¿Quién es Dios?

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El Padre Universal - El Padre espiritual y amoroso de todos

EL Padre Universal es el Dios de toda la creación, la Primera Fuente y Centro de todas las cosas y todos los seres. Pensad primero en Dios como creador, luego, como controlador, y finalmente, como sustentador infinito. 1:0.1

Dios es realidad primordial en el mundo del espíritu; Dios es la fuente de la verdad en las esferas de la mente; Dios envía su sombra por todas partes de los reinos materiales. Para todas las inteligencias creadas, Dios es una personalidad, y para el universo de universos él es la Primera Fuente y Centro de la realidad eterna. Dios no es ni semejante al hombre ni a la máquina. El Padre Primero es espíritu universal, verdad eterna, realidad infinita, y personalidad paterna. 1:2.1

El antiguo concepto de que Dios es una Deidad dominada por una moralidad augusta fue elevado por Jesús a ese nivel afectuoso y conmovedor de íntima moralidad familiar de la relación padre-hijo, de la cual no hay ninguna más tierna y bella en toda experiencia mortal. 2:6.2

En primer y último término —eternamente— el Dios infinito es un Padre. De todos los títulos posibles por los cuales podría ser conocido con propiedad, he sido instruido a describir al Dios de toda la creación como el Padre Universal. 4:4.5

Dios es un Padre en la más elevada acepción del término. Está eternamente motivado por el perfecto idealismo del amor divino, y esa tierna naturaleza encuentra su expresión más robusta y su satisfacción más grande en amar y ser amado. 4:4.6

Aunque Dios es en y para los universos todo lo que hemos descrito, sin embargo, para vosotros y para todas las demás criaturas que conocen a Dios, él es uno, vuestro Padre y su Padre. Para una personalidad Dios no puede ser plural. Dios es Padre para cada una de sus criaturas y es literalmente imposible para un hijo tener más de un Padre. 56:4.4

Dios es el Padre; el hombre es su hijo. El amor, el amor de un padre por su hijo, se torna en la verdad central de las relaciones universales del Creador con la criatura —no la justicia de un rey que busca satisfacción en el sufrimiento y en el castigo de sus súbditos malvados. 188:5.1

El Padre es amor vivo, y esta vida del Padre reside en sus Hijos. Y el espíritu del Padre reside en los hijos de sus Hijos —los hombres mortales. Al fin y al cabo, la idea del Padre seguirá siendo el más alto concepto humano de Dios. 196:3.35

Demostración de Dios

La existencia de Dios jamás puede probarse por experimentos científicos ni por la pura razón de la deducción lógica. Dios se puede realizar sólo en los dominios de la experiencia humana; sin embargo, el verdadero concepto de la realidad de Dios es razonable para la lógica, plausible para la filosofía, esencial para la religión, e indispensable para toda esperanza de supervivencia de la personalidad.

Los que conocen a Dios han experimentado el hecho de su presencia; tales mortales conocedores de Dios poseen en su experiencia personal la única prueba positiva de la existencia del Dios viviente la cual puede ofrecer un ser humano a otro. 1:2.7

Dios es tan real y absoluto que no se pueden ofrecer signos materiales de prueba ni demostraciones de así llamados milagros como testimonio de su realidad. Siempre lo conoceremos porque confiamos en él, y nuestra creencia en él se basa totalmente en nuestra participación personal en las manifestaciones divinas de su realidad infinita. 102:1.5

El contacto del hombre con la realidad objetiva más alta, Dios, es solamente a través de la experiencia puramente subjetiva de conocerlo, adorarlo y comprender la filiación con él. 196:3.21

Dios es la presencia divina en la mente del hombre

No sólo existe la criatura en Dios, sino que Dios también vive en la criatura. «Sabemos que en él moramos porque vive en nosotros; nos ha dado su espíritu. El don del Padre del Paraíso es el compañero inseparable del hombre». «Es el Dios siempre presente y que lo abarca todo». «El espíritu del Padre sempiterno se oculta en la mente de todos los hijos mortales». «El hombre sale a buscar un amigo y ese mismo amigo vive dentro de su propio corazón». «El verdadero Dios no está lejos; es parte de nosotros; su espíritu habla desde dentro de nosotros». «El Padre vive en el hijo. Dios está siempre con nosotros. Es el espíritu guiador del destino eterno». 3:1.4

Aunque el Padre del Paraíso funciona a través de sus creadores divinos y sus hijos criaturas, disfruta también del contacto interior más íntimo con vosotros, un contacto tan sublime, tan altamente personal, que aún está más allá de mi comprensión: esa misteriosa comunión del fragmento del Padre con el alma humana y con la mente mortal en la cual mora realmente. Si sabéis lo que hacéis con estos dones de Dios, por ello mismo sabéis que el Padre está en estrecha relación, no sólo con sus asociados divinos, sino también con sus hijos mortales evolutivos del tiempo. El Padre ciertamente mora en el Paraíso, pero su divina presencia también mora en la mente de los hombres. 12:7.13

No dejéis que la magnitud de la infinitud, la inmensidad de la eternidad y la grandeza y gloria del carácter incomparable de Dios os sobrecojan, os hagan vacilar u os desalienten; porque el Padre no está muy lejos de ninguno de vosotros; habita dentro de vosotros, y en él todos nosotros literalmente nos movemos, realmente vivimos, y verdaderamente tenemos nuestro ser. 12:7.12

Dios es personal

En ausencia de Dios, y con excepción de su persona excelsa y central, no habría personalidad alguna a través de todo el vasto universo de universos. Dios es personalidad.

Pese a que Dios es un poder eterno, una presencia majestuosa, un ideal trascendente, y un espíritu glorioso, aunque es todo esto e infinitamente más, es sin embargo verdadera y eternamente una personalidad perfecta de Creador, una persona que puede «conocer y ser conocida», que puede «amar y ser amada», alguien que puede mostrarnos amistad; en tanto vosotros podéis ser conocidos, así como otros seres humanos han sido conocidos, como amigos de Dios. Él es un espíritu real y una realidad espiritual. 1:5.7 

Dios es espíritu —personalidad del espíritu; el hombre también es un espíritu —personalidad potencial del espíritu. Jesús de Nazaret alcanzó la plena realización de este potencial de personalidad del espíritu en la experiencia humana; por lo tanto, su vida de alcanzar la voluntad del Padre llega a ser la revelación más real e ideal que tiene el hombre acerca de la personalidad de Dios. Aunque la personalidad del Padre Universal tan sólo pueda ser comprendida mediante una experiencia religiosa real, en la vida terrena de Jesús hallamos inspiración por la demostración perfecta de dicha realización y revelación de la personalidad de Dios en una experiencia verdaderamente humana. 1:6.8

Dios es justo

Dios es recto; por lo tanto, es justo. «El Señor es recto en todos sus caminos». « No he hecho sin causa todo lo que he hecho', dice el Señor». «Los juicios del Señor son totalmente verdaderos y justos». Las acciones y realizaciones de sus criaturas, no pueden influir la justicia del Padre Universal «porque no hay iniquidad en el Señor nuestro Dios, ni favoritismo de personas, ni aceptación de ofrendas».

«No os engañéis; no es posible mofarse de Dios, porque lo que el hombre siembra, eso también segará». Pero es verdad que, aun al cosechar con justicia el fruto de las maldades, esta justicia divina siempre está atemperada por la misericordia. La sabiduría infinita es el eterno árbitro que determina las proporciones de justicia y misericordia que se repartirán en cualquier circunstancia dada. 2:3.1

Sólo el discernimiento de la sabiduría infinita permite a un Dios recto ministrar justicia y misericordia al mismo tiempo y en cualquier situación en el universo. El Padre celestial nunca es perturbado por actitudes conflictivas hacia sus hijos universales; Dios nunca es víctima de antagonismos de actitud. 2:4.3

Dios es amoroso

Dios es intrínsecamente generoso, naturalmente compasivo, y sempiternamente misericordioso. Y no es necesario jamás que se ejerza ninguna influencia sobre el Padre para suscitar su benevolencia. La necesidad de la criatura es en sí suficiente para asegurar el pleno caudal de su tierna misericordia y de su gracia salvadora. Puesto que Dios conoce todo acerca de sus hijos, es fácil para él perdonar. Cuanto mejor comprenda el hombre a su semejante, tanto más fácil le será perdonarlo, e incluso amarlo. 2:4.2

«Dios es amor»; por lo tanto su actitud personal única hacia los asuntos del universo es siempre una reacción de afecto divino. El Padre nos ama lo suficiente para otorgarnos su vida. «Hace salir su sol sobre malos y buenos, y hace llover sobre justos e injustos». 2:5.1

Pero el amor de Dios es un afecto paterno inteligente y previsor. El amor divino funciona en asociación unificada con la divina sabiduría y con todas las otras características infinitas de la naturaleza perfecta del Padre Universal. Dios es amor, pero el amor no es Dios. 2:5.10

Dios no siente furia ni celos

Dios no se vuelve nunca iracundo, vengativo ni airado. Es verdad que la prudencia refrena a menudo su amor, así como la justicia condiciona su misericordia rechazada.

Dios ama al pecador y odia el pecado: esta declaración es filosóficamente cierta, pero Dios es una personalidad trascendente, y las personas tan sólo pueden amar y odiar a otras personas. El pecado no es una persona. Dios ama al pecador porque es una realidad de personalidad (potencialmente eterna), mientras que hacia el pecado Dios no asume ninguna actitud personal, porque el pecado no es una realidad espiritual; no es personal; por lo tanto sólo la justicia de Dios toma conocimiento de su existencia. El amor de Dios salva al pecador; la ley de Dios destruye el pecado.

Frente al mundo de la personalidad, Dios se descubre como persona amante; frente al mundo espiritual, es amor personal; en la experiencia religiosa, es ambas cosas. El amor identifica la voluntad volitiva de Dios. La bondad de Dios descansa en el fondo del libre albedrío divino: la tendencia universal al amor, a mostrar misericordia, a manifestar paciencia y a ministrar el perdón. 2:6.7

El Dios eterno es incapaz de cólera ni de ira en el sentido de estas emociones humanas y tal como el hombre entiende esas reacciones. Estos sentimientos son bajos y despreciables, indignos de ser llamados humanos, mucho menos divinos; y tales actitudes son absolutamente ajenas a la naturaleza perfecta y al carácter misericordioso del Padre Universal. 4:3.2

Dios es omnipresente

Dios está presente en todas partes; el Padre Universal rige el círculo de la eternidad. Pero él gobierna en los universos locales en las personas de sus Hijos Creadores Paradisiacos, del mismo modo que concede la vida a través de estos Hijos. «Dios nos ha dado vida eterna, y esta vida está en sus Hijos». Estos Hijos Creadores de Dios son su expresión personal en los sectores del tiempo y para los hijos de los planetas giratorios de los universos del espacio en evolución. 3:0.1

La capacidad del Padre Universal de estar presente al mismo tiempo en todas partes, constituye su omnipresencia. Sólo Dios puede estar en dos lugares, en innumerables lugares, al mismo tiempo. Dios está simultáneamente presente «en el cielo de las alturas y abajo en la tierra»; como exclamó el salmista: «¿Adónde me esconderé de tu espíritu? o ¿a dónde huiré de tu presencia?» 3:1.1

Dios es omnipotente

El Padre Universal no es una fuerza transitoria, un poder cambiante, ni una energía fluctuante. El poder y la sabiduría del Padre son completamente adecuados para enfrentar todas y cada una de las exigencias del universo. 3:2.6

Dios es ilimitado en poder, divino en naturaleza, final en voluntad, infinito en atributos, eterno en sabiduría, y absoluto en realidad. 3:2.15

La soberanía de Dios

La soberanía de Dios es ilimitada; es el acto fundamental de toda creación. El universo no era inevitable. El universo no es un accidente, ni existe por sí mismo. El universo es una obra de creación y por lo tanto está completamente sujeto a la voluntad del Creador. La voluntad de Dios es verdad divina, amor viviente; por consiguiente las creaciones en vías de perfeccionamiento de los universos evolutivos se caracterizan por la bondad —acercamiento a la divinidad; y maldad potencial —alejamiento de la divinidad. 3:6.2

No hay límites a las fuerzas y personalidades que el Padre puede utilizar para mantener su propósito y sostener a sus criaturas. 4:1.4

El Padre Universal no se ha retirado de la administración de los universos; él no es una Deidad inactiva. Si Dios dejara de ser el sustentador presente de toda la creación, habría inmediatamente un colapso universal. Excepto Dios, no habría tal cosa como la realidad. 4:1.6

Dios es inmutable

Dios es el único ser estacionario, autocontenido e inmutable en la totalidad del universo de los universos, que no tiene exterior, más allá, pasado ni futuro. Dios es energía con propósito (espíritu creador) y voluntad absoluta, y estos atributos son autoexistentes y universales.

Puesto que Dios es autoexistente, es absolutamente independiente. La identidad misma de Dios es opuesta al cambio. «Yo, el Señor, no cambio». Dios es inmutable; pero hasta que vosotros no hayáis alcanzado el estado paradisiaco, no podréis siquiera comenzar a comprender cómo Dios puede pasar de la simplicidad a la complejidad, de la identidad a la variación, de la inmovilidad al movimiento, de la infinidad a la finitud, de lo divino a lo humano, y de la unidad a la dualidad y a la triunidad. Así pues, Dios puede modificar las manifestaciones de su absolutez porque la inmutabilidad divina no implica inmovilidad; Dios tiene voluntad: él es la voluntad.

Dios es el ser de autodeterminación absoluta; no hay límites a sus reacciones en el universo salvo aquéllas que son impuestas por él mismo, y las acciones de su libre albedrío están condicionadas solamente por las cualidades divinas y los atributos perfectos que caracterizan intrínsecamente su naturaleza eterna. Por lo tanto, Dios se relaciona con el universo como el ser de bondad final y de voluntad libre de infinita creatividad. 4:4.1

La ley es la reacción inmutable de una mente infinita, perfecta y divina.

Dios es la garantía de la estabilidad para todas las cosas y seres creados. Él es Dios; por lo tanto no cambia.

Toda esta inmutabilidad de conducta y uniformidad de acción es personal, consciente y altamente volitiva, porque el gran Dios no es el esclavo indefenso de su propia perfección e infinidad. Dios no es una fuerza ciega y automática; no es un poder sujeto a una ley esclavizante. Dios no es ni una ecuación matemática ni una fórmula química. Es una personalidad libre y primordial. Es el Padre Universal, un ser sobrecargado de personalidad y la fuente universal de toda personalidad de las criaturas. 12:7.4

Dios es accesible

El Padre desea que todas sus criaturas estén en comunión personal con él. Él tiene un lugar en el Paraíso para recibir a todos los que por su estado de supervivencia y naturaleza espiritual hacen posible tal logro. Por lo tanto, asentad en vuestra filosofía ahora y para siempre: para cada uno de vosotros y para todos nosotros, Dios es accesible, el Padre es alcanzable, el camino está abierto; las fuerzas del amor divino y los medios y arbitrios de la administración divina se entrelazan para facilitar el avance de todas las inteligencias merecedoras de todos los universos hasta la presencia en el Paraíso del Padre Universal. 5:1.8

Dios es el destino eterno del hombre

Tarde o temprano, Dios está destinado a ser comprendido como realidad de los valores, substancia de los significados y vida de la verdad.

Dios no es sólo el determinador del destino; es el destino eterno del hombre. Todas las actividades humanas no religiosas procuran someter el universo al deformante servicio del yo; el individuo verdaderamente religioso intenta identificar el yo con el universo y luego dedicar las actividades de este yo unificado al servicio de la familia universal de sus semejantes, humanos y sobrehumanos. 5:4.2

La grandeza de Dios

La grandeza es sinónimo de divinidad. Dios es supremamente grande y bueno. La grandeza y la bondad sencillamente no se pueden divorciar. Son por siempre una sola cosa en Dios. 28:6.21

Dios no es una personalidad egocéntrica. El Padre se distribuye generosamente a su creación y a sus criaturas. 32:4.10

El propósito eterno de Dios

El propósito eterno del Dios eterno es un ideal altamente espiritual. Los acontecimientos del tiempo y las luchas de la existencia material no son otra cosa que el andamio transitorio que tiende un puente hacia el otro lado, hacia la tierra prometida de la realidad espiritual y la existencia celestial. 32:5.2

Dios es la primera verdad

Dios es la primera verdad y el último hecho; por lo tanto, toda la verdad se origina en él, mientras que todos los hechos existen en relación con él. Dios es la verdad absoluta. Como verdad, puede uno conocer a Dios, pero comprender —explicar— a Dios, para eso hay que explorar el hecho del universo de los universos. 102:6.6

Para la ciencia Dios es una posibilidad, para la psicología, una cosa deseable, para la filosofía, una probabilidad, para la religión una certeza, una realidad de la experiencia religiosa. 102:6.8

Dios es infalible

El Dios infinito es, como siempre, repleto y completo, infinitamente inclusivo de todas las cosas excepto el mal y la experiencia de las criaturas. Dios no puede hacer el mal; es infalible. Dios no puede conocer experiencialmente lo que nunca ha experimentado personalmente. El preconocimiento de Dios es existencial. Por lo tanto el espíritu del Padre desciende del Paraíso para participar con los mortales finitos en cada experiencia bona fide de la carrera ascendente; es tan sólo mediante este método mediante el que el Dios existencial puede volverse en verdad y en hecho el Padre experiencial del hombre. 108:0.2

La imitación de Dios es la clave para la perfección; hacer su voluntad es el secreto de la sobrevivencia y de la perfección en la supervivencia. 111:5.1 

La experiencia de Dios

Demasiado frecuentemente los hombres olvidan que Dios es la experiencia más grande en la existencia humana. Otras experiencias están limitadas en su naturaleza y contenido, pero la experiencia de Dios no tiene límites excepto los de la capacidad de comprensión de la criatura, y esta misma experiencia es en sí misma ampliadora de la capacidad. Cuando los hombres buscan a Dios, lo buscan todo. Cuando encuentran a Dios han encontrado todo. La búsqueda de Dios es el don ilimitado de amor acompañado por descubrimientos sorprendentes de amor nuevo y aun más grande capaz de ser donado. 117:6.9

Jesús enseñó un Dios de amor

Una vez que captéis la idea de Dios como Padre verdadero y amante, el único concepto que Jesús enseñó, para ser consistentes debéis de ahí en adelante, abandonar completamente todos esos conceptos primitivos sobre Dios como monarca ofendido, gobernante rígido y todopoderoso cuyo mayor deleite consiste en sorprender a sus súbditos en el error y en asegurarse de que sean castigados debidamente, a menos que otro ser casi igual a él mismo ofrezca sufrir por ellos, morir como substituto y en su lugar. Toda la idea del rescate y de la expiación es incompatible con el concepto de Dios tal como lo enseñó y ejemplificó Jesús de Nazaret. El amor infinito de Dios no es secundario a nada en la naturaleza divina. 188:4.8

«El reino de Dios está dentro de vosotros» fue probablemente la declaración más magnífica que Jesús hiciera jamás, después de la afirmación de que su Padre es un espíritu vivo y amante. 195:10.4

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