepto humano de la personalidad, igualmente conocéis bien que el Padre Universal no puede de ningún modo ser nada menos que una personalidad eterna, infinita, verdadera, buena y bella.

Dios no se oculta de ninguna de sus criaturas. Es inaccesible para tantas órdenes de seres sólo porque «mora en una luz a la que ninguna criatura material puede acercarse». La inmensidad y la grandiosidad de la personalidad divina está más allá del alcance de la mente no perfeccionada de los mortales evolucionarios. Él «mide las aguas con el hueco de su mano, mide un universo con la palma de su mano. Él es quien está sentado sobre el círculo de la tierra, quien extiende los cielos como una cortina y los despliega como un universo para morar». «Levantad en alto vuestros ojos, y mirad quién creó estas cosas, quién cuenta sus mundos y a todos llama por sus nombres»; y así pues es verdad que «las cosas invisibles de Dios son parcialmente entendidas por medio de las cosas hechas». 1:5.2

La personalidad no es simplemente un atributo de Dios; más bien representa la totalidad de la naturaleza infinita coordinada y la voluntad divina unificada que se exhibe en la eternidad y universalidad de expresión perfecta. La personalidad, en el sentido supremo, es la revelación de Dios al universo de universos. 1:5.13

«`Yo soy un Dios próximo y remoto', dice el Señor, `¿no lleno acaso el cielo y la tierra?'» El Padre Universal está siempre presente en todas partes y en todos los corazones de su vasta creación. Él es «la plenitud del que todo lo llena en todos», y «quien todo obra en todos» y además, el concepto de su personalidad es tal que «el cielo (el universo) y el cielo de los cielos (el universo de los universos) no pueden contenerlo». Es literalmente cierto que Dios es todo y está en todo. Pero incluso eso no es el todo de Dios. El Infinito sólo puede revelarse plenamente en el infinito; la causa nunca puede ser plenamente comprendida por un análisis de los efectos; el Dios viviente es inmensurablemente más grande que la suma total de la creación que ha venido a ser como resultado de los actos creadores de su ilimitado libre albedrío. 3:1.2

En Dios el Padre las acciones de su libre voluntad no están regidas por el poder, ni están orientadas solamente por el intelecto; la personalidad divina está definida como consistente en espíritu y manifestándose a los universos como amor. Por tanto, en todas sus relaciones personales con las personalidades de las criaturas de los universos, la Primera Fuente y Centro es siempre y permanentemente un Padre amante. Dios es un Padre en la más elevada acepción del término. Está eternamente motivado por el perfecto idealismo del amor divino, y esa tierna naturaleza encuentra su expresión más robusta y su satisfacción más grande en amar y ser amado. 4:4.6

La energía pura es el antepasado de todas las realidades relativas, que están fuera del funcionamiento del espíritu, mientras que el espíritu puro es el potencial del supercontrol divino y directivo de todos los sistemas básicos de energía. Y estas realidades, tan diversas como se manifiestan en todas partes del espacio y tal como se las observa en los movimientos del tiempo, están ambas centradas en la persona del Padre del Paraíso. En él son una sola —deben ser unificadas— porque Dios es uno. La personalidad del Padre es absolutamente unificada. 56:1.4

La personalidad es...

Personalidad. La personalidad del hombre mortal no es ni cuerpo, ni mente, ni espíritu; tampoco es el alma. La personalidad es la única realidad invariable en una experiencia por otra parte constantemente cambiante de la criatura; y une todos los demás factores asociados de la individualidad. La personalidad es el don único que el Padre Universal hace a las energías vivientes y asociadas de materia, mente y espíritu, y que sobrevive con la supervivencia del alma morontial. 0:5.11

...La personalidad no es nunca espontánea; es el don del Padre del Paraíso. La personalidad está superimpuesta sobre la energía, y está asociada solamente con los sistemas vivientes de energía; la identidad puede estar asociada con esquemas no vivientes de energía. 0:5.4

La personalidad humana es la imagen-sombra espacio-temporal proyectada por la divina personalidad del Creador, y jamás se puede comprender adecuadamente realidad alguna mediante el examen de su sombra. Las sombras deben interpretarse en términos de la verdadera substancia. 1:6.1

La mente trasmuta los valores del espíritu en significados del intelecto; la volición tiene el poder de fructificar los significados de la mente a los dominios material y espiritual. El ascenso al Paraíso comprende un crecimiento relativo y diferencial en espíritu, mente y energía, siendo la personalidad el unificador de esos componentes de la individualidad experiencial. 9:4.6

La personalidad humana no es meramente un fenómeno colateral de los acontecimientos del tiempo y el espacio; la personalidad humana también puede actuar como causa cósmica de tales acontecimientos. 12:5.11

La personalidad es inalterable en presencia del cambio. 112:0.9

La personalidad es esa dote cósmica, esa fase de la realidad universal, que puede coexistir con cambios ilimitados y al mismo tiempo conservar su identidad en la presencia misma de todos estos cambios, y para siempre después. 130:4.6

La personalidad es única, absolutamente única: es única en el tiempo y en el espacio; es única en la eternidad y en el Paraíso; es única cuando se la recibe como don —no hay duplicados; es única durante cada momento de la existencia; es única en relación a Dios —él no tiene favoritos, pero tampoco las suma entre sí, porque no son sumables —son asociables pero no totalizables. 112:0.12

La personalidad es consciente en forma única del tiempo, y esto es algo distinto de la percepción del tiempo que tienen la mente o el espíritu. 112:0.16

El Padre Universal otorga la personalidad a sus criaturas como un don potencialmente eterno. Tal don divino está destinado a funcionar en numerosos niveles y en situaciones universales sucesivas que van desde lo finito más bajo a lo absonito más elevado, aun hasta los límites de lo absoluto. La personalidad funciona pues en tres planes cósmicos o en tres fases universales:

  1. Estado de ubicación. La personalidad funciona con igual eficiencia en el universo local, en el superuniverso y en el universo central.
  2. Estado de significado. La personalidad funciona eficazmente en los niveles de lo finito, lo absonito y aun junto a los límites de lo absoluto.
  3. Estado de valor. La personalidad se puede realizar experiencialmente en los reinos progresivos de lo material, lo morontial y lo espiritual. 112:1.1

La personalidad es un misterio

La personalidad es uno de los misterios no resueltos de los universos. Podemos formar conceptos apropiados de los factores que entran en la composición de las diversas órdenes y niveles de personalidades, pero no comprendemos plenamente la verdadera naturaleza de la personalidad misma. Percibimos claramente los numerosos factores que, cuando se combinan, constituyen el vehículo de la personalidad humana, pero no comprendemos plenamente la naturaleza y significación de tal personalidad finita.

La personalidad es potencial en todas las criaturas que poseen una dote de mente, desde un mínimo de autoconciencia hasta un máximo de conciencia de Dios. Pero la dote mental por sí sola no es personalidad, ni tampoco el espíritu ni la energía física. La personalidad es la cualidad y valor en la realidad cósmica exclusivamente otorgada por Dios el Padre a estos sistemas vivientes de energías asociadas y coordinadas de materia, mente y espíritu. La personalidad no es tampoco un logro progresivo. La personalidad puede ser material o espiritual, pero o hay personalidad o no hay personalidad. Lo que es distinto de personal no alcanza nunca el nivel de lo personal excepto por la acción directa del Padre del Paraíso.

El otorgamiento de la personalidad es la función exclusiva del Padre Universal, la personalización de los sistemas vivientes de energía que él otorga con los atributos de conciencia creadora relativa y con el correspondiente control en forma de libre albedrío. No hay personalidad aparte de Dios el Padre, y no existe personalidad ninguna sino por Dios el Padre. Los atributos fundamentales del yo humano, así como el núcleo en forma de Ajustador absoluto de la personalidad humana, son dones del Padre Universal, que actúa en su dominio exclusivamente personal del ministerio cósmico. 5:6.2 

La capacidad para la personalidad divina es intrínseca en el Ajustador prepersonal; la capacidad para la personalidad humana existe potencialmente en la dote de la mente cósmica del ser humano. Pero la personalidad experiencial del hombre mortal no es observable como una realidad activa y funcional hasta después de que el vehículo de la vida material de la criatura mortal haya sido tocado por la divinidad liberadora del Padre Universal, siendo así lanzado a los mares de la experiencia como personalidad autoconsciente, autodeterminada (relativamente) y autocreadora. El yo material es verdadera e incualificable- mente personal. 5:6.6

La personalidad del hombre es eterna

Lo que proviene del Padre es como el Padre, eterno, y esto es igualmente cierto de la personalidad, que Dios otorga por su propia elección libre, como ocurre con el Ajustador del Pensamiento, un fragmento real de Dios. La personalidad del hombre es eterna, pero en cuanto a la identidad es una realidad eterna condicionada. Habiendo aparecido en respuesta a la voluntad del Padre, la personalidad alcanzará el destino de Deidad, pero el hombre debe elegir si estará o no presente en el momento del logro de tal destino. Si no se realiza dicha elección, la personalidad alcanza la Deidad experiencial directamente, volviéndose parte del Ser Supremo. El ciclo está predestinado, pero la participación del hombre en él es facultativo, personal y experiencial. 112:5.2

La extinción de la personalidad a través de la iniquidad

Cuando esta sentencia se confirma finalmente, el ser identificado con el pecado instantáneamente se vuelve como si no hubiera sido. No hay ninguna resurrección de este destino; es perdurable y sempiterno. Los factores de identidad de la energía viviente se resuelven mediante las transformaciones del tiempo y las metamorfosis del espacio en los potenciales cósmicos de los cuales emergieron anteriormente. En cuanto a la personalidad del inicuo, se la priva de un vehículo continuado de existencia vital debido al fracaso de la criatura de hacer esas elecciones y decisiones finales que le habrían asegurado la vida eterna. Cuando el abrazo continuado del pecado por la mente asociada culmina en la identificación completa del ser con la iniquidad, entonces, en el momento de la cesación de la vida, en el momento de la disolución cósmica, esa personalidad aislada es absorbida en la superalma de la creación, haciéndose parte de la experiencia evolutiva del Ser Supremo. Nunca más aparece como personalidad; es como si su identidad nunca hubiera sido. En el caso de una personalidad que albergue a un Ajustador, los valores espirituales experienciales sobreviven en la realidad del Ajustador que sigue existiendo. 2:3.4

La supervivencia de la personalidad

La supervivencia eterna de la personalidad depende completamente de la elección de la mente mortal, cuyas decisiones determinan el potencial de supervivencia del alma inmortal. Cuando la mente cree en Dios y el alma conoce a Dios, y cuando, y con el Ajustador ayudante, todos ellos desean a Dios, entonces la supervivencia es segura. Las limitaciones del intelecto, las restricciones de la educación, la carencia de cultura, el empobrecimiento del estado social, incluso la inferioridad de las normas morales humanas que resultan de la infortunada falta de ventajas de instrucción, cultura o posición social, no pueden invalidar la presencia del espíritu divino en tales individuos tan desafortunados y humanamente limitados, pero creyentes. 5:5.13

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